Capitulo 9
Lo que no te mata…te hace más fuerte
Llevábamos quince minutos en la
oficina del doctor Tyson, él me atendió el día que ingrese a urgencias y había llevado
mi caso durante todas estas semanas. Cuando le dije que fue un accidente, me
observo unos segundos tratando de saber si mentía o no y aun cuando mi madre
quemo mis libros, el hecho de que yo resultara herida por tratar de salvarlos
fue mi culpa, por lo que estaba diciendo la verdad.
Nunca supe como, ni tampoco quise
preguntarle, pero mi padre llego a los pocos minutos de haber sido ingresada y
desde ese momento me ha acompañado a todas y cada una de mis citas. Pese a que
cada vez que lo hace le reitero que no es necesario, pero como decía mi amada
abuela, la culpa es un sentimiento demasiado pesado como para cargarlo toda la
vida.
- La herida esta cicatrizando muy
bien Isabella – Los ojos grises y amables del anciano doctor se enfocaron en
los míos – Creo que en un par de días más creo que podrás dejar de usar la
venda y solo deberás parcharla para protegerla – Me dio una sonrisa cálida para
demostrar lo optimista que estaba respecto a mi herida y también buscando algún
tipo de reacción de mi parte.
Decidí que lo mejor que podía hacer
era asentir y mostrarle algo lo más similar a una sonrisa. Pensé que ya habíamos
terminado y estaba por levantarme de mi lugar, pero mi padre hablo.
- Le quedara una cicatriz ¿verdad? –
El hombre de bata blanca frente a nosotros asintió – ¿Cuánto tiempo tiene que
pasar para pueda operarse?
¿Operar? A que se refería, lo mire
como si una segunda cabeza acabara de aparecerle. Yo nunca he pensado quitarme
la cicatriz que quedara en mi muñeca.
- Supongo que dentro de un mes, pero
como sabes no soy cirujano plástico así que tendrás que ir a Seattle. Puedo
recomendarte a un buen amigo.
Deje de oírlos, cuando comenzaron a
planear una cirugía a la que jamás me sometería. No sé cuanto tiempo más hablaron,
lo único que hice fue esperar para salir de ahí.
Me regañe a mi misma por
sorprenderme por la pregunta de mi padre, realmente su actitud no debía asombrarme
en lo absoluto, era obvio que sin marca alguna no encajaba en el retrato
perfecto de la familia Cullen, menos lo haría ahora, pero honestamente aquello
ya no me importaba, solo me quedaban unos meses y todo esto quedaría en el
pasado, además las marcas más importantes de mi vida no se podían ver a simple
vista y permanecían ocultas en un lugar olvidado… mi corazón.
- ¿Te sucede algo? – Ya estábamos en
el auto, luego de un par de indicaciones que apenas oí salimos de la consulta
del doctor.
- No me operare – No pensaba irme
con rodeos.
- ¿Qué?
- No me operare, ni en un mes más,
ni en un año, no lo haré nunca.
- Yo creí que tal vez, tú desearías
hacerlo.
- Más bien tú deseas que lo haga.
Tienes que borrar cualquier cosa que demuestre que no somos la familia perfecta
que durante años hemos aparentado.
Calló durante unos segundos y movió
su cabeza negativamente, pude notar por el rabillo del ojo como se entristecía,
pero lo ignore, realmente no quería lidiar con el estado de animo de mi padre, ni
mucho menos con la actitud que había adoptado de un tiempo a esta parte de preocupación
por mi.
- ¿Eso es lo que crees? - Me miro unos instante, al parecer esperando
algún tipo de reacción – Realmente siempre me equivoco contigo Isabella.
- ¿Acaso importa?
- Eres mi hija, solo trato de hacer
lo mejor para ti.
- Si tenemos que ser honestos, no eres muy bueno en eso.
- No puedo cambiar el pasado, pero
si mejorar el presente y el futuro.
- Planeo irme en un par de meses más,
así hagas muchos planes a futuro o al
menos evita incluirme en ellos, evita perder tu tiempo.
- Tú
nunca serás una pérdida de tiempo.
Solté un sonoro bufido, aquello parecía
una frase sacada de una tarjeta de disculpas que en mi caso llegaba demasiado
tarde.
- Llevas años ignorándome, así que
perdona por creer que formar lazos padre
e hija sea una perdida de tiempo para ti – Lleve mi mano vendada a mi pecho
como una extraña forma de protegerme –
Además no tiene sentido comenzar algo que no tiene importancia.
- Para mi la tiene, hija. No sabes
cuanto.
No quise responderle y él tampoco
quiso seguir hablando, por lo que nos sumimos en un silencio hasta llegar a
casa.
.
.
.
Acababa de llegar a la escuela, mi
padre había insistido que usara su auto para transportarme durante estos días.
Trate de explicarle que no era necesario, pero al ver como mi madre se oponía a
aquello, decidí aceptar, era una locura, pero una parte de mi se sentía bien,
cuando podía contradecirla, en especial después de lo ocurrido con mis libros.
Sabia que era una estupidez esperar
una disculpa de su parte por lo que hizo, pero una parte de mi aún tenia una
pequeña esperanza de que lo haría, aunque obviamente no lo hizo. Cuando llegue
con Carlisle de urgencias, ni siquiera me pregunto como estaba, por lo que subí
de inmediato a mi habitación ayudada por mi padre que beso mi frente antes de
salir.
Había olvidado llevar un vaso de
agua por lo que salí al pasillo y ahí fue cuando los oí discutir, por mi culpa.
- Nunca pensé que pudieras llegar a tanto Renee.
- Supongo que te puso en mi contra.
- No dijo una sola palabra, fue Jane la que me conto que había sucedido ¿Por
qué no estabas con ella?
- No podía dejar sola a nuestras hijas Carlisle.
- Isabella es tú hija y necesitaba tu ayuda, estaba herida y la
ignoraste. Dios que clase de madre eres.
- No permito que me critiques.
- Isabella, nuestra hija, estaba herida Renee, herida por tu culpa.
- ¿Mi culpa? Yo no puse su mano en aquel fuego.
- Pero encendiste el fuego que provoco su herida. Quemaste sus libros,
sus amados libros.
- Tiene que aprender a no desobedecerme.
- Y a Jane ¿como piensas castigarla? Porque como ella misma me dijo se
escapo de la casa e Isabella fue a buscarla.
- No es justo que hagas diferencias entre nuestras hijas, Jane ya bastante
ha sufrido con lo sucedido esta noche, no veo sentido a que la castiguemos aún
más.
- Escúchame claramente Renee, por que no pienso repetirlo, no vuelvas a
maltratar a Isabella, nunca más y dile a Jane que desde mañana tome el autobús a
la escuela, se queda sin auto hasta nuevo aviso.
- Eso es injusto Carlisle con tu hija.
- Llevas casi dieciocho años siendo injusta con tus hijas, en algún
momento la balanza debe inclinarse a favor de la menos favorecida.
Por unos instantes nadie hablo, aunque podría apostar que mi madre
estaba punto de sufrir algún tipo de ataque.
- Recuérdalo, nunca más.
Jane acepto totalmente su castigo,
sin objeción alguna. Mi padre fue muy claro en que no podía llevarla a la
escuela, solo traerle si era estrictamente necesario, espera ver a mi madre
oponerse, pero simplemente no dijo palabra alguna, aunque su mirada era un
asunto completamente aparte.
Como siempre llegue temprano y
estacione en el lugar en que habitualmente lo hacia mi hermana, respire el aire
frio antes de arreglar mi bufanda en mi cuello y ponerme los guantes que Tanya, mi hermana pequeña había insistido
que usara para proteger mi herida. Apenas entre y camine por el pasillo
principal, me los quite, realmente ya era bastante torpe sin ellos, así que no
quise tentar a la suerte. Cuando levante
mi mirada del suelo vi a Edward sobrecargado en su casillero, que estaba junto
al mio, note que siguió con la mirada cada uno de mis pasos.
- Hola.
- Buenos días Bella.
- ¿Por qué me miras así? – No era
primera vez que me observaba como queriendo leer mi alma o algo parecido, era
extraño, pero me incomodaba cuando lo hacia.
- ¿Así como? – La voz de Edward
sonaba como la de aquellos galanes de películas
en blanco y negro que solía ver junto a mi abuela.
- Sabes a lo que me refiero Masen.
- Lo se Cullen.
Realmente alguien estaba viendo
demasiadas películas de los años cincuenta.
- Creo que mejor me voy – Hice el
intento de tomar mi mochila que había dejado en el suelo, pero él fue más rápido
y la cogió en mi lugar.
- Creo que aún no es el momento para
que te marches.
Lo mire enfurecida, odiaba que decidieran por
mi o me dijeran lo que debía hacer.
- Mi mochila por favor.
- Aun no – A ese chico le gusta
tentar su suerte.
Lo observe fijamente con la
esperanza que dejara la estupidez, mientras lo hacia por un instante creí que
estaba enloqueciendo, Edward me sonreía
¿torcidamente? O como rayos se llamara esa mueca en su cara.
- ¿Qué diablos te pasa en la cara? –
Comencé a reír – Acaso crees que me desmayare con esa mueca que para algunas en
esta escuela es….seductora. Vamos Edward esperaba un poco más de originalidad.
- Nada perdía con intentarlo – Se acercó
más a mi y sus dedos delinearon mis labios – Perfectos.
- Respeta mi espacio vital.
Trate de detener su avance con mi
brazo, lo cual no fue una buena idea pues tomo delicadamente mi muñeca y se la
llevó hasta sus labios, sentí su toque en la cicatriz que ya se estaba formando
en mi piel y un extraño escalofrió recorrió mi espalda.
- Suéltame – Trate que mi voz sonara
segura, pero apenas y fue un murmullo.
- Sabes esta es solo una de las
tantas cosas que te hacen única – Sus dedos tocaban mi parche delicadamente,
sigue tratando de que me soltara, movió su cabeza negativamente como si recordara alguna broma
privada que solo él entendía - ¿Qué voy a hacer contigo? Será que algún día lo entenderás.
Creo que en algún punto me había
perdido en la conversación.
- ¿Hacer? ¿Entender?
- No dicen que un gesto vale más que
mil palabras.
- Creo que es una imagen vale más que
mil palabras y sigo sin entenderte.
- Isabella, Isabella, eres tan
insoportablemente inteligente en tantos aspectos y en otros – Dejó mi mochila
en mis manos – Parece que no logras usar tú privilegiado cerebro – Beso mi
frente y se marchó.
Estuve tentado a seguirlo y exigir
que me explicara a que se refería, pero algo me decía que la respuesta debía
encontrarla por mi misma.
.
.
.
Tanya estaba sentada junto a Edward,
mostrándole muy emocionada su colección de libros de princesas, colección que
por cierto quería hacer desaparecer. Por muy pequeña que fuera mi hermana era
importante que supiera que los cuentos de hadas no son reales y que el felices por siempre era solo una frase
sin sentido. Estaba por decírselo cuando
se paro frente a ambos y hablo.
- ¿Eres el príncipe azul de mi
hermana? – Su mirada se clavo en el rostro de Edward, mientras cruzaba sus
brazos en clara señal que esperaba una respuesta.
- Tanya – Quise reprenderla, tal vez
era solo una niña, pero realmente no sabía de donde había sacado semejante idea
ridícula – Compórtate.
- Déjala Bella – Edward sonreía y
miraba el pequeño rostro de mi hermana ceñudo – No tengo problemas en responder
tú pregunta. No lo soy, pero eso no significa que no espero serlo.
Mi hermana pequeña sonrió como si
acabaran de decirle que este año tendría dos cumpleaños o dos navidades. Luego
volvió a sentarse y su mirada volvió a ser intensa.
- ¿Bells es tú novia?
- Tanya – Creo que se estaba pasando
de la raya.
Edward movió su cabeza negativamente
para luego agregar – Aún.
Ahora era mi turno de preguntar, por
qué quería saber que se refería al decir “aún”, pero mi hermana realmente
quería hablar.
- Mi amiga Kat me dijo que cuando un
muchacho va todos los días a casa de una muchacha a buscarla, eso quiere decir que son novios.
- No viene todos los días – Era importante
aclarar ese punto con mi hermana para evitar confusiones.
- Bueno entonces son casi novios,
por qué viene casi todos los días, cierto Edward.
- Cierto.
Mire a Edward y él muy idiota sonrió
y encogió sus hombros. Iba a decirle un
par de cosas sobre no mentir a mi hermana,
pero esa niña en verdad estaba necesitada de respuestas el día de hoy.
- ¿Ya la besaste? Por qué según mi
amiga Kat eso es una prueba irrefutable, no sé que significa eso, de que son
novios.
Ahora Edward me miraba sonriendo de
esa extraña manera que tenía de hacerlo.
- Creo que eso es algo que tu
hermana podría contestar – Juro que lo golpearía una vez que mi hermana saliera
del salón.
- Ya te beso Bells, lo hizo, por qué
es asqueroso que un niño te bese, yo no quiero que nadie me bese, aunque tal
vez cambie de idea, no lo sé Kat dice que es normal que las personas se besen.
Estaba por preguntarles quien rayos
era Kat, además de la fuente de toda sabiduría de mi hermana pequeña.
- ¿Y que piensas darle por su cumpleaños?
- ¿Cumpleaños?
- Si Edward, esa fecha donde se
celebra a las personas por cumplir un año más. Que creo que se llama
cumpleaños.
Esta vez fue él quien me miró y yo
solo sonreí y me encogí de hombros.
- No tienes una idea la sorpresa que
tengo preparada para tú hermana.
- ¿Sorpresa? – Mi hermana estaba
extasiada ante la idea – Puedo saber, déjame saber, prometo no contarle nada.
- Tanya deja en paz a Edward.
- ¿Estas celosa Bells?
- ¿Qué? – Mire a Edward que sonreía
divertido, estaba por decir algo más, pero mi madre nos interrumpió.
- Edward, querido, no sabia que
estabas aquí – De inmediato la sonrisa en su rostro se borro y se levanto de su
lugar.
- Si, pero ya me marchaba – Dio un
asentimiento de cabeza.
- Puedes quedarte a cenar, si lo
deseas.
- No muchas gracias – Note como
apretaba sus puños con fuerza, no era una gran observadora, pero podía apostar
que a Edward no le simpatizaba mi madre, lo cual era extraño, por que a
excepción de mi, Renee, siempre era adorable con todos.
- Pues quedas cordialmente invitado –
La voz de mi madre destilaba dulzura – Isabella – hasta que dijo mi nombre –
Acompaña a tu amigo a la puerta.
-Por supuesto.
Camine hasta donde estaba y lo guie
hasta la puerta, aunque no tenia mucho sentido, pues iba delante de mi y salió rápidamente
de mi casa. Lo seguí por instinto, al menos debía decirle adiós o algo así.
- Perdón por no quedarme – Se detuvo
frente a su auto y se dio la vuelta para quedar frente a mí.
- No te preocupes – Levanto su mano
y acarició mis mejillas.
- Nos vemos mañana.
- Si hasta mañana.
- Adiós Bella.
Y sin esperarlo beso mis labios en
señal de despedida. No alcance a decir o hacer nada, pues cuando logre
reaccionar ya se había marchado.
Al entrar a mi casa, me encontré a
mi madre en el salón jugando con mi hermana, levanto su mirada al oírme y
comenzó a hablar.
- No crees que Edward y Jane harían
una pareja maravillosa.
- Pero Edward ya tiene novia – Tanya
me miraba como esperando que dijera algo, más bien ambas lo hacían. Negué en
dirección a mi hermana, como pidiéndole que guardara un secreto que no era tal.
- ¿Novia? Edward tiene novia
Isabella.
- No madre.
. Perfecto, ellos junto serán
perfectos.
No sé muy bien por qué, pero algo en
mi interior se negaba a creer que Jane y Edward, como pareja, fueran perfectos.
Holaaaaaaaaaaaaaaaaaa….acá un nuevo capitulo!!!! Y el próximo es el
Cumpleaños de Bella y solo les adelanto que Edward se lucirá con su regalo!
Como siempre GRACIAS TOTALES por sus comentarios!!
Besos y nos leemos pronto!!!