Ella dijo Si



Este es un one shot que es algo así como INEDITO, pues nunca lo subí a fanfiction…espero que les guste, es algo así como un regalito de Bienvenida


No podía más de felicidad. Aquella mañana todo era perfecto, el cielo parecía más azul, las flores estaban más bellas, la gente se veía distinta a mis ojos y yo con una sonrisa que no se borraría en mese y todo porque ella me dijo si. 
 
Salude a todos lo que se cruzaron en mi camino aquel día, no es que nunca lo haga, pero esta vez fue a TODO el mundo. Querían que fueran testigos de mi felicidad, compartir mi alegría. Me sentía flotando en mi propia nube y quería ser capaz de transmitir esa felicidad a los que me rodeaban.


Llegue a la oficina y seguí con mi ronda de saludos a mis compañeros de trabajo, hasta que vi a mi mejor amigo Jacob, al cual abrace hasta dejarlo sin respiración.


- Por tu efusividad supongo que acepto.
- Claro que lo hizo ¿acaso lo dudabas? – Fruncí el ceño ante sus sospechas.
- No es eso, solo que….bueno tu sabes… tu y ella. Olvídalo lo importante es que te dijo que sí – Preferí hacer lo que mi amigo decía, de otra forma mi día no sería perfecto como quería - ¿Ya lo sabe?
- La respuesta no, pero sí que le propondría. Ella me ayudo mucho.
- Acaso no lo hace siempre.
- Es mi mejor amiga.
- Ay Edward siempre tan ciego.
-¿Qué quieres decir? – No logre obtener respuesta inmediata, pues precisamente en ese instante mi mejor amiga entraba a la oficina.
- Espero que no sea demasiado tarde cuando te des cuenta – Palmeo mi hombro y se fue. Esa no era la respuesta que esperaba, que diablos había querido decir Jake.
 
Di dos rápidas zancadas y me acerque sigilosamente a ella. Estaba realmente ansioso en contarle como había salido todo aquella mañana. Como estaba de espaldas fue más sencillo acercarme sin ser descubierto, hablaba con su secretaria quien me miro, pero le indique con un dedo sobre los labios que no digiera nada. Tome su cintura y la atraje a mí.
- Buenos días Bella
- Buenos días Edward ¿Cómo estás? – estaba por contestarle, pero note que no se había sobresaltado cuando me acerque a ella.
- ¿Por qué no te asustaste?
- ¿Querías asustarme? – Quedo frente a mí y sus ojos chocolates me observaron – Te haría sentir mejor si lo hiciera….Oh!!!¿Quién eres?
- Muy graciosa Swan, pero hoy nada arruinara mi felicidad, estoy seguro que este será el mejor día de mi vida.
- Veo que tienes novedades – Tomo mi mano y me guio a su oficina – Jane que nadie nos interrumpa estoy en junta con el Señor Cullen – Vi como asentía y volvía a su lugar de trabajo.
- ¿Sobre qué quiere hablar Srta. Swan?
- No tiene nada que contarme Sr. Cullen – Se sentó en su silla y me indico la que estaba frente a su escritorio.
- Bueno como ambos somos ejecutivos de esta empresa, sabrá que todo va muy bien y que mi novia dijo si.
-¿Acepto?
- Me puedes explicar porque a todos le sorprende que haya dicho si – La vi como se paraba para quedar frente a mí.
- Perdona…no me hagas caso – Me dio un fuerte abrazo – Felicidades señor comprometido – Vi que estaba por alejarse, así que en un suave movimiento la deje sentada en mis piernas.
- Edward….- Note que trataba de pararse. Así que la mantuve más fuerte cerca de mí
- Quédate aquí unos segundos….hoy es mi día así que consiénteme.
- No abuses, además no creo que a Tanya le guste ver a su prometido así.
- Ella sabe que eres mi mejor amiga.
- Si, pero ahora estoy sentada sobre ti y ni siquiera es navidad para poder utilizar la excusa de Papa Noel.
- Esta bien te dejo ir, pero con una condición.
-¿Cual? – Vi como enarcaba su ceja.
- Que me des un beso… aun no me saludas como se debe.
- Esta bien – Acerco sus labios a mi mejilla y me dio un beso. Antes de que separara sus labios de mi piel, moví mi rostro para que su boca chocara con la mía. No podía entender que estaba sucediendo, pero no podía apartarme de ella.
 
El beso fue subiendo de intensidad, sus manos que hace un momento estaban en mi hombro ahora se perdían en mi cabello, tratando de acercarme aun más. Por mi parte uno de mis brazos la aprisiono con más fuerza en mi cuerpo y mi mano libre subió a su nuca para profundizar nuestra unión.
Nos separamos solo por que el maldito oxigeno se nos estaba acabando, de otra forma seguiría besándola. No es que fuese la primera vez que lo hiciéramos, en nuestros años universitarios y cuando ambos estábamos solteros, solíamos besarnos al saludarnos cada mañana o cada vez que nos encontrábamos. De alguna manera sirvió para mantener alejados a varios idiotas que andaban tras Bella. Dejamos de hacerlo solo cuando nuestras relaciones se hicieron más serias, aunque igual seguimos siendo cariñosos el uno con el otro.
Bella me quedo mirando y se veía hermosa, sus labios estaban rojos debido a nuestro beso. Vi como pasaba los dedos sobre ellos y suspiraba. Se levanto lentamente y se fue hacia su silla.
 
- Bueno creo que será mejor que empecemos a trabajar Edward.
- Bella ¿eso quieres? – No lograba entender muy bien porque su actitud me dolía tanto, el beso que acabábamos de compartir había sido único y a ella pareció no importarle en lo absoluto.
- Soy muy feliz por ti Edward – Vi como me sonreía y le devolví el gesto.
- Gracias… no olvides que te quiero – Salí de su oficina. Me pareció oír que decía algo, pero no pude saberlo.


La mañana paso lenta, le envié más de 12 mensajes a mi prometida, pero no recibí respuesta, lo cual no era de extrañarse ya que como doctora tenía muy poco tiempo y por lo que sabía aquella mañana tenía una operación.
Cerca del mediodía recibí la llamada que estaba esperando. Le conteste de inmediato, ya que tenía el celular en mis manos.
- Hola.
- Edward ¿podemos comer juntos?
- Por supuesto. Paso por ti.
-No, porque mejor no nos encontramos en el restaurant de siempre.
- Claro ¿está todo bien?
- Si, nos vemos – No pude decirla nada más porque corto.
 
Arregle un par de asuntos y salí a comer. En el pasillo vi a Jacob hablando con Bella, note que sostenía su mano y con la otra ubicaba un mechón de su cabello tras su oreja. Estuve a punto de ir y cortar su mano, se que sonara posesivo, pero me molestaba ver a alguien tan cerca de ella. Desde que ambos trabajamos aquí me las ingeniaba para sacar a cada uno de los hombres que pululaban cerca, el más complicado resulto ser Jake, seguía insistiendo en tener al menos una cita con ella. Tuve que controlar el impulso de arruinarles el momento, de otra forma llegaría tarde, aunque tal vez de todas maneras lo podría hacer a distancia.
Tome mi celular y le disque a Bella. Después de varios segundos me contesto su casilla de voz, trate de nuevo con el mismo resultado. Estaba por aventar mi teléfono cuando decidí llamarla a su oficina. De inmediato me contesto su secretaria.
 
- Hola Jane ¿me pasas a Isabella?
- Lo siento acaba de salir a comer.
- ¿Sola? – Mi voz sonó más fuerte de lo habitual.
- No, salió con el Señor Black.
- Gracias – Cerré con demasiada fuerza mi teléfono rompiendo la pantalla.
 
Llegue al lugar de mi cita con Tanya de pésimo humor, lo que parecía un día perfecto poco a poco iba perdiendo su encanto. Ella ya estaba en nuestra mesa, asi que rápidamente me fui hacia alla.
- Hola – Le di un suave beso en los labios - ¿Estás bien? – Su mirada estaba como perdida.
- Edward ¿tenemos que hablar?
- Claro ¿Qué sucede? – Mire sus manos sobre la mesa y note que algo faltaba - ¿Qué paso con tu anillo?
- Es sobre eso de lo que quiero hablarte.
- ¿Te lo robaron? Por eso estas asi…te hicieron algo… Habla Tanya.
- Cálmate no me lo robaron es solo que no puedo usarlo.
- No entiendo. En la mañana pareció quedarte perfecto.
- Eso fue en la mañana. Lo estuve pensando y no creo que esto sea una buena idea.
- Me dijiste que sí.
- Lo hice pensando en que era la respuesta más lógica, pero no puedo. Edward después que te fuiste solo pensaba en que llegaría tarde al trabajo y que no tenía zapatos que combinaran con mi ropa.
- ¿Eso que tiene que ver?
- Exacto. No tiene nada que ver. Hoy debía ser el día más feliz de mi vida y yo solo pensaba en tonterías. Trate de sentirme ilusionada o feliz, pero no puedo y prefiero decírtelo ahora que cuando estemos en el altar o ya casados.
- No me amas.
- No lo sé. Solo se que te quiero demasiado como para aceptar esto – Puso el anillo en mis manos.
- Yo si te amo.
- Edward en realidad eres tan ciego como para no ver que no me amas.
- ¿Qué tratas de decir? – En realidad esta conversación era muy extraña.
- No dudo que me quieras y que cuando me propusiste matrimonio lo hiciste de corazón, pero jamás me vas a querer como la quieres a ella.
-¿Ella?...¿De quién diablos hablas? Nunca te he engañado.
- No, pero te has engañado a ti mismo Edward y eso es peor. Tú amas a Bella.
- No la metas en esto, no la uses de excusa.
- No es una excusa Edward. Tú la amas y siempre lo harás, solo que aun no te das cuenta – Vi como se paraba y besaba mi mejilla – Se feliz Edward, te lo mereces – Tome su mano.
- ¿Cómo sabes que la amo? – Se volteo a verme.
- Porque nunca me miraste como la miras a ella, como si fuera el eje de tu mundo – Solté su mano y la vi partir.


Me quede unos minutos más sentado, pensando en lo que acababa de decirme, ¿amaba a Bella? Realmente no lo sabía, lo único seguro es que ella era una de las cosas más importantes en mi vida, por no decir que era lo más importante. Cada mañana despertaba feliz porque sabía que la vería, si no lo hacía la llamaba solo para escuchar su voz. Siempre encontraba algún motivo para tenerla cerca de mí, para abrazarla, darle un beso o simplemente tener algún contacto con su piel. No pude seguir con el hilo de mis pensamientos. La voz del mesero preguntando que si deseaba algo me saco de mi ensoñación. Pedí una taza de café, pero no pude esperar a que llegara deje el dinero y me fui rumbo a mi oficina.
Apenas llegue busque a Bella, pero no estaba ahí. Tenía una reunión con una agencia de publicidad. De vuelta a mi lugar me tope con Jacob, que de inmediato noto que algo no estaba bien.
-¿Qué sucede?
- Nada. Solo busco a Bella.
- Algo te pasa. Hace unas horas estaba loco de alegría y ahora parece que…no se que.
- Bueno hace unas horas estaba comprometido…ahora soy un hombre soltero.
- ¿Cómo? – Lo guie hasta mi oficina.
- Lo que oiste, vengo de hablar con Tanya. Me dijo que no podía casarse conmigo.
- ¿Te dio alguna razón?
- No…bueno si, pero es una locura.
- Acaso ama a otro hombre.
- No. De hecho me dijo que era yo quien amaba a otra – Note como en el rostro de mi amigo se formaba una sonrisa - ¿Puedo saber qué te pasa?
- Que tu ex me sorprende. Así que también lo sabía.
- ¿De qué hablas? ¿Saber qué? Tú sabes que nunca le fui infiel.
- Edward es agotador ver cómo te engañas. No puedo entender por qué te cuesta tanto reconocer que amas a Bella.
- Tú también.
- Veo que fue eso lo que te dijo Tanya.
- Si, pero no….yo….no…Bella.
- Si Edward…tú amas a Isabella. Solo que eres un ciego, además siempre las has sentido tan segura que nunca te detuviste a cuestionar tu amor.
- ¿De que hablas?
- Sabes que Bella deja todo de lado si tu la llamas, sin importar su estuviera con el mismo presidente o el Papa, y tu haces lo mismo, basta que te pida algo y tu corres a hacerlo.
- ¿Crees que me ama?
- Tengo la certeza que tu amor no cayó en terreno infértil.
- No te las des de poeta y habla claro.
- No mi querido amigo el que debe hablar claro eres tú y espero que esta vez no metas la pata – Se marcho de mi oficina sin decir nada más.
 
Pase toda la tarde pensando en Bella, en cómo nos conocimos, como seguimos juntos hasta ahora, las que cosas que más me gustaban de ella, las que me molestaban. Rememore una y mil imágenes de nuestra vida juntos, cada sonrisa y cada lagrima, un abrazo, un beso, cada parte que fue formando nuestra historia.
Note que la hora de salida había sido hace un buen rato, trate de avanzar en vano en algunos proyectos, dado lo poco productiva que fue mi tarde. Estaba tan concentrado en el computador que no note que alguien estaba en mi oficina hasta que oí su voz.
- Vi la luz encendida.
- Bella!! – Levante mi rostro para encontrarme con su mirada tan dulce.
- ¿Estás bien? No deberías estar celebrando o algo así.
- No hay nada que celebrar.
- Te vas a casar eso me parece suficiente.
- No.
- ¿No qué?
- Que no me voy a casar.
- Pero como si…pero ella…como...
 
Camine hasta donde se encontraba y tome su rostro entre mis manos. Acaricie sus mejillas que se estaban coloreando. Subí una de mis manos hasta su cabello y lo solté. Una cortina de cabellos chocolates fue liberada. Aspire su aroma y la acerque aun más a mí. Pase un dedo por su labios, primero el superior, luego el inferior y la bese.
Al principio note como se tensaba por mi beso, pero poco a poco se fue rindiendo y respondió con una pasión que igualaba a la mía. Sus manos subieron hasta mi cuello y se aferraron a el. Yo baje mi mano a su perfecta cintura y la acerque más a mi cuerpo. Cuando el aire comenzó a faltarnos, bese su rostro y su cuello, no quería dejar de estar en contacto con su piel.
- Edward…- Notaba lo difícil que le era hablar – Edward…mírame – Cumplí con lo que me pedía. Su pecho subía y bajaba al igual que el mío. Sabía que quería decirme algo – No…no sigas por favor.
- ¿Por qué?
- Porque esto no tiene sentido. Tu amas a Tanya y tal vez las cosas estén mal ahora, pero volverán a estar juntos y …-No la deje continuar, volví a besarla, pero esta vez la acerque hasta el sillón de mi oficina, al cual caímos suavemente.
- No voy a volver con ella. No podría – Tomo mi rostro que estaba a escasos centímetros del suyo y trato de buscar una respuesta a una pregunta silenciosa.
- ¿Por qué?
- Porque después de su ayuda me di cuenta – Se estiro un poco en el sillón.
- ¿A qué te refieres?
- Me ayudo a abrir los ojos a lo que es obvio Bella – Bese la punta de su nariz – Que te amo y siempre te voy a amar, no importa el tiempo, la distancia, el clima, los años, nada…lo único cierto es que Te amo.
- Tanya te lo dijo.
- Jacob también me ayudo.
- Así que ellos dos te lo dijeron – Salió de debajo de mi cuerpo y se levanto del sillón.
-¿Qué sucede? – La mire sorprendido.
- Necesitaste que dos personas te lo digieran para creerlo. Al igual que necesitaste que todos apoyáramos tu decisión de casarte. Vamos Edward no nos engañemos, basta que alguien te diga algo para que lo creas.
- ¿Dudas de mi amor?
- Si, por que yo te amo sin necesidad que nadie me lo diga o lo confirme. Te amo por qué es lo que siento – No pude evitar sonreír como un loco al oír sus palabras. Tan perdido estaba que no vi que salía de mi oficina, en un rápido movimiento tome su muñeca para impedírselo.
- Tú no te vas – Trataba de zafarse – Escúchame muy bien Isabella Marie Swan…Te Amo y no porque alguien me lo dijo, sino porque mi corazón late de felicidad cada vez que te ve, por mi día es mejor si oigo tu voz, porque creo alcanzar la gloria con el solo tu piel roce la mía.
- Te ibas a casar.
- Si me iba a casar por que la persona que amaba no me correspondía y nunca lo haría. Por que cuando le conté lo que haría no dijo nada, en cambio me ofreció su apoyo y ayuda.
- Eso hacen los amigos.
- Exacto, yo pensaba que la mujer que amaba solo me veía como su amigo y jamás me vería de otra manera.
- Tonto…te amo desde siempre.
No le respondí y la acerque nuevamente al sillón. Bese su cuello, mientras sus manos viajaban por mi pecho y comenzaban a desabrochar los primeros botones de mi camisa.
- Bella…
- Demuéstrame cuanto me amas.
No necesite más invitación. La ayude con mi camisa y ella hizo lo mismo con su blusa. Era simplemente preciosa, acaricie suavemente sus pechos y los llene de besos. Oí como un suave gemido escapo de sus labios, mientras sus manos llegaban hasta mi pantalón y me ayudaban a quitarlo. Me separa un momento para terminar de hacerlo.
Comencé lentamente a besar sus piernas, al mismo tiempo que mis dedos acariciaban su suave piel. Tome su cintura con mis manos y la levante para poder quitar su falda. La lance hacia algún lugar de mi oficina y volví con mis labios a recorrer su cuerpo. Mientras sus manos recorrían su propio camino en el mío.
Volví a unir nuestros labios, mientras mis manos trataban de deshacerse de su brassier, lo cual logre después de un momento. No pude evitar sobresaltarme cuando note como sus manos se internaban en mi bóxer y me acariciaban tan sutilmente como si fueran las alas de una mariposa.
Vi como una sonrisa se formaba en su rostro al saber la reacción que provoco en mi. Le seguí su juego y me lleve uno de sus ya erectos pezones a mis labios. Jugué con uno y luego con otro hasta sentir sus manos en mis cabellos con la intención de guiar mis atenciones. Bese sus puntas y sus pechos hasta que la oí gemir. Ahora el turno de sonreír fue para mí.
Guie mis manos hasta sus pantaletas y las baje, besando todo el camino hasta quitarlas de su cuerpo. Una vez fuera, hice lo mismo con la única prenda que cubría mi cuerpo y la besaba, al mismo tiempo que entraba en su interior. Marque un ritmo lento, pero con cada nueva embestida necesitaba más de Bella y sus gemidos inundaron mi oficina.
Empecé a aumentar poco a poco, sin dejar ni por un instante de besar su cuerpo. Sentí que estaba a punto de llegar, así que con una última estocada ambos tocamos el cielo. Ahogamos nuestros gritos en la boca del otro y continuamos besándonos. Uní nuestras frentes y le dije:
- Sabes siempre supe que hoy sería el mejor día de mi vida.

FIN 
>