Capitulo 11
¿Feliz? Cumpleaños
Apenas abrí mis ojos y vi el reloj
sobre mi mesita de noche, supe lo que pasaría en aproximadamente dos minutos
más. Repase mentalmente todas las frases que diría e incluso, aunque no hubiera
un espejo cerca, practique una sonrisa. Sabía que esto no solo era un saludo,
sino que también una despedida, esta era la última vez que ellas entrarían así
a mi habitación y me gritarían de la misma manera que llevaban haciéndolo los
últimos cuatro años.
Sentí como la puerta se abría y conté
mentalmente hasta diez. En el preciso instante en que mi cuenta terminaba, Tanya,
mi no tan pequeña hermana, como ella misma se encargaba de decir, ahora que
tenía 8 años, se tiro como despedida por un cañón a mi cama y obviamente sobre mi, yo era sin
lugar dudas su objetivo final. Aquel
lanzamiento era su particular forma de despertarme por mi cumpleaños, bueno
ella siempre creía que yo estaba completamente dormida cuando lo hacia.
Después de su no tan suave manera de
hacerme saber que había entrado a mi cuarto, levante levemente mi cabeza y vi
que unos pasos más allá estaba Jane y como siempre en sus manos había una caja con
una enorme cinta roja, estaba casi segura que era la misma que usaba año tras
año. Mi hermana me dio una sonrisa, para luego comenzar a canturrear el cumpleaños feliz, en su muy particular estilo. Gracias a Dios era
una muchachita guapa, por qué claramente el mundo de la música no era lo suyo
Cuando mi vista se movió solo unos
centímetros, me di cuenta que algo de lo que estaba sucediendo en mi habitación
no era lo habitual de cada año. En una de las esquinas y con una mirada
sumamente cauteloso estaba mi padre y no solo eso, sino que sostenía entre sus manos un pequeño pastel con una vela.
Cuando logré reponerme de la sorpresa inicial y sin saber muy bien por qué, le
di una tímida sonrisa, que al parecer era todo lo que necesita, porque de
inmediato se unió a los aullidos de Jane y pude comprobar que la falta de
talento venia de familia.
Termine de oír su canción, sabiendo
que sin importar que hoy cumpliera dieciocho años, alguien jamás se uniría a
las celebraciones, mi madre, no importaba lo casi milagroso que resultaba que
el mismísimo Carlisle Cullen estuviera ahí, ella nunca lo estaría y realmente
aquello ya ni siquiera me importaba.
- Vamos Bells que esperas pide tres
deseos – La voz ansiosa de Tanya se hizo reaccionar. Mi padre estaba frente a
mí con el pastel.
- Pide lo que quieras hija, estoy
seguro que todo lo que desees se cumplirá.
- ¿Seguro? – Le pregunte divertida.
- Como que mi nombre es Carlisle
Cullen.
- Esas son palabras mayores.
- No, es la certeza que te mereces
todo lo que deseas, hija, todo.
No dije nada más y en cambio tomé
una inspiración profunda e hice mis peticiones “que el tiempo volara” “que mis hermanas me perdonaran” “que él fuera
feliz”, debo reconocer que aun cuando ese ese último deseo salió de mi
mente, me sorprendió por completo haberlo pedido, pero eso no significaba que
fuese menos cierto que lo deseaba de todo corazón. Luego sople la vela que señalaba
mi edad.
- FELIZ CUMPLEAÑOS BELLS – Gritaron
al mismo tiempo mis hermanas, estaba casi segura que llevaban varios días
ensayando la sincronización de aquellas palabras.
- Muchas gracias.
- Feliz cumpleaños hija – Mi padre
beso mi mejilla.
- Ahora lo más importante del
mundo….tú regalo – Jane me tendió la
caja.
Muy lentamente comencé a abrirla,
sabia perfectamente que eso desesperaba a los dos torbellinos que estaban en mi
cama, mi padre me sonrió con complicidad y yo continué haciendo ademanes de quitar
con mucho cuidado el papel, sabia que solo tenia que levantar la tapa y vería
el contenido, pues la caja simplemente estaba forrada con el, pero deseaba
darle un poco más de emoción al momento.
- Creo que tendrás veintiún años y
todavía no terminaras de abrir la caja – Comento Jane haciendo un ligero mohín.
- Lo más probable es que sea yo la
que cumpla dieciocho años esperando a que vea su regalo – No pude evitar reír
ante el comentario de Tanya, para ser una niña su sarcasmo era evidente.
- Menos mal que no te regalamos un
perro o cualquier criatura viva, con tu lentitud estaría ya muerto.
- Por favor solo rompe el papel,
Bells, nadie morirá si lo haces.
- Dicen que la parte más divertida
es desenvolver tu regalo.
- Y de paso matar de impaciencia a
tus hermanas ¿no?
- Bueno eso también.
Hice un último movimiento y levante
la tapa. Tuve que contener un gemido cuando vi lo que estaba en su interior.
Las mire a ambas y entendieron mi petición muda, se acercaron a mi y las tres
nos abrazamos con fuerza.
- ¿Te gusto? – La pregunta tan
inocente de Tanya, me conmovió aun más.
- Mucho.
Bajo su atenta mirada, saque mi
libro “Mujercitas” de la caja, sabía
que no era como el que había perdido hace unas semanas, no era tampoco la
primera edición que se publico en los Estados Unidos, ni tenia sus paginas
amarillas por los años, pero en ese momento su valor era tan incalculable como el que se había
quemado, por qué era un regalo de mis hermanas y demostraba cuento amor me
tenían.
- La vendedora me dijo que era la
versión casi exacta del original, claro sin contar que es mucho más nueva,
además que es de tapa dura y con varios grabados en su interior. Debo reconocer
que aun cuando no soy una gran lectora ese libro se ve muy lindo.
- Prometo prestártelo.
- Bah, es tú libro, disfrútalo, ya
habrá tiempo.
- Bueno yo también te traje un
regalo, espero que te guste.
Me tendió una caja, más pequeña y de
terciopelo negro. Como era de suponer mis hermanas estaban expectantes a que lo
abriera y mi padre se unió a ellas. Esta vez evite actuar con lentitud, por qué
realmente la curiosidad en este caso podía más.
No pude evitar sonreír, realmente
esta mañana estaba batiendo mi record de sonrisas, cuando vi que en el interior
había un colgante, pero no uno cualquiera, sino que uno con una figura de un
libro y tampoco era cualquier libro, sino que era nada y nada menos que “Wicked”
Mire a mi padre que al parecer
estaba conteniendo la respiración, esperando que dijera algo.
- No barbies este año.
- No, creo que esta un poco mayor
para ellas.
Tanya y Jane no entendieron muy bien
nuestras palabras, solo se nos quedaron mirando con la esperanza de obtener
algún tipo de explicación. Yo solo moví la cabeza negativamente al recordar que
mi padre todos los años insistía en regalarme la misma muñeca, por supuesto que
en sus diferentes versiones; hada, veterinaria, azafata, maestra, princesas
Disney y aunque no tenia nada en contra
de la joven de plástico de Mattel, era
obvio que nunca despertaron ningún tipo de interés en mi, el hecho más obvio de
eso era que desde que empezó a dármelas por mi cumpleaños jamás las saque de su
empaque.
- Creo que entendí el mensaje.
- Solo tardaste diecisiete años.
- Soy hombre, fui configurado para
ser un poco más lento ¿Así que te ha gustado?
- Es precioso, muchas gracias – Lo
saque para que mis hermanas también pudieran verlo mejor y vi que él se
acercaba más.
- ¿Puedo? – Entendí a lo que se
refería.
- Por supuesto – Lo deje en sus
manos y pone mi pelo para que fuera más fácil ponerlo.
- Para que siempre lo lleves cerca
de tu corazón – Me dio un beso en la frente y se marcho.
- Bueno – Tanya alargo la última
letra – Yo también te hice algo.
- ¿Qué cosa?
- La pulsera del cumpleaños – Grito
demasiado efusivamente – La tienes que tener durante todo el día.
- ¿Todo el día?
Agradecía el detalle de mi hermana,
pero la pulsera tenía más colores que el arco iris y demasiado vistosa, para mi
guste y honestamente para el gusto de cualquiera.
- Oh si Bells, todo el día – Jane
sonreía
- Además Jane me prometió que te
vigilaría todo el día para que no te la quitaras.
- Así que lo prometió.
- Si, promesa de meñiques
simplemente no se puede romper.
- Claro que no pequeña, aunque los
meñiques si se pueden romper ¿no?
-¿Eh? No entiendo.
Jane me miro con suspicacia y Tanya
tratando de comprender lo que acababa de decir. Yo solo sonreí, realmente este
estaba resultando ser un maravilloso día.
Las mire por unos instantes,
tratando de memorizar cada detalle de este momento. Creo que una de las cosas
más difíciles de partir era dejarlas a ellas atrás, por qué sin importar las
muchas veces que nuestra propia madre trato de enemistarnos, ellas me amaban de
la misma manera que yo a ellas, solo esperaba que nunca lo olvidaran.
.
.
.
Cuando estuve preparada para la
escuela, baje hasta la cocina en busca de mi almuerzo y algo rápido para
desayunar, realmente estaba muy atrasada luego de la entrega de regalos de la
mañana. Por el rabillo del ojo vi como Sue se acercaba tímidamente a mí. Le
sonreí indicándole que no la mordería y fue así que me dio un fuerte abrazo
deseándome un feliz día, además de contarme que me había preparado algo
especial para comer. Le di las gracias y salí al frio día de septiembre.
Al llegar a la escuela mire hacia
todos lados esperando que de un momento a otro Edward apareciera de cualquier
parte, pero no lo hizo, tampoco estaba esperándome cerca de mi casillero. Rogué
silenciosamente para que no estuviera
pensado algún estrafalario saludo o algo similar, pero a medida que avanzó el
tiempo caí en la cuenta que simplemente no estaba ahí.
La mañana pasó extrañamente lenta,
creo que sin darme cuenta me había acostumbrado a la presencia de mi muy
especial amigo, era como esa mascota que nunca quisiste, pero que llega a tu
vida y se va haciendo un espacio en ella de manera muy lenta, hasta que
simplemente dejas de recordar como lo hacías antes de que estuviera ahí. Vale
tal vez compararlo con una mascota no era muy halagüeño, mas era eso o una
mancha en tu polera favorita, la cual terminas aceptando con tal de no dejarla
de usar.
A la única que si vi y muchas veces
fue a mi hermana Jane que se encargaba de recordarme que no podía quitarme la
pulsera de “cumpleaños”, cada vez que podía.
Cuando llego la hora de salida una
extraña sensación de decepción se apodero de mi y sabia perfectamente a que se
debía, Edward no había ido. Por un instante pensé en ir a su casa para saber si
estaba bien, luego deseche la idea, era solo un día al que había faltado,
además no dicen por ahí que las malas noticias vuelan y si hubiese sucedido algo
grave, en un pequeño pueblo como Forks, eso sin duda sería noticia o al menos
era lo que deseaba creer.
Realmente esto de la amistad era
algo demasiado nuevo para mi y no sabia muy bien si había alguna guía o algo,
por lo que tome la decisión de si faltaba otro día más iría hasta su casa para
saber que sucedía, supongo que eso era lo correcto.
Como hoy era mi cumpleaños mi padre
me permitió traer a Jane a casa, estaba casi por cumplir su castigo, pero
quería que al menos por un día poder llevarla. Ni una sola vez se quejo por
tener que usar al autobús escolar y cuando le pregunte como se sentía, solo me
dijo que ni en toda una vida usando el transporte público podría dejar de
sentirse mal por lo que a mi me había pasado.
- ¿Sabes algo de Edward? – Me pregunto
apenas entró al auto.
- No.
- ¿Notaste que falto verdad?
- Si.
- ¿Y no te preocupa?
- Es solo un día.
- No es solo un día Bells – Me miro
como si eso fuera lo más obvio del mundo, pero yo solo la mire sin entender a
que se refería – Es tú día.
- ¿Mi día?
- Es tu cumpleaños bobita, si hay un
día que él no querría perderse es este, a menos que… – Dejo la frase en el
aire.
- ¿A menos qué que?
- Sería increíble si lo hiciera – Al
parecer mi hermana estaba hablando con
ella misma o algo así.
- Jane – Me ignoro por completo –
Jane– Siguió sin responderme hasta que se me quedo mirado con una sonrisa que me estaba poniendo
nerviosa – ¿Qué sucede?
- Sabes que lleva meses queriendo
saber cuando es tú cumpleaños.
- ¿Quién? ¿Meses?
- Papa Noel….Edward, quien otro.
- Meses, eres una exagerada. Lo supo
hace unas semanas cuando Tanya se le conto.
- Si claro lo supo por Tanya.
- Por qué lo dices en ese tono.
- Oh Bells, realmente no te has dado
cuenta aún.
- ¿Cuenta de que?
- Sabes mejor dejaré que lo
descubras por ti misma, solo espero que no tardes demasiado – Su sonrisa se
borro de su rostro y ahora me miraba con seriedad – Ya sabes que te queda poco
tiempo en Forks – Agradecí que en ese momento el tuviera que detener el auto en
una luz roja, por qué las ultimas palabras de mi hermana me sorprendieron –
Ey no me mires así, soy algo mas que una
cara bonita.
- ¿Cómo? – Fue mi brillante
pregunta.
- Simple, tú no perteneces a un
lugar como este Bells y por mucho que intentes disimularlo estas esperando el
momento para marcharte y no te culpo, yo en tú lugar haría lo mismo. Lo único
que me duele es que planeabas irte sin decir adiós, simplemente te irías.
- Lo siento, pero creo que es mejor así,
yo no soy buena en las despedidas y además…- Sentí su mano sobre la mía.
- Te quiero hermana y tu felicidad
es la mía, solo espero que no nos olvides.
Ninguna digo nada más, en ese
momento las palabras salían sobrando.
.
.
Mi padre decidió que para celebrar
mi cumpleaños iríamos todos a cenar a un restorán en Port Angels, como era de
esperar la única persona que no se mostro para nada contenta con la idea fue mi
madre, quien ni siquiera se había dignado a saludarme y sabía perfectamente por
qué lo hacia, llevaba haciéndolo desde hace tres años, ignorar mi día como si
fuera cualquier otro y eso se debía a que rogué que dejaran de celebrarlo.
Por qué aun cuando no era la persona
favorita de mi madre, para ella las apariencias lo eran todo, por lo que años
tras años se esmeraba en la celebración de mi cumpleaños, obviamente no se tomaba
tanta molestia sin una razón, descartando por supuesto el hacerme feliz a mi,
la razón era sumamente sencilla, ella solo quería que las demás madres la envidiaran por
organizar algo tan magnifico para sus hijas, dejando claro que para los Cullen
ser una familia feliz lo era todo. Y todos sabíamos que había logrado su objetivo cuando todas ellas
no hacían más que llenarla de halagos y cumplidos.
Así que cada trece de septiembre o
cualquier fin de semana cercano a esa fecha,
tenía que soportar estar rodeada de niños ruidosos e insoportables con
los que apenas si hablaba y lo único que hacían era luchar por conseguir más
dulces de los que alguna vez podrían siquiera comer, además de que saltaban y
corrían tras los ridículos personajes que mi madre se empeñaba en contratar y
que yo ni siquiera conocía. Me era muy difícil comprender que alguien, sin
importar la pequeño que fuera, tuviera algún tipo de admiración por un
dinosaurio morado o por unas bananas en ropa de dormir.
Creo que lo único bueno de cumplir
años, era que al día siguiente de mis ridículas y desastrosas fiestas, mi
abuela me llevaba todo el día con ella y me dejaba celebrar mi día como yo
quería, por que demás estaba decir que mi madre jamás pregunto mi opinión en
cuanto a lo que yo deseaba.
Ella iba por mí, puntualmente a las
nueve de la mañana y recién regresábamos muy entrada la tarde, mi madre la
miraba siempre a punto de explotar, pero mi abuela simplemente la ignoraba,
cosa que la irritaba aún más. Generalmente pasábamos el día en algún museo,
biblioteca o zoológico, no eran grandes planes, pero sin importar aquello mi mayor regalo era
que durante algunas horas me sentía como
la persona más importante del mundo para alguien.
Pero todo cambio abruptamente unos
días antes de cumplir los quince años, por qué simplemente los planes de mi
madre habían perdido el norte, ella no estaba planeando una fiesta de cumpleaños,
sino que más bien era algo así como la fiesta del milenio, la fiesta que según
sus palabras tendría hablando a Forks durante décadas. En ese momento y por primera vez en mi vida decidí pedirle a mi padre que me ayudara, necesitaba
que alguien simplemente la detuviera, si nunca disfrute ninguno de mis
cumpleaños, menos lo haría ahora que todo simplemente se estaba saliendo de control,
además para mi la razón más importante era una, mi abuela había muerto hace apenas
unos meses y yo simplemente no podía tolerar un ridícula celebración, sabiendo
que al día siguiente ella no vendría por mi y nunca más lo haría, eso era
simplemente algo que no podía soportar.
Pese a mi sorpresa inicial, mi padre
accedió a mi petición y consiguió detener toda esa locura, como era de esperar
mi madre puso el grito en el cielo, dejándome muy en claro lo malagradecida que
era, claro además de egoísta, mal criada y desconsidera, en fin que era un
castigo que no merecía y que ella lo único que trataba era de hacer más
llevadera nuestra pena. Simplemente no pude seguir oyéndola, ya que ambas
sabíamos que eso era una absoluta y completa mentira. Lo único que se encargo
de dejarme en claro era que nunca más organizaría ningún cumpleaños para mi,
cosa que resulto ser el mejor regalo que ella pudo darme, sin siquiera
proponérselo.
Luego de que mi padre le aclarara
que nuestra cena no era algo que se discutiría y una vez que estuvimos todos en
el auto. Mi madre fue todo el trayecto detallando las mil y una razones de por
qué era del todo inadecuado hacer esta celebración, por supuesto que sin
mencionar la obvio y lo que supongo era el motivo más importante de todos, que
mi nacimiento no era motivo de fiesta para nadie.
Al llegar nos dirigieron a un lugar
preparado para la ocasión y la mesera me sonrió al saber que era yo la
homenajeada. Mi padre insistió que se sentara en la cabecera y yo accedí cuando
note como mi madre se enfadaba aún más.
Pedimos nuestros alimentos y mi
hermana Tanya nos relataba con lujo de detalles como había sido su día,
mientras esperábamos por ellos. Nos conto además como su amigo Peter defendió a
otro compañero de las burlas de unos muchachos unos años mayor que ellos, solo
por qué usaba lentes. Estaba entusiasmada al sentir que casi había estado cerca
de un superhéroe, que no pude evitar notar como se sonrojaba al hablar de su
amigo.
Al llegar nuestros platos nos
sumergimos unos minutos en el silencio para degustar su sabor, realmente estaba
todo exquisito, pero como nada podía ser perfecto, mi madre tomo la palabra.
- Ayer vi a Esme – Sabia que nada
bueno vendría – Me comento que Edward ha sido admitido en varias universidades.
-Esa es una muy buena noticia
querida – Por alguna razón sentí que mi padre estaba tratando de desviar la
conversación.
- Si, ella está sumamente orgullosa
de su sobrino que ya ha sido aceptado, yo en cambio solo pude felicitarla, pues
mi hija no ha sido aceptada en ninguna institución. Cosa que de verdad no
debería extrañarme ya que solo es capaz de desilusionarme – Un largo silencio
se instauro entre nosotros después de las palabras de mi madre.
- Estoy segura que mi hermana será
aceptada en las mejores universidades, es la persona más inteligente que
conozco – Como siempre tenía a Tanya y su confianza infinita en mi.
- Por supuesto que lo hará, es la
primera de su clase – También Jane salió en mi defensa.
- Honestamente dudo que suceda, pues
ni una sola carta dirigida a su hermana ha llegado a nuestra casa, no es verdad
Isabella o me estoy equivocando.
- Tienes razón madre – Una sonrisa
de suficiencia se asomo en sus labios – Ninguna carta ha llegado a nuestra casa
por qué simplemente no es la dirección que utilizo.
- ¿A qué te refieres?
- A que la próxima vez que veas a
Esme, dile que Harvard, Yale y NYU me han aceptado.
Cualquier madre sonreiría por una
notica así, claro a excepción de la mia, que me miraba como si acabara de
confesar un homicidio.
- No tenemos dinero para que puedas
estudiar ahí – Perfecto cambio de estrategia.
Realmente cualquier cosa vale para
hacerme sentir mal, pero no lo conseguiría pues en todas ellas había sido
becada, además tenia mis ahorros y el dinero que me había dejado mi abuela, que
desde hoy podía usar.
- Por supuesto que tenemos dinero
hija – Lo mira como preguntándole quien eres y donde esta Carlisle Cullen.
- Tenemos más hijas Carlisle y una
familia que mantener – Mi madre parecía a punto de explotar de rabia.
- Y todas eran a la universidad
Renee y la primera de ellas será Isabella.
- Pero ella.
- Sin peros, ira a donde quiera y
punto. Estoy muy orgullos de ti hija – Murmure un tímido gracias.
El resto de la cena la pasamos en
una tensa calma, estaba segura que en algún momento mi madre me saltaría a la
yugular o algo por el estilo. Mi padre en cambio no dejaba de decirme lo
orgulloso y feliz que estaba, tal vez en una vida distinta oírlo decir eso me
haría inmensamente dichosa, pero ahora solo me hacia sospechar de sus
intenciones, en especial por que llevaba varios meses tratando de comportarse
como el padre que nunca fue, pero como decía mi abuela el tiempo jamás se recupera ni vuelve atrás y además esta era la
única vida que tenia y había conocido, así que perdón por no estar exultante de
alegría por sus palabras.
Una vez que terminamos de cenar,
comencé a escuchar como un grupo cantando el cumpleaños feliz se acercaba a
nuestra mesa y no solo eso sino que uno de ellos llevaba una torta en sus
manos. Pensé seriamente en huir, pero me quede en mi lugar, sonreí como al
parecer esperaba todas las personas que nos observaban y finalmente sople las
velas repitiéndome mentalmente que hoy cumplía dieciocho años y era legalmente
dueña de mi misma y mi futuro.
Después de comer un trozo de mi deliciosa
torta de chocolate, salimos del lugar, no sin antes tener que agradecer a todos
quienes decidieron felicitarme. Honestamente me dolía el rostro de todo lo que
había tenido que sonreír.
Una vez en el auto de regreso, Tanya
se durmió casi al instante mientras Jane y yo compartíamos la música, creo que
la mayoría de los grupos que estaban pasando en su tracklist me eran absolutamente desconocidos, pero era eso u oír el
silencio del auto, siendo taladrada por la mirada de mi madre. Casi grite de
alegría cuando finalmente llegamos, me baje rápidamente y me despedí de todos
para poder marcharme a mi habitación.
No me acosté de inmediato, me quede
unos minutos mirando por la ventana esperando algo, no sé muy bien qué y cuando
me di cuenta que ya era medianoche y un nuevo día comenzaba, me obligue a mi
misma dejar de pensar en cosas que jamás sucederían.
.
.
Desperté con una extraña sensación,
instintivamente sabía que algo no iba del todo bien. Fije mi mirada en mi
mesilla de noche y casi me caigo de la cama, por qué era tarde muy tarde, ni
siquiera llegaría a mi primera clase, porque esta había comenzado hace quince
minutos.
No podía dejar de notar en que nadie
me había despertado, es que acaso todos se habían quedado dormidos como yo. Me
di cuenta que debía de dejar de pensar si deseaba llegar en algún momento a la
escuela, por lo que di un salto fuera de mi cama y corrí a la ducha. Me puse lo
primero que encontré en mi armario, realmente no era muy difícil combinar negro
con negro.
Salí por fin de mi cuarto disparada,
pero note que no había ningún movimiento ni siquiera algún ruido. Fui hasta la
habitación de Jane, el cual estaba vacío, igual que el de Tanya, ahora si que
no entendía nada, por qué nadie se fijo que yo aún dormía. Al darme cuenta que
mi inspección solo me estaba retrasado más, mi reloj de pulsera me decía que
solo faltaban cinco minutos para las nueves, por lo que corrí por las escaleras
con mi mochila al hombro, ni siquiera pare en la cocina, ya comería algo en el
camino.
Abrí la puerta de mi casa y casi
caigo en el último escalón de la entrada, realmente el hielo y la velocidad no
era una buena combinación. Cerré los ojos un instante, no tenía sentido ir tan
rápido si al final terminaba en el suelo, después de unas inspiraciones levante
la mirada y lo vi, estaba recargado en su auto cruzado de brazos y sonriéndome,
con esa extraña mueca que insistía en hacer.
- Buenos días Bella – Me saludo con
su habitual optimismo, aunque su voz sonaba un poco más ronca de lo normal. Un
momento acababa de darme cuenta de ese detalle, eso significaba una cosa, que
yo recordaba muy bien como sonaba su voz. Sacudí mi cabeza de ese extraño
pensamiento y simplemente le pregunte algo sencillo.
- ¿Qué haces aquí? – Sé que estaba retrasada,
pero comencé a caminar con lentitud en su dirección, simplemente por qué mi
cabeza se estaba llenando de ideas muy locas.
- Alguien me conto que lo mejor de
tu cumpleaños – Lo mire fijamente – Era lo que pasaba al día siguiente, cuando a las nueve en punto
venían por ti y pasabas todo un día haciendo lo que más querías.
- ¿Quién te lo dijo? – En serio
¿Quién se lo había dicho?
- Un pajarillo –Ya frente a él extendió
sus brazos en mi dirección y yo simplemente no me resistí a su abrazo, digamos
que estaba nostálgica y lo necesitaba – Feliz cumpleaños, mi Bella.
- Gracias – Le susurre en su hombro,
ya que no dejaba de sostenerme entre sus brazos, aunque hace unos segundos yo
había dejado de abrazarlo.
- Ahora dime donde quieres ir – Hablaba
a medida que me iba soltando muy lentamente.
- Edward hoy es un día de clases.
- No te preocupes, estamos
autorizados.
- Pero… - Puso dos dedos sobre mis
labios, estuve tentada a mordérselos por hacerme callar, pero me contuve.
- Hoy es tú día y lo celebraremos
juntos – Me abrió la puerta de su auto y me invito a entrar, lo mire un instante
y accedí, por qué simplemente siempre el día siguiente a mi cumpleaños era el
mejor.
- ¿Puedo preguntarte algo?
- Lo que quieras – Lo mire de reojo
unos instantes, en realidad sonreía como si acabara de ganarse la lotería.
- ¿Por qué no fuiste ayer a la
escuela?
- ¿Me extrañaste?
- En serio vamos a comenzar a
respondernos con preguntas.
- Así comenzamos, es un buen
recuerdo – Decidí no seguir hablando de ese tema por qué realmente muchas veces
no lograba entender a Edward.
- ¿Vas a responderme?
- Y tú ¿lo harás? – Lo mire como solía hacerlo cuando me estaba empezando
a desesperar y creo que él sabía que si
continuaba por ese camino le pediría que detuviera el autor y me bajaría – Esta bien, ayer falte a clases por que tuve
algunas cosas que hacer.
- ¿Qué cosas?
- Lo siento, pero solo puedo
contestar una pregunta por día.
- Idiota – Extrañamente no estaba ofendiéndolo
y dado que Edward sonreía, al parecer lo comprendió así.
- Así que Señorita Cumpleañera, sé
que usted acostumbraba a decir a que lugar ir, pero me tome la libertad de elegir
a donde celebraremos tu día, espero que no te moleste caminar.
- ¿Caminar?
- Ya lo verás.
.
- ¿Cómo es que tu conoces un lugar
como este? Yo soy la que vive en Forks, yo debería saber de su existencia –
Mira a mi alrededor y simplemente me encantaba a cada minuto – Es perfecto para
alejarse de todo y además es sumamente hermoso.
- Me alegra que te guste, mis padres
me hablaron de él y simplemente me pareció perfecto.
- Pero como…. – Sé que la mayoría
del tiempo apenas si lo escuchaba, pero estaba casi segura que sus padres
estaban muertos, como era posible que ellos le hablaran de este lugar.
- No me mires así, sé que están muertos,
pero antes de eso solíamos hablar ¿sabes? Además sé usar un mapa y mi tía Esme
me ayudo.
- ¿Ella sabes que estamos aquí?
- Si.
- Al menos si pensabas secuestrarme
alguien sabe donde estoy.
- No te olvides que ella es mi tía,
sabe donde tener su lealtad.
- Así que tú plan es tenerme aquí
todo el día – Su sonrisa decayó y me sentí culpable por lo dura que sonó mi
voz, cuando no tenia la intención de hacerlo sentir mal – Ey no es que me moleste, pero creo que
tenemos que comer en algún minuto y yo no he comido nada desde la cena de
anoche.
- Eso tiene solución – Se quito su
mochila del hombro y la abrió – Ahora cierra los ojos.
- ¿Qué?
- Cierras los ojos o te pongo una
venda.
- ¿Qué?
- Vamos Isabella, me has entendido.
- Bien – A regañadientes cerré lo
ojos.
Escuche movimientos, luego un par de
pisadas y después nada. Que rayos, no creo que me haya dejado aquí, descarte de
inmediato esa idea por que simplemente Edward no era así, pero si estaba
tentada de abrir los ojos y saber que estaba sucediendo, será que se desmayó o
algo asi. Iba a hacerlo cuando oí su voz.
- Listo, puede abrir tus hermosos
ojos.
Y así lo hice, claro omitiendo
mentalmente la ridiculez de hermosos ojos. Edward había estirado un mantel,
sobre él descansaban varios platos y en el centro unas flores. No pude evitar
preguntarme en que lugar de su mochila había estado todo lo que ahora veía.
- Y bien dime ¿Qué te parece?
- ¿Dónde traías todo eso? Tu mochila
es demasiado pequeña.
- Bella que hare contigo, aunque no
podía esperar otra cosa de ti ¿verdad?
- ¿A que te refieres?
- Acabo de preguntarte que te parece
y tu quieres saber donde traía la comida.
- Es una duda totalmente razonable.
- Por supuesto.
Me invito a que me sentará en el césped y él también lo hizo, solo que demasiado
cerca de mí.
- Ahora tu regalo.
- ¿Regalo? Edward realmente has
hecho mucho por mi hoy, creo que no podría aceptar algo más.
- Pues espero que lo aceptes, es
algo muy especial – Vi como saco un paquete de su mochila, en realidad parece
que era mágica pues demasiadas cosas cabían en ella – Esto es para ti con todo
mi – calló unos segundos – cariño.
Lo tome entre mis manos y lo abrí
con cuidado, realmente estaba hermosamente envuelto.
- Edward no debiste hacerlo – En mis
manos estaba “Wicked” y no cualquier
edición, sino que una similar a la que había perdido.
- Mira la primera hoja.
Realmente sonaba muy entusiasmado
por que lo hiciera, así que mira la primera pagina y entendí su estado, me
lleve una de mis manos a la boca y lo mira aún sin poder creerlo.
No solo tenía entre mis manos la
primera edición de “Wicked” del año 1995 sino que estaba autografiada por el mismísimo
Gregory Maguire. Leí en voz alta sus palabras.
Para mi querida Bella:
Veo que has encontrado a tú joven Fiyero,
ahora que lo tienes no lo dejes ir, creo que Elphaba te lo agradecería. Sé
feliz mi pequeña amiga.
Gregory Maguire
- No lo puedo creer. Él vive en
Nueva York.
- Lo sé.
- Tú fuiste a… – Hizo un gesto con
su mano como para restarla importancia – Edward podrías haber gastado tú dinero
en algo para tú tía Esme o para ti.
- Sabes tienes razón – por un
instante pensé que me quitaría el libro asi que instintivamente me aferre a él –
es mi dinero, así que puedo gastarlo en lo que sea, así que solo di gracias
Edward eres el mejor amigo del mundo.
- Gracias Edward – Le sonreí dejándole
en claro que jamás diría el resto de la frase.
- Sabes no me molestaría que si tú sintieras
el impulso de besarme – Me indico su mejilla – yo no te detendría.
Me acerque hasta su mejilla, pero de
repente vi de reojo el libro y supe que no sería suficiente, por lo que
simplemente uní mis labios a los suyos, durante un segundo pude notar la
sorpresa en Edward, pero solo fue un cortísimo lapso de tiempo, por qué una vez
que reacciono, me devolvió el beso con bastante entusiasmo, debo agregar, mordió
suavemente mi labio lo que me hizo abrir ligeramente mi boca para quejarme,
solo que él apenas y lo noto y tomo aquello como una invitación para que su
lengua jugara con la mía. No supe muy bien en que momento me dejo recostada en el pasto mientras él
quedaba sobre mí, solo sé que lo hizo sin dejar de besarme ni un solo instante.
Cuando finalmente nos separamos,
ambos estábamos bastante sonrojados y nuestras respiraciones eran erráticas.
- ¿Gracias?
- De nada – Y sin poder decir nada más volvió a besarme.
Creo que hace mucho tiempo no escribía un capitulo tan largo!!! Espero
que les guste, debo reconocer que me guste este Edward tan dulce ;)
Les cuento que Fiyero y Elphaba son personajes de Wicked y tienen una de
las historias de amor que más me ha gustado y también hecho sufrir, en serio si
quieren leer un libro que les va a provocar mil cosas leyéndolo les recomiendo
a ojos cerrados, el libro favorito de Bella.
MUCHAS GRACIAS por sus comentarios y si yo también odio a Renee, pero me
encanta escribir sobre ella, creo que es mi lado oscuro.
No las aburro más…solo dire que aún estoy en una nube con todo lo que ha
aparecido de la saga!
Besos
Lulu XD