Capitulo 21
Bella se alejó
del refugio de sus brazos y se quedo mirándolo por lo que parecieron horas,
aunque solo fueron unos minutos, tratando de buscar en su cabeza una respuesta.
Su corazón tenia claro lo que debía hacer, perdonarlo y volver a su lado, por
qué él siempre sería el único amor de su
vida, pero pese a eso una parte de ella sentía temor de lo que pudiese suceder
en el futuro, si enfrentados a algo parecido él actuaria de la misma manera, la
falta de confianza de Edward le había hecho sufrir y no sabia si sería capaz de
volver a soportar un dolor así, sin importar las razones que este tuvo para
ocultarle la verdad. Su madre siempre decía que el infierno está lleno de buenas intenciones.
Edward
permanecía expectante por una respuesta, sabía que cualquier paso en falso
condenaría su historia de amor por Bella a un simple recuerdo, era por eso que
se mantenía en la espera, todo lo paciente que podía estar un hombre que
llevaba meses separados de la mujer que ama.
Antes de dar su
respuesta, Isabella recordó los meses que
habían estado separados la verdadera tortura que sintió por aquello, pero asimismo esos
días fueron también una etapa de aprendizaje durante la cual había crecido y
comprendido que la vida no era color de rosa y que incluso las personas que más
amas pueden hacerte daños irreparables.
- Bella, amor.
Dime que todavía hay un futuro para nosotros, que me amas, por favor dame una
esperanza – Se fue acercando lentamente a ella hasta estar apenas separados,
simplemente él silencio lo estaba volviendo loco y la paciencia, honestamente
nunca fue una de sus virtudes.
Para Isabella
aquello era una treta sucia, pues él sabia que nunca podía pensar con claridad
cuando lo tenia tan cerca, pero sus cuerpos actuaban como dos imanes que
simplemente no podían luchar contra la atracción que sentían el uno por el
otro.
- Edward yo… –
Trato de no mirarlo a los ojos, pero no pudo –
yo te amo – Sin pensarlo más se lanzó a sus brazos – No puedo vivir separada
de ti, no puedo estar en un lugar sabiéndote cerca y no poder tenerte a mi
lado.
Él tomo su
estrecha cintura para levantarla, dejar su rostro frente al suyo y besar sus labios
con avidez, queriendo transformar aquel momento en algo eterno, queriendo
mantenerla hasta la eternidad en el refugio de su cuerpo, de sus brazos.
- Eres mi vida y
tenerte entre mis brazos, así me hace darme cuenta lo incompleto que era sin
que estuvieras junto a mí. Te amo, te amo tanto y me dedicare en cuerpo y alma
a demostrártelo durante todos los días de mi vida.
Edward se negaba
a separarse del cuerpo de su mujer, la calidez que ella desprendía era adictiva
para él.
- Edward, yo necesito
que me prometas algo – Su voz fue tan suave que por un instante dudo si
realmente había hablado.
- Lo que sea mi
vida, todo lo que me pidas será tuyo.
- Prométeme que
nunca más me mentiras – Su voz era un murmullo –Que confiaras en mí, que
cualquier cosa que nos depare el futuro la enfrentaremos juntos – Lo miro a los
ojos, el chocolate mezclado con el verde.
- Prometo que lo
haré, pero quiero que entiendas – Tomo su rostro entre sus manos – que siempre
haré todo lo que este en mis manos para protegerte.
- Entiendo que
quieras protegerme, pero no más engaños, no creo que sea capaz de soportarlo.
- Nunca más, mi
vida nunca más – La cargo sorpresivamente entre sus brazos y la llevo hasta la
cama.
- ¿Qué haces? –
Bella estaba completamente sonrojada.
- No es obvio –
Sus labios bajaron hasta su cuello y comenzó a llenarlo de besos.
- Ed..Edward…no
es….- No la dejó continuar capturo sus labios con los suyos y la beso con
fiereza.
- Decías amor.
La respiración
de Isabella era entrecortada y sentía que su cuerpo ardía, lo que hacia aún más
difícil para ella ordenar sus pensamientos.
- Edward, tengo
que hablar con Lord Kingsdown yo…
- No tienes por qué
hacerlo – Se levanto solo un poco de la cama para mirar su rostro.
- Debo hacerlo –
Acaricio con suavidad la mejilla de su marido.
- Yo hablare con
él – Beso sus labios – Tú no tienes que acercarte más a él.
- Recuerdas que
confiaríamos en el otro.
- Yo confió en
ti, es él quien me despierta dudas.
- Su familia ha
sido muy amable conmigo, no puedo marcharme sin darle ninguna explicación.
- Yo puedo
explicarle todo.
- Prefiero
hacerlo yo.
- Pues no
permitiré que te levantes de esta cama – Llevo los brazos de Bella por sobre su
cabeza, los tenia firmemente tomados con su mano, sus piernas eran la cárcel de
su cuerpo – Eres mía.
- Lo soy, total
e irrevocablemente tuya, pero debes dejarme hablar con él, necesito explicarle
que…- Bella calló unos instantes.
- ¿Qué cosa?
- Hay algo que
no te he dicho aún.
Edward se
recostó de espalda y se llevo a su mujer con él dejándola descansar sobre su
pecho.
- Me ha pedido
matrimonio – Después de decirlo oculto su rostro en su cuello.
- Lo sé.
- Lo sabias
- Me lo dijo cuando
nos reunimos está mañana.
Ambos estuvieron
unos minutos en silencio, fue Bella la primera en romperlo.
- ¿Qué hubieses
hecho si mi respuesta hubiese sido un si?
- Te hubiera
secuestrado y atada a mi – Jugo con un mechón de su cabello – Debes entender que
una parte de mi amor es sumamente egoísta, por que te amo tanto que si fueses
de otro te arrancaría de su lado. Te necesito más que al mismo aire, si no te
tuviera nada tendría sentido.
- Te amo Edward.
- Yo más.
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.
.
Después de
lograr convencer a su marido que lo mejor era que ella hablara con Lord
Kingsdown, arreglo el desastre de su pelo y sus ropas y fue hasta su despacho.
Antes de tocar inspiro con fuerza y se preparo mentalmente para lo que vendría.
Aunque estaba segura que él no tenia sentimientos amorosos hacia ella, un
rechazo siempre era un golpe fuerte para cualquiera.
- ¿Puedo pasar?
- Adelante Marie
o debo decir Isabella – La voz de Thomas estaba teñida de una extraña tranquilidad.
Thomas le indico
seriamente que se sentara en una butaca frente a su escritorio, él la miraba
fijamente tratando de ordenar sus ideas. Hace apenas unas horas le había pedido
matrimonio y ahora no sabía que sería de su propuesta, nuevamente se escondió
tras la negación, pues para cualquiera resultaba obvio que si ella estaba
casada su proposición carecía de todo sentido.
- Dígame Marie,
perdón Isabella, que tiene que decirme.
- Lo primero es
que siento mucho haber mentido sobre mi identidad.
- Solo necesito
saber una cosa ¿Por qué lo hizo? Estas en problemas, si es así tiene toda mi
ayuda, si Edward la esta forzando a algo, solo tiene que decírmelo y la
ayudare.
- No, él jamás
me obligaría a nada, sin importar lo que ha sucedido entre nosotros, él nunca
me ha forzado a nada.
- Entonces ¿Por
qué mentir? Simplemente va más allá de mi comprensión.
- Cuando pensé
que le había sucedido algo, sin dudarlo volví a Inglaterra, yo estaba en
Francia y simplemente me desespera, no pensé en nada solo que él estuviera
bien, luego quede sin dinero y termine aquí, en ese tiempo me entere que a
Edward lo acusaban de impostor y me di cuenta de que su desaparición era parte
de un engaño, estaba dolida y no quería volver a verlo.
- ¿Y ahora desea
verlo? Lo ha perdonado Isabella.
- No hay nada
que perdonar, comprendo sus motivos, no los justifico, pero el amor no haces
torpes y vulnerables.
- Así que
simplemente volverá a su lado, sin importar lo que ha hecho.
- Él es mi
esposo, mi deber es estar a su lado.
- ¿Solo el deber
la mueve?
- No, también el
profundo amor que siento por él.
- Debo
comprender que mi propuesta nunca hubiese sido aceptada.
- No, mi Lord
usted merece una mujer que lo ame y yo no soy esa mujer.
- Cuanto me
hubiese gustado que lo fuera.
Bella lo observo
sorprendida por aquella extraña declaración, pero comprendió que solo era una
forma de justificar su elección por ella y no por que realmente la amara.
- Entonces creo
que no hay nada más que hablar.
- Solo quiero
que sepa que siempre estaré agradecida de su ayuda, usted fue mi salvador.
- Y yo pensé que
usted era un ángel caído del cielo.
- Solo soy una
mujer enamorada.
- Le deseo que
sea feliz Isabella, muy a mi pesar, Edward es un gran hombre y la ama.
Bella le sonrió
y se levanto de su lugar, sin mirar atrás se marcho de su despacho y muy pronto
también lo haría de su hogar.
.
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Jacob estaba
sumamente aburrido de permanecer encerrado, pero no deseaba salir pues
cualquier novedad podría acontecer, siempre sucedía lo mismo, él se marchaba y
algo ocurría. Así que comenzó a vagar por aquella enorme mansión.
- ¿Ha perdido
algo? – Una suave voz a su espalda lo hizo voltearse.
- No, solo
estaba dando un recorrido.
- ¿Y ha
encontrado algo de su interés?
- Si, hace solo
unos instantes.
Se acercó
lentamente a la joven que lo miraba expectante y que sin poder evitarlo se
había sonrojado por su profunda mirada oscura.
- Sería un honor
para mí que me acompañara en mi recorrido – Le ofreció su mano y ella
tímidamente la tomo, ambos sintieron la pequeña descarga eléctrica que se
apodero de sus pieles al tocarse.
- Creo que el
jardín de invierno es un lugar que podría gustarle.
- Cualquier cosa
que desee enseñarme Lady Violet será de mi agrado.
- Entonces
sígame.
- Hasta el fin.
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.
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Edward espero en
la habitación de su mujer hasta que llegara de su conversación con su amigo
Thomas.
Un suave golpe
de la puerta lo hizo volver a la realidad, se acercó a ella y la abrió. Una de
las muchachas estaba frente a él con una bandeja que tenia sobre ella una
carta.
- Mi Lord – Hizo
una pequeña reverencia – Acaba de llegar esto para usted.
- Muchas gracias
– Tomo el sobre entre sus manos y le hizo un gesto a la joven para que se
marchara.
Lo abrió
lentamente, como si quisiera saborear una victoria anticipada, solo le basto
leer las primeras líneas para sonreír. El fin estaba muy cerca tanto que casi
podía palparlo.
.
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Se encontró con
Jacob en el salón del té, aunque estaba en su propia nube de felicidad, no pudo
evitar notar que su amigo estaba sonriente como un verdadero imbécil, más bien
los dos lo hacían.
- Buenas
noticias desde Londres – Edward le mostro la carta que estaba entre sus manos.
Jacob solo sonreía
y fue solo después de unos momentos que logro entender a que se refería.
- La bruja ha perdido su escoba.
- Llego el
momento de la venganza – Edward miro a su amigo con complicidad.
- Creo que una
cucharada de su propia medicina le sentara de maravillas a esa vieja bruja.
- Lo único que
deseo es regresar pronto y ver su cara
de asombro.
- Deberíamos
contratar a algún pintor – Lo miro extrañado – un momento como ese merece ser
inmortalizado.
- No te
preocupes lo será. Mañana mismo nos vamos.
- ¿Tan pronto?
- Existe algún
motivo por él cual debamos quedarnos aquí.
- Tal vez tenga
mis motivos.
- ¿Motivos?
- Solo diré que
necesito unos días más.
- Pues entonces
hablare con Thomas.
- Gracias y no
te preocupes llegaré en el momento preciso para ver la caída de Carmen Sforza.
.
.
Luego de
despedirse de todos los miembros de la familia que durante los últimos meses
había adoptado como propia. Isabella y Edward partieron a Londres, tal como se
lo prometió a su amigo hablo con Thomas para pedirle que lo hospedara unos días
más, como todo caballero había accedido, aunque una parte de él se preguntaba
si hubiese aceptado tan gustoso al conocer sus verdaderos motivos.
Prometieron volver
muy pronto a visitarlos, cuando las aguas se hubiese calmado lo harían. Ahora
debían volver y luchar por que se hiciera justicia.
Llegaron casi en
la madrugada, durante todo el viaje se había encargado de explicarle a su mujer
todo lo que tenía planeado y como en el tiempo que no estuvieron juntos había
reunido pruebas que terminarían por hundir a su enemiga.
- ¿Qué pasara
con Jane? – Luego de escuchar toda la historia, ella era la única inquietud de
Isabella.
- No creo que
debamos preocuparnos por eso. James está decidido a casarse con ella, aunque si
ella no lo desea me he prometido ayudarla. Gracias a Jane recupere la carta.
- Es una
muchachita muy dulce, espero que sea muy feliz.
- Lo será, James
la ama y hará lo que sea para protegerla de todos.
Bella acariciaba
lentamente el pecho de su marido, al mismo tiempo que besaba los lugares que
sus dedos habían tocado antes. Estaban fuertemente abrazados, mientras su
carruaje recorría las vacías calles de Londres.
- No temes que
pueda tratar de vengarse.
Edward beso los
cabellos de su esposa y la aferro con más fuerza a su pecho.
- No lo hará, en
un par de días más muchas verdades quedaran al descubierto y todos aquellos que
solo la toleraban por el poder que tenía, le darán la espalda. Su imperio de
destruirá con un castillo de naipes y no quedara nada que rescatar.
- No puedo
evitar tener un poco de miedo.
- Tranquila
amor.
Edward abrazo
con fuerza a su mujer, pensando en que finalmente todo Londres se enteraría de
la clase de persona que era Carmen Sforza y ellos estarían en primera fila para
verla caer.
MUCHAS GRACIAS POR SUS COMENTARIOS.
BESOS
Lulu XD