Capítulo 21
Reencuentros y encuentros
- Jane ¿Qué
sucede?
La guie
hasta el sillón, todavía sin soltar del todo nuestro abrazo, se veía tan
vulnerable y por el rojo de sus ojos y mejillas supe que había llorado, lo que
realmente me preocupaba era el por qué lo había hecho.
- Oh Bells,
estas muy linda – Nos sentamos una al lado de la otra – Te ves igual y tan
distinta a la vez – Movió su cabeza de un lado a otro – suponiendo que eso
tenga sentido.
- Lo tiene.
Fue la
escueta respuesta de Edward que no parecía haberse movido de su posición, tal
vez intentando darnos algo de privacidad, como esperando el momento oportuno de
marcharse definitivamente o quedarse.
- Jane,
cariño dime ¿Qué pasa?
- Es mamá y
papá – Sonaba como una niña pequeña – Finalmente él se fue, la dejo. No
entiendo como durar tantos años a su lado, después de que te fuiste apenas y se
hablaban, eran como dos desconocidos que compartían un techo – Hablo sin
detenerse a tomar un poco de aire.
No pude
evitar sentirme un poco culpable por la situación que había creado una vez que
me fui, pero sabía que tarde o temprano la relación de la perfecta pareja
Cullen iba a explotar, con o sin mi ayuda.
- ¿Cómo lo
tomo ma…- Me contuve de llamarla mama, ya había decidido que jamás volvería a
llamarla así – ella?
- Como era
de suponer está en la perpetua etapa de la negación, les ha hecho creer a todos
que papá solo se ha ido de viaje, pero simplemente él no va a volver, se lo
dijo varias veces antes de marcharse.
- ¿Y Tanya?
- Ambas
estamos felices de que papá haya tomado finalmente la decisión – La mire
sorprendida – Bells hasta el más ciego podría darse cuenta que la relación de
ellos llevaba años desecha y simplemente no puedo evitar pensar que estuvieron
todo este tiempo juntos solo por nosotras.
- Eso es
algo que solo ellos saben Jane.
- Sabes
cuándo papa se marchó, se veía feliz, como si finalmente fuera una persona libre.
Él me dijo que estabas en Nueva York.
- ¿Cómo lo
sabe? – Aquello me tomo por sorpresa.
- Tal vez de
la misma forma que mamá lo sabe.
- Nunca ha
venido a verme o ha intentado tomar contacto conmigo – No pude evitar sentirme
un poco triste sabiendo que el sabia de mí y no había hecho nada.
- ¿Lo
hubieses querido ver Bells? Sabes que él jamás vendría aquí si no estuviera
seguro que al menos lo verías – Jane tenía razón en lo que acababa de decir,
Carlisle nunca hubiese aparecido de la nada obligando a algo que no
quería, muy distinto a lo que hizo mi madre – Él nos contó que ya no eres
Cullen, tal vez pensó que ya no querías nada con nuestra familia, ni mucho
menos con él ya que no es tú verdadero padre.
- Carlisle
Cullen siempre será mi padre, no importa lo estúpida que haya sido y lo infantil
que me haya comportado.
- Papá te
quiere Bells, siempre será su hija y siempre serás nuestra hermana.
- No olvides
que seguimos compartiendo madre.
- Es
imposible olvidarse de eso, pero sabes.
- En teoría se
muchas cosas – Jane me sonrió con dulzura y me sentí mucho mejor de verla más
calmada.
- Lo que
quiero decirles – Me miro primero a mí y luego a Edward – Es que antes que papá
se marchara le conté toda la verdad.
- ¿Toda la verdad?
- Si y si me
hubiese siquiera imaginado lo sencillo que sería contárselo todo, nunca le
hubiese ocultado por tanto tiempo, es más me conto que desde hace mucho
sospechaba que mi “relación” – Hizo comillas en el aire – con Edward era más
una actuación que algo real – Vi como comenzaba a sonreír – Me dijo que tenía
dos teorías que yo era lesbiana o que Edward era gay.
- ¿Qué le
sucede a tu familia que siempre creen que soy gay?
- Vamos
Edward no muchos hombre conocen tantos colores, ni podría distinguirlos como tú
lo haces – Estaba a punto de hablar, pero Jane continuo – Y sé que Esme es
decoradora, pero tú no lo eres.
- Esto es
realmente un deja vú – Le di una sonrisa al recordar aquella vez que lo
interrogue acerca de su condición sexual y use como prueba número uno su
conocimiento en los colores.
- Lo
importante es que mi padre ya salió de dudas… bueno al menos en cuanto a mí se
refiere – Mi hermana lo miro de reojo mientras comenzaba a reír.
- Bueno creo
que debo descartar mostrarle mi colección de pornografía y tampoco es tan buena
idea que le cuente lo que le he hecho a tu hermana – Edward realmente parecía
muy serio pensando como quitar esa idea de la cabeza de Carlisle – Ya veré que
hacer.
Me alegraba
saber que al Carlisle la había apoyado, pero tenía un presentimiento que Renee
nunca actuaria de esa forma, realmente esperaba estar equivocada.
- ¿Y
Renee?
- Simplemente está peor que antes – La mirada de Jane estaba llena de
tristeza, mientras retorcía sus manos en su regazo – Si eso es posible.
- ¿A qué te refieres? – Honestamente
no sabía que significaba “peor que antes”, al menos no para el caso de mi
hermana, porque para mí siempre fue “peor”.
- Esta más empeñada que nunca en que
debo casarme con Edward – Nos miró a ambos como disculpándose por lo que acaba
de decir. Escuche como él bufaba ante las palabras, yo solo la abrace para
darle consuelo.
- Pero eso no es todo ¿verdad?
- No, cuando empezó a hablar sin
parar de fiestas, invitaciones y mi vestido de novia – Dio un largo suspiro –
simplemente explote, le dije o más bien le grite que no podía hacerlo, que era
una locura, luego empezó a gritar que tu habías aparecido para arruinar mi
felicidad, que si no actuabas pronto me abandonaría y no sé cuántas idioteces
más.
- Realmente tu madre está loca,
sabes lo mucho que te quiero Jane, pero esto debe parar, creo que llego el
momento de decirle la verdad a ella también.
- Ya lo hice.
- ¿Qué? – Tanto Edward como yo le
hicimos la pregunta al mismo tiempo.
- Saben lo adorable que se ven
hablando al mismo tiempo – Jane nos dedicó una tímida sonrisa – Realmente adorables.
- Si, si somos como dos cachorritos
recién nacidos vestidos con ropa de bebes – Edward asintió sonriendo – Ahora
puedes explicarnos que significa que lo hiciste.
- Le conté toda la verdad a mamá.
- ¿Toda? – Ella movió la cabeza
afirmativamente - ¿Y qué te dijo?
- Que Alice era un nombre sumamente
extraño para un muchacho.
- Realmente increíble.
- Cuando le aclare que Alice no era un muchacho,
sino una chica me miro durante unos segundos y luego comenzó a reírse como una
loca. Cuando finalmente logró calmarse y noto que nunca me uní a su risa, me
miro como si acabara de verme asesinando a alguien, tengo la certeza que
hubiese preferido aquello a asumir lo que acababa de decirle. Después de
algunos minutos de completo silencio la vi acercarse al teléfono – Al parecer
aquel recuerdo le dolía – Llamo al Doctor Peterson.
- ¿El
psiquiatra?
- Si, dijo
que lo más probable es que estuviera confundida, pero que no me preocupara que
con la ayuda de un profesional todo estaría bien y finalmente me casaría con
Edward.
- Es claro
que es Renee quien necesita ayuda profesional.
- Finalmente
le grite que amaba a Alice, que ella me hacía profundamente feliz y que nada ni
nadie me harían cambiar mis sentimientos.
- Bravo
pequeña, me siento muy orgulloso – Edward le sonreía con satisfacción desde el
sofá que estaba frente a nosotras.
- Después de
decirle eso, me dio una cachetada que estoy segura que se oyó hasta Canadá,
para luego echarme a la calle, dejándome sumamente claro que ya no era su
hija, que debía alejarme de Tanya, porque era una pésima influencia para ella –
Una pequeña lagrima recorrió su mejilla – Me dio unos minutos para buscar mis
cosas y luego cerró la puerta con tanta violencia que estoy segura que varios
de nuestros vecinos se despertaron.
- Jane lo
siento tanto.
- Porque lo
sientes Bells, esto era algo que tarde o temprano tenía que hacer y
honestamente su reacción no me sorprendió en lo absoluto.
- Pero debía
haber estado a tu lado, apoyándote.
- Tenías que
marcharte – Me dio un suave apretón en mi mano – Yo lo sabía y bueno…me dejaste
a Eddie Love.
- ¿Eddie
Love? – Mire a Edward que estaba totalmente ofuscado por la mención de aquel
singular seudónimo.
- Larga
historia, poco tiempo – Se excusó moviendo su mano de un lado a otro.
- No te
preocupes algún día te la contare.
- ¿Dónde te
estás quedando?
- Estoy con
Alice en un hotel cercano, me encantaría que la conocieras.
- Me
encantaría conocerla.
- No sabes
lo feliz que me hace volverte a ver y sobre todo ver que Edward está contigo, se
ven tan lindos.
- ¿No éramos
adorables? – Pregunto Edward sonriendo.
- Lindos,
adorables y enamorados.
- Si, si y
Oh Siiiiiii – Yo solo asentí y Jane volvió su atención a mí, así que aproveche
para hacerle una pregunta.
- ¿Te parece
que quedemos para cenar?
- Me parece
perfecto y puedes llevar a Edward si quieres.
- Lo
pensare - Le sonreí mientras le guiñaba un ojo.
Charlamos de
algunas otras cosas e intercambiamos nuestros números para poder contactarnos. Se
veía mucho más calmada una vez que se marchó y me alegraba haberla podido
ayudar a eso. Yo mejor que nadie sabía lo que era enfrentarse a Renee, aunque
nunca pensé que podría actuar así con ella, yo era la mancha en su vida, no mis
hermanas.
- ¿En
qué piensas? – Sentí sus brazos estrechando mi cintura.
- En
Carlisle – Pude notar que sonreía mientras besaba mi cuello - ¿Qué?
- Pensé que
me dirías que no sabías como durante todo este tiempo pudiste sobrevivir sin
mí, que por fin tu vida había tomado sentido y había llenado de colores tus
oscuridades.
Me volví
entre sus brazos y lo quede mirando: - Sigues siendo el mismo.
- ¿El mismo?
El mismo muchacho guapo que logro conquistar tu corazón – Levanto sus cejas
sugestivamente.
- No, el
mismo cursi que estudio conmigo.
- ¿Y qué
conquisto tu corazón? – Acaricie dulcemente su mejilla.
- Y que
conquisto mi corazón.
- ¿Quién es
la cursi ahora?
No me dejo
responder por que le dio otro uso a mis labios, un uso muchísimo más ventajoso
para ambos. Después de pasar todo el día juntos y de hacer planes para los
próximos días, nos decidimos ir a cenar en un lugar muy romántico en la ciudad,
pero fue cuando volvimos a mi departamento y más precisamente en la habitación,
que sucedió algo bastante “particular” entre nosotros. Pese a aquello no podía evitar
sonreír al recordarlo.
Cuando más de la mitad de nuestra ropa
estaba esparcida por todo la habitación sentí la mano de Edward, pero no fue
una caricia sino más bien un golpe. Por solo un segundo pensé que tal
vez podía estar alucinando o algo, ¿Edward acababa de darme un golpe en el
trasero? Recordé que había tomado dos copas de burbujeante champagne por lo que
aquello no era tan imposible, pero el
ligero dolor que estaba comenzando a sentir me demostraba que no lo había
imaginado y peor fue cuando nuevamente lo hizo. Sin poder contenerme me plante
frente a él, lo mire fijamente durante unos instantes y simplemente le di una
sonora cachetada, fue una respuesta instintiva, algo así como “ojo por ojo”.
Era obvio que todo el ambiente que se estuvo formando durante la cena y
que parecía tan propicio para estar juntos se había ido por la ventana en el
momento en que nuestras manos tomaron rumbos equivocados.
- ¿Por qué me golpeaste? – Sus ojos ardían, pero por una razón muy
distinta a la que hace unos minutos, además una de sus manos estaba en el lugar
exacto donde acababa de golpearlo.
- ¿Por qué lo hiciste tú?
- Por qué bueno yo vi….yo leí….yo creí…
No entendía nada de lo que me estaba diciendo, ni mucho menos sabía a
que se estaba refiriendo. Uno de mis nuevos propósitos era tratar de
entenderlo, pero simplemente no lo estaba logrando.
- No puede estar equivocada – Hablaba para si mismo – Estaba casi seguro
que… – Sus ojos se clavaron fijamente en mí – ¿no te gusto?
- Edward acabo de darte una cachetada, dime que crees tú.
- Pero en el libro a ella parecía gustarle, en un primer momento no fue
así, luego todo era perfecto y ellos los disfrutaban, además la encuesta de
este mes decía que ayudaba a la relación.
- ¿Ayudaba a quienes? – Realmente Edward estaba pensando con el órgano
incorrecto.
- Es un éxito de ventas, todos quieren vivir una historia como ellos,
incluso hay estudios que hablan de un aumento de los embarazos.
- ¿Embarazos? – Aquella simple palabra había despertado todas mis
alarmas.
- Tal vez tú eres más del tipo vainilla.
- ¿Qué tiene que ver el helado en todo esto?
- Me refiero al tipo de relación que quieres.
- ¿Vainilla? ¿En serio? Y que tal frambuesa o chocolate – Simplemente
está conversación perdía sentido a cada palabra.
- Dominante y sumisa.
- Por todos los cielos Edward, no todo lo que lees es cierto. Por favor
más GQ y menos Cosmopolitan.
- Tienen unos consejos geniales.
- Para mujeres, amor, para mujeres.
- Solo quiero ser el mejor para ti.
- Acaso no lo sabes.
- ¿Saber qué?
- Que no solo eres él mejor si no él que más amo, aunque en este preciso
instante no sé muy bien por qué lo hago.
Iba a replicar, pero
simplemente lo calle con un beso, no deseaba seguir oyendo sus desvaríos de
golpes, sumisión y sabores de helado. Al parecer lo entendió por qué el resto
de la noche todo actuó exactamente como lo esperaba.
.
.
.
No podía
negar que estaba un poco nerviosa por conocer a la novia de mi hermana, no
sabía muy bien cómo debía actuar, tal vez ella me consideraba una mala hermana
o creía que era igual a mi madre o…Dios desde cuando soy tan dramática,
realmente pasar tanto tiempo con Edward me estaba cambiando.
Llegamos al
restaurant antes que Jane y pedimos una mesa para cuatro. Elegimos un lugar
sencillo y bastante acogedor, era importante que todos estuviéramos cómodos
para este encuentro.
- Podrías
relajarte un poco – Edward me miro sonriendo, mientras me ayudaba con mi silla,
luego de quitar de su camino, de una manera muy poco disimulada debo agregar,
al mesero que intento hacer antes.
- No todos
los días conoces a la mujer que le robo el corazón a tu hermana – Se sentó
frente a mí y tomo mi mano por sobre la mesa.
- Alice te
encantara, es – Tomo una pausa como buscando las palabras adecuadas – Es
exactamente lo que Jane necesitaba.
- Solo me
importa que sea feliz.
- Lo es,
tanto como yo lo soy – Respondí a sus palabras con un apretón de nuestras manos
que se encontraban unidas – Sabes muchas veces me imagine este momento, más
bien muchos momentos tu y yo juntos – Dejo un suave beso al dorso de mi mano –
Creo que incluso cuando estaba con mis alumnos en clases y les contaba
historias tu siempre eras la protagonista.
- ¿Alumnos?
- Sé que
puedo parecer un modelo, pero soy maestro de primaria.
- ¿Maestro
de primaria?
- Si Bella,
profesor de niños pequeños – Me indico con sus dedos de su mano libre el tamaño
de lo pequeño que eran.
- Eres
maestro de habichuelas, es imposible que un niño sea tan pequeño.
- Tal vez
este exagerando un poco.
- Si, tal
vez. Así que eres el profesor Masen.
- Recuerda
que trabajo con niños, así que no me digas en ese tono Profesor Masen – Trato
de imitar mi voz con esas últimas palabras.
-
Prometo ser buena – Le di mi mejor sonrisa tímida – muy buena.
- No hagas
eso Bella, porque tenemos una cita doble y no podemos marcharnos lo
suficientemente pronto.
Me acerque
para dejar un beso suave en sus labios, no podía evitar imaginarlo como un muy
dulce maestro de escuela, ayudando a los más pequeños en sus primeros pasos en
la escuela.
- A poco no
son lo más dulce que has visto – La voz de mi hermana no hizo separarnos.
Levante mi
mirada y la vi absolutamente radiante, sonriéndonos de oreja a oreja. A su lado
estaba una mujer no muy alta, de pelo negro corto y vestida con una sencilla
camisa a cuadros y jeans.
- Bella,
ella es Alice, mi Alice – Me levante para saludarla – Alice ella es Bells, mi
hermana mayor.
- Mucho
gusto.
- El gusto
es realmente mío. Jane me ha hablado mucho de ti.
- Espero que
nada tan terrible.
- Solo cosas
buenas – Movió ligeramente su cabeza – Hola Edward.
- Que tal
Alice.
- Bien y
ahora mucho mejor – Tomo la mano de mi hermana.
- Creo que
sería muy buena idea sentarnos.
Ocupamos
nuestros lugares en la mesa y después de hacer nuestros pedidos, comenzamos a
hablar como si nos conociéramos de toda una vida. Todo fluyo con tanta
naturalidad que todas mis aprehensiones desaparecieron y me sentí aun más feliz
por mi hermana.
En algún
momento durante la conversación decidí contarle a Jane que hace apenas unas
horas había hecho.
- Hable con
papá.
- Que
alegría – Jane reboto en su asiento como si tuviera cinco años – Estoy segura
que lo hiciste muy feliz.
Le sonreí al
recordar la conversación que sostuvimos.
- Hola – Al escuchar su voz deje unos instantes de respirar – Hola –
Volvió a repetir el saludo inicial.
- ¿Papá? – No sabía si podía llamarlo así o no, por eso sonó más bien
como pregunta.
- ¿Isabella? ¿Bella?
- Sí, soy yo.
Durante unos segundos o tal vez minutos ninguno dijo nada más.
- ¿Cómo estás? – El fue el primero en romper el silencio.
- Muy bien – Tome una inspiración - ¿Tu como estas?
- Bien, creo que hace mucho tiempo no lo decía de verdad.
- Dejaste a Renee.
- Si, finalmente lo hice, debería haberlo hecho el mismo día que vi tu
habitación vacía.
- Lo importante es que lo hiciste….papá.
- No sabes lo feliz que me hace oírte llamarme así – Su voz sonaba como
si estuviera conteniendo el llanto.
- Oh papá, te debo una disculpa, nunca, nunca debí hacer lo que hice, tu
eres y siempre serás mi padre, yo….debí decírtelo antes, debí darte las gracias
por cuidar de mi, espero que algún día me puedas perdonar, espero que….
- Calma Bella – Deje de hablar y lo oí – No hay nada que deba perdonar.
- Pero yo…yo….
- Siempre serás mi hija, mi primera hija y no sabes cómo me gustaría
abrazarte en este momento.
- En el momento que quieras puedes venir y darme un abrazo, te quiero
papá.
- Y yo a ti pequeña y dale mis saludos a Edward.
- ¿Co…Cómo lo sabes?
- Ha sido un muchacho muy paciente.
- ¿No crees que es gay? – No pude evitar preguntárselo.
- Tuve mis dudas, pero ahora sé que es solo de esos hombres que aman
solo una vez en la vida.
Jane se alegró incluso más al contarle los detalles de la llamada,
luego tome la mano de Edward y le sonríe, para luego agregar.
- Edward – Lo mire fijamente - él no cree que
seas gay.
-O-
Chicas como siempre GRACIAS TOTALES por sus
comentarios, alertas y favoritos. Como pueden ver estamos en los capítulos finales
y en el próximo nuestra querida Renee Cullen tendrá su merecido!!!!
Besitos y espero sus comentarios.
Que tengan un lindo día
Lulu XD