Caprichosa - Capitulo 11


Ser una rica heredera tiene sus ventajas, tener el mundo a tus pies con solo tronar los dedos, jamás escuchar un no por respuesta y hacer todo lo quieres, pero que sucede cuando alguien planea quebrar tú voluntad y poner tu mundo de cabeza. 

Capitulo 11

Una sonrisa muy familiar curvo los labios de aquel chofer, la pude apreciar a través del espejo retrovisor. Note como lentamente bajaba los lentes oscuros que cubrían sus ojos y ahí estaba su mirada verde esmeralda. Por un instante pensé que estaba soñando, pero no todo aquello era real.
- Se puede saber que pretendes Edward – Trate que mi voz sonara lo suficiente enojada, digo trate por que una sonrisa estúpida apareció en mis labios sin que pudiera evitarlo.
- Creo que es obvio llevarte a tu destino.
- Y acaso esta cerca de este lugar.
- Mas cerca de lo que piensas Isabella – Subió nuevamente el vidrio sin decir una palabra más. Lance un zapato en señal de lo poco que aquello me gustaba.

Unos quince minutos después sentí que finalmente el auto se detenía. Observe durante un momento donde nos encontrábamos y no logre saberlo. Oí como descendía y caminaba hasta mi puerta, me negué a mover un solo musculo, cuando esta se abrió y su mano me ofrecí ayuda.

- Sabes que te puedo cargar – Lo sentí sentarse junto a mí.
- Sabes que te puedo acusar – Mi vista estaba clavada en un punto lejano. No quería verlo.
- Se que no lo harás – Acaricio suavemente mi brazo.
- ¿Por qué estas tan seguro? –Me aleje bruscamente de su toque.
- Llámalo corazonada – Solté un bufido - ¿Qué te sucede?
- En serio me lo preguntas….a ver debería estar tomando un vuelo y no teniendo una discusión sin sentido con un idiota.
- Un idiota enamorado querrás decir.
- No solo idiota a secas…no creo que estés enamorado de mi – Vi como su rostro pasaba de la sorpresa a la rabia.
- Supones que acostumbro a hacer esto con todas acaso.
-  No lo sé. No te conozco Edward – Aquello era cierto habíamos estado juntos muchas veces, pero apenas si sabíamos algo del otro.
- Eso tiene solución…si tú quieres.
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
- La que quieras Isabella.
- ¿Por qué invitaste a Jane a tu departamento? Si dices amarme, porque con tu ex novia, además claro de invitarme a mí al día siguiente.
- ¿Celosa?
- Esa es tu respuesta – Lo mire fijamente.
- No….sabes por qué cite a Jane – Pensé interrumpirlo señalándole que si lo supiera no se lo preguntaría, pero calle quería oír que pobre excusa tenía para mí – Quería darte celos. De alguna manera sabía que mi hermana te lo contaría y me preguntaba qué harías. Si no hacías nada, me prometí a mi mismo que nunca más te molestaría, pero si te aparecías ahí o hacías notas tu presencia de cualquier forma lucharía hasta mi último aliento para demostrarte cuanto te amo y que te dieras cuenta que tu también lo haces.
- Lo hice por venganza…estúpido ególatra.
- ¿En serio? – Quise golpearlo cuando enarco una ceja interrogante – Yo creo que no.
- A mí que más me da lo que creas. Ahora llévame a mi casa.
- No lo creo Isabella. Tú te quedas aquí conmigo – Y sin dejarme responderle, capturo mis labios y los beso salvajemente. Su lengua me introdujo sin siquiera pedir permiso. Su mano viajo a mi cuello y me acerco aún más a él. La otra que continuaba libre apreso mis muñecas evitando el golpe que estaba por propinarle.

Nos separamos unos instantes para respirar, pero aquello no impidió que su boca recorriera mi mejilla, besara mi mentón y tomara mi cuello como solo él sabía hacerlo. En ese preciso instante deje de luchar, qué sentido tenía seguir negando lo obvio….estaba enamorada del idiota, engreído de Edward Cullen. Todo lo que había pasado entre nosotros durante este tiempo me llevo a lo inevitable… a amarlo.

La primera vez que estuvimos juntos, como amantes clandestinos o cuando me ayudo con mi vestido el día de su fiesta. Su particular ataque de celos que incluyo tenerme amarrada a una cama solo para evitar mi encuentro con Jacob. Y tantos otros pequeños detalles que lucharon por colarse en mi corazón hasta lograrlo, quería besarlo toda mi vida, tanto como quería golpearlo por conseguir que lo amara. Al parecer noto como mi mente viajaba hacia otros lugares por que dejo de besarme y busco mi mirada.

- Me rindo – Lo mire sorprendida – No sé que más hacer Isabella para que entiendas cuanto te amo.
- Edward yo…- Puso un dedo sobre mis labios para que no hablara.
- No me digas nada…por favor. Creo que soy un idiota verdad. Me deje llevar, creyendo cosas que no eran. Isabella, te prometo nunca más volver a tropezarme en tu vida. Desde hoy te dejo libre. Busca tu camino en otra parte. Se feliz en Londres o donde tú lo decidas.
- Eso es lo que realmente quieres ¿Dejarme ir? Esa es tu forma de demostrarme cuanto me amas. Eres un imbécil Cullen.

No me respondió nada. Se separo de mi, bajo del auto y subió al asiento del conductor. Sin darme cuentas mis ojos estaban colmados de lágrimas, recargue mi cabeza en el asiento donde hace solo un instante había estado él y llore, como nunca lo hice en toda mi vida.

Ni siquiera me percate del camino que tomo o donde estábamos. Solo supe que habíamos parado en alguna parte, cuando escuche mi nombre escapar de sus labios, acepte su mano y mire al exterior.

- Edward ¿Dónde estamos?
- En el hangar de mi familia. Aquí esta nuestro avión. Ya tienen órdenes que te lleven donde desees. Voy por tus maletas.
- Esta bien – Me quede parada mirando todo lo que me rodeaba, me sentía perdida y no solo por el hecho de que no sabía dónde estábamos, sino porque no sabía qué hacer o que decir.
- Está todo listo – Me sobresalte al oír su voz – Cuando lo desees pueden partir.
- ¿Qué haras tú?
- Acaso importa – Dio media vuelta y camino hacia la salida.

Respire profundamente, una, dos, tres veces. Quise gritarle, pero por alguna razón mi voz no salía, trate de tranquilizarme. Y lo intente nuevamente.

- Esta es tu forma de amarme…dejándome. Sacándome de tu vida – Le grite a sus espaldas, ya que estaba a varios metros de distancia.
- Que quieres de mi Isabella – Seguía sin darme la cara.
- Acaso no es obvio. Quiero lo que toda chica quiere…alguien que la ame.
- Te divierte hacerme sufrir -  Lentamente volteo a verme.
- Dices amarme, pero me estas abandonando. Eso es hacer sufrir a alguien Edward.
- Nunca has escuchado que se debe dejar libre a aquello que amas, si vuelve a ti es porque siempre fue tuyo, sino no lo hace es porque nunca lo fue – Aquel dialogo parecía de locos. Ambos estábamos gritándonos. Ninguna quería acortar la distancia.
- No leo cursilería Cullen, lo siento.
- Y que me dices de “Quiero lo que toda chica quiere….alguien que la ame”.
- Te burlas de mí.
- Por todos los cielos Isabella ¿Qué quieres? – Mordí mi labio inferior, era ahora o nunca.
- Quiero decirte algo…- Con un gesto trato de animarme a continuar – Edward…yo te amo.
- ¿Me amas?
- Si te amo… ¿tienes algún problema con eso?
- Así que acabas de descubrir que me amas – Note como lentamente comenzaba a acercarse.
- No acabo de hacerlo, lo sé desde…
- ¿Desde cuándo? – Ahora estaba solo a unos centímetros de mí.
- Desde el día que aprovechándote de la oscuridad tus brazos me hicieron presa,  me arrastraste a uno de los cuartos de huéspedes de mi casa y sin dudarlo me hiciste tuya – Me tomo de la cintura para acercarme a su cuerpo. Junto nuestras frentes y oí como un suspiro escapaba de sus labios.
- Te amo tanto Isabella.
- Yo también idiota ególatra – Lo oí reír a todo pulmón, luego empezó a llenar mi rostro de besos, sin dejar de repetir cuanto me amaba.
- Vamos – Tomo mi mano y fuimos rumbo al avión.
- Edward ¿a dónde vas?
- A Londres… ¿no quieres que vaya contigo?
- Irías por…mí.
- Hasta el fin del mundo – No pude contenerme y lo bese desesperadamente. Me aferre a su cuello para no dejarlo escapar. Y él me tomo entre sus brazos

No sé cómo ni en qué momento, pero cuando deje de besarlo ya estábamos en el avión. Me separo ligeramente de su cuerpo para dejarme sobre uno de los asientos, mientras se acomodaba en el de al lado.
- Ya estamos por despegar, pero después no tendría ningún problema en unirme al club de las alturas – Le sonreí pícaramente antes de abrochar mi cinturón. Aquello pareció tomarlo como una invitación, por que sentí una de sus manos viajando por mis piernas.
- ¿Qué se supone que haces?
- Nada – Su voz sonaba como la de un niño inocente, pero su mirada me decía otra cosa.

Apenas el capitán nos hizo todos los anuncios pertinentes y señalo que podíamos quitarnos los cinturones. Edward casi rompe el suyo, para luego ayudarme con el mío.
No me dejo ni respirar y me puso sobre sus piernas. Me acomode mejor y deje mis rodillas a cada lado de sus piernas.


- Isabella Swan ¿quieres ser mi novia?
- Es lo único que quiero – Le di un dulce beso en los labios – Y por cierto dime Bella.

Bueno este es el final de la historia...solo le queda el epilogo, pero se viene una sorpresilla...ojala les guste.

 

>