Bella no tenia dudas de querer a su bebe en su vida, de lo que dudaba era si quería al padre en ella.
Capitulo 6
Espere unos segundos para que
continuara hablando, pero no lo hizo. Tuve la extraña sensación de oír como su
cerebro trabajaba a toda máquina y que en algún momento hizo click. Beso mi
mano que estaba entre las suyas, pero no decía ni media palabra y aquello me
empezaba a molestar, y también a preocupar acaso era tan malo lo que tenía que
decir. Me removí inquieta en mi lugar, Edward movió sus labios para hablar,
pero no dijo nada pues fuimos interrumpidos por la llegada de nuestra cena,
acomodaron nuestros platos frente a nosotros y luego abandonaron
silenciosamente el lugar, con un suave movimiento de cabeza ambos agradecimos.
- Espero que te guste – Bueno con
aquella frase quedaba claro que Edward no había perdido el habla.
- De esto querías hablarme…. ¿de
la comida? – Honestamente no estaba para más rodeos.
- No Bella, es algo más complejo.
- ¿Complejo?
- Veras mis padres murieron
cuando acababa de cumplir 16 años – No esperaba una confesión así y solo sirvió
para darme cuenta lo poco que conocía al hombre que estaba frente a mí, iba a
decirle algo aunque no sabía qué, pero el gesto de Edward me dejo claro que el
tiempo de los lamentos ya había pasado – Era hijo único, vivía sin preocuparme
de nada y de nadie, sin molestia alguna en mi vida, con solo pedir algo lo
tenía, era un verdadero malcriado y egoísta. No te puedo negar que los odie por
dejarme solo, los odie porque ambos se fueron juntos, solo con los años
comprendí que no podía haber sido de otra forma se amaban de tal manera que uno
no podía vivir sin el otro – Su mirada se perdió en algún punto.
- Edward, yo….no sé qué decir.
- No digas nada ángel, solo
escúchame.
- Esta bien.
- Al quedar solo en el mundo, me
sentía perdido, mis padres nunca me hablaron más familia más que nosotros tres y
para mí era perfecto, así que mi única opción era que servicios sociales tomara
mi caso hasta que cumpliera mi mayoría de edad, era tanto el dolor que sentía
que honestamente poco me importaba podría haber vivido bajo un puente sin que
me importara mucho, deje de lado todo lo que amaba pues era un recuerdo
constante de ellos, mi música, mi beca, mis amigos dejaron de importarme hasta
que apareció en mi vida William Cullen.
- ¿William Cullen? – Mi alma
curiosa salió a relucir y no pude evitar interrumpir su historia.
- Mi abuelo…una mañana de otoño
apareció en mi vida, me conto sobre el distanciamiento con mi padre, como el
orgullo de ambos provoco un quiebre irreparable en su relación. Me llevo a
vivir con él y poco a poco el rencor que sentía hacia mis padres se fue
transformando en un profundo dolor por la pérdida hasta llegar a la aceptación
que están en un lugar mucho mejor y sobre todo juntos.
Sin darme cuenta una solitaria
lágrima escapo de mis ojos, no fue sino hasta que sentí su suave caricia que caí
en la cuenta de que otras más inundaban mi rostro.
- No llores ángel, estoy bien y
sé que ellos también lo están. Mi abuelo se transformo en mi héroe, en mi
ejemplo, me enseño mucho de lo que sé y nunca permitió que mis sueños murieran,
movió cielo y tierra para que me recibieran en nuevamente en la Accademia
Chigiana, en Italia, quería que fuera el mejor pianista y el viejo zorro lo
logro, al año siguiente de reencontrarnos, pero como siempre el destino quiso
otra cosa, pues cayo gravemente enfermo así que volví a su lado sin
dudarlo y lo acompañe durante toda su
enfermedad.
- Él esta…
- ¿muerto? Claro que no, estoy
seguro que será él quien entierre a toda la humanidad, estoy seguro que tiene
algo de inmortal. Espera que lo conozcas te va a adorar.
- ¿Sabe…- no supe bien como
definir así que solo le dije – Lo nuestro?
- Desde luego, entre él y yo no
existen secretos.
- Nunca te has arrepentido.
- ¿De qué? ¿De haber
regresado?... – Asentí – No aunque insistió que retomara mis estudios en Italia
no volví, no podía, ni quería dejarlo y si de algo estoy segura es que jamás en
la vida me hubiese perdonado el estar lejos de él, mi abuelo me salvo la vida
de muchas maneras Bella, cuando ya no tenía fe en nada estuvo durante todo mi
duelo, me consoló, me dio fuerzas cuando creía que ya no podía continuar, me
sostuvo cuando lloraba la ausencia de mis padres hasta quedar sin lagrimas,
además estuvo a mi lado el día de mi graduación, tal vez no estuvo conmigo
durante mis primeros años, pero desde que nos encontramos ha sido mi guía y mi
amigo, y sé que sin importar nada siempre estará a mi lado.
- Lo amas mucho verdad.
- Si, pero no seas celosa alcanzo
para todos – Tomo un mechón de mi cabello y lo puso tras mi oreja – Bella, no
deseo que pienses que te conté esta historia para producir que sientas pena por
mí.
- No siento pena por ti Edward,
es más te admiro enormemente, eres muy joven y la vida te ha puesto demasiadas
pruebas – No pude evitarlo y le di un suave beso en los labios.
- Bueno ángel esta es la vida que
nos toco vivir, además te conté esto para explicarte el porque creo que Emmett
me llamo “pez gordo”.
- Oh por Dios, ¿tu abuelo es algo
así como el padrino?
- jajajajaja te aseguro que por
mis venas no corre ni una gota de sangre italiana, Isabella.
- Entonces – Fruncí mi ceño –
¿Estas metido en negocios “sucios”?
- Todos mis negocios son legales.
- Entonces por qué diablos Emmett
te llamo así.
- Bueno dudo que lo haya hecho
por qué soy huérfano – Me dio una sonrisa que provoco que durante medio segundo
olvidara como se respira – Veras, al morir Carlisle y Esme, mis padres todos
sus bienes pasaron a pertenecerme como su único heredero, mi padre era medico y
mi madre decoradora, no poseíamos una gran fortuna, pero vivíamos bien, además
mi padre contrato un seguro de vida del cual yo era el beneficiario universal.
Además mi abuela materna me heredo un dinero más. Bueno todas aquellas sumas
unidas hicieron que una “pequeñita” fortuna – hizo el gesto con los dedos al
referirse a pequeñita –estuviera a mi disposición – Lo quede mirando un momento
dado su juventud tal vez unos cuantos dólares en el banco lo hagan sentir
millonario y sea eso lo que considera una pequeña fortuna, pero aun cuando
trataba de convencerme de aquello no logre evitar acallar las señales de alarma
que se dispararon en mi mente.
- Edward a ¿Qué te refieres con
“pequeñita? – Su semblante cambio por completo ante mi pregunta, sabía que
había sonado totalmente interesada, pero era algo que necesitaba saber si
quería tener algo de paz mental.
- Te importa mucho saberlo –
Había una nota de decepción en su voz.
- No Edward, el dinero no es algo
que me preocupa mayormente, pero si Emmett te llamo “pez gordo” dudo mucho que
se haya referido a una fortuna “pequeñita”.
- Digamos que tal vez “pequeñita”
no es la palabra adecuada.
- No, entonces ¿Cuál sería?
- Moderada.
- ¿Moderada? – Repentinamente
algo se ilumino en mi cabeza el hotel donde Edward era barman se llamaba “The
Esme place”, acababa de decirme que ese era el nombre de su madre, tal vez
estaba sacando conclusiones propias de una loca, pero no estaba para dudas –
Edward el hotel donde trabajaste ¿tiene algo que ver contigo?
- ¿El hotel? – Desvió su mirada y
note como trataba de encontrar una respuesta – Bueno soy algo así como
el….dueño.
- ¿Algo así?
- Bueno soy el propietario.
- Así que el cliché atendido por
su propio dueño toma sentido ¿no?
- Bella no te enojes por favor.
- Edward este lugar te lo
recomendaron para comer o para comprarlo.
- Lo segundo – Parecía un niño
travieso sorprendido en su fechoría.
Sentía que me faltaba el aire,
honestamente no estaba preparada para una noticia así recién estaba digiriendo
la diferencia de edad entre ambos y ahora resultaba que era joven y rico, el
sueño de cualquier…adolescente, maldición. Al diablo con su descripción de
pequeñita o moderada era claro que si era dueño de un hotel y de un restaurante
no eran unos cuantos dólares en su cuenta bancaria.
Trato de tomar mi mano, pero no
se lo permití, estaba enojada, irritada y decepcionada, todavía existían demasiados
secretos entre nosotros y si nuestra diferencia de edad no fuera razón
suficiente para separarnos ahora era una montaña de dinero. Quería huir de
aquel lugar, mas no podía Edward me había traído hasta acá.
- Bella, no te pongas así.
- ¿Así como Edward?
- Enojada.
- No lo estoy.
- Si lo estas.
- Perfecto ahora resulta que lees
mentes.
- No lo necesito eres muy fácil
de leer.
- Quiero irme de aquí.
- Pero….tenemos que hablar.
- Estoy agotada.
- ¿Te sientes mal? – Su rostro
mostro la preocupación que sentía.
- No, solo necesito descansar.
- Esta bien, vámonos – Me ayudo a
levantarme.
Llegamos hasta su auto y como
siempre me ayudo, el camino lo hicimos en el más absoluto silencio, mi mente
estaba llena de pensamientos, sentimientos y confusiones, odiaba sentirme así,
pero odiaba más que Edward Cullen me provocara tantas cosas a la vez, quería
odiarlo por ocultarme tantas cosas, en lo más profundo sabía que sentirme así
era una tontería pues recién nos estábamos conociendo, además era obvio que no
podía presentarse diciendo “Hola Soy Edward Cullen tengo 24 años y soy
millonario”, si así lo hiciera sería un asno arrogante y no me gustaría en lo
absoluto.
Apenas detuvo el auto, sin
esperar su ayuda me baje, oí como soltó un bufido y se fue tras de mi sin decir
ni una palabra, cuando llegamos a mi puerta, me quito las llaves del
apartamento y obligándome de esa manera a mirarlo.
- Mis llaves por favor.
- No.
- Edward mis llaves.
- Bésame.
- ¿Qué?
- Bésame y serán toda tuyas.
- Ya son mías, son de mi casa.
- Pero ahora están en mi poder –
Lo mire luego baje mi vista a sus labios, me acerque y deje un casto beso en
ellos – Oh vamos, ambos sabemos que puedes hacer algo mejor que eso – Me tomo
de la cintura para acercarme a él, presiono su cuerpo contra el mío y me beso
de una manera que estoy segura debe ser ilegal, no me soltó sino hasta que nos
separamos por falta de oxigeno, aunque no me solté de Edward pues mis piernas
eran de gelatina. Sin soltar su agarre abrió la puerta de mi apartamento – Su
castillo mi bella dama.
- Gracias – Me beso en la frente
y me soltó, estaba por irse cuando hablo.
- Bella quiero que sepas que te
conté todo de mi vida porque no quiero que existan secretos entre nosotros,
quiero una relación libre de mentiras – Sin dejarme decir nada, me beso
nuevamente y se marcho.
A la mañana siguiente desperté
como si solo hubiese dormido quince minutos, sentía el cuerpo agarrotada y
lleno de mudos, pero tenía que ir a trabajar, necesitaba hablar con Edward y
aclarar un par de cosas. Tome mi desayuno, trate de arreglarme lo mejor posible
y partí rumbo a la oficina.
Cuando llegue note que estaba con
más flores que de costumbre y un suave aroma inundaba el lugar, me maraville
con eso y no note que estaba tras de mí, solo lo hice cuando su abrazo apreso mi
cintura.
- Buen día bonita.
- Buen día Edward acaso planeas
transformar mi oficina en florería.
- Tómalo como una ofrenda de paz
– Beso mi cuello, detuvo unos minutos su mano en mi vientre y me dejo libre.
- Gracias son preciosas.
Camine hacia mi escritorio y mi
vista se quedo clavada en una cajita pequeña de terciopelo negro, mi corazón
comenzó a brincar como un loco, cuando la vi. La tome y lentamente la abrí, al
ver que contenía, me voltee hacia Edward:
- ¿Me puedes explicar que
significa este anillo?...