Entre tus alas




Bella no tenia dudas de querer a su bebe en su vida, de lo que dudaba era si quería al padre en ella.

Capitulo 7
El rostro de sorpresa de Edward me indicaba que algo no iba bien, luego al mirar el anillo más detenidamente tuve la extraña sensación que nada bueno estaba por suceder, iba a decir algo cuando escuche una voz demasiado familiar gritando mi nombre que se acercaba:


- Bella…amor mío – Emmett entro en mi oficina como un huracán, luego hizo algo que me dejo muda, puso una de sus rodillas en el suelo y tomo mis manos – Veo que ya lo encontraste, no se a que dios debo agradecer que el ambiente de tu oficina hoy sea tan propicio para una pregunta como esta – Vio que aun tenía la cajita de la joya en mi mano – Bueno entonces solo queda decir…
- No te atrevas Emmett – Dije con una combinación de miedo y rabia, tratando desesperadamente huir de ahí.
Me parecía tan irreal esta escena ni siquiera cuando éramos novios espere vivir algo así, siempre supe que Emmett fue solo un escudo contra todo, contra las convenciones sociales que te dicen que después de cierta edad tienes que tener novio, contra la soledad y en especial contra la posibilidad de amar a alguien, porque honestamente jamás llegue a sentir más que cariño por él.
Mire más allá de Emmett y vi a  Edward quien estaba en silencio y mirando atónito la situación. No pude evitar ver cómo se llevaba la mano al bolsillo de su chaqueta y una sombra de decepción cubría su rostro. Quise decir algo, pero ninguna palabra salió.
- Nena, sabes que no podemos estar separados – Volví  mi atención al idiota arrodillado en mi oficina – Sabes que te amo…Isabella Marie Swan… ¿quieres casarte conmigo? – Oí el bufido de Edward.
De inmediato me solté de su  agarre y me separe unos pasos de él, vi como mis amigas entraban a mi oficina, Tanya se tapaba la boca de la sorpresa y Bree miraba a Edward y luego a mí. Mi mirada se clavo en la pequeña cajita que aún sostenía, sin pensarlo dos veces se la lance a Emmett dándole directamente en un ojo, ojala hubiese tenido más fuerza para darle en toda su dura cabeza.
- Creo que eso es un no – Como siempre mi querida amiga Bree tan oportuna.
- Sin  duda alguna es un no – Tanya me dio una sonrisa.
- Maldición Bella me has dado en el ojo – Se lo tapo con una de sus manos.
- Llamo a seguridad – La voz de Edward estaba cargada de humor.
- Llama a una ambulancia asistonto no ves que estoy herido.
- Por amor de Dios Emmett solo fue un pequeño golpe, así que sal de mi oficina y de mi vida de una buena vez.
- Pero Bella, estamos destinados a estar juntos…acaso no lo entiendes.
- Emmett por esas casualidades de la vida te caíste de cabeza de bebe o tus juguetes contenía plomo – La risa que todos habían estado tratando de contener fue liberada y mi oficina se lleno de carcajadas.
- Bella…
- Sabes párate y largateeeeeeeeee!!!
- Sigue en pie la posibilidad de llamar a seguridad – Edward se acerco hasta donde me encontraba.
- No será necesario – Le sonreí – Emmett ya se va ¿no es cierto?
- Esto no se va a quedar así Bella, entre nosotros existen asuntos pendientes.
- No existe nada entre tú y yo – Realmente me estaba resultando desquiciante esta situación, me sentí ligeramente mareada y busque apoyo en mi escritorio. Edward pareció notarlo porque me tomo de la cintura.
Emmett finalmente se levanto de su lugar y estaba por salir de mi oficina, cuando volteo a vernos.
- Fueraaaaa!!! – Al parecer me excedí en el grito por que el mundo de un minuto a otro se volvió negro.

Al abrir los ojos me sentí perdida, mire a mí alrededor y nada me era familiar, estaba en una habitación completamente blanca, no llevaba mi ropa normal, sino que una bata, cuando moví un poco mi brazo note que tenía una aguja clavada en el y que por ahí estaban pasándome lo que supuse sería suero….perfecto estaba en un hospital.
- Edward – Fueron las únicas palabras que pude decir, pues con él recordaba haber estado momentos antes de mi desmayo.
- Acaba de salir cariño, pero estamos nosotras.
- ¿Bree?
- No, soy tu hada madrina.
- Tengo sed.
- ¿Ese es tu deseo mi bella durmiente?
- Bree por favor no seas payasa y dale un vaso de agua.
- Sabes Tanya creo que te falta tu dosis de sexo estas con un humor de perros.
- Que sutil eres Bree.
- Así soy yo.
- Perdón que las interrumpa, pero alguien puede darme algo de beber.
Ambas me miraron y se acercaron a ayudarme, una me acomodo mejor las almohadas mientras la otra finalmente me daba algo de agua. Me contaron que me había desmayado y que Edward se puso como un loco, hizo que Emmett se marchara de ahí culpándolo de mi malestar y jurando vengarse si algo me llegaba a pasar a mí o a nuestro bebe, luego llamo a un chofer que llego rápidamente y me trasladaron al hospital.
- Aunque todavía sigo sin entender de donde rayos salió aquel chofer.
- Si realmente apareció de la nada y corrió a ayudar apenas vio a Edward, como si fuera un empleado de él o algo así.
- Chicas…tengo algo que contarles – Capte su atención inmediata y les conté parte de la historia que Edward compartió conmigo, sin tantos detalles pues sentía que eran cosas más bien personales que me había confiado y no quería traicionar aquella confianza.
- Wow Bells tú si que eres afortunada chica, primero es joven y ahora millonario. No sabes si tiene un gemelo o algo así –Como siempre Bree salía con un comentario tan particular.
- No sería increíble que fueran trillizos – Olvidaba que Tanya suele seguirle el juego a Bree.
- Me puedes explicar porque frunces el ceño Isabella Swan.
- No me gusto que me ocultara cosas.
- Estas loca lo sabías, Bella recién están conociéndose esperaba que partiera contándote que era millonario, si así hubiese sido sería el mayor asno arrogante que existe en el mundo.
- Bueno, no pero esperaba que me lo contara.
- Y acaso no fue eso lo que hizo.
- Si, pero….
- Sin peros Isabella.
- También está el hecho de que no me digo que era menor.
- Y eso que importa Bella, es mayor de edad ¿no?
- Tiene solo 24.
- El sueño de toda treintañera.
- Mas bien dicho el sueño de Bree.
- Como sea, sabes Bella creo que estas armando demasiado alboroto, serán las hormonas.
- Además ten en cuenta que entre tú y Edward las cosas se dieron de manera especial. Primero se acostaron, luego te embarazaste y ahora se están conociendo.
- Gracias no me había dado cuenta de eso.
- El sarcasmo no es lo tuyo amiga.
- Sabes que creo.
- Honestamente no y supongo que aunque no quiera saberlo me lo dirás.
- Exacto…creo que estas buscando cualquier excusa para enfadarte con Edward y así poner una barrera entre ambos, necesitas tenerlo alejado por que estas comenzando a sentir cosas por él y eso te asusta…tiene tanto miedo a enamorarte qué prefieres comportarte como una niña caprichosa a enfrentar lo que te está pasando. Por eso siempre te conformaste con el gorila de Emmett, porque sabías que jamás podrías llegar a amarlo…sale más fácil huir que enfrentar el amor, no es así querida amiga.
No tuve oportunidad de responderle porque en ese momento se abrió la puerta de mi habitación y entraba Edward con un enorme peluche que en una de sus patas tenía amarrados un hermoso globo que decía “Bella”.
- ¿Cómo te sientes? – Me regalo su hermosa sonrisa.
- Bien gracias….siento mucho el haberte preocupado.
- Ángel no lo sientas, me alegra haber estado ahí – Se acerco hasta la cabecera y beso mi frente.
- Bueno ahora que llego el príncipe encantado…nosotras nos vamos…bye Bella, te quiero.
- Adiós amiga y cuídate mucho – Se dirigieron hasta la puerta, Bree antes de salir me guiño un ojo y se marcho.
- Son grandes amigas.
- Las mejores que existen.
- Me alegra ver que estas bien, no sabes lo que sentí cuando caíste desmayada en mis brazos…quise matar al idiota ese.
- No vale la pena que te enojes, espero que haya entendido.
- Lo dudo, parece que tiene serios problemas intelectuales.
- Que malvado eres.
- Aunque hay algo en que lo entiendo.
- Si en que cosa – Se sentó frente a mí en la cama.
- En que si yo te hubiese perdido también lucharía como un loco para recuperarte.
- ¿Lo harías? – Mi voz fue un débil murmullo, producto de la emoción del momento, mi mente empezó a funcionar a mil por hora, una parte de ella gritaba que no podía perder algo que nunca ha tenido, pero otra parte más potente y más sabia, entendía que ya le pertenecía aunque lo nuestro no tuviese ninguna etiqueta, ningún nombre, nada…ya era suya y aquella idea me alarmaba y me emocionaba por partes iguales.
- Hasta mi último aliento – Tomo mi rostro entre sus manos y me beso, mi corazón se disparo como un loco al sentir su lengua invadiendo mi boca, era una sensación tan placentera tenerlo así junto a mí, mis manos como siempre se fueron directamente a su cabello y hundí mis dedos en ellos, un gemido escapo de sus labios y termino el beso – No sabes lo que provocas, pero creo que este no es el lugar más adecuado.
- Edward – Me tomo unos momentos recuperar el ritmo normal de respiración.
- Bella, ángel necesito hacerte una pregunta, tal vez te parezca un poco tonto pero nada me haría más feliz…¿Quieres ser mi novia?...

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