Ser una rica heredera tiene sus ventajas, tener el mundo a tus pies con
solo tronar los dedos, jamás escuchar un no por respuesta y hacer todo
lo quieres, pero que sucede cuando alguien planea quebrar tú voluntad y
poner tu mundo de cabeza.
Epilogo
Que fue de mi relación con Edward…
Han pasado exactos tres años desde que él se fue conmigo a
Londres. Sus padres recibieron con sorpresa la noticia de que había decidido
cambiar de aires y que por esa razón escogió dicha ciudad para hacerlo. Estábamos
juntos cuando se los comunico y cuando Esme le sugirió sutilmente que me
buscara, pues yo en esas mismas fechas me encontraba ahí. Tuve que contener mis
ganas de besarlo cuando puse cara de niño bueno prometiendo que lo haría.
Pasaron seis meses antes de contarles a nuestras familias
sobre lo nuestro, queríamos tomarnos las
cosas con calma y sabíamos que aquello sería casi imposible estando ellos
enterados. Todavía recuerdo sus caras de sorpresa, bueno excepto la de Alice
que sonreía de oreja a oreja y nos guiñaba un ojo. Nunca se lo pregunte, te
apostaría por que ella siempre lo supo todo, tiene esa capacidad de ver más
allá de lo obvio.
Pasada la sorpresa inicial, comenzaron los planes sobre
nuestras vidas, sin quererlo me sentí agobiada cuando mencionaron la palabra
matrimonio y cuando llegaron al tema de los hijos, simplemente les pedí que
pararan. No dudaba ni por un instante del amor de Edward, ni de lo que yo
sentía por él, pero todo aquello eran palabras mayores. Sentí como su mano se tomo
la mía para transmitirme toda la paz que necesitaba y me perdí en su sonrisa, que creo que no oí
nada más aquella tarde.
Mi madre me confesó poco tiempo después que siempre supo que
terminaría con Edward y que fue esa una de las principales razones del por qué
los Cullen se hospedaron y permanecieron más tiempo del necesario en nuestra
casa. Tanto ella como Esme esperaban de corazón que sus hijos se enamoraran, de
hecho creo que aquel plan lo tenían desde que nacimos. Lo único que Renee no
comprendía del todo fue como tardamos tanto en estar juntos, no le respondí
solo la abrace con fuerza, pensando que diría si supiera que Edward y yo
estuvimos juntos a las horas de que llegaran como invitados, pero
agradeciéndole aquel disparatado plan.
Con Edward tuvimos que aprender a convivir, creo que a ninguno le gustaba perder y como siempre
hicimos uso de toda nuestra imaginación para someter al otro. Creo que nunca me
cansaría de aquello.
Llevábamos más de una año en Londres y estaba por terminar mi
especialización, mientras él ayudaba a su padre a expandir sus negocios por
toda Europa. Así que antes de comenzar con el periodo más duro decidimos viajar
por varios países. Alice me hizo jurar que le traería regalos de cada lugar que
visitáramos. Paris fue un sueño, llegamos justo para la semana de la moda, así
que mi encantador novio se vio arrastrada a la mayoría de los desfiles, nuestro
trato era claro. Si me satisfacía durante el día el único ganador durante la
noche sería él.
Fuimos a varios otros lugares preciosos, pero el más especial
fue Italia. Edward llevaba varios días extraño, por un momento pensé que algo
iba mal en sus negocios, pero otros mi mente era más masoquista llegando a
creer que ya no me quería más a su lado. Cuando quería hablar del tema solo me sonreía
y me decía que no pasaba nada, pero yo sabía que eso no era así.
Era el último día de nuestras vacaciones, estábamos en Roma y
decidimos ir a Ciudad del Vaticano, yo amaba su arquitectura y la conjunción de
lo humano y lo divino. Cuando era pequeña había visitado estos lugares junto a
mis padres y la plaza de San Pedro me había maravillado. No supo como Edward se
entero de aquello, pero cuando estábamos en el centro de aquel lugar, se detuvo
haciendo que yo también lo hiciera. Quedamos frente a frente y me miro por unos
instantes, para luego apoyar una de sus rodillas en el suelo y tomar sus manos
entre las mías. Mi corazón comenzó a latir como un loco de anticipación y lo
único que pude hacer fue mirarlo.
- Isabella Marie Swan, eres la mujer que hace que mi vida
valga cada instante. Estar a tu lado es un regalo del cual no me siento digno,
pero me encargare de agradecerlo cada segundo de lo que me quede de vida e
incluso más allá, por que se que lo que siento por ti jamás es eterno, por eso
amor mío ¿quieres ser mi esposa?
- No…- Vi su rostro lleno de sorpresa y me arrodille para
quedar a su altura, tomo su rostro entre mis manos – No puedo esperar para
serlo. Te amo Edward Anthony Cullen.
Nos fundimos en un beso lleno de amor, juro que pude ver
fuegos artificiales. No sé como lo hizo, pero de un momento a otro estuvimos en
un taxi rumbo a nuestro hotel. Al llegar se fue directo a los ascensores y creo
que casi daña el botón de uno de tanto apretarlo.
- Eso no hará que llegue más rápido – No me dijo nada, porque
en ese preciso momento llegaba uno.
El camino a nuestra habitación fue una locura. No dejo ningún
segundo de besarme, ni siquiera al sacar la tarjeta para abrir la puerta. Solo
lo hizo unos segundos para hablar.
- Te amo Bella, eres única y eres mía.
No hablo más, en cambio me quito la blusa y el sujetador en
un abrir y cerrar de ojos. Apoyo mi cuerpo contra la pared, mientras tomaba uno de mis pechos
con sus labios y comenzaba su juego,
primero con uno y luego con el otro. Trazo círculos con su lengua sobre mis
erectos pezones. Sabía cómo enloquecerme y lo disfrutaba. Podía sentir como
sonreía en mi piel cada vez que un gemido escapaba de mis labios.
Me negaba a dejarle ganar la partida. Así que baje mis manos
hasta su pantalón, desabroche el único botón y descorrí el cierre para
introducir mis manos y capturar su miembro. Percibí su sobresalto y le sonreí.
Continúe acariciándolo hasta llevarlo al límite. Note como se le escapa el aire
entrecortadamente por los dientes y sus ojos estaban fuertemente cerrados.
Ahogo sus gemidos en mi boca cuando llego al clímax.
No me dio ni un momento de tregua, fue así como sus dedos
imitaban mi idea y viajaban hasta mi intimidad. Sentí como dos de ellos
comenzaban a acariciarme de manera lenta y uno de ellos tocaba aquel centro de
placer que se encontraba totalmente húmedo. Luego cambio el ritmo para entrar y
salir a un ritmo enloquecedor. Mi cuerpo se arqueo al tiempo que un gemido se
escapaba de mis labios. Solo Edward sabía cómo llevarme a la gloria. Me aferre
a su cuerpo para descansar un momento.
Tomo mi cuerpo entre sus brazos para tenderme suavemente en
la cama. Me beso como si lleváramos semanas sin unir nuestro labios y no
segundos, luego sentí como su miembro rozaba mi intimidad. Lo tome entre mis manos
y lo guie al lugar exacto donde lo deseaba. Así lo entendió pues de una certera
y única embestida lo tuve dentro de mí. Edward inclino la cabeza hacia atrás y
me acerco más a él con su fuerte brazo. Sus movimientos me demostraban cuanto
me deseaba. Acerque mis labios a su cuello y deguste su sabor, mi lengua se
dedico a explorar su piel. Su respiración se hizo más errática. Alzo mi cadera
para hundirse más profundamente en mí y mi interior se contrajo en respuesta.
Oí como gritaba en el momento en realizaba su arremetida final. Tomo mi rostro
entre sus manos y me beso, mientras ambos tocábamos el cielo.
- Yo también te amo
Edward y eres solo mío.
La noticia de nuestra boda enloqueció a nuestras familias.
Tuve que ser firme a la hora de planear los detalles, no deseaba que esto fuera
un evento social, lleno de gente que invitas por compromiso, quería ahí solo a
la gente que Edward y yo queríamos. Cuando note que mis advertencias a nuestras
madres y Alice habían caído en saco roto, les señalé que me casaría en Las
Vegas, frente a Elvis Presley y sin ninguna de ellas como invitadas. Creo que
entendieron que si era capaz de hacerlo, porque me ayudaron a planear una
sencilla boda, de no más de treinta invitados a la orilla de la playa.
Con una puesta de sol como testigo y rodeaba de la gente que
amaba, me uní al amor de mi vida, al hombre que siempre amaría y que había
luchado por mí. Sellamos nuestra promesa con un beso cargado de amor y alegría.
Creo que aquel fue el primer beso que le di a Edward en los labios frente a
todos, cuando estábamos rodeados de gente solíamos entrelazar nuestras manos y
darnos pequeños besos en las mejillas, la pasión que sentíamos el uno por el
otro solo se hacía patente en la intimidad.
Decidimos dejar Londres y volver a nuestra ciudad. Estar
rodeados de la familia era algo que habíamos decidido el día en que supe que
estaba embarazada, todavía recuerdo el rostro de Edward cuando lo supo.
Celebraríamos nuestro primer aniversario, estábamos por salir
de nuestra casa cuando todo se volvió oscuro y lo último que sentí fue a Edward
llamándome, y tomándome entre sus brazos. Al parecer tarde unos minutos en
recuperarme y oí como sus voz sonaba alterada, al parecer discutía con alguien,
lo llame y corrió a mi lado, dio un par de indicaciones y tomo mis manos, me
aseguro que todo estaría bien. Acaricie su mejilla y le sonreí.
- Pensaba decírtelo esta noche.
- ¿Que te desmayas?
- No, más bien la razón de mis desmayos.
- Es que acaso lo sabes. Isabella no juegues conmigo.
- Edward…yo estoy embarazada – Sus ojos se abrieron por la
sorpresa. Me miro a la cara para luego bajar a mi vientre. Lo lleno de besos
hasta subir a mi rostro y besarme.
Cuando nos separamos su sonrisa hizo brincar mi corazón.
- No te hice daño amor…estas bien…¿deseas algo? – Y desde
aquel día me trata como si fuera un cristal que en cualquier momento puede
quebrarse. Cada vez que trato de hacerle ver que no es necesario me recuerda
que yo y mi bebe somos sus tesoros más preciados.
Aunque aquella frase debió de ser cambiada un poco hace unos días,
cuando descubrimos que eran mellizos.
- ¿En qué piensas? – Su voz me saco de mi ensoñación. Sus
manos rodearon mi prominente barriga y beso mis cabellos
- En lo agradecida que estoy que tu familia llegara aquella
noche a mi casa.
- Pues no sabes cómo disfrute de la hospitalidad de los Swan.
- ¿Qué te parece si te sigo mostrando cuan hospitalarios
somos? – Me di vuelta en sus brazos y lo bese.
Me dedique toda la noche en demostrárselo.
Aquí
está el capítulo final de la historia...como ya habrán visto estoy preparando
la secuela...mañana subiré el primer capítulo, pero a diferencia de
"Caprichosa" no creo poder subir un capitulo diario, así que al menos
subiré uno por semana. Gracias a todas las que siguieron la historia!!!