Solo tenía unas semanas para
cumplir todas las locuras con las que siempre había soñado, las cumpliría antes
de entrar a su jaula de oro, pero podría lograr cumplir la más importante de
todas...tener a Edward Cullen.
Capitulo 4
Volverte a ver
Lucho con todas sus fuerzas para
no huir de ahí y de él. Bella realmente nunca planeo como lo conocería, pensó
que tal vez lo haría comprando un ticket para alguno de sus conciertos y
observarlo de lejos o verlo cuando él saliera de ahí, esa era la razón porque
ella estaba en las afueras del MET, pero tenerlo así de cerca no lo imagino
jamás.
Al parecer estuvo callada más
tiempo de lo que creía, pues Edward la miro intensamente y le pregunto si se
encontraba bien, Bella trato de recordar cómo se hablaba y en tomo muy bajo
logro articular una respuesta.
- Si…gracias – No pudo mirarlo a
la cara cuando respondió.
- Será mejor que llame un taxi o
espera a alguien señorita – Pensó en responderle “A ti”, pero solo pudo
articular
- Taxi.
- Perfecto, un taxi.
De alguna manera Bella rogo para
que nunca apareciera uno y aquel momento fuera eterno. No importaba que no
supiera quién era ella, ni que estuviera mojada, tampoco que en poco tiempo su
vida cambiaria, lo único que importaba era ese momento junto a Edward Cullen
“su pianista”.
Estaba tan absorta en su nube
personal que no supo que fue lo que él hizo, pero un taxi estaba frente a
ellos. La tomo suavemente del brazo y la guío hasta la puerta, Bella quiso
derretirse al sentir sus dedos hacer contacto con su piel. Quedo embelesada de
la capacidad que tenía de sostener el paraguas para protegerlos a ambos y
sostenerla a ella que sentía como si caminara en las nubes.
- Su taxi, señorita – Abrió la puerta y espero
hasta que se subiera, parecía un autómata cuando finalmente lo logro, él cerró
la puerta y se marcho.
Recién en aquel momento Bella
cayó en la cuenta de que no había dicho nada coherente. Le pidió al chofer que
se detuviera un momento y que por favor la esperara, solo le respondió con un
gruñido y paro.
Al bajar miro para ambos lados y
la vio aún cerca, pero a punto de subirá un automóvil, le grito para llamar su
atención
- Sr. Cullen – Corrió hasta él
bajo la lluvia, cuando estuvo frente a él se lanzo para abrazarlo – Muchas
gracias – Sin esperar respuesta corrió en contrario, se subió al auto y le
indico donde ir.
Se sentía eufórica por lo que
acababa de hacer, abrazar a Edward Cullen, con eso sintió que todo había valido
la pena y lo que venía también lo valdría por un momento junto a él, solo por
lo que acababa de vivir.
Edward Cullen no dejaba de pensar
en lo que acababa de suceder, ni lograba entender su forma de actuar, él no se
caracterizaba por salvar a “damiselas en apuros”, es más siempre trataba de
huir si aquello sucedía. No significaba que no fuese un caballero que ayudara a
quien lo necesitara, pero la mayoría de las ocasiones en que acudía al rescate,
resultaba ser una farsa y un plan para tratar de conquistarlo, pero con aquella
muchachita desconocida fue distinto, pues apenas la vio cuando salía del MET
supo que no era de la cuidad. Tenía un halo que la hacía mostrarse pura y una
mirada soñadora de quien no ha vivido aún lo suficiente.
Una fuerza lo llevó hasta ella
para ofrecerle su ayuda. Su mirada chocolate lo cautivo, pero más lo hizo su
silencio o sus respuestas monosilábicas, era verdaderamente muy bonita y pensó
en advertirle que no debía de andar solo en aquella ciudad, mas aquello
implicaba entrometerse en su vida.
Prefirió cortar por lo más sano y
pedir un taxi para ella. Él tenía su propio auto, pero no era de aquellos que
lo ofrecían a un desconocido o desconocida, sin importar lo bella que fuera.
Una parte de él se sintió culpable al dejarla y no indagar más sobre ella, al
menos saber por que estaba sola, pero sabía que era mejor así.
Cuando la dejo espero al menos
oír un gracias de sus labios por la ayuda brindada, pero no fue así por lo que
decidió cerrar la puerta y seguir su camino. Lo que sucedió después de dejarla
fue algo que no se imagino, oir que alguien lo llamaba y luego se lanzaban a su
pecho para abrazarlo, tal fue la impresión que ni siquiera tuvo tiempo para
responder o reaccionar, solo lo hizo cuando aquella calidez que sintió al
tenerla cerca, desapareció y ella también.
Edward no era un hombre de creer
en la suerte o los milagros, pero elevo una oración silenciosa para volver a
verla alguna vez.
Bella no podía ocultar su
sonrisa, cuando llego al departamento. Si pudiera ir dando saltos como un
conejo lo haría todo el día por la felicidad que sentía. Le dio un fuerte
abrazo a Mill y le dijo que Nueva York era lo máximo, parecía una verdadera
loca con su actitud y su sonrisa amplia. Solo logro controlarse algo, cuando
noto que no estaban solas.
Una guapa pelirroja estaba
sentada en uno de los sofás y miraba divertida a Bella.
- Hola ¿tú debes ser Isabella? –
Le sonrió – Soy Victoria Howard
- Mucho gusto – Extendio la mano
en su dirección – Llámame Bella por favor.
- Bella, veo que estas feliz pese
al clima.
- Hoy ha sido un gran día.
- En cambio para mí ha sido
terrible – Mill llegó con unas tazas de té que sirvió a cada una – Soy una
bailarina no una organizadora, estoy llena de papeles que no entiendo. Nunca
debí aceptar un puesto tan alejado de lo que soy.
- Cálmate niña todo se
solucionara – Mill le palmeo las manos que estaban elegantemente apoyadas sobre
sus rodillas.
- Solo un milagro me haría
encontrar a alguien que hable francés y quiera ganar un sueldo miserable como
mi asistente.
- Yo hablo francés – Bella le
sonrió tímidamente.
- ¿Es en serio?
- Oui mademoiselle.
- ¿Quieres ser millonaria? – Se
tenso ante la pregunta, no le gusta que le hablaran de dinero.
- No.
- Entonces eres perfecta, la
pregunta más importante ahora es ¿si quieres ser mi asistente? La paga es
pésima, pero creo no ser un monstruo así que ¿Qué me dices?
- Me encantaría – el rostro de
Bella estaba iluminado, nunca es su vida había trabajado, pero aquella
posibilidad le encantaba, pero recordó sus planes –Pero creo que no podre
aceptar.
- ¿Por qué?
- Estaré aquí solo un mes.
-¿Un mes? Vienes de vacaciones.
- Algo así.
- No importa la fiesta que estoy organizado o al menos
tratando será dentro de tres semanas, así que si no te molesta pasar tus
vacaciones trabajando me harías un gran favor.
- Entonces será feliz siendo su
asistente.
- Dime lo mismo en tres días –
Todas se rieron.
Hablaron durante varias horas,
Bella revelo muy poco de ella, solo que había estudiado fuera y sabía varias
cosas que serían de gran utilidad para su trabajo, supo que Milldred era la tía
de Victoria y que la vería muy seguido por aquel departamento.
Luego de una tarde sumamente
encantadora Victoria se dispuso a marcharse. Se estaba despidiendo de ella
cuando recordó algo.
- Bella aún no te he dicho donde
trabajaras. Soy una loca – Se volteo a ella.
- ¿Dónde es? Si me dices como
llegar no creo tener muchos problemas.
- Oh no para nada es sumamente
sencillo, trabajo en el MET…