Solo tenía unas semanas para
cumplir todas las locuras con las que siempre había soñado, las cumpliría antes
de entrar a su jaula de oro, pero podría lograr cumplir la más importante de
todas...tener a Edward Cullen.
Capítulo 3
New York New York
Bella no lo podía creer, aún temblaba
de nervios y de emoción estaba en New York y lo que era mejor aún es que nadie
aún lo sabía, de otra forma ya hubiese sido detenida por los hombres de Emmett.
No soñaba siquiera en que su viaje secreto pudiese mantenerse de esa manera
durante el mes que estaba en su planes, pero al menos corría con cierta
ventaja, ya no estaba en Europa, sino que en Norteamérica y aunque ese era
lugar donde vivía su familia y su prometido se sentía aliviada que vivían no en
la misma ciudad, así que al menos no se los encontraría todavía….Decidió dejar
de llenar su cabeza de preocupaciones y se prometió a si misma que aprovecharía
esa experiencia, lo repetiría una y otra vez como un mantra protector.
Cuando llego al aeropuerto y
después del chequeo de rigor estuvo a pasos de hacer un baile de la victoria o
algo, contuvo la risa cuando la llamaron Jane Volturi, deseo tanto que su amiga
estuviera a su lado, mas eso era imposible estaba a miles de kilómetros
fingiendo ser Isabella Swan por unos cuantos días.
Noto que un automóvil esperaba
por ella, se alarmo un poco pues aquello no lo esperaba, pero cuando la
mencionaron que su familia “Los Volturis” enviaban por ella respiro con alivio.
Antes de entrar el chofer le entrego una carta y le deseo una feliz estadía,
Bella supo que Jane había implicado a muchos en sus planes, incluyendo a su
propia familia. Tomo el sobre y lo abrió de inmediato supo que era de su amiga,
su letra era un reflejo de su personalidad.
Bella:
Si tienes esta carta es porque ya estás en New York cariño. Amiga VIVE
solo eso, no te preocupes de nada más,
aprovecha segundo a segundo tu estadía
baila, grita, llora, se mala, se buena….sé tú, no Isabella Marie Swan,
sino Bella Swan la que tiene sueños y quiere cumplirlos, la que quiere
plantarse a sus padres y decirles que no se metan en su vida, la que después de
graduarse quiere estudiar arte, piano, violín, recorrer el mundo y encontrar a
su príncipe azul.
Ernest te dejara en la casa de una amiga de mi madre, es perfecta para
ti y no te preocupes nadie sospechara que pueda estar ahí, cuando la conozca me
entenderás, se llama Milldred, pero por tu bien solo llámala Mill, ella te ayudara
y te guiara en tu camino.
Creo que entiendes que nuestras charlas se verán reducidas, solo si es
urgente envíame señales de humo yo las sabré leer en el cielo.
Te quiero
Jane
P.E. Te adjunto unos
dólares….tómalo como un patrocinio a tu diversión!!!! Recuerda las niñas buenas
van al cielo…las malas a todas partes.
No pude evitar que una pequeña
lagrima recorriera su rostro, Jane no era solo su amiga era su hermana y nunca
tendría suficiente tiempo para agradecer su cariño, compañerismo y comprensión.
Se dio ánimos pues sabía que no era un momento para la tristeza, por lo que se
concentro en ver el paisaje que iba apareciendo ante sus ojos y quedar
maravillada, conoció aquella ciudad cuando era una niña y ahora la recorría con
otra visión, y llena de esperanzas, tan absorta estaba en su calmar su ansiedad
que no se dio cuenta que el auto paro frente a unos departamentos. Recién
reacciono cuando Ernest le regalo su mejor sonrisa y le ofreció ayuda para
bajar, acepto su mano que estaba extendida hacia ella, le dio las gracias y
observo el entorno ¿Dónde estaba? No lo sabía.
- Señorita Bella – Se volteo a
mirarlo – Este será su nuevo hogar.
- ¿Aquí?...Que emoción – estaba
parada frente a un típico edificio habitacional de New York, de pocos pisos y
fachada de piedra, una pequeña reja protegía unos arbustos y para entrar debía
de llamar por el citofono, el problema es que no sabía que numero.
- Es el número 113 – Respondió
Ernest a una pregunta no formulada.
- Oh Gracias – Se acerco
lentamente y toco, al cabo de unos segundos una voz un tanto rasposa le
contesto
- si
- ¿Mill?
-si
- Soy Isabella…Bella…- No sabía
muy bien como debía presentarse ante ella y si sabía quien era ella.
- La amiga de Jane ¿verdad?
- Si soy yo –Se sintió aliviada,
Mill sabía quien era.
- Pasa cariño, esta Ernest contigo, dile que suba tus maletas.
- Esta bien.
Bella le pidió ayuda al chofer y
subieron el piso donde una sonriente mujer de largos cabellos rojos y vestido
floreada los esperaba a ambos, cuando se acerco a saludarla esta le dio un
fuerte abrazo y un sonoro beso en la mejilla. Le dio la bienvenida a su casa, haciendo
que a ambos entraran, le indico donde dejar sus cosas y la invito a tomar una
taza de té.
Ernest se despidió dejando a
Bella sola con su nueva hada madrina, hablaron durante un largo rato donde le
conto un poco de su vida, acababa de jubilar del Metropolitan Opera de New
York, luego de trabajar por casi 40 años ahí como la voz principal de la opera.
Bella la miraba embelesada pues realmente estaba frente a un artista, además el
departamento gritaba en todo los puntos que allí vivía alguien que amaba el
arte y lo clásico, en uno de los extremos había un piano y cerca de ahí un
violonchelo, además de numerosas fotografías y premios. Ella era una leyenda
viva y Bella se sintió profundamente afortunada de compartir ese tiempo con
Mill.
- Soy una verdadera
desconsiderada – Bella la miro sin entender bien a qué se refería – Debes de
estar agotada y yo lo único que he hecho ha sido hablar y hablar sin parar.
- En lo absoluto hace años que no
sentía esta energía.
- Pues me alegro y cuéntame por
New York.
- Desde niña ame esta ciudad, es
tan cosmopolita y además el MET…un sueño….y – No pude evitar sentir tristeza –
Estoy por casarme y esta es mi última oportunidad de vivir aquí.
- CASARTE…pero como apenas eres
una niña y estamos en el siglo XXI.
- Bueno es mi destino – Bajo su
cabeza pues la mirada de Mill parecía de rayos X.
- Y este matrimonio te hace mucha
ilusión veo.
- Es complicado.
- Nada lo es cariño, somos
nosotros quien complicamos todo – Apretó fuerte su mano y le sonrió.
- Gracias – Fue lo único que pudo
decir.
Continuaron hablando un rato más
hasta que Bella sintió que su energía se acababa, no fue necesario decir más le
indico nuevamente su cuarto y le dijo que cualquier cosa que necesitara solo
tenía que pedirla. Le dio un beso de las buenas noches y se fue.
Durmió como un lirón, al parecer
ningún sueño la perturbo y despertó con energías renovadas. Se levanto de un
salto y fue hasta el cuarto de baño, se miro al espejo y se dio ánimos, entro a
la ducha y veinte minutos después salió todo lo arreglada que podía.
Mill ya la esperaba con el
desayuno preparado, el cual se veía delicioso, apenas la vio aparecer le dio un
vaso de jugo, luego le indico que se sentara, Bella le ofreció ayuda, pero la
rechazo de inmediato, como su invitada la atendería lo mejor posible, además se
disculpo con ella, pues durante la mañana no podría ir con ella a ninguna
partes por que uno de sus alumnos vendría a sus clases de piano.
- No te preocupes – La noche
anterior le había aclarado que por el bien de la convivencia estaba prohibido
que la llamara señora o le hablara de manera formal – Estaré bien, solo daré un
corto paseo.
- Perfecto, si quieres ir al MET
solo tienes que tomar un taxi y llegaras.
- Así lo hare.
Ayudo a su compañera levantado la
mesa y lavando todo lo que habían usado, luego fue por su abrigo y algo de
dinero. Se miro al espejo, se acerco a Mill para despedirse y se marcho.
Tomo el taxi tal como le habían
señalado y una vez adentro fue admirando cada centímetro del paisaje desde el
árbol algo viejo y otoñal, el puesto de revistas hasta las cafeterías y al
tráfico bullicioso de la ciudad. Quiso darse un pellizco para comprobar que
todo era real, pero no pudo hacerlo pues el chofer le indicaba que ya habían
llegado a su destino, la pago y casi se cayó al bajar tan rápidamente.
Se quedo parada admirándolo aquel
blanco edificio que se veía tan maravilloso a sus ojos, camino unos pasos para
quedar en la entrada, vio cuando serian las próximas funciones y sin pensarlo
compro un ticket, se quedo otro par de minutos más fuera hasta que sintió que
una gota caía sobre su rostro. Miro al cielo en el momento exacto en que
comenzó a llover. Ni siquiera el quedar completamente empapada mino su
felicidad.
Cerro sus ojos y tomo aire,
repentinamente dejo de sentir gotas de lluvia y presurosa abrió sus ojos. Noto
que alguien la cubría con un paraguas, su corazón latió rápidamente pues no
conocía a nadie para que la ayudara. Trato de observar quien era la persona que
estaba junto a ella, pero le fue difícil dado que quien sostenía el paraguas
estaba fuera de el y mojándose con la lluvia, por que solo pudo ver que vestía
un abrigo negros y guantes de cuero.
- No es recomendable salir sin un
paraguas – Escucho su voz que era tan varonil que sin quererlo se sonrojo.
- No pensé que llovería – Fue su
tímida replica.
- Pues debió pensarlo Señorita –
Trataba de ver su rostro y por un instante pensó que había encontrado a su
fantasma de la opera, por eso no podía verlo.
- Le agradezco su ayuda….Señor.
- Cullen, mi nombre es Edward
Cullen – En ese preciso momento Bella solo quiso huir...