5 años separados...una vuelta llena de sorpresas...una noticia que puede
cambiarlo todo...serán capaces de confesar lo que sienten antes que sea
demasiado tarde.
Capitulo 1
Bienvenidas y despedidas
Pensé en repetir la pregunta por quinta vez, pero
supuse que la respuesta sería la misma que las otra cuatro “ya verás”, la
incertidumbre me estaba matando, vale se que estoy exagerando, pero no soporto
las sorpresas y la espera que conllevan, eso hace que mi estado de humor
transite por terrenos peligrosos.
- Pareces una niña caprichosa – genial ahora
era criticada, quise responderle a mi “querida hermana” pero nada bueno saldría
de esto, así que solo la mire y le sonreí sin una pizca de humor, en otro
momento y lugar llevaría a cabo mi venganza, de eso ella ni mucho menos su
esposo, alías mi cuñado y amigo (o ex amigo) se salvarían, ambos estaban
disfrutando del momento lo podía apostar, la única que parecía compartir mi
estado era mi sobrina, claro ella tenía 7 años y tenía todo el derecho de
parecer una “niña caprichosa”.
Me aventura a cambiar la pregunta, al menos supuse
que podría obtener una pista.
- Falta mucho.
- No – perfecto, perfecto, perfecto….un
monosílabo era lo que necesitaba para mejorar mi humor.
Mire nuevamente el tablero de vuelos
internacionales con la esperanza de encontrar un indicio de algo, pero nada de
nada así que tome la mano de Vanesa para dar un paseo, no es que fuese muy
entretenido caminar de un extremo a otro en línea recta, mas era lo único que
podía hacer en un aeropuerto, estaba por dar mi primer paso cuando mi hermana
me detuvo.
- ¿A donde crees que vas?
- Estoy en un aeropuerto, obvio me voy de
viaje.
- Muy graciosa.
- Tú crees.
- Te hice una pregunta.
- Yo también he hecho algunas y no he
obtenido ninguna respuesta.
- Si te respondí.
- Si tú lo dices – Mi voz sonó cargada de
ironía.
- Estas insoportable!!!!
- Si tú lo dices – Era oficial estaba
enojada y al parece no había vuelta atrás.
- Amor cálmate por favor, déjala dar una
vuelta aún faltan unos minutos – Le debía una a Emmett, era el único capaz de
calmar a Rosalie cuando cambiaba los papeles de hermana a madre. Le sonreí para
darle las gracias, mientras veía como tardaba en dar su respuesta y contaba mentalmente
en mi cabeza, tratando de que se disipara mi mal humor o al menos no creciera.
- Esta bien, pero no se vayan muy lejos.
- Entonces desecho el viaje a Disney, lo
siento Vanesa.
- ¿Disney? – comencé a caminar con ella, por
que mi hermana me veía molesta, era
cierto el malhumor era contagioso.
- A donde vamos pequeña?
- A Disney…Disney!!!!!
- Lo siento pero hoy no.
- Pero tú dijiste – Nota mental jamás
bromear frente a un niño sobre cosas tan importante como Disney, Santa Claus o
el Ratón Pérez. Trate de hacer que olvidara, una de las ventajas con mi sobrina
era que teníamos una relación buenísima y aunque pareciera increíble a su
manera me entendía.
- Hoy no vamos, pero te prometo que algún
día.
- ¿Cuándo? – Otra cosa que olvide es que
odiaba las esperas igual que yo.
- No lo sé….mira un puesto de helado!!!! –
Exclame con demasiado entusiasmo.
- ¿Me compras uno?
- Por supuesto – cualquier cosa con tal que
olvide el impasse Disney.
- Gracias Tía, pero aún me debes Disney.
- Una cosa a la vez peque.
Hicimos nuestros pedidos, un súper helado de
fresas y baño de chocolate, que causaría un súper desastre con mi hermana, lo
que me hizo sonreír internamente y un café de vainilla para mí. Después del
pequeño paseo estaba un poco menos tensa, además había pasado un rato, así que
suponía que ya pronto llegaría el motivo por el que me encontraba ahí, la
dichosa “sorpresa”.
- Te gusto tu helado.
- Sip, pero seguro en Disney son mejores.
- No piensas dejar eso.
- Nop – Dio un lametón a su helado y yo un
sorbo a mi café que estaba muy caliente, estábamos por llegar junto a Emmett y
Rosalie.
- Al fin llegan – varias respuestas se me
cruzaron, pero opte por tomar otro poco de mi café tratando de ignorarla.
- Papi mi tía me va a llevar a Disney.
- ¿En serio? – enarco una ceja.
- Pero hoy no.
- Ves lo que provocas – susurro mi hermana
junto a mí.
- ¿Yo?
- Hay millones de lugares en el mundo y
menciona Disney a una niña de 7 años.
- Por favor, no empiecen de nuevo.
- Pero si yo…- No pude terminar la frase por
que la voz de Vanesa nos interrumpió
- Tío….Tío…..Papi….Mami….Tía miren mi
Tío!!!!! – Tío, Tío, Tío eran como campanadas que retumbaban en mi mente, me
negaba a creer que fuera real, tal vez era otro, se había confundido, si eso
era se equivoco, no podía ser cierto, no podía ser él, el café que tenía en las
manos se me resbalo, lo que en parte me ayudo a reaccionar y de paso quemarme
levemente el pie, trate de controlar mi respiración y lentamente me voltee a
los monitores de salidas, que ya no
mostraban a nadie que me fuera familiar, pero Vanesa ya estaba en la salida junto
a Emmett, eso no era una buena señal si quería permanecer en mi estado de
negación. Mi corazón comenzó a latir salvajemente, amenazando en cualquier
momento salirse de mi pecho, mis manos sudaban y mi respiración era errática,
quise huir y empecé a trazar un plan en mi mente, me escabulliría y tomaría un
taxi hasta mi casa, me encierro por una par de días, luego me pongo en contacto
con alguna agencia de viaje y me voy unos meses o años. Si mi plan es perfecto,
salvo por un pequeño detalle, apenas mi mirada se cruzo con la de mi hermana
supe que estaba todo perdido, diablos!... veces como esta odiaba que fuera tan
perceptiva, no tanto como mi mejor amiga Alice, pero estaba segura que adivino
que quería escapar, nunca lograba esconderle nada a ella.
Me miro por unos instantes con ternura, tratando
de darme ánimos, me abrazo por los hombros y me guió hasta una escena que no
estaba preparada para presenciar. Vanesa en los brazos de su tío, mientras
Emmett lo abrazaba y sonreía. Sentía que no podía o no quería seguir avanzando,
estaba petrificada en mi lugar, pero mi acompañante no estaba de acuerdo, así
que me obligo a dar otros pasos más, rogué por ser invisible, por un milagro
que me hiciera desaparecer, pero cuando levantaron la vista hacia nosotras supe
que era demasiado tarde.
- Mami… mami…es mi tío – Vanesa apenas y
podía con tanta felicidad.
- Si mi vida, lo veo y no lo creo.
- Rosalie, como siempre tan hermosa, aún no
logro comprender que viste en mi hermano.
- Yo tampoco – Me soltó y se acercó a
abrazarlo. Estuve a punto de retenerla a mi lado, necesitaba a alguien a quien
aferrarme en esos momentos.
- Mami me están aplastando.
- Jajaja, si te bajaras eso no pasaría,
además creo que queda otro abrazo – Nuevamente rogué para que hubiera otra
persona detrás de mi, tal vez sus padres o los míos, o cualquier otra
persona que lo abrazara, pero no sin
lugar a dudas se referían a mi, un abrazo, estaba en condiciones ¿o no? Porque
no mejor una apretón de manos o mejor aún un movimiento de manos o de cabeza a
la distancia, según mi parecer eso también sería un saludo.
Dios, no soportaba sentirme así, pero era peor
saber que solo una persona me provocaba aquello y aún peor era saber que estaba
a solo unos pasos de mí.
- Ta` bien me bajo – la voz de Vanesa corto
mis pensamientos.
Di un paso y luego otro, parecía que recién
acababa de aprender a caminar, además trataba de de no olvidar respirar y al
mismo tiempo seguir avanzando, Vamos!!! Me dije a mi misma, llevas años
caminando y respirando, no puedes haberlo olvidado, no justamente ahora.
- Isabella….Bella eres tú? – Mi nombre en
sus labios despertó todos mis sentidos y una descarga eléctrica recorrió todo
mi cuerpo, tanto tiempo huyendo, bloqueando, negando lo que sentía, engañándome
a mi misma de que era asunto olvidado y con solo escuchar que me llamaba, todo
lo que creí haber enterrado emergió a la superficie con la fuerza de un
huracán. Trate que mi voz sonara lo más tranquila posible.
- Edward!!! – digo trate por que más bien
grite su nombre.
- Que alegría me da verte – y en lo que se
demora un corazón en dar un latido, se acerco a
mí y me abrazó con ese equilibrio perfecto entre dulzura y fuerza que
solo él podía lograr.
- A mi también me hace muy feliz – le
susurre al oído, su aroma me envolvió por completo, al igual que sus brazos.
- Sigues siendo la única capaz de llenar mis
brazos de esta manera – También lo dijo junto a mi oído. Que se supone que
debía hacer con esta información, no lo sabía y en ese momento no quería pensar, sino solo disfrutar que estaba aquí,
a mi lado, lo abrace con más fuerzas, con el temor de solo fuera un sueño y en
cualquier momento desaparecería, solo que él respondió de la misma manera,
parecía que mi el aire podría colarse entre nosotros, así que me di cuenta que
era real, pues estos superaba con creces cualquier sueño….hasta que alguien
carraspeo y lo interrumpió todo.
- Lo siento tenía algo en la garganta –
Tosía mientras señalaba su garganta, varias ideas cruzaron mi mente en ese
momento.
Lentamente nos soltamos y me pareció ver que
Edward le dirigía una mirada asesina a su hermano similar a la mía.
- Bueno nos vamos entonces – Lo pensé por
unos instante, la ventaja de cometer un crimen en el aeropuerto era que podía
huir a cualquier parte, las desventajas, demasiados testigos, policías y dejar
a Rosalie viuda y a Vanesa sin padre, bueno por lo visto Emmett se acababa de
salvar, no pude evitar sonreír ante mis pensamientos.
- Extrañe tanto tú sonrisa también – Yo
podría hacer una lista de todo lo que había extrañado de Edward, su sonrisa
torcida, esos ojos verde esmeralda que parecían querer leer mis pensamientos,
su aroma tan único, esas eran una de las miles de cosas que extrañaba – Podría
hacer una lista de todo lo que extrañe de ti – Wow eso era raro, acaso si
lograba leer mis pensamientos, honestamente esperaba que no.
- Que extraño-
- ¿Que cosa? – Me pregunto.
- También pensé en una lista.
- Si que es extraño – Y ahí estaba su
sonrisa torcida.
- ¿Que es lo extraño? – Interrumpió mi
hermana.
- Nada es un “secreto” – No podía creer que
recordara eso, no más bien no podía creer que estuviera caminado junto a mí, con
su brazo en mi cintura, como si estos años de lejanía nunca hubiesen existido.
Esta era la cara opuesta de lo que había vivido
cinco años antes cuando partió rumbo a Londres a estudiar, en ese momento no
hubo risas, ni listas, ni nada, solo mi corazón destrozado y una pena infinita
de la cual pensé nunca podría recuperarme, fue por eso que cada vez que él
volvía yo me iba a cualquier lado, un viaje, vacaciones, seminarios lo que
fuera con tal de no verlo y poder olvidarlo. Ahora 5 años después estaba junto
a mí, podía mirarlo otra vez, sentirlo nuevamente, pero no pude evitar hacer
una pregunta, necesitaba saberlo antes de abrigar cualquier tipo de esperanza
que inundara mi corazón.
- ¿Por cuanto tiempo vienes? – Frenó su
caminar, me puso frente a él y me toco la nariz con su dedo índice, como hace
mucho nadie lo hacía, otra cosa más que agregar a mi lista…para ahí
Isabella….no, no y no hasta que sepas cuanto tiempo.
- Volví para quedarme – Me miro en búsqueda
de mi reacción.
- ¿Cuanto tiempo es eso? – Si sonaba la
pregunta más estúpida del mundo, pero necesitaba una confirmación más extensa
antes de que su respuesta me trajera esperanzas.
- Para siempre – Trate de parecer calmada y
sonar lo más natural posible mientras mi corazón se aceleraba a mil por hora y
estaba segura que comenzaría a hiperventilar.
- Tus padres van a estar muy felices.
- Espero que no sean los únicos – me regalo nuevamente
su sonrisa torcida y sucedió lo inevitable, empecé a sentirme feliz, planeando
un futuro, trate con todas mis fuerzas no hacerlo, que volviera no significaba
nada, además no podía olvidar un detalle vital, Edward no sabe lo que siento
por él, nunca le dije que lo amaba y mucho menos me lo dijo él a mi, aunque
todos quienes nos conocían hayan dicho que nuestros sentimientos eran tan
obvios, que hasta un ciego los podría ver.
Durante gran parte del camino a casa de sus padres
solo me dedique a oírlo, cada palabra, gesto o movimiento eran una confirmación
de que seguía sintiendo por él lo mismo, que mis sentimientos estaban intacto y
que durante todo este tiempo solo los mantuve guardados y protegidos para que
nada les pasara, seguía sumergida en mis pensamientos, cuando su voz se elevo
un poco debido a la emoción.
- Les tengo una sorpresa y lo siento Bella,
pero tendrás que esperar – Como me conocía, solo atine a darle con el puño en
el hombro.
- Wow pareces que estas haciendo ejercicio ¿no?
- Un poco, veo que lo notaste – Y ahí estaba
su mirada, no podía creer como la extrañaba.
- Veo que ahora eres un fan del gimnasio,
espero que seas algo más que eso.
- Temo decepcionarte pero lo que ves es lo
que hay – Y para mi eso era más que suficiente.
- Tratare de superarlo.
El resto del camino fue así, entre bromas,
preguntas y cosas por el estilo, parecía que íbamos recuperando nuestra
amistad, que tanto temí perdida por el paso de los años.
Cuando llegamos a casa, sus padres y los míos, ya
lo esperaban con un enorme cartel que rezaba “BIENVENIDO”, con esto solo pude concluir una cosa, todos sabían
que Edward volvía, menos yo y claro mi sobrina, ya habría tiempo de ajustar
cuentas. Después de los abrazos y las lágrimas de Esme y Renee, pasamos al
jardín que estaba preparado para una celebración.
- ¿Eres feliz? – Me escuche preguntarle
cuando lo tuve frente a mí, aunque honestamente no entendía muy bien por que
quería saberlo.
- Si, pero lo que más feliz me hace es que
aún después de tanto tiempo esto….lo nuestro siga intacto – Por un momento
estuve segura de haber olvidado respirar cuando dijo “lo nuestro”, pero logre
recuperarme y solo atine a sonreír, una vez que pude volver a respirar, me di
cuenta que perdí el habla, así que para evitar que esto sucediera nuevamente
trate de desviar la conversación a terrenos más seguros o al menos eso quería
yo.
- ¿Es lindo Londres?
- ¿Por que durante estos 5 años nunca te vi?
¿ni una sola vez? – Si esa era su respuesta claramente no eran terrenos más
seguros.
- ¿Qué?
- Solo respondeme, necesito saberlo – No
pude evitar ver una nota de dolor en sus ojos o solo era mi imaginación.
- Yo…bueno…siempre coincidía que cuando tú
venías, yo iba a otras cosas y no se dio la posibilidad de vernos y eso – Creo
que mi nerviosismo fue notorio, pues gesticule más de la cuenta y no pude verlo
a los ojos.
- Mírame, Isabella, quiero la verdad.
- Pues es la verdad – Al fin pude mirarlo.
- No te creo!!!
- Ese es TÚ problema – lo dije recalcando el
“TÚ”
- Eso es todo lo que tienes que decir.
- No, tengo una duda ¿por que te fuiste a
Inglaterra? – y me dejaste sola quise
agregar, pero no quería forzar las cosas.
- Para estudiar.
- Mentira!!!
- ¿Qué?
- Tampoco te creo.
- Pues te cito: “ese es TÚ problema”.
- Si tiene razón ese es mi problema – Trate
de huir, las lagrimas estaban a un paso de aparecer, pero me detuvo tomando mi
muñeca.
- Disculpa, pero es que tenerte frente a mi
volver a verte….es…
- Es que? – dilo de una vez gritaba mi mente
- ¿Algún problema? – Lo de Emmett sería una
muerte lenta.
- No, todo bien – respondió Edward al tiempo
que soltaba mi muñeca.
No dije nada más, que fácil le resultaba decir que
todo estaba bien, cuando mi mente era un revoltijo total, necesitaba pensar,
estar sola unos minutos, todo esto era demasiado para mí en un solo día.
Entre a la casa y me dirigí al estudio, me tendí
en el sillón, cerré mis ojos para aclarar mi mente, pero termine quedándome dormida.
No se cuanto tiempo estuve así, hasta que la voz de mamá me despertó.
- Creo que es hora de despertar – Lentamente
abrí los ojos.
- Mami…por que no me dijiste?
- No puedes huir toda la vida Bells.
- Pero necesitaba estar preparada.
- ¿Para que? creí que llevabas 5 años
haciéndolo – Preferí cambiar el tema.
- ¿Cuanto tiempo llevo aquí?
- Un rato, pero nadie quiso despertarte, que
día no?
- No tienes ni una idea.
- Levántate, Edward quiere decirnos algo a
todos.
- Ya voy – Me levante despacio, estirándome
y dando un último bostezo, pase los dedos por mi cabello, y me fui rumbo al
jardín. Tome un vaso de limonada de la mesa y me acerque donde estaban todos.
- Miren despertó la Bella Durmiente – mi
hermana le lanzó una mirada asesina.- ¿Que hice?
- Si, ya desperté – solo le sonreí.
- Hijo ya estamos todos que nos quieres
decir.
- Bueno familia quiero decirles que…ME
CASO!!!!
Durante un minuto eterno, solo hubo silencio, no
pude evitar darme cuenta que las miradas iban de Edward a mi y luego de nuevo
hacia él, en ese corto lapso todo me dio vueltas, trate de creer que estaba
soñando, que estaba aún dormida en el sillón o mejor aun que todavía estaba en
mi cama y que nada de lo había pasado durante el día era real, además Edward
era una imagen recurrente en mis sueños así que este podría ser perfectamente
el caso no?, necesitaba con desesperación una confirmación de algo, lo que
fuera, sueño o pesadilla, realidad o ficción, algo y ese algo llegó, acompañado
de sonoras carcajadas.
- jajajjajajaajaa…que buen esa!!!! Tú
casarte…jajjaja si claro…Si con la única que siempre has querido casarte es con
Be….- no pudo continuar, pues un pisotón
de mi hermana lo hizo callar, ya se lo agradecería después.
Edward aún no decía nada y creo que todos
estábamos en espera, Emmett aún se enjugaba las lagrimas, aunque no sabía si
era de tanto reírse o por el dolor que le provoco el taco de Rosalie en su
empeine, sus padres lo miraban atentamente y los míos me miraban a mí en
búsqueda de respuestas, así que solo me encogí de hombros como señal de que
esto nada tenía que ver conmigo.
- ¿Qué te resulta tan gracioso? – Pregunto
Edward a Emmett.
- Tú casándote…- Iba a comenzar de nuevo
hasta que su mirada se cruzo con la de Rosalie.
- Pues por muy gracioso que te parezca, es
cierto me caso – Esas últimas palabras resonaron en mi cabeza una y otra vez y
se incrustaron en un lugar muy profundo de mi alma, lo que provoco un sonido
que solo yo pude escuchar mi corazón haciéndose trizas.
- Felicitaciones!!!! – Dijo Esme y se acerco
a abrazarlo, no se si lo imagine o no, pero papá se puso junto a mi o siempre
estuvo ahí, no lo sé.
En realidad nada de lo que estaba pasando tenía
sentido para mí, aquellos abrazos y parabienes estaban mal, por que el día en
que Edward anunciara su matrimonio yo debía de estar junto a él, de su mano
como su prometida y la felicidad sería compartida por ambos, mi papá tendría
que estar abrazándonos y no sosteniéndome para que no me derrumbara, las
lagrimas que amenazaban con salir deberían de representar felicidad absoluta y
no este dolor que me oprimía el pecho y no me dejaba respirar.
Por un momento pensé en huir, en gritar, hacer
algo que me recordara que estaba medio viva, pero me queda ahí como estatua, ni
siquiera note que no había nadie junto a mí o que Edward se había acercado
hasta donde estaba, fue su voz la que me hizo reaccionar.
- No me felicitas – Me extendió sus brazos,
que ganas de decirle que no, que estaba mal, que lo amaba, que siempre lo había
hecho, pero ya era demasiado tarde.
- Por supuesto – Lo abrace, pero que
distinto era este abrazo al de esta mañana en el aeropuerto cuando aún tenía
fe, cuando aún era feliz.
- Esto merece un brindis – Me soltó y
agradecí la interrupción de Carlisle, lo que menos necesitaba era sentirlo
cerca de mí, recordé una cita que había leído en alguna parte y entendí por
completo su significado “La peor forma de
extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener”.
Necesitaba con desesperación estar sola, para
poder gritar, llorar, maldecir, lo que fuera necesario para quitarme este dolor
del pecho, así que levante y me dirigí a mi madre.
- Me voy a casa.
- Segura, ¿No quieres quedarte? – Oh, Por
Dios!!! Es que acaso no había estado aquí, no sabía nada…por supuesto que
estaba segura.
- Rene!!! – Fue lo único que pude decir.
- Perdón, ya sé – Me sonrió, pero no tuve el
ánimo suficiente de devolverle la sonrisa, solo quería irme de ahí lo antes
posible. Al menos estaría en mi habitación en 5 minutos, pues Edward y yo
éramos vecinos.
- Adiós – Trate de sonar lo más natural
posible.
- ¿Ya te vas? – Me pregunto él. Acaso no es obvio quise responderle.
- Si, lo siento mucho semana agotadora –
Hice la pobre imitación de una sonrisa, escuche a sus padres pedirme que me
quedara, pero rechace la oferta, cuantas ganas tuve de gritarles cuan equivocados
estaban con respecto a los sentimientos de Edward, pero que caso tenía, ellos
no eran los culpables.
- ¿Te acompaño? – Quise preguntarle si
torturarme lo hacía feliz, pero me perdí en su sonrisa y en el sonido de su voz
aterciopelada, así que me despedí nuevamente y comencé a caminar rumbo a la
puerta, sentí unos paso tras de mí y pedí que fuera cualquiera menos él, pero
estaba comprobado que hoy no era mi día de suerte precisamente, me alcanzó
antes de llegar a la puerta y la abrió para mí. – Después de ti.
- Gracias – Ahí caí en la cuenta que nuestra
amistad pasaría a hacer eso, buenos modales, palabras triviales, felicitaciones
necesarias, pero nada más.
El cortisimo trayecto lo hicimos en silencio, eso
era otra cosa que amaba de él nunca trataba de llenar nuestros silencios, pues
nunca eran incómodos. Cuando empezaba a abrir la puerta, sentí su mano sobre la
mía.
- ¿Te puedo pedir un favor? – El que quieras pensé en responderle,
pero no lo hice, le di la espalda y le pregunte.
- ¿Cual? – Sentí el clic del cerrojo de la
puerta, ya estaba abierta, cuando me volví hacia él me di cuenta que estaba
peligrosamente cerca de mí y sus ojos estaban mirando mis ¿labios?, lo sentí
acercarse aún más, pero el teléfono de mi casa comenzó a sonar, así que corrí a
atenderlo, vi que Edward entro tras de mi y cerro la puerta, con más fuerza de
la necesaria, debo decir. Note como tocaba su cabello, cosa que hacia cada vez
que estaba nervioso, para luego apretar el puente de su nariz, eso lo hacia
cuando estaba enojado o frustado, pero no podía entender el por qué.
Levante el auricular – Alo….Hola como estas?.....bien gracias……déjame ver…..- Tome mi
celular – si esta muerto…hoy no creo, que
te parece el lunes…perfecto…un beso…adiós.
- ¿Quien era? – Casi había olvidado que
estaba ahí.
- Disculpa…
- Disculpa aceptada….¿quien era? – Perfecto
ahora era seguro que me estaba volviendo loca, pero su voz parecía la de un
hombre….¿celoso? Si, claro un hombre celoso comprometido con otra, totalmente
posible Isabella, sacudí la cabeza para quitarme tan absurda idea – y…aún estoy
esperando una respuesta Bella – Y ojala
esta cómodo esperando, pensé, no sabía muy bien por que, pero no quería
decirle nada. Si lo sé era una estupidez creer que estaba celoso, pero al menos
estaba curioso y con eso me bastaba, si era patética, mas no me importaba, así
que cambie el tema.
- ¿Cual era el favor?
- El qué….ah….si el favor, bueno Tanya llega
mañana.
- ¿Tanya? – Al instante me arrepentí de
preguntar.
- Mi prometida, pues bien queremos casarnos
aquí, ya que ella no tiene familia en Londres, salvo su mejor amiga que no
puede acompañarla, sino pocos días antes del gran día, entonces quería pedirte
si puedes ayudarla con los detalles, a adaptarse, no sé esas cosas – note que
estaba nervioso, pues hablaba a la velocidad de la luz – Tú sabes que te lo
pido a ti por que eres mi amiga – quise golpearlo con el florero que estaba
cerca de mí, no podía creer que me estuviera pidiendo esto a mí, es que acaso
no sabía que yo…por supuesto que no lo sabía jamás se lo dije, entonces el golpe
con el florero me lo daría yo – Y bien ¿que me dices?
- Bueno yo no tengo mucho tiempo y no sé si
podré estar siempre al pendiente, por que no se lo pides a Rosalie – No puedo
negar que me sorprendió lo sincera que sonó mi voz, creo que no necesitaba ningún
golpe después de todo.
- Claro que pensé en ella y pienso pedírselo,
nada me haría más feliz que las personas que quiero se hicieran amigas de mi
novia.
- Que maravilloso sería no – Esperaba que no
notara la nota de ironía que tiño mi voz.
- ¿Puedo contar contigo? – No, no y no
gritaba mi mente, pero fue mi corazón el que hablo.
- Siempre – Y mientras Edward se acercaba y
me abrazaba, mira fijamente el florero.
Como era de suponer aquella noche fue horrible,
lloré aun más que cuando se fue a Londres, al menos en ese momento albergaba
una mínima fracción de esperanza o algo similar, pero ahora no había nada, peor
aún menos que nada.
Oí llegar a mis padres y note que estuvieron unos
instantes en el umbral de mi puerta, no sé si creyeron o no que estaba dormida,
pero sin decir nada se fueron, se los agradecí en silencio. Durante toda la
noche reviví cada momento del día y lo que era aún peor fue darme cuenta que
pase de la alegría al dolor en tan pocas horas. Creo que me dormí en algún
momento de la madrugada, cansada de llorar y pensar y desperté muy avanzada la
mañana con un fuerte dolor de cabeza. Mire por la ventana y el día era un fiel
reflejo de mi estado de animo, oscuro y lleno de nubes que cubrían el sol. Me
pregunte cual era el sentido de levantarme, de seguir, de todo y solo pude reír
de lo dramática que sonaba, parecía la heroína sufrida de una telenovela, al
pensarlo me reí aun mas fuerte, mire hacia le reloj de mi mesita y vi que ya
eran las 12:00…Wow si que era tarde.
- ¿Qué es lo gracioso? – Por un momento
pensé que seguía soñando, no era posible que él estuviera aquí, en mi
habitación, mirándome. Sacudí mi cabeza, pero seguía ahí – ¿Que te pasa?
- Nada – Aún si esto era un sueño no pensaba
parecer una loca - ¿Qué haces aquí?
- Vine a buscarte….Bella – Si definitivamente
esto era un sueño, pues eso era lo que esperaba oír y su mirada unida a la mía
– Hoy llega Tanya – No….estaba despierta por que ni en mis peores pesadillas
Edward me diría eso.
- ¿Cómo entraste? – No quería saber nada de
ella aún.
- Una puerta cerrada jamás será impedimento
para llegar a ti, Bella – Se sentó frente a mi y tomo un mechón de mi cabello que acomodo detrás mi oreja.
- ¿Qué? – Su hermosa risa lleno la
habitación y me mostró el juego de llaves que su madre tenía en mi casa en caso
de emergencia.
- Acaso esto califica como una emergencia.
- Tal vez, conociéndote no era de extrañarse
que hubieras caído en la lavadora o algo peor – Fruncí el ceño – Vamos no te
enojes, las tome prestadas, veo que hay cosas que no cambian, como por ejemplo
los domingos.
- No, su almuerzo de los domingos es
sagrado.
- ¿Y tú que haces? – Se estaba acercando
demasiado, así que sin pensarlo doble mis rodillas y apoye mi mentón en ellas.
Necesitaba algún tipo de barrera.
- Duermo hasta tarde, a veces como con Emmett
y Rosalie o hago de niñera, salgo con alguna amiga.
- ¿O amigo? – De nuevo me pareció percibir
celos, pero lo descarte.
- O un amigo, también hay veces que los
acompaño – Si cuando estoy muy desesperada, quise agregar, por que no era muy
cómodo estar entre dos parejas y yo sola.
- ¿Algún novio?
- ¿Eh?....no nada de nada.
- Nadie que provoque algo – Si tú, pero ya
estas apartado, pensé en responderle, pero mejor no lo hice.
- Nop.
- No puedo creerlo, nadie que te invite o
algo así.
- No, por que te parece tan difícil creerlo
– Bueno eso era casi verdad. Jacob llevaba varias invitaciones, pero había
inventado tantas excusas que aún no podía creer que siguiera intentándolo.
También estaba Mike pero al parecer el logro captar el mensaje.
- Claro que es difícil de creerlo, mírate
eres preciosa, inteligente, simpática, tierna, responsable, encantadora….-
Decidí que por el bien de mi salud mental debía detenerlo.
- Para, por favor – Si era verdad que él me
veía así, era obvio que de todas formas me faltaba algo, por que si iba a casar
con otra no conmigo.
- Pero si es cierto.
- Suficiente o me volveré una
engreída….mejor me levanto ya – Trate de sonar de buen ánimo, me estire y salí
de mi cama, al parecer con demasiada rapidez por que me tropecé, pero no
alcance a llegar al suelo, Edward me tenía en sus brazos, tenía los reflejos de
superhéroe.
- Hay cosas que no cambian – No pude evitar
sonrojarme – Creo que debo agregar que tienes los ojos color chocolate mas
hermosos que he visto, que el sonrojo de tus mejillas solo resalta más tu
belleza natural y tu cabello sigue teniendo el mismo aroma a flores – Lo vi
inspirar. Estábamos tan cerca uno del otro que sentía su aliento en cada
palabra que me decía – Por cierto que lindo pijama – Ese último comentario me
ayudo a recobrar la cordura, mi pijama era de conejitos color rosa.
- Gracias…ahora si me permites creo que me
iré a duchar – No se como logre no tartamudear y enderezarme para salir de la
protección de sus brazos.
- ¿No quieres ayuda? – Acaso le gustaba
torturarme, no le respondí, solo le lance un cojín que atrapo en el aire –
Entiendo, te espero abajo.
La ducha caliente calmo mis músculos en tensión,
al fin me sentía más relajada, aunque pensar en Edward esperándome abajo no
ayudaba en nada. Me pareció oír repicar el teléfono, pero al instante paró. Me
vestí lo más cómoda que pude, no tenia mucho sentido usar mis mejores galas
para ir al aeropuerto, no pude dejar de pensar que en pocas horas mas la
conocería, así que necesitaba sentirme lo mas confortable posible. Termine de
arreglarme, puse en orden unas cosas de mi habitación, tome mi bolso y baje,
cuando llegue al salón lo vi sentado en el sillón viendo televisión, que imagen
mas familiar daba ahí, era como si estuviéramos casados y este fuera un fin de
semana más y….me obligue a frenar mis pensamientos, así que mejor le pregunte
sobre el sonido que me pareció oír cuando estaba arriba.
- ¿Me pareció oír el teléfono? –Note como
apretaba el control remoto hasta que sus nudillos estuvieron blancos, pensé en
no seguir preguntando el instinto me decía que estaba enojado
- ¿Quien rayos es Jacob?