Entre tus alas


 
Capitulo 15

Aquello fue una revelación, una que cayó como un rayo que partió en dos mi vida, en una estaba la Isabella que jamás entregaba el corazón a nadie y que tenía relaciones que estaban destinadas a fracasar, en la otra la Bella que amaba por primera vez en su vida…que amaba a Edward Cullen.

Estaba como estática en el lugar, ya no observaba a nada ni nadie en particular, me sentía como en trance y solo pude salir de él cuándo note que mi amiga Bree llamaba mi atención y por el tono de su voz llevaba un rato tratando de hacerlo.
- Bella, por Dios ¿estás bien? – Sentí  una presión nada suave en mi brazo.
- Perdón, me decías.
-¿Qué si estás bien?
-Yo…- No logre decir nada más porque Edward llegó a mi lado, no supe cómo o en qué momento lo hizo, pero estaba a mi lado y me sonreía tímidamente. Sin pensarlo mucho me lance a sus brazos, subí mis manos a su cuello hasta bajarlo a mi altura y capturar sus labios para besarlo, por unos segundos note cierta vacilación en él y sentí que moría, pero de un momento a otro todo cambio y sus manos bajaron a mi cintura para acercarme aún más a él, fue el beso más maravilloso e increíble que haya dado en mi vida, porque se lo estaba dando a la persona que amaba.
Cuando nos separamos pude ver los rostros de sorpresa de mis amigas y varias personas más reunidas que trabajaban en la oficina, recién ahí caí en la cuenta del espectáculo que acababa de dar, como final de comedia romántica, bese a mi novio en medio de una las avenidas más transitadas de la cuidad y a unos pasos de mi trabajo, si quise mantener mi relación en secreto dudaba que ahora lo fuera.
Edward en ningún momento soltó su agarre de mi cintura, ni siquiera cuando trate de alejarme de él, es más lo hizo más fuerte. Sus labios llegaron a la altura de mi oído y me susurro:
- Todo va a estar bien – Lo único que pude hacer fue creerle.

Tanya y Bree se encargaron de alejar a las personas que nos rodearon. Vi por el rabillo del ojo como Bree amenazaba a varios de las más chismosas del bufete con sus típicas actitudes matonas, aprendidas en películas, en cambio Tanya como siempre trataba de ser más diplomática.
Una vez que todo volvió a la normalidad y no quedaban mirones, Edward sin quitar su brazo nos volteo a ambos hasta quedar frente a mis amigas.
- Señoritas lo siento, pero me llevo a mi novia a comer.
- Es toda suya joven Cullen, dele toda la comida que quiera – Bree le guiño el ojo pícaramente y se fue. Tanya se despidió también y partió junto a ella.
- Gracias – Me solté de su agarre  para quedar frente a él.
- ¿Por qué agradeces?
- Por todo, por tenerte a mi lado, por nuestro bebe, porque existe y me dejaste entrar en tu vida, porque le devolviste el sentido – No le respondí solo lo abrace con fuerza, como un naufrago que se aferra a una tabla que significa su salvación, porque eso era él para mi…mi salvación.
Unimos nuestras manos y nos encaminamos a un restorán cercano. Cuando finalmente mis ideas estuvieron en cierto orden, note que en todo este tiempo no volví a ver a Rosalie. No pensaba montar una escena de celo ni nada, pero quise saber que había pasado. Una vez instalados y habiendo hecho nuestra orden, no pude evitar preguntárselo.
- ¿Dónde está la Sra. King?
- ¿Sra. King? Rose, creo que en su casa, hotel o centro comercial, no lo sé con exactitud ¿por qué deseas saberlo? – Por un instante dude si había sido producto de mi imaginación haberlos visto abrazados, así que me aventure con otra pregunta.
- ¿No estaban juntos? Así me pareció verlos cuando salía.
- Oh – De inmediato supe que no estaba loca – Si estábamos hablando.
- ¿Hablando?  - Enarque una ceja y trate de controlar los celos que ahora si estaba sintiendo – A mi pareció que estaban abrazados.
- Rose me estaba felicitando.
- Acaso ganaste algún premio.
- El mejor de todos – Tomo mi mano que descansaba en la mesa – A ti  y nuestro bebe.
- Oh – Me sonroje por aquellas palabras - ¿Le contaste?
- Por supuesto lo nuestro no es un secreto y si lo era con lo que paso hace un rato, pues creo que dejo de serlo, además mi felicidad se nota y como era obvio, ella se dio cuenta y quiso saber la razón. Cuando se la conté me abrazo para felicitarme.

Suspire mentalmente de alivio al saber que Edward le conto de mi a Rosalie. El resto del almuerzo lo pasamos hablando de las consecuencias del beso y como podría afectar mi trabajo. Me tranquilizo diciéndome que la primera medida que tomaría seria renunciar, aquello inevitablemente me puso un poco triste estaba acostumbrada a verlo a diario en la oficina, pero en el fondo sabía que aquello era lo mejor, además él debía volver a su vida que estos últimos meses se había vuelto un tanto caótica. Me ofreció todo su apoyo en caso de que cometieran la “idiotez” de despedirme, me dijo que abriría una oficina para mí, que sería más grande y más prestigiosa. Adoraba cuando se comportaba como un niño soñador que prometía comprarme una cometa más grande y linda, porque la mía se había roto. Solo le respondí que no nos aventuráramos tanto. Lo tranquilice diciéndole que sabía que no lo harían pues ya uno de ellos se había visto envuelto en un escándalo de proporciones del cual pudo salir bien librado con mi ayuda.
Cuando regresamos a la oficina pude notar las miradas y los murmullos que decían al verme pasar, pero los ignore a todos.
Entramos con Edward a mi oficina y redactamos su carta de renuncia, apenas estuvo lista se dirigió al departamento de recursos humanos para hacerla efectiva. Antes de irse me beso durante varios minutos dejándome feliz y en el cielo. Apenas salió seguí con mi trabajo, estaba revisando unos papeles cuando oí la puerta que se abría, no levante mi vista pues supuse quien sería.
- Volviste muy pronto.
- No tanto, me tarde casi una semana en volver – Levante mi vista y frente a mí no estaba quien creía, sino que Emmett. Algo en su mirada encendió las alarmas.
- ¿Qué haces aquí? – Lo mire seriamente.
- Vine a verte.
- Tienes algún problema legal.
- No – Se acerco hasta mi silla.
- Entonces no veo en que puedo ayudarte.
- Tú bien lo sabes – Acaricio mi cuello y un escalofrió desagradable me recorrió. Luego movió mi silla hasta dejarla frente a él y acorralarme.
- Emmett ¿Qué te sucede?
- Acaso no lo ves….Bells te sigo amando, eres la mujer de mi vida – Trato de besarme, pero lo empuje tuve la ventaja de que estaba desprevenido, y pude liberarme. De inmediato me levante y me dirigí lo más lejos posible  de él.
Al parecer no entendió o no quiso entender el mensaje, pues nuevamente trato de acercarse. Parecía el juego del gato y el ratón, y odiaba ser la presa, donde fuera que me movía ahí estaba él acechándome. Estaba perdiendo la paciencia y el silencio que había era enervante, es por eso que decidí ser clara.
- Emmett será mejor que te vayas.
- Bella acabo de decirte que te amo.
- Ambos sabemos que no es cierto, no me amas y dudo que alguna vez lo hayas hecho – Fui tajante con él, sus palabras de amor no me las creía, ni siquiera se las creía cuando eramos algo, mucho menos ahora. Camine hasta la puerta y la abrí, para ver si ahora entendía el mensaje de que se largara.
- Maldito Cullen – Me voltee a verlo no entendía a que venía eso.
- ¿Qué tiene que ver Edward en esto?
- Él te alejo de mí.
- No Emmett, tú solito me alejaste.
- ¿Lo amas? – No esperaba esa pregunta, aun cuando la respuesta era clara para mí no pensaba decírselo primero a Emmett, Edward era a quien debía gritárselo, después al mundo entero.
- No veo por qué debo contestar eso.
- No lo amas ¿cierto? Me sigues amando a mí.
- Emmett no es de tú incumbencia ese tema. No somos nada para que hablemos de mis sentimientos.
- Ella tenía razón – su voz fue un murmullo, pero logre oírlo….ella ¿Quién era?
- Emmett por última vez….LARGATE.
-Bells dame un oportunidad no me importa que estés embarazada de su hijo, que se haga cargo si lo desea, pero te prometo que seré como un padre para ese bebe, seremos una familia, seremos felices, además tú no lo amas ¿Qué me dices Bella? – No le respondí en cambio le di una cachetada que resonó en el silencio de la oficina.
- Nunca vuelvas a decir algo así, me oíste NUNCA, escúchame JAMÁS DEJARE A EDWARD.
- Tal vez tú no, pero él te dejara Bella, lo hara – Aquellas palabras me golpearon más fuerte que cualquier cachetada y me congelaron en mi lugar, fue por eso que no vi que se acercaba y chocaba sus labios con los míos. Hice uso de toda mi fuerza para alejarlo, iba a golpearlo nuevamente cuando otra persona se me adelanto.
Aquel golpe lo dejo en el suelo, Edward estaba por abalanzársele encima, pero lo detuve, no quería que sufriera algún golpe, ni mucho menos peleara con alguien tan insignificante como Emmett.
- Edward – Su mirada estaba cargada de ira, pero al encontrarse con la mía logre transmitirle calma.
Emmett se levanto mirándonos con furia y limpiándose un hilillo de sangre que brotaba de su boca. Estaba midiendo sus pasos para lanzarse contra Edward.
- Ni lo sueñes – Vi que mi muy ineficiente secretaría se asomaba y le grite que llamara a seguridad.
En unos segundos estuvieron en mi oficina y se lo llevaron, pese al forcejeo. Antes de cruzar el umbral se volteo y nos grito a ambos.
- Esta me la pagan, les juro que su estúpido cuento de hadas se acabara de la peor forma. Ella no te ama y nunca lo hará – Sus ojos estaban inyectados en sangre, aquel era un Emmett totalmente desconocido para mí.
Cuando pareció calmarse comencé a llorar desesperada, parecía una histérica. Edward se acerco a mí y me guio hasta el sofá que estaba ahí. Me sentó en sus rodillas y me abrazo, sentí sus labios en mi cabello y su mano que dibujaba círculos en mi espalda para calmarme. Tanya entro corriendo a mi oficina y él le pidió que trajera manzanilla para relajarme, salió rápidamente dejándonos nuevamente solos. Un rato después mis lágrimas cesaron y ya solo hipaba. Lo abrace con más fuerzas y sin levantar la vista se lo dije:
- Te amo Edward Cullen – Cuando levante mi mirada me arrepentí de inmediato de haberlo hecho, Edward tenía en su rostro una expresión tan fría y dura que nueva lágrimas aparecieron y mi corazón estaba desecho.

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