Entre tus alas



Capitulo 16

Hice uso de todas mis fuerzas para no llorar más. Rápidamente me levante de su regazo y me aleje unos pasos de él, aunque en aquel momento feliz me hubiera alejado kilómetros. De todos los escenarios posibles que alguna vez creo mi mente cuando le dijera a alguien por primera vez que lo amaba, este no era uno de ellos, nunca imagine lugares paradisiacos, ni puestas de sol o la música perfecta, pero un rostro frío como el que Edward tenía no era ni cercano a mi imaginación, menos aun porque había sido él quien me lo dijo primero ¿acaso me había mentido? Con que fin, que me acostara con él, ya lo había hecho, alguna broma macabra del jovencito que seduce a la mujer mayor, sonaba tan cliché que quería reír, tal vez solo lo dijo para que no huyera con el bebé, perfecto ahora mi mente crea escenarios dramáticos como una novela rusa.

Mi cabeza estaba hecha un reverendo revoltijo y lo peor es que no atinaba a darme una sola respuesta coherente para todas mis preguntas. Lo sentí suspirar tras de mí y supe que estaba muy cerca, no necesitaba su brazo rodeándome para notar su presencia abrazándome y en ese momento odie ese efecto en mi.
- Bella – Trato de atraerme a él, pero no se lo permití – No necesito que lo digas – Voltee a verlo enfurecida, si hace apenas unos minutos estaba triste ahora otro sentimiento muy distinto me embargaba.
- ¿Qué rayos significa eso?
- No necesito que me digas que me amas solo para demostrarle a Emmett que está equivocado – Su respuesta no ayudo en nada a aminorar mi ánimo.
- Eres un imbécil y yo también – Lleve mis dedos a mis sienes para darles un masaje, pues una jaqueca amenazaba con aparecer – Lárgate de aquí.
- Tenemos que hablar – Nuevamente trato de acercarse, pero se lo impedí.
- No, no tenemos así que márchate por lo que recuerdo ya no trabajas aquí.
- Ángel cálmate por favor hace menos de una semana fuiste a parar a urgencias por alterarte tanto – Su mirada estaba llena de preocupación y quise llorar de rabia porque sentir que Edward solo me quería por ser la futura madre de su hijo.
- No te preocupes estoy bien – Trate que en mi voz se plasmara la seguridad y tranquilidad que estaba lejos de sentir.
- Bella amor, yo… - Levante mi mano como señal para que no dijera nada más.
- Edward solo deseo que te vayas, acaso es mucho pedir.
- Si es mucho – Ese hombre me estaba desconcertando, acaso quería volverme loca – No podemos dejar esto así.
- Así como…yo te dije que te amaba y tú consideras que aquello no es necesario. Claro está que además supones que lo dije solo porque quería llevarla la contra a un idiota como Emmett.
- Por Dios Bella, todo esto es un embrollo – Se llevo la mano a sus cabellos desordenándolos aún más.
- Para mí es sumamente claro…no te importo – Acababa de sonar como niña caprichosa.
- Como puedes decir eso, si no hay un segundo de mi tiempo que no estés en mis pensamientos y no te permito que dudes que te quiero….que te amo.
- Pues lo dudo, dudo lo que sientes por mí y creo que solo lo dijiste para que no me aleje de ti con nuestro bebe – Una vez que lo dije caí en la cuenta de lo duras que eran aquellas palabras. Me atreví a mirar a Edward y vi la sombra de dolor que cubrió su rostro, pensé que se iría de mi oficina y honestamente me debatí entre pedirle perdón o dejarlo marchar como ya se lo había pedido.
Sostuvimos nuestras miradas sin decir ninguna palabra. Edward de acerco lentamente a mí, yo no sabía muy bien porque, pero no podía moverme de mi lugar, no sabía que esperar más lo que hizo me dejo aún mas desconcertada. Me tomo con fuerza los brazos para acercarme a él, bajo su cabeza hasta mi altura y se acerco a mis labios, pensé que me besaría con rabia en cambio se tomo su tiempo, primero los humedeció con su lengua y se acerco para darme un pequeño beso y luego otros, sin pensar mucho fui abriendo pausadamente mi boca, hasta que sentí como capturaba mi labio inferior con sus dientes, sin poder evitarlo gemí suavemente aquello fue aprovechado por él ya que su lengua entro en contacto con la mía, era una sensación tan placentera que pensé que me derretiría. No entendía muy bien porque si estaba furiosa y tan triste por su actitud no podía alejarme de él, así es el amor fue la respuesta que me susurro mi mente. Era adicta a sus besos y lo peor es que me estaba haciendo adicta  a él.
Sentí que sus manos subían hasta mi rostro y lo tomaban entre ellas. Poco a poco se fue separando de mí, yo me sentía mareada
- Nunca dudes de que te amo Isabella, eres el amor de mi vida - Bajo sus manos a mi cintura y me acerco. Me apoye en su pecho y inhale su aroma, luego levante mi vista.
- Tampoco tú lo dudes – Iba a hablar pero no lo deje – No te lo dije por esa estupidez que piensas, lo dije porque lo siento así…te amo Edward Cullen y me arruinaste para cualquier otro, porque soy tuya y te amo – Sentí como se estremecía y me envolvía entre sus brazos para luego levantarme.
- Me amas – Me dio una vuelta en mi oficina, parecíamos dos niños – Isabella Swan me ama….me ama…me ama…
- Te amo tontito, te amo y nunca te atrevas a dudarlo.
- Bella soy un idiota – Me dejo en el suelo.
- Si lo eres, pero te AMO.
- Cuando oí a Emmett que no me amabas yo… - Puse mi mano en su pecho sobre los latidos de su corazón.
- ¿Estabas oyendo mi conversación? – Lo mire tratando de parecer enojada, parecía avergonzado.
- Estaba por entrar a tu oficina cuando los oí – Tenía la cabeza gacha como si fuera un niño regañado.
- Y te dejaste llevar por su opinión….Oh Cullen el amor te hace mal.
- Nunca, el amor me da la fuerza para seguir día a día.
- Edward quiero que me escuches, si no le respondí cuando me pregunto si te amaba fue porque quería que fueras tú el que lo supiera primero, no él, de hecho pensaba decírtelo esta noche.
- ¿Esta noche? – Uso su sonrisa seductora.
- Si, pero ya que lo sabes, no es necesario.
- Si lo es, ángel si lo es – Se acerco nuevamente y nos perdimos entre besos. Estos sencillamente eran los mejores de mi vida, porque eran dados al hombre que amaba.
Así estuvimos durante un buen rato hasta que oí que tocaban a mi puerta. Nos separamos y arreglamos nuestra ropa. Cuando estuvimos más o menos presentables, grite “adelante”. Era mi jefe quien nos miro a ambos, luego se detuvo en mí.
- Isabella quiero que sepas que cuentas con todo mi respaldo, se han oído rumores de que tienes una aventura con tu asistente. No soy nadie para inmiscuirse en tus asuntos, pero ya sabes lo conservadores que pueden resultar los socios de la firma. Así que te pido que manejes todo esto con discreción.
- Gracias Michael, tú mejor que nadie sabes que no permito que mi vida privada entorpezca mi desempeño profesional – Asintió – Quiero comunicarte que a partir de hoy el Señor Cullen deja de ser mi asistente.
- Me parece perfecto. Bueno me retiro.
- Solo para aclarar lo mío con Isabella no es ninguna aventura, es mi novia – Mire a Edward que estaba muy serio luego de la declaración.
- Gracias por la aclaración jovencito. Isabella nos vemos.

Una vez que mi jefe se hubo marchado encare a Edward por su actitud, una parte de mi estaba agradecida por la aclaración, pero el tono que uso parecía el de un niño desafiando a la autoridad.
- No era necesario que usaras ese tono – Me acerque a mi silla y me senté.
- Acaso no notas como te mira.
- Edward, es mi jefe. No tiene sentido
- Tú también eras mi jefa.
- Si era, así que me parece que tienes que marcharte – Esta vez se lo pedí con una sonrisa.
- Solo si me prometes que esta noche nos veremos.
- Esta bien – Me dio un último beso antes de marcharse.

Agradecí que el resto del día todo haya sido normal, creo que no soportaría más sorpresas y escándalos aquel día. Además le había prometido a la doctora que me tomaría las cosas con más calma. Mi bebé era mi prioridad así que haría todo para estar tranquila. La primera medida fue impedir el acceso de Emmett a mi oficina, sus últimas dos visitas solo me han alterado. Regañe a Jane por no estar en su lugar de trabajo y dejar que él entrara sin ser avisado. No quise sonar tirana, pero lo advertí que esta sería la última vez, la próxima debía de comprar los avisos de empleo en el periódico.
La siguiente medida fue pedir a mi compañía un nuevo número de celular, acababa de recibir varios mensajes de él y eso me sacaba de mis casillas, no lograba entender porque estaba tan obsesionado, durante los tres años de relación jamás se mostro tan vehemente al momento de hablarme de amor y ahora pareciera ser un asunto de vida o muerte para él.
Antes de salir de mi oficina fui abordadas por mis amigas, les explique a grandes rasgos todo y les prometí que mañana si comería con ellas. Bree trato de hacerme sentir culpable, pero no era muy buena en eso. Tanya como siempre se mostro dulce y me dijo que mi alegría era su alegría.
- Nos vemos chicas – Las bese a ambas y baje hasta el hall del edificio. Acababa de recibir un mensaje de Edward que me decía que me esperaba.
Lo vi junto a su volvo y parecía sacado de un anuncio. Se veía hermoso y creo que lo ame un poquito más, sin contar que mi ego subió diez punto al saber que un adonis como él me amaba a mí, en especial al notar como varias miradas femeninas de detenían en mi novia y él ni las notaba, sus ojos estaban clavados en mí.
No se dé donde las saco, pero cuando llegue a donde estaba me extendió un ramo de lirios violetas. No alcance a darle las gracias, porque me estaba besando. Oímos como alguien gritaba “busquen un cuarto”, esa voz no era otra que la de mi amiga Bree, que me sonrió cuando la localice con la mirada, me soplo un beso y siguió su camino.
- Te extrañe.
- Solo fueron unas horas Edward.
- Fueron días para mi, un hombre enamorado irremediablemente – Le sonreí.
- Gracias por las flores – Las acerque para olerlas.
- Son una forma de pedirte disculpas por lo tonto que fui hoy.
- No quiero recordarlo.
- Ok, pero quiero que sepas que lo siento. Cuando se trata de ti me siento inseguro de todo.
- ¿Incluso de mí?
- Bella si te llegara a perder no se qué haría – Me abrazo con fuerza.
- Edward – Acaricie su rostro.
- Sera mejor que subamos al auto, se está enfriando aquí.
Como siempre me ayudo a subir y luego partimos rumbo a un restaurant que según lo que me conto Edward, su abuelo se lo había recomendado, estaba a las afueras de la ciudad y era hermoso. La comida exquisita y la vista maravillosa. Aunque según mi novio no había mejor vista que tenerme sentada frente a él. Aquel cumplido lo hizo merecedor de un beso cuando estuvimos parados esperando el verde en el semáforo. No fue hasta que el sonido de una bocina rompió el encanto que nos dimos cuenta que debía avanzar. Platicamos todo el camino de nuestros días, ambos estábamos felices.
Cuando llegamos vi que era realmente hermoso el lugar, suavemente iluminado y un aromo delicioso lo envolvía. Fuimos atendidos de inmediato por un anfitrión que nos llevo a nuestra mesa estaba por sentarme cuando lo vi, Edward quien tenía su mano en mi espalda baja de inmediato noto mi tensión.
- ¿Qué pasa ángel?
- No lo puedo creer ahí está Emmett – Su mirada siguió la mía hasta encontrarlo, con lo que no contábamos es quien era su acompañante.
- ¿Qué hace Rosalie con él?...

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