Epilogo
Sin darnos cuenta ya estábamos
frente a nuestro edificio, para ambos fue un esfuerzo titánico el parar lo que estaba a punto de suceder y
recomponer la respiración y nuestras ropas, pero era necesario, nuestro reencuentro no
sería en el asiento trasero de un auto, teníamos toda una vida para probar cosas
nuevas.
Una vez fuera del auto, nos
despedimos del chofer y caminamos por el hall rumbo a los ascensores, Edward
entrelazo su mano con la mía mientras esperábamos, ninguno decía palabra
alguna, en ese momento salían sobrando ambos sabíamos lo que queríamos, pero ahora
las cosas ya no eran como antes, ahora éramos padres de la bebe más hermosa del
mundo, además en ese momento era cuidada por mis padres, por lo que no podíamos
simplemente llegar a nuestro apartamento y dar rienda suelta a nuestra pasión.
- Creo que debemos irnos Charlie –
Mi madre seguía con esa sonrisa traviesa en sus labios.
- Esta bien – Como siempre mi
padre no puso ninguna objeción.
- Abajo el chofer espera por
ustedes – Edward siempre pensando en todo.
- ¿Cómo se porto Hope? – Me odie
por no ser esa la primera pregunta que hice apenas puse un pie en el apartamento,
pero simplemente Edward provocaba que mi cerebro se volviera papilla.
- Es un ángel – Respondió mi
madre – Apenas lloro y ahora esta plácidamente dormida. Ojala lo esté durante
bastante rato ¿verdad? – Le prohibiría estar tanto tiempo junto al abuelo, aquella
frase era más propia de William Cullen que de mi René.
Edward solo sonrió al igual que mi padre y yo
como era obvio, me enrojecí hasta la raíz, era increíble que pese a ser una
mujer hecha y derecha de treinta años, no dejaba de sonrojarme con ese tipo de
bromas.
Me despedí de mis padres y corrí
al cuarto de mi bebe, quería saber como estaba, no me gustaba para nada dejarla
sola y menos en las noches, pero hoy era una excepción. Me acerque a
contemplarla mientras dormía plácidamente, pase una manos por aquella manchita
de cabello que tenía, realmente parecía un pequeño ángel, no pude evitar
susurrarle “duerme unas horas bebe, papi
y mami tienen unos asuntos pendientes que atender”.
-0-
Íbamos los tres en el auto, Hope cómodamente
en su sillita de bebe, aferrada a su peluche favorito, regalo de el abuelo, se
veía simplemente adorable, claro que mi visión era un tanto parcial, ya que era
mi hija. Aunque no era nada comparado con Edward, para él nuestra hija era
única y perfecta, cada cosa que hacía, ya sea sonreír, tomar su dedo o incluso
llorar, lo hacía mejor que cualquier otro bebe en el mundo.
Bree me aconsejo que tuvieras más
hijos, de otra manera nuestra Hope sería una niña consentida y caprichosa. Yo
solo sonreí ante su sugerencia.
Al preguntarle a Edward donde íbamos,
solo me respondió que era una sorpresa y que sus labios estaban sellados, yo solo
lo mire, pues también le tenía una a él.
-¿Queda mucho? – Le pregunte al
mirar por la ventana, por lo que pude notar ya estábamos a las afueras de la
ciudad.
- Solo un poco más – Se llevo mi
mano a sus labios.
- Al menos me darás una pista – Sonrió
negando –No importa, yo también tengo una sorpresa para ti.
- En verdad quieres negociar
conmigo.
- No, solo quería que lo supieras
– Me miro de reojo tratando de adivinar lo que ocultaba, pero trate que mi
expresión no demostrara nada, al parecer no lo logre del todo, pues frenó el
auto y ahí supe que Edward ya lo sabía.
-0-
No podía creer que el día ya había
llegado, todo estaba preparado para unir finalmente nuestras vidas. Mi padre me
llevaba firmemente de su brazo, yo tenía mi mano sobre la suya, unidas en aquel
mágico momento. Miraba a todos y cada uno de los invitados, mientras caminaba
por el pasillo de la iglesia, eran rostros de amigos y familiares que compartían
nuestra felicidad y al final de todo estaba mi milagro personal…Edward Cullen,
aun no sabía a qué santo debía agradecerle, pero no había día en que abriera
los ojos y al verlo junto a mi agradeciera por todo.
Una vez que llegamos hasta mi
lugar, no solo en aquella iglesia sino en el mundo, junto a Edward mi padre
puso mi mano sobre la de él y ambos sonreímos perdiéndonos en la mirada del
otro. Se llevo mi mano a sus labios y nos acomodamos frente al altar.
El cura nos mira a los dos y
comenzó la ceremonia, el inicio de una nueva etapa en nuestras vidas.
-0-
Quede petrificada en mi lugar, no
podía creer lo que mis ojos veían…Aro Volturi, estaba a solo unos pasos de mí y
al parecer no me había reconocido, pero yo sí, nunca podría olvidar a una de
las personas que más daño me hizo en el pasado.
Edward noto mi tensión y siguió la
línea mi mirada, de inmediato supe el momento en que su mirada se cruzo con él,
pues se adelanto con la clara intención de abalanzarse contra Aro. Con toda la
fuerza que tenía lo retuve a mi lado.
- Suéltame Bella – Su voz sonaba
calmada, pero sabía muy bien el infierno que se tejía frente a la aparente
calma.
- No lo hagas Edward.
- Solo lo voy a matar, nada más –
Lo dijo manteniendo su vista clavada en él.
- Nunca vuelvas a decir aquello –
Al notar que no reaccionaba trate de hacerlo entrar en razón – Serias capaz de
dejarme sola, que solo pudiera visitarte en la cárcel, ese es tu plan de en las
buenas y en las malas, si es así adelante no te detengo.
- Ángel – Su mirada busco la mía –
Ese infeliz nos hizo daño, no puedo quedarme de brazos cruzados.
-
No te estoy pidiendo que lo hagas, solo te pido que lo hagas de la forma
correcta.
Edward asintió y metió su mano al
bolsillo.