Capitulo 32
Edward estaba como loco, luego de oír aquel
disparo, quiso derribar la puerta y entrar sin más dilación, es más si Bella
tenía siquiera un rasguño mataría con sus propias manos al causante de aquel
daño.
Fue Emmett el que le impidió entrar como alma que
lleva el demonio.
- Suéltame o no respondo – Trato de quitarse la
mano que lo retenía por el hombro, tratando de golpear a su hermano.
- Si entras como un maldito demente puedes poner
en peligro a Bella. Acaso eso es lo que quieres – No respondió y solo dejó de
moverse – Debemos llamar a la policía.
- Y mientras espero aquí sentado ¿no? Estas loco
si crees que me quedare esperando, tu lo oíste y eso solo significa que mi
mujer está en peligro, y mi hijo también…no Emmett, no me quedare esperando a
nadie, ni siquiera a la policía.
- Ésta bien – Suspiro resignado – pero ten
cuidado, no sabemos con certeza si ella esta aquí, ni tampoco quien la tiene.
- La maldita loca de Alice – Fue la furiosa
respuesta de él.
- Cuídate y yo llamo a la policía – Le entregó el
juego de llaves, mientras se alejaba con el celular en la mano para realizar su
llamado.
Se acercó hasta la puerta e introdujo la llave en
la cerradura. Un chirrido le indicó que ya estaba abierta, así que solo la
abrió un poco más para poder entrar. El lugar estaba sumido en la total
oscuridad, las ventanas completamente
cerradas, además el olor a humedad impregnaba todo el lugar y llenó sus fosas
nasales, se llevo una mano a su nariz, tratando de dejar de sentir aquel
molesto aroma.
Camino con todo el cuidado posible hacia lo que
podía distinguir era un pasillo, cuando
estaba a mita de camino, oyó un gemido que venia de una de las habitaciones más
alejadas de la entrada, sin preocuparle nada más, corrió en la dirección de
donde provenía aquel sonido.
Llego hasta el lugar, donde la puerta estaba por
completo abierta y frenó en seco con la escena que había ante sus ojos, Jacob estaba tirado en el suelo, al parecer
desmayado, muerto o herido, realmente eso era lo que menos le importaba, pues al
levantar su mirada vio a Isabella, que estaba atada a una silla y con su pecho
totalmente ensangrentado. De inmediato se acercó hasta ella y preso de la
desesperación comenzó a quitarla las amarras para liberarla, toco su pecho para
asegurarse que no estaba herida, cuando se dio cuenta que solo era sangre de
otra persona, trato de hacerla reaccionar, pues estaba sin conocimiento.
- Bella – La recostó suavemente en el suelo,
tratando de tomar sus signos vitales – Bella, amor, di algo, reaccionar, por
favor.
- ¿Esta herida? – La voz de Emmett llego desde el
umbral de la puerta.
- Al parecer no, solo desmayada – Acaricio su
mejilla tratando de reanimarla – Amor…Bella.
- Edward... Jacob esta herido – Su hermano se encontraba al
lado de este – una bala en su brazo.
- Me tiene sin cuidado – volvió su atención a su
mujer – Él es cómplice de Alice…por mi
déjalo ahí.
Sin dejar de sostener a su mujer en sus brazos,
llamo por una ambulancia, tenia temor de moverla de aquel lugar. Al cortar la
llamada, sintió como se removía débilmente entre sus brazos y poco a poco abría
sus ojos.
- Bella.
- Edward…Edward... ¿eres tú? – Sintió como sus
manos se aferraban a su chaqueta – Edward...no le creas por favor, no le creas.
- Calma Bella, no te alteres.
- No es cierto, no te abandone, no podría...te
amo. No creas – Su voz sonaba desesperada.
- Lo sé, amor – Beso suavemente sus labios – Lo
sé.
- Ella me dijo…no lo hice, no podría.
Edward acariciaba su mejilla y jugaba con un
mechón de su cabello, con eso no solo trataba de calmar a Bella sino también a
él mismo, pues quería matar a Jacob y Alice con sus propias manos, por hacerla
sufrir de esa manera.
- Todo está bien amor, cálmate, todo está bien.
Pasaron solo un par de minutos, cuando se oyeron
las sirenas que se acercaban al lugar, ninguno se movió de aquel cuarto, Edward
se negaba a separarse de Bella y Emmett temía que si salía de allí, su hermano
terminara con Jacob, aunque sabía que merecía un castigo, lo mejor era prevenir
otra desgracia.
Estaban tan preocupados, que ninguno reparo en que
Alice no estaba ahí, es más ninguno siquiera sabía que después de disparar,
había huido del lugar, logrando escapar.
Apenas
llegó la ambulancia, Edward exigió que fuese su mujer quien fuera trasladaba
primero, tuvieron que explicarle que debido a la herida de bala que había
recibido Jacob, este debía ir primero, fue finalmente Bella quien lo calmó
diciéndole que ella solo lo necesitaba a él para sentirse mejor.
- Siempre sabes que decirme – Dejó un beso en sus
labios.
- Llámalo instinto femenino - Descansó todo su
cuerpo en su pecho.
- Deseo que un médico te revise – El Edward
autoritario estaba haciendo su aparición.
- Pero estoy bien – Se separó un poco de su cuerpo
– solo estoy un poco cansada, nada más.
- Dije un médico Isabella.
- A la orden mi capitán – Se llevo una mano a su
frente como un soldado que recibe instrucciones de su superior.
Bella mejor que nadie sabía que batallas valía la
pena pelear y cuales mejor callar, así qué aceptó que un doctor la revisara.
Estaba por decir algo más, pero sintió que su
vista se nublaba y la debilidad atacaba su cuerpo, quiso pronunciar el nombre
de Edward, pero no pudo. Este noto que algo no iba bien y estaba por
preguntárselo, cuando sintió el cuerpo de su mujer desmayado, solo atino a
gritar por ayuda.
Una vez que llegaron al hospital y Bella fue
trasladada a uno de los sectores de urgencia. Edward no dejaba de pasearse de
un extremo a otro, estaba frenético de información, pero no había conseguido
nada más que frases como cálmese… pronto el médico le dirá como va
todo… aún no hay noticias. Aquello estaba poniendo a prueba su, de por si,
poca paciencia, sentía que llevaba horas en aquel hospital, aunque ni siquiera
lo sabía con exactitud, bien podrían ser horas o solo minutos.
Dejó a un lado sus cavilaciones, cuando sintió una
mano en su hombre, se giró con rapidez, pues pensaba que era el doctor, pero
quien estaba ahora frente a él, era su hermano Emmett.
- Tranquilo, todo estará bien.
- ¿Y si no? Ya han tardado demasiado.
Emmett lo guió hasta la silla más cercana y lo
obligo a que se sentara.
- Se te olvida lo valiente que es esa mujer –
Trato de sonreírle, para darle ánimos – Se caso contigo ¿no?...valiente.
- Así es – Edward trató de reprimir una pequeña
sonrisa – No sé como vivir sin ella – Se llevó las manos al cabello y bajó su
cabeza con la vista fija en el suelo.
- Edward ella es fuerte, tú también tienes que
serlo.
Ninguno habló nada más hasta que vieron que al
final del pasillo, un hombre vestido de verde salía hasta la sala de espera.
- Algún familiar de Isabella Cullen.
No termino de decirlo, cuando Edward ya estaba a
su lado.
- Soy yo. Soy su marido.
- Sr. Cullen…tenemos que hablar.
- ¿Qué sucede?
- Me parece mejor que hablemos en mi oficina –
Estaba por adelantarse unos pasos, pero la potente voz de Edward lo detuvo.
- Hable de una vez – El doctor que al parecer no
estaba acostumbrado a recibir ordenes, lo observó unos instantes con el ceño
fruncido – Por favor, se trata de mi mujer y mi hijo.
- Esta bien, pero por Dios quita esa cara de preocupación,
ambos están bien.
- Pero ¿y el desmayo?
- Eso solo se debió al estrés que acababa de
vivir. Su mujer es fuerte y su bebe también.
- Puedo verlos – Sonaba suplicante.
- Por supuesto, yo mismo lo llevare a su
habitación.
Edward finalmente sintió que podía volver a respirar
tranquilamente y al hacerlo tuvo la sensación que una inmensa opresión
desaparecía de su pecho, sus dos seres amados estaban bien y eso era lo único
que le importaba por el momento. Ya después de encargaría de Alice y Jacob, por
que ambos pagarían lo que hicieron y muy caro.
Siguió al doctor hasta el cuarto donde se
encontraba su mujer. Con un asentimiento de cabeza, le agradeció que lo haya
llevado hasta ella. Camino hasta la cama y la vio dormir tan tranquila que no
quiso despertarla, tomo suavemente su mano y buscó en su bolsillo, la pulsera
que le había regalado y la puso nuevamente en su lugar.
Al parecer aquel toque hizo despertar a su mujer,
quien al verlo solo le sonrió.
-¿Cómo te sientes? – Apretó su mano.
- Cansada, muy cansada. Quiero irme a casa.
- En un momento más nos iremos.
- Edward…necesito que me respondas algo.
- Lo que sea, amor, dime – Se sentó con mucho
cuidado a su lado.
- No les creíste a Jacob ¿verdad?
- Bella, no creo que sea el momento indicado para
hablar.
- Le creíste, pensaste que me había marchado
nuevamente – No fue una pregunta, sino más bien una afirmación.
- Bella – Dio un fuerte suspiro – No, nunca le
creí – Tomo su rostro entre sus manos – Creo en ti, pero sobre todo creo en
nosotros, eres todo lo que tengo, eres mi vida y sé que me amas, tanto como yo
a ti. Así nunca dudaría de tu amor.
- Oh, Edward – Se lanzó a sus brazos con lagrimas
en sus mejillas – Te amo…te amo.
- Te amo también, pero no creas que te salvas de
explicarla como demonios ocurrió todo.
- Esta bien, pero en casa – Sellaron su pacto con
un beso en los labios.
Una vez instalados en su hogar y luego de la
visita de los padres de Edward y los de Bella, finalmente estaban solos y en su
habitación.
- Opino igual que tú padre – Edward estaba parado
en el medio de la habitación, desabrochando su camisa.
- Es una locura, Edward – Bella estaba recostada
en su cama
- Una locura sería no hacerlo. Mañana mismo
contactare una agencia.
- No…- La mirada de su marido le quitó las palabras
de la boca – Edward – Trató de sonar como una niña pequeña que desea conseguir
algo.
- No es un juego Isabella, tu seguridad es mi
prioridad.
- Pero…
- Alice sigue libre.
La sola mención de aquel nombre, provoco
escalofríos en Bella.
Los agentes de policía le confirmaron que había
huido del lugar y que nadie sabía su paradero actual, incluso Jacob quien era
considerado su cómplice, tampoco tenia información al respecto, pero trataron
de darles un poco de tranquilidad al comentarles que se había dado la alerta
nacional para encontrarla, por lo que era cuestión de horas su arresto, sin
importar como intentara escapar la encontrarían.
Como era de suponer aquello no provoco ni el más
mínimo alivio o tranquilidad en Edward, quien había aceptado la idea de su
suegro, Charlie Swan, en cuanto a
contratar guardaespaldas que estuvieran con Bella todo el tiempo. Ninguna
medida parecía exagerada si de la seguridad de su mujer se trataba.
-Ahora quiero que me cuentes ¿Qué sucedió?
Isabella le indicó que se sentara junto a ella en
la cama, tomo su mano, para darse fuerzas y comenzó a contarle a Edward todos
los detalles
- Fui a los estacionamientos donde estaba Jacob,
me dijo que venía de parte de Mill, así que confié en él, cuando ya íbamos en
el coche noté que estaba nervioso y apenas me dirigía la palaba. Despues de
unos minutos mire por la ventana y me di cuenta que no era ese el camino a casa
de Mill, por lo que le pregunte donde íbamos, en vez de darme una respuesta
aceleró aún más el auto y me pidió perdón por lo que iba a hacer, frenó y lanzó
mi bolso a la carretera.
En ese
momento tuve miedo, no sabía que iba a suceder, luego llegamos a ese
casa en la playa y ahí estaba Alice, que me miraba con odio, lo primero que
hizo fue quitarme el anillo y decirle a Jacob que hiciera lo que estaba
planeado. En un acto de desesperación solté mi pulsera y la tire en la entrada
con la esperanza que si la veías, sabrías que estaba ahí.
- Maldito perro, si no fuera delito, lo mataría
con mis manos.
- Calma, amor, ya estamos juntos – Apretó su mano.
- ¿Qué paso después?
- Cuando entramos no recuerdo mucho más, solo a
Alice acercándose con un paño y luego desperté en una habitación oscura con
ella. No dejaba de decir que no entendía que habías visto en mí, que no era
nada especial.
- Para mi lo eres todo, no lo olvides.
- Nunca. Bueno después de dijo lo que habían hecho
con mi anillo y me desespere, pues ella me dio a entender que habías creído
todo, comencé a gritar como una loca y en eso entro Jacob. Alice sacó un arma y
me apunto, diciendo que todo sería mejor si yo no existiese, vi como jaló el
gatillo, pero la bala jamás llegó, él se interpuso y salvo mi vida.
- Pues algo decente que haya hecho ese pedazo de
cretino, pero ni en sueños aquello le será útil, si de mi depende se va a
fundir en la cárcel.
- Edward, él me salvo.
- No, él se arrepintió e hizo lo correcto,
protegerte.
- Pero, Alice pudo…
No la dejo hablar más, beso sus labios para que
sus palabras murieran en ellos.
- Te amo…y mañana tendrás guardaespaldas.
Nuevamente la dejo sin palabras, pero eso a Bella
no le importó, en cambio, lo acercó más a su cuerpo, indicándole lo que tanto
necesitaba. Lo aprisiono con sus piernas sin darle posibilidad de escape.
- Isabella, no juegues así conmigo – La voz de
Edward era más ronca y sus ojos eran más negros que verdes.
- No es un juego. Te necesito…ahora – Comenzó a
besar su cuello y acariciar su pecho – ahora.
- Tus deseos son órdenes.
Con un sonido gutural, cambio la posición de sus
cuerpos, dejando a su mujer sobre él.
- Ves lo que provocas – La incitó con su
excitación que crecía a cada momento.
- Aún no lo veo, pero ya puedo sentirlo.
Edward levantó su camisón, Bella entendió que
deseaba hacer y subió sus brazos, para ayudarlo y hacer que aquella parte de su
cuerpo quedara al descubierto, y ella solo tuviera como única prenda sus
diminutas braguitas. No es que estuviera esperando que algo sucediera, pero
mujer prevenida vale por dos, y sobre todo si estaba en un estado de revolución
hormonal.
No supo en que momento Edward, se quitó el
pantalón, pero siendo honesta no le importaba demasiado, pues ansiaba sentir su
piel tocando la suya y no solo eso, sino también sentirlo dentro de ella,
tocando los puntos exactos que la hacían enloquecer y la llevaban a la gloria.
Una vez que ambos estuvieron desnudos, con un rápido
movimiento Edward dejó a Bella bajo él y de un solo golpe, entro en ella.
- Cada día más perfecto.
- La práctica…lleva…a la…perfección – Apenas podía
terminar de hilar una idea clara.
Edward bajo su cuerpo y llenó de besos cada
porción de piel de su mujer, mientras esta solo lo guiaba con sus manos en su
cabello, haciéndole saber lo que la gustaba y donde demorar un poco más sus
atenciones. Cuando llegó a sus pechos, que ya estaban un poco más llenos
producto del embarazo, los consintió
ambos con la maestría que solo él tenia.
Siguió entrando y saliendo del cuerpo de Bella,
hasta que en un último movimiento, sintió como sus paredes vaginales apresaban
a su miembro, provocando que juntos gritaran de excitación.
- Te amo….nunca lo olvides.
- Nunca…te amo.
Se durmieron abrazados, pensando en lo maravillosa
que es la vida cuando estas junto al ser que amas.
6
meses después
- Parezco un pato – Bella se miraba al espejo
desde todos los ángulos.
- Estás más hermosa que nunca – Edward la
contemplaba recostado en su cama matrimonial, descansando su cabeza en su mano.
- No es cierto, me veo gorda – No pudo evitar que
un par de lágrimas escaparan, realmente estaba más sentimental que nunca.
De un solo y elegante movimiento Edward se levantó
y fue hasta su mujer, la estrechó en sus brazos y comenzó a besar su cuello.
- Eres la mujer más hermosa, más deseable y más
encantadora, que existe en este mundo.
- Pero…
- Sin peros, la amo señora Cullen, nunca olvide
eso.
Siguió llenando de besos sus hombros desnudos
hasta llegar a su rostro y capturar sus labios, en un profundo beso.
- Se te hará tarde – Bella trato de recuperar el
aliento.
- Hay cosas por las que vale la pena retrasarse.
- Edward, tienes una importante reunión, no lo
olvides.
- Sabes que ya no eres mi asistente ¿verdad?
- Pero nunca esta demás saber donde estas.
- Siempre…siempre.
Una vez que su marido se preparo y se fue a su
trabajo, Bella decidió que sería una buena idea ir al centro comercial, por
unos cosas para su bebe. Aun cuando quedaban un par de semanas para su llegada
no estaba demás comprar algunas de las cosas que faltaban para su llegada, como
por ejemplo, la interminable lista que le dio su obstetra de lo que él bebe necesitaría.
Pese a que llevaba seis meses, no se lograba
acostumbrar a la presencia de un guardaespaldas, es más de una ocasión lo
olvido por completo y salió sin advertírselo, pero solo alcanzó a dar dos pasos
y Fred ya estaba a su lado.
Era como se suponía que debía ser un
guardaespaldas, gigante como una pared y serio en todo momento, nunca hablaba
más que lo necesario y jamás sonreía. Sus respuestas siempre eran cortas y no
hablaba de su vida personal. Varias veces Bella trató de entablar algún tipo de
conversación con él, pero fracasó estrepitosamente, así que dejo todo por la
paz.
- Está todo listo, señora Cullen.
- Gracias Fred. De inmediato bajo.
Cuando llegaron hasta las tiendas que quería visitar,
Fred como siempre hizo una pequeña inspección antes de permitir que Bella
entrara, una vez que todo estuviera tranquilo ella podía entrar en ellas.
- Listo, puede entrar.
- Gracias.
Entró a la tienda de bebes con la lista en su
mano. Fue chequeándolo todo a medida que lo iba comprando, cuando llegó al
sector de los juguetes se entretuvo mirándolos y viendo cuales compraría para
el cuarto del bebé.
Estaba frente a un peluche gigante que le parecía perfecto,
dado su estado le costó tomarlo entre sus brazos y decidió pedirle ayuda a una
dependienta que iba pasando.
- Disculpe señorita yo… - Cuando la vio se quedo
congelada en su lugar – Alice…eres tú.
- Pensaste que nunca me volverías a ver.
- Yo…
Por sobre el hombro de la mujer vio como Fred se
acercaba al notar que algo le sucedía. Trato de no cambiar su rostro, ni llamar
su atención. Le pareció que era la única forma de lograr que finalmente la
capturaran.
Alice al parecer también noto que algo no iba bien
y con un rápido movimiento saco algo de su chaqueta y golpeó el vientre de
Bella, la cual se llevó sus manos a este al sentir un fuerte dolor. Al levantar
su mano, la encontró llena de sangre, su sangre.
Lanzó un
grito ensordecedor y cayó al suelo inconsciente.
Edward tenía un mal presentimiento, no lograba
concentrarse en nada, llevaba más de una hora en aquella reunión y apenas había
tomado atención a los temas que ahí se trataban.
Pidió disculpas y fue hasta el pasillo a llamar a
su mujer, pero no alcanzó a sacar su celular cuando este comenzó a sonar y en
la pantalla el nombre de Fred aparecía, sabia que algo no iba bien, pues jamás
lo había llamado y habían quedado que solo lo haría si algo hubiese sucedido.
- ¿Qué ha pasado?
- Su mujer esta en el hospital.
No espero más y a medida que el guardaespaldas le
informaba que sucedía, salió del edificio y se monto en su vehículo. No quería pensar
en nada más que estar junto a ella, luego se encargaría de Alice, que fue
detenida antes que lograra siquiera dar un paso fuera de la tienda.
Dejó su auto tirado en medio de los
estacionamientos y corrió hasta urgencias, aquello no debía estar pasando,
Bella no tenía que pasar por eso, todo estaba bien, ella iba a estar bien, su
hijo también, la vida no podía arrebatárselos. Llegó hasta el mesón de
informaciones y le grito a todo el mundo en busca de una respuesta, sabía que
se estaba comportando como un loco, pero no podía actuar de otra manera.
- Señor tranquilícese.
- NECESITO SABER COMO ESTÁN.
- Está bien. Su mujer esta en urgencias, ya un
doctor la esta revisando y en cuanto tenga un diagnostico le avisara.
Evitó volver a gritar cuando vio a sus padres
entrar a la sala de espera, seguidos por los padres de Bella, no supo quien se
lo conto o por que estaban ahí, pero lo agradeció, en aquel momento sentía que
las fuerzas le fallaban y todo apoyo era necesario.
- Hijo – Esme se acercó a él y lo abrazó, eso era
lo único que necesitaba.
El silencio se sumió en aquel lugar, todos a la
espera de alguna novedad. Llevaban ya casi una hora a la espera de alguna
información, pero nadie les decía nada, tuvieron varias veces que contener a
Edward, pues le advirtieron que si volvía a hacer un escandalo se iría
detenido.
Emmett fue el que se encargó de Alice, en aquel
momento ese era el menor de todos los problemas. Fue hasta el cuartel
donde se encontraba, necesitaba hablar
con ella y tratar de entender que le había sucedido a su hermana pequeña.
La llevaron hasta donde estaba y le dieron unos
minutos para que pudiera hablar con ella.
- Emmett – Apenas lo vio entrar se lanzo a sus
brazos.
Parecía un reencuentro de hermanos y no lo que
era, una visita a la cárcel a su hermana.
- Alice.
- ¿Viniste a sacarme de aquí?
- No, vine a tratar de entenderte.
- ¿Entenderme? Por qué.
- Por que…Alice, apuñalaste a Bella.
- Ah, por eso – Sacudió su mano como tratando de
restarle importancia.
- Maldita sea Alice… ¿Cómo pudiste? – Emmett
miraba con furia a su hermana pequeña – Que rayos paso por tú cabeza.
- Edward y yo. Nosotros estamos destinados – Lo
miro a la cara con una sonrisa tan vacía como su alma – Además si me hubieras
ayudado Bella podría haber sido tuya.
- El amor no sé obliga, solo se da.
- Mi hermano mayor es todo un poeta ¿no?
Suspiro con frustración, tratando de ver en
aquella mujer, a su querida hermana, tal vez una caprichosa y malcriada, pero
jamás ese monstruo que ahora tenía en frente.
- Edward jamás te hubiera elegido, incluso si
Isabella no existiera, tú no serías una opción para ella.
- No existe – Fijo su mirada en sus uñas – y al
menos logre mi propósito…están separados…para siempre. Ni ella ni yo, ninguna
se quedo con él.
- Estás loca – Golpeó la pequeña mesa, que los
separaba, con tanta fuerza que casi logra partirla en dos.
- Loca, pero viva. Cosa que no podemos decir de
ella ¿verdad?
Emmett se levanto de golpe y se dirigió hasta la
puerta, estaba por salir, pero le dijo una última cosa a su hermana.
- Bella esta viva.
No se quedo a ver la reacción, ni supo que
estrelló la silla contra el vidrio o volteó la mesa del lugar. Alice estaba
completamente loca.
Paso otra media hora, antes que el doctor saliera
a darle alguna información, apenas lo vieron todos se levantaron de sus
lugares.
- ¿Señor Cullen?
- Soy yo.
Se acercó a él y extendió la mano en su dirección.
- Felicidades, es padre de un hermoso niño.
Lagrimas de emoción llenaron el lugar, junto con
suspiros de alivios de parte de todos, Edward abrazó a su madre y la levantó
por los aires.
- ¿Pue…puedo verlos? ¿Cómo están? ¿Mi mujer esta
herida?
- Iremos en orden, primero en un momento los
trasladaremos a una habitación y así podrá verlos, ambos están en perfectas
condiciones y la herida fue solo superficial.
- Pero su parto se adelanto, mi hijo nacería en un
par de semanas.
- Bueno, en madres primerizas las fechas pueden
adelantarse, en especial si sufre un episodio como el que vivió.
- Gracias doctor – Lo abrazó – Gracias.
Todo el
mundo lo felicito por la llegada del bebe, abrazos y parabienes de quienes estaban
con ahí. Cuando una enfermera lo llamó y que le indico que ya podía pasar a ver
a su mujer, corrió en la dirección que le indico la mujer y fue a su encuentro.
Entró a la habitación y la imagen que contemplo lo
dejo sin respiración. Isabella tenía a su pequeño bebe entre sus brazos y lo
miraba como si fuera el mayor milagro de la vida.
- Estas preciosa.
- Edward – Grito su nombre al verlo – Somos
padres.
Se acercó a su cama y acarició la pequeña cabeza
de su hijo, se sintió maravillado por tenerlos a ambos junto a él. Subió la
mirada y beso a Bella, tratando de transmitir de esa forma todo el amor que
sentía en aquel momento, por su familia.
- Es el regalo más perfecto y maravilloso que
pudiste darme, amor mío.
- Es nuestro…nuestro bebe.
- Te amo, por siempre y para siempre.
Al oír el un suave balbuceo de su hijo y ambos sonrieron, supieron que él también
los amaba y además sentía todo el amor de sus padres.
Aquel momento era mágico y todo lo malo quedaba
atrás, las separaciones, las mentiras y el sufrimiento, nada empañaría su
burbuja de felicidad.
No importaba cuanto pasara en sus vidas, de alguna
manera esta siempre les daría una última oportunidad para estar juntos.
Fin
Llegamos al final….bueno de todo corazón espero que les haya gustado y solo
puedo darles las gracias por seguirme en esta historia, la paciencia infinita
que tuvieron conmigo y sus comentarios que fueron la pila para seguir
adelante!!!!
Nos vemos para la despedida…en el epílogo!!!
Besos
Lulu =)