Capitulo 4
Tal como lo presagio Bella su amiga llego tarde, pero por primera
vez en su vida agradeció esa cualidad tan propia de ella, pues aquellos
momentos de soledad le permitieron calmarse y pensar.
Cuando por fin llegó todo sucedió con rapidez y su amiga la
preparó en un abrir y cerrar de ojos y pese al retraso de Rosalie, logro estar
lista antes que el automóvil que le fue asignado llegara:
- Llego tu carruaje cenicienta! – Grito Rose quien estaba asomada
en la ventana.
- Ok, pero estas segura que debo usar esto – Movía su mano de
arriba a abajo señalando un vestido color lavanda que se amoldaba perfectamente
en sus pechos y luego caí vaporosamente casi hasta llegar al suelo.
- Es broma estas…wow….preciosa, impactante, TODOS te miraran y
TODAS te envidiaran.
- Justo lo que necesitaba para estar más tranquila. Ser observada,
con lo que me gusta llamar la atención -
Su tono de voz destilaba sarcasmo.
- Tranquilízate que hoy estas perfecta, si hasta tu pelo esta
"disciplinado".
- Si verdad, creo que jamás había estado tan liso y
perfecto….¡Gracias!
- Si…si…lo que sea….apresúrate no es original que tú también sea
impuntual, además el hechizo se rompe a medianoche.
- Eso dicen y además mientras más pronto enfrente mi miedo más
pronto desaparecerá.
- Si crees en cualquier charlatán ha de ser verdad.
- Tú me lo dijiste.
- Y desde cuando tengo razón en lo que digo.
- Sabes se me está haciendo tarde….mejor me voy.
- Adiós….Ve por ellos nena – Palmeo el trasero de Bella y le dio
una sonrisa.
Para Bella el trayecto fue demasiado corto, en lo que demoro en
llenar de aire sus pulmones, ya estaba frente al lugar donde sería la fiesta,
dio una inspiración y luego boto el aire.
Se dio una nota mental de no olvidar respirar y tratar de sonreír,
estaba por abrir la puerta cuando noto que alguien ya lo hacía y que en ese
momento le ofrecía su mano para ayudarla a bajar.
- Srta. Swan – Una amable sonrisa curvo los labios del conductor.
- Gracias – Fue lo único que dijo mientras bajaba del auto y le
devolvía la sonrisa.
Una vez fuera su mirada se traslado hasta la entrada, por un
momento pensó que estaba soñando…ahí estaba él, perfectamente vestido de gala,
con un traje blanco y negro que solo lo hacia verse más guapo, si aquello fuera
posible, era la imagen del príncipe azul sacado del mejor cuento de hadas.
- ¿Dónde estará su caballo blanco? – Pensó Bella y no pudo evitar
reír ante tal ocurrencia. Cuando estaba nerviosa, pensaba en ese tipo de cosas.
Su sonrisa cada vez se ensanchaba más, su mirada estaba pérdida en algún punto
lejano, razón por la cual no pudo notar que alguien se le acercaba hasta que
estuvo frente a ella.
- ¿Obstruyendo el paso?
- ¿Ah?...no, no – Movía su cabeza en señal de negación.
- Una lastima porque como siempre estoy dispuesto a cargarla.
-No, gracias – Su voz fue apenas un susurro.
- Le han dicho lo hermosa que se cuando sonríe.
- No desde algún tiempo – No pudo evitar sonrojarse.
-¿Puedo pedirle algo?
- A mi…claro.
- Me haría el honor de acompañarme.
- El honor será mí Sr. Cullen – Tomo el brazo que le ofrecía.
- Y otra cosa más – Bajó la voz como si estuviera contándole un
secreto – No deje de sonreír – Rozo ligeramente su mano.
El lugar ya se encontraba bastante lleno cuando llegaron al salón
principal, Bella no pudo evitar notar que varias miradas curiosas se volteaban
al verlos pasar.
- Jamás me había sentido tan observada.
- Realmente me cuesta creerlo.
- ¿Por qué? – Le dirigió una mirada incrédula.
- Fácil, si cada vez que asiste a una fiesta se ve tan hermosa,
todas las mujeres deben envidiarla por opacarlas…Honestamente no puedo creer
como logro pasar desapercibida antes.
A ella le costó articular una respuesta coherente ante sus
halagos, pero se forzó para lograrlo.
- La gente solo ve a quien quiere, además nunca me escoltaron.
- Vaya idiotas los antiguos dueños.
- Los lanzamientos jamás fueron así –Trato de defenderlos.
- Me alegra entonces ser el primero – Un seductora sonrisa curvo
sus labios – Veo que hemos llegado.
- ¿Llegado?
- Si, a nuestra mesa.
- ¿Nuestra?
- Espero que no le moleste, pero esta noche estaremos
juntos…sentados – Sonrío pícaramente – al menos por un rato….Srta. Swan esta
noche seré solo suyo.
- No me molesta – Lo dijo casi en susurros y totalmente sonrojada.
- Me parece perfecto, además estoy seguro que seré el hombre más
envidiado de la noche.
- Pues yo también he de serlo, tener toda su atención eso si que
provoca envidia.
- Pero estar con la estrella de la fiesta y la mujer más hermosa,
me hace el más envidiado y el más afortunado.
- Pues aun no tengo el placer de conocer a esa mujer, pensé que
solo estábamos nosotros – Edward solo pudo reír a todo pulmón, luego fijo su
mirada en ella, tomo un mechón de su cabello y comenzó a juguetear con el.
- Tiene toda la razón esta noche solo estamos nosotros dos.
Ella tal vez nunca lo sabría, pero cuando la vio bajando del
automóvil con la ayuda del chofer, Edward quiso apartarlo y ser él quien
tuviera su mano, ser él a quien ella sonrió en señal de agradecimiento y
también deseo ser él el causante de aquella mirada perdida en algún pensamiento
que al parecer la hacía feliz, pues de inmediato hizo que en su rostro se
formara una sonrisa, que por unos segundos lo paralizo. Lo único que lo alentó
a seguir fue que se veía tan bella, haciendo honor a su nombre, una visión divina
que estaba sola en aquel momento o que tal vez lo esperaba a él.
Sacudió su cabeza tratando que quitarse aquellos pensamientos, no
entendía de donde rayos había venido todo eso, pero de una cosa estaba seguro,
Isabella Swan jamás lo sabría. Algo debió de cambiar en su rostro pues oyó una
suave voz que se lo colaba en su debate mental.
- ¿Está bien Señor Cullen?
- Si yo….llámame Edward por favor.
- Edward – Sonó más bien como un susurro en sus labios.
Se acercó muy despacio hasta su oído y le murmuro suavemente –
Dilo un poco más alto, en tus labios suena perfecto.
- Edward.
- Si ese es mi nombre.
- El mío es….
- Isabella o acaso podrías apostar que no lo recuerdo.
No pudo responder pues recordó que eso era exactamente lo que le
había dicho a Rosalie y que por lo visto él también la había oído, solo pudo
mirarlo y sonrojarse.
Él acaricio sus sonrojadas mejillas con mucha delicadeza, para
luego decirle – Espero entonces que no apostara hubiese sido una verdadera
lástima que perdiera.
Estaba por decir algo más, pero una voz tras ellos los
interrumpió.
- Edward Cullen… ¿como estas querido?
Bella no pudo evitar notar como Edward se tensaba cuando aquella
voz femenina lo nombro y luego tomo asiento junto a él.
- Jessica Stanley, que sorpresa.
- Sorpresa ¿Por qué? tú mejor que nadie sabes cómo adoro estos
eventos – El tono intimo que utilizo incomodo a Bella, además el rostro de
Edward era una máscara, no quedaban rastros de aquel encantador hombre que
hasta hace unos instantes estaba junto a ella.
- Honestamente no entiendo porque debería saberlo.
- Cariño siempre tan tú – Puso una mano sobre su pecho, pero al
instante él la alejo.
Bella no sabía que hacer, es ese preciso momento desearía estar en
cualquier otro lugar sin duda aquella mujer era más que una conocida de Edward.
- Según se esta no es tú mesa, Jessica.
- Solo vine a saludarte – Estiro su mano hacia él con la clara
intención de que la besara. Fue evidente que él se debatía entre que hacer,
pero gano el decoro y la dio un rápido beso.
- Bueno fue un…..adiós.
- ¿No nos presentas? – Parecía que había olvidado que Bella estaba
ahí cuando la miro – Jessica Stanley.
- Isabella Swan, nuestra estrella.
Bella tendió su mano para saludarla, pero Jessica solo la ignoro
así que lentamente hizo que su mano retrocediera, estaba por volver a dejarla
en la mesa, cuando fue apresada por las manos de Edward quien antes de dejarlas
unidas sobre la mesa, le dio un beso en ella. Aquel gesto no paso desapercibido
para Jessica quien por primera vez en la noche le dirigió una mirada cargada de
furia, pero que de inmediato disimulo con una sonrisa tan falsa como sus
labios.
- Así que tú eres Isabella Swan.
- Así es.
- Un verdadero placer querida. No sabía Edward que te gustaban las
"novelas rosas"
-He aprendido a valorarlas.
- Has cambiado por lo que veo.
- Todos cambiamos, para bien o para mal, pero cambiamos.
- Eso es cierto, la gente cambia y se da cuenta de sus errores.
- Es parte de crecer.
- Edward yo…necesitamos hablar.
Edward acaricio suavemente la mano de Bella que estaba bajo la
suya – La gente cambia Jessica y también sigue con su vida.
- Por favor…yo
-Ya van a servir la cena creo que debes volver a tu mesa.
Sin decir nada más Jessica se fue y de alguna forma también se
marcho con ella la magia de aquella noche.
- Ni siquiera son las doce – Murmuro Bella.
- Disculpa….las doce has dicho – La miro fijamente.
- No importa.
- Acaso tienes planes, otra fiesta, algún novio esperándote – Una
nota de celos tiño aquella última frase.
- Muchísimas fiestas, pero por hoy dejare que otra sea el alma de
la fiesta.
- Entonces que pasa con las doce.
- En serio….no importa.
- Tengo la sensación que nunca llegare a entenderte del todo.
- ¿Acaso desea hacerlo? – Su voz sonó sorprendida.
- Me intrigas Isabella Swan y planeo descubrir absolutamente todo
de ti – Llevo su mano a sus labios y la beso, con aquel gesto parecía estar
sellando una promesa.
Aquello la dejo sin palabras – Maldición soy escritora y según
muchos un diccionario ambulante, y ahora soy incapaz de hilar una frase cuando
lo necesito – pensó.
- ¿En qué piensas?
- Yo…en por qué mi mano esta bajo la tuya – Fue lo primero que le
vino a la cabeza, aunque debía reconocer que le intrigaba saberlo.
- ¿Te molesta? – Levanto una ceja y miro en dirección a sus manos
unidas.
- En lo absoluto – Luego reacciono a que aquello era
cierto…demasiado cierto para su bien.
- Me parece porque esta exactamente donde deseo que este y no
planeo quitarla de ahí.
- Por mí está bien – Le dedico una sonrisa.
Después de todo parecía que el encantamiento no estaba realmente
del todo roto, pues en cada cosa que sucedió la cena, el discurso, la
presentación a los medios, el relanzamiento, Edward estuvo junto a ella como lo
había prometido, incluso bailaron y se fotografiaron juntos.
- Ya son casi las doce, aunque no se rompió antes…mejor no tentar
la suerte – Se dijo a si misma.
Así sin que nadie lo notara comenzó a escabullirse entre la gente,
no pudo evitar notar solo la miraban si Edward estaba junto a ella, si no
volvía a ser invisible, por lo que su misión de huida estaba teniendo bastante
éxito, además su plan era bastante poco ambicioso necesitaba llegar a la
salida, tomar un taxi y llegar a su casa.
Ya estaba por lograr la fase uno de su plan cuando noto que
alguien la toma de la muñeca y la acerca hasta un solido cuerpo.
- Que…- Su voz sonaba ligeramente asustada, tal vez su plan no era
el mejor, no conocía a nadie de los presentes y menos como se comportaban con
unas copas demás. Luego sintió como unos labios rozaban su oído.
- Planeabas marcharte sin decir adiós.
- Bueno…yo no quería interrumpirte Edward – Todavía estaba tras su
espalda y podía sentir como su pecho subía y bajaba en cada respiración.
- ¿Quién te dijo que no quería ser interrumpido? – Lentamente la volteo
hasta dejarla frente a él.
- Nadie, pero estabas tan animado y pensé que…
- Deja de pensar por un momento – La acerco mas a él, haciendo que
la mano que apresaba su muñeca ahora se posara en su cintura.
- Esta bien.
-Hay algo que he querido hacer toda la noche.
- ¿Qué cosa?
Pero él no contesto en cambio uso su mano libre la tomar su nuca y
acercar más su rostro al suyo, miro sus labios entreabiertos y la beso.
Gracias
TOTALES por tomarte unos segundos y leer
Lulu
XD