Capitulo 12
Si me dices te quiero
- Amor…
- Negativo,
Edward, es negativo….
- ¿Negativo? –
Su pregunta tuvo como resultado el silencio del otro lado de la línea – Amor
¿sigues ahí? – Seguía sin oír respuesta alguna – Cristo Isabella, responde por
favor.
- No, no puede
ser yo… - Oyó como removía algo.
- Dios ¿Dime qué sucede? – De nuevo nada.
Con la mano que
tenía libre, Edward comenzó a tirar de su cabello con desesperación, al mismo
tiempo que caminaba como un animal enjaulado en su oficina. No soportaba no
entender que diablos sucedía y Bella
tampoco lo ayudaba al no decir palabra alguna, hasta que volvió a oír su voz.
- Es imposible,
yo estaba segura, yo, acaso puede ser… - Realmente aquellas palabras poco
hacían para calmarlo.
- Voy para allá
– Comenzó a caminar hacia la puerta con rapidez.
- No, no – Al parecer
eso hizo reaccionar a su mujer – Perdón, perdóname, creo que he armado todo un
lio – Un suspiro escapo de sus labios – Aunque creo que podía culpar a las hormonas.
- ¿Hormonas? –
Comenzó a sentir los primeros síntomas de un dolor de cabeza – Si está es tú
manera de tranquilizarme Isabella, no lo estás logrando en lo absoluto – Le
pareció oír que ella reía - ¿Qué es lo gracioso?
- No lo sospecha
– Aunque no podía verla podría apostar que sonreía – Creo que fuiste tú quien
estaba muy seguro hace solo unas horas.
Edward tardó
unos segundos en unir todas las piezas hasta que finalmente algo hizo click en
su mente.
- Estás… - No
pudo continuar hablando la emoción que lo embargo en ese momento se lo impidió.
- Lo estoy.
- Maldición, Isabella
está no es una noticia cualquiera como para que me la des por teléfono.
- Es una
confirmación, estúpido sabelotodo – Una sonora carcajada retumbo en su oficina
al oír como su esposa lo llamaba, sabía como no soportaba tener que darle la
razón en algo.
- Así que…. ¿cuando
puedo cobrar mi premio?
Antes de
separarse en la mañana había decidido apostar, el perdedor debía cumplir la
fantasía sexual del ganador. Edward sonreía satisfecho, su mujer tendría que
pagar y de la manera que lo haría.
- Ya lo
sabrás Cullen, ahora tomaré un baño
rápido.
- Me estás tentando – Oyó su risa nuevamente y una oleada de
felicidad lo lleno por completo.
Pensar que durante unos meses imagino que nunca más volvería
a escuchar aquel celestial sonido, que nunca más la tendría a su lado, que
nunca más serian una familia y ahora todo era distinto, es más un nuevo miembro
llegaría muy pronto.
La voz de Isabella lo devolvió a la realidad.
- Tengo que
irme, pero nos veremos pronto en la empresa.
- Te esperaré y
no sabes el castigo que tengo planeado por darme la noticia de esa manera.
- Bien sabes que
solo fue la confirmación, además
recuerdo que tuviste tú pequeña celebración en la mañana.
- No fue
completa y lo sabes. Faltaron los fuegos artificiales.
- Ya los
tendrás, más bien los tendremos….te amo.
- Yo también,
nos vemos pronto.
Después de un
último beso ambos colgaron con senda sonrisas de alegría en sus rostros.
Edward se dirigió
a su escritorio, se sentó en su cómoda silla y se volteó para quedar frente al
ventanal. Al ver su reflejo se pregunto como disimularía la sonrisa que parecía
tatuada en su rostro, sería algo difícil
hacerla desaparecer, pero necesitaba lograrlo si deseaba que su plan tuviera éxito.
.
.
.
Victoria acababa
de salir de su oficina, después de una mañana plagada de recuerdos, decidió que
lo mejor que podía hacer era tomar un poco de aire. Tenía que pensar muy bien
los pasos a seguir, su plan estaba funcionando a las mil maravillas, pero
cualquier paso en falso podía echar todo abajo. Solo un poco más y su venganza
estaría lista.
Estaba esperando
el ascensor cuando se topó con Isabella que salía de este con la cabeza gacha. La miro sonriente hasta que levantó su vista y
sus miradas se cruzaron, por lo que decidió disimular, aunque por dentro
sintiera una explosión de alegría al verla mal, pero algo en su actitud no
cuadraba, ella esperaba algo distinto, algo más o es que acaso no le importaba
tanto su separación, su familia, no, eso era imposible, lo más probable es que
estuviera tratando de disimular.
- Buenos días
Isabella.
- Buenos días
Victoria.
Camino unos pasos
para salir del ascensor. Ambas quedaron frente a frente en el hall central.
- Quiero decirte
que si necesitas el apoyo de alguien en este momento tan difícil, puedes contar
conmigo.
Bella la miro
fijamente unos momentos, no entendía muy bien sus palabras, pues durante todo
este tiempo jamás habían cruzado demasiadas palabras, pero no era el momento de
decir nada, por qué sin entender muy bien una extraña sensación le recorrió el
cuerpo cuando la vio sonreírle y recordó que en aquel momento todos eran
sospechosos, por lo que no debía levantar sospechas.
- Muchas
gracias. Lo tendré presente.
- Debemos
apoyarnos.
Por primera vez,
desde que llegó a trabajar ahí Isabella reparó en Victoria, por supuesto la
primera vez que la vio, observó lo obvio, lo que saltaba a la vista, que era sumamente guapa,
pero ahora que estaba frente a frente, había algo que le resultaba extrañamente
familiar en ella. Algo en su rostro y en sus ojos, sabía que sería una idiotez
preguntarle ahora si se conocían desde antes, pero algo despertó sus alertas.
Lo mejor era marcharse, necesitaba ver a Edward, pero algo en el cuello de
Victoria llamo su atención.
- ¿Qué sucede? – Pregunto Victoria notando la mirada
de ella.
- Es extraño,
pero tu gargantilla me es familiar.
- ¿Si? – La mano
de la pelirroja se fue directa a su collar – Pues ciertamente es muy extraño.
- ¿Dónde la
conseguiste? – Varias imágenes llenaron la mente de Bella.
- James me la
dio – Algo le decía que esa era una respuesta que no debió dar, aunque eran
cierta sus palabras, la mención de James frente a Bella le provoco ansiedad.
- Tiene muy buen
gusto – Le dio una última mirada – Nos vemos.
Bella dejó atrás
a una muy intrigada Victoria y se marchó
a su oficina, realmente tenia mucho que pensar, en especial por que ella tenía
aquella gargantilla, la misma que años atrás alguien envió a su casa de forma
anónima.
- Señora Cullen – Martha asomo su cabeza en
la puerta de su oficina – Acaba de llegar esto para usted.
Miro las manas de su asistente que sostenía
un pequeño paquete. La vio como camino en su dirección y dejo lo que suponía
era una pequeña caja sobre su escritorio.
- Gracias ¿Quién lo trajo?
- Un mensajero – Bella solo asintió – Desea
algo más.
- No, puede irte, gracias por todo.
Bella tomo el paquete en sus manos, lo observo
cuidadosamente, no entendía muy bien el por qué, pero no quería abrirlo. Nunca
pensó que algo tan pequeño podía provocarle tanta sospecha, no tenía remitente
alguna y estaba pulcramente envuelto.
- ¿Qué tal amor? – Edward entraba a su
oficina con su sonrisa que todo lo calmaba.
- Acaba de llegarme esto ¿tú me lo enviaste?
- Eso – indicándolo – No, para que te
enviaría algo si puedo entregártelo yo mismo ¿Qué es?
- No lo sé.
- Bueno, pues averigüémoslo – Lo tomo y sin
ceremonia alguna lo abrió, era una caja de joyas de terciopelo negro.
- ¿Qué sucede?
- Es una gargantilla – Edward la saco de la
caja y la levantó hacia la luz – ¿con un pincel?
- ¿Un pincel?
El mismo pincel
que ahora colgaba del collar de Victoria.
.
.
.
.
En otro lugar de
la ciudad, a esa misma hora…
Riley tenía la
vista fija en el frente, sin mirar nada en particular, su vista perdida en el
horizonte. Recordando como es que había llegado hasta donde estaba, ya no era
el mismo muchacho que recién salido de la universidad conoció a aquella
despampanante pelirroja que le robo el corazón apenas aquellos ojos azules, tan
tristes por aquellos días, se cruzaron con los suyos.
Estuvo días
escuchando toda su triste historia de amor James, como lucho por que él dejara
de verla como una amiga y que la amara, pues él siempre amo a otra, como esa
mujer jamás se detuve a pensar en nadie que no fuera ella misma. La tildo de
egoísta, caprichosa y manipuladora. Sacudió la cabeza de recuerdos y movió su
cabeza negativamente, realmente no sabía quien tenía esas cualidades ahora,
Victoria no era la misma muchacha que conoció hace unos años, ahora era una
mujer llena de rencor y su deseo de venganza la estaba destruyendo.
Dio un fuerte suspiro, pensar que hace tan
solo unos meses cada palabra que salía de su boca era para él como una verdad
revelada y ahora, simplemente, nada era lo mismo, nada, ni siquiera él que
ahora se hacia llamar James, como si de esa manera ella pudiera recuperar lo
que perdió hace unos años.
Rio amargamente,
ni siquiera era capaz de mirarse al espejo, se sentía asqueado de todo, por qué
cuando accedió a llevar a cabo el plan
de Vic, él estaba seguro que era casi un acto de justicia arrebatarle todo a
Isabella Swan, más bien Isabella Cullen, que después de años de escuchar el
tipo de mujer despiadada que era, recibir una cucharada de su propia medicina
era algo incluso necesario, pero nada de lo que creía era cierto, por qué Bella
era una buena mujer, con defectos y virtudes como todos, mas ninguno la
transformaba en lo que el siempre creyó.
Apenas la vio
con Edward, supo que jamás podría lograr enamorarla, como lo tenía planeado, su
amor parecía ser indestructible, por eso tomaron medidas extremas y ahora por su culpa había roto una familia,
que era hermosa. En que momento dejó que todo eso pasara, trato de justificarse
que el amor lo cegó, pero sabía que eso era una pobre excusa que no aquietaba
en lo absoluto su conciencia.
Por un momento
le pareció oír a su madre, recordándole que el universo busca su equilibrio y que todo lo bueno y malo que haces en la
vida se devuelva, con la misma fuerza
con la que actuaste.
Miro el techo y
grito, luego camino hasta la puerta, tomo su chaqueta y partió, necesitaba
comenzar a reparar el daño que había hecho y debía comenzar hablando con ella.
.
.
.
Isabella entró a
la oficina de Edward, ya sabía lo que podía suceder si le ocultaba sus
problemas. Le contó su encuentro con Victoria y como reparo en ella, además de
la gargantilla y los recuerdos que disparo.
- Recuerdas
donde tienes tu collar.
- No, creo que
lo done o lo perdí.
- Bueno puede
ser una coincidencia.
- Tal vez, pero
de todas formas es extraño, en especial la actitud que tomo cuando se lo
pregunte.
- ¿Qué sucedió?
- Lo cubrió con su
mano y algo cambio. No lo sé, tal vez estoy loca o son las hormonas.
- Hablando de
eso – Se acercó a ella, tomo su mano e hizo que se levantará.
La miro por unos
segundos verde contra café, luchando hasta que él capturo sus labios en los
suyos y la besó apasionadamente.
- No sabes
cuanto te amo – Bajó hasta su vientre y le susurró – Y a ti también, campeón.
- ¿Campeón?
- Si, será un niño
tan hermoso como su madre – Dejó un suave beso en su estomago aún plano.
- Mañana tengo
cita con la doctora.
- Ahí estaré.
- Pero… - Cubrió
sus labios con un dedo.
- Sin pero,
quiero saber como está nuestro hijo.
- ¿Hijo?
Ambos se dieron
vuelta al oír aquella voz.
- Isabella estás
embarazada.
- ¿Qué haces aquí
James? Nadie te enseño a tocar – Edward lo miraba con furia, pero la mirada de
él estaba clavada en Bella.
- ¿Lo estas?
- Eso no es de
tú incumbencia.
- Lo siento, lo
sé, pero…- Sacudió su cabeza - Nunca
tuve ni la más minina oportunidad – Sacudió su cabeza – Creo que debemos
hablar.
- De que quieres
hablar James.
- De muchas
cosas, pero lo primero es que mi nombre es Riley….
Listo el penúltimo capitulo de la historia!!!
Como siempre GRACIAS por sus comentarios!!!!
Las invito a leer mis otras historias y recuerden que estoy planeando un concurso cuando llegue a los 100 seguidores!!!
Besos y que tengan lindos días, tardes o
noches.
Lulu XD