Capitulo 17
La verdad
- Maldita sea, merezco una respuesta
Isabella.
- ¿Por qué?
- ¿Por qué? No puedo creer que te
atrevas siquiera a preguntarlo.
- Éramos solo unos niños Edward,
además tu sabias que me iría – Se levanto de golpe y sus ojos verdes parecían envueltos
en llamas.
- Idiota que mi ¿no? – Rio sin una
pizca de humor – Tienes razón Isabella, yo el niño sabía que te marcharías,
claro que lo sabia, pero sabes en mi estupidez nunca te pregunte donde te irías
y quieres saber por qué.
No sabia muy bien que responderle,
pues más bien parecía que era un monologo y no un dialogo, por lo qué solo asentí
con la cabeza.
- Por que siempre tuve la esperanza
que me invitaras a marcharme contigo, por que durante todos los meses que
estuvimos juntos espere y espere, pero no lo hiciste y simplemente de un día
para otro desapareciste.
Dejo de mirarme y camino hasta la
ventana, sin decir ninguna palabra más.
- Edward yo….
No sabía que decir, “perdóname” “no quise herirte” “pensé que
era lo mejor”, todo esas frases sonaban tan vacías y ninguna demostraba lo
que estaba sintiendo en ese momento. Siempre pensé que al partir como lo hice
nadie había sido herido, que fue lo mejor, pero ahora al ver el dolor en su
rostro y sus palabras, sabía que había cometido un grave error.
- Durante semanas fui a una
cafetería en Boston esperando verte, solo quería verte una vez más, no
importaba que me saludaras o te sentaras junto a mi, quería mirarte y ver una
sonrisa maravillosa inundando tu rostro, con eso yo hubiese podido seguir
adelante, pero nunca te vi.
- ¿Pudiste seguir adelante al menos?
- Eso creía, pero….
Sin darme espacio para decir algo o
siquiera respirar, Edward se abalanzo sobre mi y puso sus manos en mi nuca, acercándome
fieramente a sus labios que en ese momento capturaban los míos en un beso que hizo
que olvidara todo, incluso que hace dos segundos estábamos acaloradamente
discutiendo.
- Esto no cambia nada – Lo dijo
apenas separándome de sus labios.
- Lo sé.
- Todavía tienes mucho que
explicarme – Una de sus manos se posaban en mi cintura, haciendo nuestra
separación casi inexistente.
- Lo que tú digas.
-Tienes mucho que contarme – Su boca
ahora estaba en mi cuello, en el lugar exacto donde mi pulso latía
desenfrenado.
- Te lo diré todo – Mi voz sonaba
extraña para mis oídos, pero nunca antes me había sentido como me estaba
sintiendo ahora, como si en cualquier momento me desintegraría producto que la
combustión espontanea que mi cuerpo iba a sufrir.
- Llevo años soñando con esto – Una de
sus manos comenzó a juguetear con los botones de mi blusa – Sentirte así – Uno de
sus dedos acaricio suavemente mi piel expuesta – Tenerte asi – su brazo se
afianzo más a mi cintura.
- Edward….