"Dos palabras caracterizaban al lugar privacidad y discreción. Todo puede
cambiar en una semana en especial si estas en el "Cielo"
Capitulo 4
Día 3
Verdades
- Oh Por Dios!
- No soy Dios, Isabella…solo un simple
hombre muy, pero muy enfadado…contigo – Coloco sus brazos a ambos lados de su
asiento, acorralándola.
- ¿Qué haces aquí? – Trato que su
voz sonara segura, pero no pude evitar escucharse un poco alarmada.
-No es obvio – Le sonrió – voy de
viaje junto a ti.
- Lo siento este es un vuelo solo
para uno, así que si no te molesta…Lárgate!!!
- Sabes para ser una mujer a
punto de casarte, no luces muy feliz – Una de sus manos recorrió su rostro
lentamente. Sin poder evitarlo un suspiro salió de los labios de Bella, que
cerró los ojos - ¿Por qué huías?
- Esto no tiene sentido, Edward
nuestro tiempo ya paso.
Por un instante Edward no supo que contestar, su mirada se detuvo en sus ojos como buscando en ellos la respuesta, noto que la respiración de Bella era irregular, lo que demostraba que pese a tratar de mostrar una actitud segura, él aun provocaba en ella el mismo nerviosismo que antaño, aquello le dio la esperanza y la fuerza que necesitaba.
- Eso no es cierto Bella y lo
sabes.
- Edward…
- No, Bella hace unos años te
deje ir porque creía que necesitabas tiempo y espacio. Aquel fue el error más
grande de mi vida y te juro que no lo cometeré nuevamente.
- Darme espacio….Me abandonaste
Edward…o acaso esa es tu forma de dar tiempo y espacio…huyendo.
- Supongo que San Félix te dijo
eso.
- No lo metas en esto y por favor
quítate, invades mi espacio vital.
- Recuerdo que aquello nunca te
molesto – No pudo evitar sonreír al ver como fruncía el ceño, se acomodo junto
a ella y se abrocho el cinturón.
- ¿Qué haces?
- Ya te lo dije….viajare contigo
y aprovecharemos ese tiempo para hablar.
Estaba por decir algo más, pero
se encendieron las luces que indicaban que pronto despegarían, escucharon por
el alta voz la instrucción del capitán y no hablaron durante un largo rato.
La mirada de Bella se traslado hacia la
pequeña ventana junto a ella, no quería mirarlo y tampoco quería escucharlo,
pero parecía que aquello era inevitable. Sumergida en sus pensamientos, fue la
voz de Edward la que la devolvió a la realidad.
- Cuando Félix me pidió que lo
dejara ayudarme, nunca pensé que sería para separarnos. Fui un ciego al no
darme cuenta todo lo que hacía, pero era mi mejor amigo, como podría siquiera
pensar en desconfiar de él, él que sabía lo mucho que te amaba y mis planes de
vida junto a ti, él que sabía que eres la única en mi vida y sobre todo él que
sabía que te pediría que te casaras conmigo aquella tarde que me viste con
Ángela.
- Los vi juntos Edward, juntos y
felices.
- Por supuesto que estaba feliz Bella, aquel día te pediría
que fueras mi mujer como no estar feliz, pero en cambio fue el peor día de mi
vida, tú estabas ahí y me mirabas con tanta decepción y pena – Ninguno de los dos
se miraban, ambos tenían su vista al frente como tratando de recordar aquel
momento – Corrí tras de ti y te busque todo la tarde, le pedí ayuda a mi amigo
que milagrosamente dio rápidamente contigo y me dio tu mensaje.
- ¿Mensaje?
- Que no querías verme, así que
lo respete y fui un imbécil al hacerlo.
- No entiendo, yo…. ¿cómo se que
no mientes?
- Nunca pensé que desconfiaras
tanto de mí, siempre creí que sabías todo lo que significas para mí y lo mucho
que te amo, amo tus sonrojos, tu mirada tan profunda, tu sonrisa que siempre
iluminaba mis días, lo poco que te importa lo que el resto opine de tí, tu
torpeza, lo cabeza dura que eres, pero sobre todo te amo porque eres mi Bella.
- ¿Por qué nunca me buscaste?
- Porque según mi amigo
necesitabas tu espacio, porque no quería arruinar las cosas contigo, estaba
seguro que al final de todo saldríamos adelante juntos como siempre lo hicimos,
pero me equivoque…fui un imbécil y te perdí.
- ¿Por qué ahora me cuentas todo
esto?
- Durante mucho tiempo busque la
forma de contarte todo, pero siempre pasaba algo o alguien me lo impedía.
- ¿Mucho tiempo? Edward esta es
la primera vez que te veo en años.
- Si esta es la primera vez que TÚ
me ves en años Bella, pero yo nunca te he dejado. Siempre he estado cerca de
ti, mirándote de lejos, soñándote a la distancia, pero amándote de la misma
forma.
No obtuvo ninguna respuesta, en
cambio sintió una mano sobre la suya y pudo respirar en paz como hace años no
lo hacía, tenía la certeza que acaba de ganar un poco la confianza de la mujer
que tanto amaba.
- ¿A dónde vamos Edward?
- ¿Qué te parece al infinito y
más allá? – Escucho como la risa de Bella llenaba el lugar, no pudo evitar
besar el dorso de su mano – Gracias.
- ¿Por qué?
- Por existir, por mirarme y por
estar aquí.
- No es que me hayas dejado
muchas opciones realmente o esperabas que saltara del avión.
- Sabes que te hubiese seguido.
- No lo dudo….puedo preguntarte
algo – Lo vio asentir - ¿Por qué nunca me hablaste en todos estos años?
- Tenía miedo, pero cuando supe
que te casarías me arme de valor y aquí estoy.
- Eras tú el de las flores todas
las semanas y el que me enviaba aquellas cartas cada fecha importante de nuestra
relación –Noto como Edward se sonrojaba y no necesito respuesta.
- Antes que sigas preguntando lo
hacía porque si firmaba con mi nombre lo más probable es que las botaras.
- De alguna forma esperaba que
quien me las enviara fueras…tú.
Sin pensarlo la tomo entre sus
brazos y la dejó en su regazo, necesitaba besarla y tratar de demostrarle con
esos besos todo el amor que sentía por ella. Sus labios capturaron los de ella
en un lento y excitante juego, cuando se separaron por falta de aire, bajo
hasta su cuello y creó su propio camino.
Las manos de Bella viajaron hasta
su cabello como una forma de guiarlo a aquellos lugares que la enloquecían, una
parte de ella aún dudaba, pero otra más fuerte necesitaba creerle. Su mente aun
tenía miles de dudas y necesitaba aclararlas, pero aquel no era el momento,
solo quería disfrutar y sentir….sentir a Edward, su Edward.
Sintió como una mano de él se
adentraba en su blusa y acariciaba uno de sus pechos con tanta suavidad que la hacía
enloquecer, se sentía perdida en un mar de sensaciones y no pudo evitar los
gemidos que se le escaparon. Cuando
sintió que sus labios ayudaban en aquella labor de llenarla de placer, decidió
hacer lo mismo e introducir sus manos en la camisa de Edward para sentir su
piel. Su boca nuevamente capturo la suya y se besaron una y otra vez, sin saber
cuando empezaba uno y terminaba el otro, solo estaban seguros de que no podía
parar y solo lo hacían para recuperar el aliento.
- No sabes cuánto te extrañe
Bella…te amo tanto.
- Edward yo…
- No digas nada, amor – Volvió a
besarla –y será mejor que nos arreglemos,
estamos próximos a despegar – Totalmente confundida Bella lo miro – No
dudes en que quiero hacerte mía, pero no será en el asiento de un avión ni
menos si existe la posibilidad que nos descubran unos extraños…eres mía Bella y
no pienso compartirte – Le regalo una sonrisa torcida y beso la punta de su
nariz.
En silencio arreglaron sus ropas,
pero sin dejar un instante de mirarse, nuevamente unieron sus labios y luego ambos
sonrieron. Se separaron solo el tiempo necesario para abrochar sus cinturones y
esperar el aterrizaje.
- Y me vas a decir dónde vamos.
- Es una sorpresa, la tuve que
adelantar dado que decidiste huir, pero espero que te guste.
Las luces de despegue se
encendieron y esperaron unos minutos para poder bajar. La oscuridad del lugar
no le permitía ver bien donde estaban, pero Bella sintió que si estaba junto a
él nada malo sucedería. Estaban por subir al auto que los esperaba cuando el
sonido de un celular los asusto.
- Creo que es el mío.
- ¿Quién te llama a esta hora?
- No lo sé, déjame ver –Algo en
su mirada cambio al ver de quien era la llamada.
- Es él….
- Edward, sigue siendo parte de
mi vida, pero no por hoy – Apago su celular y lo beso – Además tú….
- ¿Yo qué?
- Te vas a casar con Ángela, esto
es una locura….- Noto como el semblante de Bella se ensombrecía y bajaba su
mirada
- Bella mírame – Como noto que no
lo hacía, tomo su rostro en sus manos para que sus miradas se cruzaran – Nunca
te he dicho que me vaya a casar….nunca.
- ¿A qué te refieres Edward?... Si estas en este lugar es
porque estas a punto de casarte o ¿no?
- Bella te dije que no me casaría con nadie, nadie excepto
tú.
- Pero entonces, como es que…- No puedo terminar pues
Edward decidió darle un mejor uso a sus labios, capturándolos en los suyos,
solo la dejo cuando noto su rendición y sus mejillas sonrojadas.
- ¿Qué te parece si mejor disfrutamos?
- Me parece excelente…sabes no me importa lo que pase
mañana si puedo tener un hoy junto a ti.
- Y sabes tú que quiero ser parte de tus hoy y tus mañanas
por siempre Isabella.
- Edward aun quedan muchas cosas que aclaran entre ambos,
muchas dudas en el aire y además…me voy a cas…
- No Bella tu nada…entiende que al único que le darás el sí
en un altar es a mí – Su voz sonó más fuerte de lo que deseaba.
- Sabes que nunca me gusto cuando te dabas esos aires
posesivos.
- Lo siento, pero es inevitable de solo pensar que pueda
perderte…
- ¿Puedo preguntar algo?
- Claro.
- Como es eso de que siempre has estado a mi lado – La
observo durante unos instantes antes de darle una respuesta, luego tomo
suavemente su mano y se la llevo a sus labios. Tomo aire y respondió.
- No sé cómo explicártelo sin sonar como un enfermo
obsesionado – No pudo evitar sonrojarse ligeramente, pero continuo – en todo
este tiempo nunca te sentiste protegida – Noto como el ceño de Bella se fruncía
– Esta bien…nunca te has sentido observada, que alguien estaba cerca de ti como
una especie de ángel de la guarda – Le dio una sonrisa de lado, esperando que dijera
algo.
- ¿Eras tú?... aquel misterioso hombre que siempre estaba
con el casco de su motocicleta puesta, que a pesar de eso parecía que me miraba
a través de todo esa oscuridad.
- Me declaro culpable.
- ¿Por qué lo hiciste?
- Porque prometí que nunca te dejaría Bella, que sin
importar como, siempre estaría a tu lado y fue la única manera que encontré
para estarlo.
- Edward que nos pasó ¿Por qué tuvimos que llegar tan lejos
para volver a vernos?
- La cobardía es muy mala consejera Bella, estaba tan
aterrado de perderte que me fui alejando y haciendo caso a otros, en vez de
hablar contigo y aclararlo todo. Cuando me di cuenta ya no estabas.
- Me dolía tanto pensar en tú engaño que hui.
- Si lo sé, aun recuerdo cuando fui a buscarte y ya no
estabas.
Era el día más lluvioso del año, el cielo estaba gris y hacia un frio
de los mil demonios, pero realmente no importaba podría ser el día con más sol
y eso no cambiaba en lo absoluto como se sentía, llevaba una semana sin saber
nada de ella. Eso era la mayor cantidad de tiempo que habían pasado alejados
desde que la vida la puso en su camino. No entendía como había logrado estar
sin Bella todos esos días, pero siguiendo el consejo de su amigo le dio su
espacio y no la molesto con la esperanza de que lo buscara cuando estuviera
lista para escucharlo, pero un día siguió al otro sin tener noticias suyas y
cuando se cumplió el día siete se decidió a ser él quien hablara y la buscara.
Apenas abrió la puerta del apartamento de Bella supo que algo iba mal,
no tuvo necesidad de cruzar el umbral para sentir un aire frio recorrer su
cuerpo de pies a cabezas, ni siquiera grito su nombre, ya sabía que no estaba
ahí. No necesito recorrer aquel espacio para saber que estaba tan vacio como él
en ese momento…se había ido, lo había dejado.
Nunca supo bien cómo fue que llego hasta el centro de la sala y lanzo
todo a su paso, tampoco noto el dolor cuando golpeo las paredes, solo volvió a
la realidad cuando la voz de su amigo le llamo.
- Edward ¿Qué rayos
haces?
- ¿Dime donde esta
Jacob?
- No lo sé…no me
mires de esa manera, te juro que no lo sé.
- MIERDA – grito con
toda la fuerza de tenía.
- Deja el escándalo
que lo más probable es que llamen a la policía.
- No me
importa…necesito saber donde esta Bella.
- Ya le preguntaste a
Félix, tú sabes que parece su guardaespaldas, nunca se le despega.
- Dame el teléfono.
- Te refieres a lo
que queda del teléfono.
- No estoy para
bromas Jake.
- Ni el teléfono
sirve para hacer llamadas Edward, así que toma – Le extendió su celular y de
inmediato marco el número que necesitaba.
- Maldita sea no
contesta.
- No te atrevas a
tirarlo, y además no creo que me tenga entre sus números favoritos. No me mires
con esa cara…sabes que nunca me ha simpatizado.
Aquella fue la primera de muchos intentos por hablar con Félix, no se
rindió hasta que la verdad le llego de golpe, fue la propia novia de su amigo
quien le conto todo. Que siempre estuvo enamorado de Bella y trato por todos
los medios de separarlos, cuando estaba punto de rendirse la suerte pareció
sonreírle, sabía que tenía que actuar con inteligencia si quería destruir a
aquella pareja y lo hizo, uso las inseguridades de Bella y la confianza de
Edward en él para separarlos y lo había conseguido.
Edward pensó en mil maneras de asesinarlo causándole todo tipo de
dolores y torturas, una vez que se dio cuenta que aquello no valía la pena, se
dio cuenta que toda esa rabia que sentía debía usarla en algo provechoso y
dicen por ahí que ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón. Si Félix
le había arrebatado al amor de su vida el haría lo mismo, pero esta vez se
aseguraría de que nunca más se fuera de su lado.
- Edward que te sucede – Paso su mano desde un extremo a
otro.
- Nada, no vale la pena quedarse en el pasado.
- ¿Estás bien?
- Si….mira ya llegamos – Le indico que observara por la
ventana del auto.
- Es precioso ¿qué lugar es este?
- Nuestro lugar secreto – Le susurro suavemente al oído.
Bajaron del auto y se dirigieron
hacia la cabaña que estaba a unos pasos. Edward le dijo a Bella que se
adelantara unos pasos, así lo hizo y cuando llego hasta la pequeña escalera se
volteo a mirarlo, vio como le daba indicaciones al chofer, como esta asentía y
se subía nuevamente al auto y partía.
El corazón de Bella comenzó a
acelerarse cuando vio que iba lentamente acercándose a ella con aquella sonrisa
torcida que tanto amaba y con el viento desordenando aun más sus cabellos,
subió el primer escalón y lo miro, él se detuvo a contemplarla unos instantes,
para luego tomarla entre sus brazos y llevarla hasta la entrada.
- ¿Donde enviaste al chofer?
- Lo suficientemente lejos para que no estorbe.
- ¿Esto es un secuestro?
- Representa algún problema.
- En lo absoluto.
Una vez dentro la dejo suavemente
en el suelo y se acerco al otro extremo para encender la chimenea. No dijeron
ninguna palabra más, él la atrajo hasta su cuerpo y la abrazo como tratando de
fundirse en ella, aspiro su aroma tan característico y beso sus cabellos, luego
levanto su rostro y lo lleno de besos, sus mejillas, sus parpados, su frente,
su nariz, como si tratara de memorizarla con su boca, luego capturo sus labios,
y la beso como si la vida misma se le fuera en ello.
De inmediato las manos de Bella
se aferraron a su cuello, como una forma de asegurarse que no la dejaría, aun
su cabeza estaba revuelta por todo lo que había sucedido, pero al parecer la
voz de su corazón grito más alto, por que se dejo llevar por el amor que sentía
hacía Edward, porque si quería ser honesta con ella misma, nunca había dejado
de amarlo, ni siquiera cuando pensó que la había engañado con su mejor amiga.
Tenerlo ahí junto a ella, diciéndole que nada de eso era verdad parecía un
sueño y si así era no pensaba desaprovecharlo.
Edward la tomo nuevamente en sus
brazos y la llevo hasta la cama, la deposito en ella y la quedo mirando. Cuando
noto como le sonreía y le extendía sus brazos en una clara invitación, no dudo
en aceptarla, le quito su blusa y beso aquellos montes que sobresalía de su
ropa interior. Trato de ser delicado y pausado, pero ella no opinaba lo mismo.
De un solo movimiento rompió su camisa y los botones saltaron por toda la habitación.
No pudo evitar reír.
- Ey!! me debes una camisa.
- Te prometo que la pagare, ahora vuelva a tu trabajo –
Llevo sus brazos hasta su cuello y bajo su rostro hasta sus labios.
Mientras se besaban, sus manos
ayudaban al otro en la tarea de quitar la ropa que tanto estorbaba en ese
momento. Una vez cumplida su misión, los labios de Edward comenzaron a recorrer
su cuerpo desnudo, no hubo lugar que su boca no haya reclamado como suya,
siguió besándola hasta que Bella en un solo movimiento dejo lo dejo bajo su cuerpo y lo imito.
Con lo que Edward no contaba es
que ella se detuviera en una parte tan específica de su anatomía, después de
besar su pecho y seguir bajando, lleno de pequeños besos su miembro, aquello lo
sobresalto, pero no impidió que dejara de hacerlo.
Partió con suaves toques apenas
perceptibles para poco a poco y a medida que los gemidos de Edward iban en
aumento, empezó a jugar con él, hasta que se lo llevo a su boca primero
probando cuanto de él podía tener y luego dándole todo el placer que podía. Grito su nombre una
y mil veces, le proclamo su amor y prometió adorarla más allá de la vida
Edward estaba enloquecido por
aquel éxtasis que estaba sintiendo, cuando estaba por llegar trato de quitar a
Bella, pero esta se negó y bebió hasta
la última gota. Busco su boca para besarla y sentir su sabor en ella lo
enloqueció más.
Volvió a dejarla bajo su
cuerpo y sin poder contenerse más la
penetro, primero de forma lenta y pausada, pues quería llevarla al mismo
estado que él había vivido antes,
entraba y salía de ella a un ritmo insoportablemente lento, noto como arqueaba
sus caderas para recibirlo por completo, cuando pensaba que estaba por hacerlo,
se retiraba, estaba por golpearlo por hacerla pasar por esto, cuando oyó su
voz.
- Dime que me amas Bella, dime que soy el único en tu vida
– Sabia que estaba jugando sucio, pero necesitaba oír de sus labios aquellas
palabras.
- Te amo Edward, nunca deje de hacerlo…por favor no me
tortures más….POR FAVOR.
- Tus deseos son órdenes.
Y así fue como la llevo al
límite, la hizo tocar el cielo con las manos, la lleno por completo y la amo.
Cuando ambos gritaron sus nombres cayeron rendidos y enamorados.
Aquella noche la hizo suya como
tratando de recuperar el tiempo, no hubo lugar que no fuera testigo de su amor,
solo entrada la madrugada durmieron unas horas para luego despertar y volver a
unir sus cuerpos y almas.