Caprichosa - Capitulo 3


Ser una rica heredera tiene sus ventajas, tener el mundo a tus pies con solo tronar los dedos, jamás escuchar un no por respuesta y hacer todo lo quieres, pero que sucede cuando alguien planea quebrar tú voluntad y poner tu mundo de cabeza.

Capitulo 3

Me sentí tentada de voltear y ver su cara, pero no lo hice no quería demostrar de ninguna manera que él podría importarme. Cuando entre a la casa, me fui directo a mi habitación, tomaría una ducha y luego iría a comer con mis amigas.

No podía evitar sonreír al imaginar como estaría Edward en es momento, tal vez también se estuviera tomando una ducha aunque dudo mucho que fuese con agua caliente. Me reí fuerte al imaginarlo, aunque no podía negar que lo de anoche había sido fantástico, quería que tuviera claro que las cosas se hacían cuando y donde yo quería. 


- ¿Qué es lo gracioso? – Me di rápidamente vuelta para verlo tras de mí estaba tan absorta en mis pensamientos que no lo oí entrar.
- ¿Qué haces aquí? – Trate de alejarme, pero el reducido espacio de la ducha no me daba mucha movilidad.
- No es obvio Isabella.
- Realmente no – Puso sus brazos a ambos lados de mi cabeza y me miro fijamente, si pensaba que podría asustarme estaba muy equivocado.
- Es de muy mala educación lo que hiciste – Bajo su boca a mi oído y mordió suavemente el lóbulo – Así no se trata un invitado.
- Eres invitado de mis padres, diles a ellos que te traten bien – Puse mis manos en su pecho para tratar de alejarlo, pero no logre moverlo ni un centímetro, de hecho acerco más su cuerpo al mío. Sentí su erección en mi bajo vientre y mordí mi labio para no dejar escapar un gemido.
- ¿Te gusta? – Pregunto al tiempo que besaba mi cuello.
- Nada que no haya visto antes – Trate de sonar segura pero mi voz fue mas bien un murmullo.
- No te creo – No pude responderle, sus labios cubrieron los míos. Con la punta de su lengua comenzó a juguetear en el interior de mi boca con calidas caricias que me enloquecían.

Trate de alejarme, pero una de sus manos presionaron mi nuca, para profundizar el beso e impedir que me apartara, al sentirme derrotada me rendí a aquellas sensuales caricias, su boca no dejaba de incitarme y darme placer, no pude evitar dejar escapar un gemido.

Sentí como su mano libre comenzó a acariciar el contorno de mi figura hasta llegar a mi intimidad, separo un poco mis muslos y puso su pierna en el medio, aquel contacto fue exquisito, luego bajo ambas manos a mi cintura, me elevo unos centímetros del suelo, sabia exactamente que quería, pero una parte de mi se negaba a complacerlo. Su mirada estaba oscurecida por el deseo, pensé en golpearlo y dejarlo nuevamente frustrado, aunque siendo honesta él no sería el único si esto paraba aquí.

Enrede mis piernas en su cintura y le rodee el cuello con los brazos, hice un movimiento ondulante para aumentar la fricción de nuestros cuerpos y sentir como su deseo iba en aumento. Delineo el contorno de mi oído con su lengua y luego lo oí gemir, aquello me estaba enloqueciendo. Enrede mis manos en su cabello como una forma de guiarlo hasta mis labios que ha esa altura estaban hinchados de tantos besos.

Tan perdida estaba en las sensaciones que me provocaba, que me sobresalte al sentir como empujaba mi cuerpo contra el colchón. Me levante un poco para verlo, por un instante pensé que tomaría revancha y me dejaría ahí. Una sensación de alivio me inmundo cuando lo vi ponerse a horcajadas sobre mi, eche mi cabeza hacia atrás y apreso mi cuello con mis labios y lo lleno de suaves besos.

Arquee mis caderas como una invitación que no dudo en aprovechar, separo mis muslos y alzo un poco mis rodillas, para luego penetrarme lentamente. Aferro mis nalgas con fuerza para llegar mas profundo en mi interior, sus movimientos eran deliberadamente lentos, aquellas placenteras y profundas embestidas me estaban volviendo loca, al sentirlo tan duro mis paredes se contrajeron en torno a él. Cada movimiento provocaba un estremecimiento que me llevaba más allá de la cordura. Estaba por alcanzar el clímax, cuando arremetió en mi interior una vez con más fuerza, no pude contener el gemido que se escapo de mi garganta. Grite su nombre al mismo tiempo que él grito el mío.


Aquella tarde no vi a mis amigas habían cosas mas interesantes que hacer. Ambos yacíamos en la cama rendidos de tanta actividad compartida. Ninguno de los dos hablo, aunque aquello no era realmente necesario, lo que menos quería era crear una intimidad, solo compartíamos buenos momentos y nada más.

- Creo que es hora de partir – Lo oí decir, no se si era una pregunta o una afirmación, si esperaba que lo retuviera a mi lado se equivocaba.
- Si no me gusta que invadan mi espacio.
- Hace unos momentos no te molesto la invasión.
- Eso fue hace unos minutos, ahora me molesta – Me levante de mi cama, tome mi bata y le indique la salida.
- Si eso es lo que deseas – Se levanto y tomo su bañador, se lo coloco y se dirigió a donde me encontraba, sin darme tiempo a nada, cerro la puerta y me acorralo con su cuerpo a ella, me beso hasta dejarme sin aliento – Nos vemos Isabella.

A las pocas horas llegaron mis padres y los Cullen, aun no salía de mi habitación realmente estaba cansada, pero sabia que si no aparecía mi madre llegaría pronto a buscarme. Me acerque a mi closet y busque un vestido, me decidí por uno floreado de suaves tiras y largo, elegí también unos zapatos sin tacón que eran mis favoritos. Estaba arreglando mi cabello cuando vi una mancha roja en mi cuello, solo pensé una cosa…Edward, sabía que no podría disimularla con maquillaje, así que utilice un pañuelo a juego con mi vestido. Cuando estuve lista, baje para encontrármelos a todos en el jardín.

- Hola – Salude a todos los que se encontraban ahí.
- Bella, hija pensé que saldrías con tus amigas.
- Cambio de planes – Me acomode junto a mi padre, quien me sonrió.
- Estábamos hablando de organizar una fiesta para celebrar la llegada de los Cullen – Mi madre me miro esperando que respondiera algo al igual que mi padre.
- Me parece perfecto madre, sabes que cuentas con mi ayuda.
- Me encantan las fiestas – Chillo Alice – Me encantaría poder ayudar.
- Perfecto, dos semanas me parecen suficiente no crees hija.
- Claro, dos semanas – Note como la mirada de Edward se clavaba en mi pañuelo y luego sonreía.
- Edward me puede decir por que usas esa polera de cuello tan alto, acaso puedes respirar – No pude evitar sonreír ante la pregunta de Alice.
- No es tu problema enana.
- Tal vez sea alguna moda – Edward clavo una mirada envenenada en mí.
- Al igual que los pañuelos al cuello – Sonrió con suficiencia, iba a rebatirlo cuando nos interrumpió la voz del ama de llaves.
- Perdón por la interrupción…Sr. Cullen
- Si – Respondió Carlisle.
- No me refería al joven Edward – Todos reímos.
- Si ¿Qué sucede? – Le pregunto sonriente.
- Su novia lo espera en la sala – Note como la cara de Edward cambiaba por completo...
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