Ser una rica heredera tiene sus ventajas, tener el mundo a tus pies con
solo tronar los dedos, jamás escuchar un no por respuesta y hacer todo
lo quieres, pero que sucede cuando alguien planea quebrar tú voluntad y
poner tu mundo de cabeza.
Capitulo 4
Por unos
instantes reino el silencio, las miradas que Esme y Alice dirigieron a Edward
eran de reproche, por alguna razón su mirada trato de buscar la mía, pensé en
ignorarlo, pero que sentido tenía, acaso pensaba verme herida, lo mire y solo le
sonreí, su cara contrariada solo me hizo ensanchas aun más mi sonrisa. Después
de un momento fue mi madre la que hablo.
-Maggie llevala a
la sala, ahí estarán mas cómodos – Se dirigía a Edward.
- Te lo agradezco
Renee – Se puso de pie y entro en la casa.
- No puedo creer que haya venido – Carlisle miro a Alice con el ceño fruncido – Papá no me mires así.
- No puedo creer que haya venido – Carlisle miro a Alice con el ceño fruncido – Papá no me mires así.
- Alice solo
compórtate.
- Pero es que me
parece increíble… ¿Cómo supo donde estábamos?
- Es la novia de
tu hermano, no es tan difícil saber como – Respondió Esme, al parecer estaba
tan molesta como Alice – Les pido perdón por esto, estamos abusando de su
confianza.
No pude evitar
sonreír ante el comentario, si supiera de que forma su hijo había tomado
confianza, tal vez estaría aun mas apenada.
- Por favor esta
es su casa no hay problema.
- Mejor hablemos
de otras cosas ¿Qué les parece que la fiesta sea acá? – Gracias a al
intervención de Renee toda la tensión pareció desaparecer y seguimos hablando
de la fiesta.
Decidimos
quedarnos en el jardín ha planificar todo, era un día realmente agradable para
encerrarse. Me disculpe un momento para atender mi celular, era Rose quien me
llamaba, por que quería saber la verdadera razón de mi ausencia en la comida,
le prometí que luego le contaría todo, realmente no estaba de ánimos para una
larga conversación.
Mientras me
dirigía nuevamente afuera, escuche parte de la conversación que tenía Edward
con su novia.
- Podrías
quedarte en mi casa – Sonaba alterada
- Eso no es
necesario, Jane.
- No me gusta que
este acá…con Isabella Swan.
- Realmente no es
mi problema si te gusta o no.
- Por que eres
tan cruel conmigo.
- Sabes que las
escenas dramáticas no son mi estilo. Así que evítalo por favor.
- Edward…yo…lo
siento.
- Si eso es todo
será mejor que te marches. Esta no es mi casa y no quiero abusar – No me di
cuenta cuando se volteo, pero note que se dio cuenta de mi presencia, no solo
él sino que también ella. Me dio una mirada envenenada a mi, luego se le acerco
y lo beso. Pobre y patética mujercita, quise reírme por aquella escena, pero no
lo hice, en cambio seguí mi camino al jardín.
Después de lo que
parecieron varias horas, nos dirigimos a cenar. Estaban allí mi padre y
Carlisle, quienes escucharon pacientemente todos los planes que habíamos
trazado. Edward estaba en silencio y se mantuvo así casi toda la comida. Una
vez terminada, todos nos fuimos a nuestras habitaciones, yo estaba por salir
del comedor, cuando Alice me hizo un par de preguntas, no tenia ni la menor
idea de donde sacaba tanta energía, tuve que decirle que estaba agotada de otra
forma me hubiese arrastrado para continuar con los preparativos.
Me sentí aliviada
cuando entre a mi cuarto, realmente necesitaba dormir. Estaba sumida en la
oscuridad, asi que busque a tientas el interruptor y encendí la luz. Casi grito
cuando lo vi sentado a los pies de mi cama. Su pose era relajada y me miraba
como si quisiera leer mi mente.
- 10 dólares por
saber lo que piensas.
- Pienso si algún
día recuperare mi privacidad – Lo oí reír y luego apareció una sonrisa torcida
en su rostro. No podía negar que era guapo y un excelente amante, pero evita
seguir pensando en ello – Puedo saber que deseas.
- Creo que es
obvio lo que deseo Isabella – Luche por mantener mi mirada fija en él y no
bajarla hasta aquel lugar donde su deseo sería evidente – Pero primero me
gustaría que habláramos.
- Un cambio del
todo interesante, pero de que podríamos hablar.
- Nunca quise
ocultarte que tenía novia, lo siento.
- Pues no lo
hagas. Eso es algo que realmente no me interesa.
- ¿A pesar de lo
que compartimos?
- Edward, eso ya
paso. Así que calmate y… – Note como esperaba que continuara –Buenas noches –
Me di la vuelta y camine rumbo al cuarto de baño.
- Eso como nos
deja – Lo oí hablar detrás de mi espalda.
- Tal como
estábamos hace unos días, dos perfectos extraños y nada más.
- Y si te dijera
que yo no quiero eso – Estaba muy cerca de mí, oí su voz junto a mi.
- Te diría que
eso es tu problema no mío – No pude avanzar, con su mano en mi cintura, me
acerco a su cuerpo.
- Seguro que no
es un problema de ambos – No me dejo contestar, me acerco a la pared más
cercana y ataco mis labios, no me dio tiempo para pensar en nada más que su
boca sobre la mía moviéndose a la par. Lo sentí explorar mi boca, como si
quisiera memorizarla y descubrir cada rincón. Antes de separarnos a buscar un
poco de oxigeno mordió suavemente mi labio inferior. No me dio tregua siguió
besándome hasta que mis labios estuvieron hinchados de tantos besos recibidos.
Cuando sentí que mis piernas flaquearon, las enrolle en su cintura buscando
algo de estabilidad. De inmediato lo oí gemir muy cerca de mi oído, tomo mi
lóbulo y lo mordió. Yo bese su cuello, quería dejar nuevamente mi marca en él.
Me llevo hasta la
cama y dejo mi cuerpo sobre el colchón, no tuve mucha conciencia en que momento
nos desprendimos de nuestra ropa, solo sentí como entraba de una certera
estocada en mí y ambos tocábamos el cielo.
A la mañana
siguiente desperté con el tiempo justo para darme una ducha e irme al trabajo,
al parecer todos se habían marchado, excepto mi madre y Esme que estaban en el
comedor tomando desayuno. Me despedí de ambas y partí rumbo a mi oficina.
El día había sido
agotador, tuve que revisar numerosa información y varios casos en los que
estábamos trabajando, eso sin contar que solo comí una ensalada y numerosas
tazas de café, hicieron que quisiera acabar más pronto para volver a casa.
Apenas llegue
encontré a Edward me sonrió y hablamos un par de cosas, mientras cenábamos, al
parecer estábamos solos los dos, bromeo un par de veces acerca de cómo
aprovechar aquella soledad.
Me pareció oír el
timbre, pero no lo pude comprobarlo, sino hasta que Maggie me anuncio que tenia
un invitado. Me dirigí a la sala y lo vi ahí parado. Corrí a donde estaba, me
lance a sus brazos y lo bese, lo había extrañado tanto.
cabeza.