Ser una rica
heredera tiene sus ventajas, tener el mundo a tus pies con solo tronar los
dedos, jamás escuchar un no por respuesta y hacer todo lo quieres, pero que
sucede cuando alguien planea quebrar tú voluntad y poner tu mundo de cabeza.
Capitulo 8
No podía creer en la situación
que me encontraba. Atada en mi habitación por un hombre que me reclamaba como
suya y que no significaba nada en mi vida o esa era de lo que me trataba de
convencer.
Honestamente quise reír por lo
absurdo que resultaba todo esto, en qué momento habíamos llegado a esto. Lo
hubiese hecho de no ser por el insistente sonido de mi celular que era un
recordatorio que en aquel instante debía estar en otro lugar.
Edward volvió a los pocos minutos
con una sonrisa adornando su rostro. Rostro que en aquel minuto deseaba tener
entre mis manos y golpear. Se acerco sigilosamente a mí sin apartar en ningún
momento su mirada de la mía, su sonrisa se ensancho aun más cuando, al parecer
adivino mis violentas intenciones en su contra. Note que iba con las manos tras
la espalda ocultando algo.
- Más amarras o tal vez esposas –
Le pregunte con mi voz cargada de ironía. No me respondió, en cambio desvió su
mirada de mí y busco mi celular. Luego se acerco a mi cama, no pude ver con
claridad lo que le hizo, pero dejo de sonar – Si le has hecho algo me lo pagas
Cullen.
- Tranquila, Isabella solo lo
apague – Lo vi levantar sus manos y una lluvia de pétalos cayó sobre mi cuerpo
hasta quedar parcialmente tapada con ellos y llenado la habitación de un exquisito
aroma – Mi flor preferida – Me murmuro al oído.
No le respondí nada, lo único que
deseaba era odiarlo por lo que me acababa de hacer, por creer que tenía algún
derecho sobre mí, pero sobre todo por comenzar a hacerse un lugar en mi corazón
y aunque lo intente con todas mis fuerzas lo único que logre fue sonreír como
una boba, y sentir mi corazón acelerarse con su cercanía.
Ni siquiera fui consciente del
momento en que me desato y quede libre de mis ataduras, solo supe que me hallaba libre cuando sus
labios comenzaron a recorrer mi cuerpo desnudo y me perdí en aquellas
sensaciones que solo Edward lograba despertar en mí.
Me deje llevar y olvide por
completo que Jacob me esperaba en algún lugar, olvide que Edward había actuado
como si le perteneciera, como si fuésemos algo, pero también quise olvidar la
sensación de felicidad que pugnaba por apoderarse de mi corazón.
Sentí que algo suave me recorría,
vi que era una rosa la que reemplazaba sus manos y viajaba por todo mi cuerpo.
Hasta detenerse en uno de mis pechos y dar pequeños toques en mis pezones hasta
que esto estuvieron erectos.
La flor fue reemplazada por sus
labios que juguetearon y lamieron mis pechos hasta hacerme gemir. Tome su
rostro entre mis manos y lo acerque para besarlo, quería perderme en su sabor,
su lengua estaba en batalla con la mía y recorría cada rincón de mi boca.
Cuando nos separamos llene su rostro de pequeños besos y llegue a su cuello.
- Veo que ya no estás enojada.
- No cantes victoria Edward – Lo
oí reír y continuo besándome.
Tan absorta estaba en mis
sensaciones que no había notado que Edward estaba completamente vestido. Subí
mis manos a su cuello para desabotonar su camisa, pero me detuvo y me miro.
- No lo hagas quiero sentirte
así.
- Es injusto.
- Te aseguro que no te
arrepentirás.
- Engreído… – Quería decir algo
más, pero me beso y lo olvide todo.
Bajo hasta mis piernas y las beso
sensualmente, luego las separo y sentí su aliento en mi intimidad. De inmediato
supe lo que haría y sentí sus labios acariciando aquel lugar, su lengua se
adentro en mí primero lentamente entrando y saliendo. Luego fue reemplazada por
sus dedos. El trabajo conjunto de su boca y sus dedos me estaba llevando al
límite. Mis manos fueron a descansar a su cabello el cual tiraba salvajemente
en cada nueva embestida. Poco a poco el ritmo fue aumentando hasta el mundo se
lleno de luces de colores.
Subió hasta quedar frente a mi
rostro, con sus manos a ambos lados. Hablo a escasos milímetros de mis labios,
su aliento lleno mis sentidos.
- Eres única Isabella y
entiéndelo eres mía solo mía.
- Edward – Respire para recuperar
mi voz y que esta sonara segura – Esto no tiene sentido…yo no soy de
nadie…entiéndelo de nadie.
- Di lo que quieras, pero ambos
sabemos que nos pertenecemos.
Lo mire por unos instantes y
trate de apartarlo para poder levantarme. Su aroma no me dejaba pensar con
claridad y necesitaba recuperar mi espacio vital que estaba completamente
invadido por él.
- No te muevas aún no he
terminado.
- Pero yo sí….así que por favor.
- jajjaajja…..Isabella entiéndelo
aún queda tiempo y no pienso desperdiciarlo.
Se separo un momento de mi cuerpo
y bajo lo necesario sus pantalones para poder ver su erección. Lamí mis labios
pensando en todo las sensaciones que me provocaba. Sin darme tiempo a nada más,
me penetro dejándome sin aliento.
No había suavidad en sus
embestidas, sus manos separaron mis piernas aun más para poder llegar más
dentro de mí. Sus arremetidas eran fuertes, pero aquello no me molestaba en lo
absoluto, es más era justo lo que necesitaba para perderme y no pensar más.
- Vamos Isabella…quiero que
llegues una vez más – Mordió el lóbulo de mi oreja.
- Edward….
Sentí que estaba a punto de
llegar, pero quería que ambos llegáramos. Acerque sus labios a los míos para
llenarme de él. Ahogue mi grito en su hombro y Edward hizo lo mismo cuando
llegamos al final.
- Eres maravillosa…Te amo
Isabella…
Por un instante tuve la certeza que estaba soñando, pero
cuando sentí sus labios en los míos supe que no era un sueño y que las palabras
que acababa de oír eran reales. No pude corresponder su beso y en ese momento
la habitación se me hizo más pequeña, necesitaba aire, tomar algo, vestirme,
cualquier cosa con tal de no tenerlo aquí junto a mí.
No era la primera vez que alguien me decía que me amaba, ya
varios me lo habían dicho, nunca les creí o no me importaba realmente si era
cierto. Ahora era distinto, tenía miedo
de lo que podía suceder, tenía una vida, tenía planes que no contemplaban
a Edward, pero también por primera vez
mi corazón latió con fuerza antes esas dos palabras. Mi cabeza estaba en otro
lugar y el pareció notarlo.
- Estas bien – Pregunto rozándome los labios.
- Si…solo quiero que te marches – Trate de que mi voz sonara
lo más firme posible.
- Isabella, lo que
acabo decir…es….bueno…la verdad – Su mirada verde busco la mía pero no quise
verlo.
- Edward…que se supone que debo hacer con eso – Se sentó en
el lado opuesto de la cama, mientras yo apoyaba mi cuerpo en el respaldo de
esta.
- No tienes nada que hacer, solo quería que lo supieras.
- Esta bien – Pero sabía que no lo estaba.
- Isabella…yo…
- Edward será mejor que te vayas, mis padres no han de
tardar – No quería oírlo más, todo esto me estaba confundiendo, no lograba
comprender en qué momento todo cambio de una manera tan radical. Él enamorado
de mí y yo…yo estaba por irme de aquí.
- Quiero que entiendas que yo…-Puse un dedo sobre sus labios
y lo calle.
- Edward…por favor – Creo que hace mucho no pedía a nadie
“por favor” algo.
No sé como sonó mi voz, pero al parecer Edward lo
comprendió, me miro por unos instantes, se levanto de su lugar, arreglo sus
ropas y salió de mi habitación. No sin antes decirme
- Puedes tratar de olvidar lo que te dije, pero eso no lo
hace menos cierto – Cerro la puerta y tuve la sensación que en mucho tiempo no
lo volvería a ver.
Aquella noche no pude dormir, di vueltas en mi cama pensando…pensando
como todo puede cambiar cuando menos lo deseas.
4 semanas después
- Bella vamos por favor!!!!...Te quedan pocos días en la
ciudad…por favor.
- Alice estoy agotada.
- Es solo un rato. Te prometo que llegas temprano, además si
lo deseas te ayudo con tu equipaje.
- No lo sé – En poco tiempo Alice se había transformado en
una muy buena amiga. En este tiempo había aprendido que nunca aceptaba un no
por respuesta, así que era mejor ceder, pero eso no quitaba que la hiciera
sufrir un poquito.
- Es solo un par de horas. Te prometo que te vas a divertir.
- ¿Dónde piensas llevarme? – Estaba sonriendo – En el caso
que acepte ir contigo.
- Prepárate para una noche de…KARAOKE.
- No…Alice tú estás loca…ni lo sueñes.
- Bella, es para cambiar un poco, además nadie te obliga a
cantar.
- Estas loca.
- Tal vez, pero iras conmigo para que no sea una loca
peligrosa – Reímos por su comentario y accedí Alice siempre se salía con la
suya.
Llegamos hasta el lugar donde Alice se le ocurrió traerme.
En una de las mesas estaba su novio Jasper, mi amiga Rosalie y alguien a quien
no esperaba ver, Edward, quien al parecer también le sorprendió verme. Estaba
tan guapo como siempre, aunque unas sombras estaban bajo sus ojos, sombras muy
similares a las que adornaban mi rostro. Por primera vez en varios días sentí
algo parecido a la felicidad.
Tome aire hasta llenar mis pulmones y los salude a todos
como si el hecho de que él estuviera ahí no me afectara en lo más mínimo. Nos
sentamos y pedimos nuestras bebidas, conversamos de varias cosas durante un
rato hasta que Rose hablo de mi viaje, tema que realmente no quería tocar.
- Bella debes de estar contando las horas para partir
- Claro siempre quise vivir en Londres – Trate que mi voz
sonara emocionada.
- Disculpa la pregunta, pero ¿Qué piensas hacer allá? – No
conocía mucho a Jasper, pero me simpatizaba.
- Pues voy a hacer un postgrado en empresas y trabajar en la
nueva filial que mi padre piensa abrir en Londres.
- No entiendo que tiene de especial Londres, acaso no puedes
estudiar acá – Era la primera intervención que Edward hacia en toda la noche.
- Tal vez, pero es mi sueño así que no le veo nada de malo.
- Así que Isabella en el fondo es una soñadora…quién lo
diría.
- ¿Acaso tú no los tienes? – Lo mire fijamente.
- No. Los sueños te estorban – Se tomo de un trago toda su
bebida, ya llevaba varias en la noche.
- Que amargado hermanito. No lo escuchen lleva semanas con
esa actitud – Sentí como su mirada se posaba en mí y lo ignore.
Llego el momento del show de karaoke. Alice tomo del brazo a
Jasper y fueron los primeros en subirse al escenario y cantar. Cuando
terminaron todos los aplaudieron y ganaron unos tragos gratis para nuestra
mesa. Después fue el turno de Rose que con unas copas de más se atrevió a
cantar. Otra ovación del público, aunque estaba segura que se debía más a su
belleza que a sus dotes de cantante. Nuevamente nuestra mesa fue la ganadora. A
esas alturas todos estábamos un poco mareados, pero Edward estaba mucho peor
que todos, solo se dedico a beber.
Repentinamente se levanto de la mesa y se dirigió al
escenario. Tomo el micrófono y al parecer eligió una canción del listado.
- Esta canción va para ella, para la mujer que amo – Casi me
caí de mi silla, cruce los dedos para que no digiera mi nombre, ni siquiera
estaba preparada para una declaración de carácter personal, menos lo estaba
para que lo gritara – tú sabes quién eres – Todos se quedaron mirándolo, pero
note que la vista de Alice iba de su hermano a mí. Preferí ignorarla.
Se escucharon los primeros acordes de la música y Edward se
acerco hasta donde estaba la pantalla del karaoke.
Si me amarás,
si hubiera una chispa en tu alma
para iluminar mi esperanza
entonces sería feliz
Si me amarás
si hubiera una estrella en tu cielo
para compartir mi deseo
de estar siempre cerca de tí
Volvería a conocer la alegría
que hace tanto, tanto tiempo perdí
porque nunca sonreiré si no es contigo
no quiero, no puedo vivir sin tu amor
Si me amarás,
si hubiera una chispa en tu alma
para iluminar mi esperanza
entonces sería feliz
Poco a poco llegarás a quererme
mientras seguiré soñando tu amor
viviré para esperar que me sonrías
de noche y de día con esa ilusión
Si me amarás
Si me amarás,
si hubiera una chispa en tu alma
para iluminar mi esperanza
entonces sería feliz
Si me amarás tan solo un día
tú estuvieras conmigo
sé que sería feliz
volvería a conocer, volvería a conocer
la alegría, la alegría
sólo necesito
No pude dejar de mirarlo
mientras cantaba y su mirada tampoco me dejo ni un instante. Busque varios
motivos para no emocionarme, que estaba borracho, que solo era un canción, que
aquello no significaba nada de nada, pero el mejor motivo llego unos instantes
después que terminara de cantar.
Jane apareció en escena y corrió
a abrazarlo, agradeciéndolo por la canción y sellando todo con un beso. La
gente aplaudió y vitoreo como si estuviéramos en presencia del final de una
película romántica, que en este caso era pésima y de muy bajo presupuesto.
Me disculpe con todos los que
estaban ahí y me fui a mi casa. Alice trato de retenerme, pero le recordé que
solo era por un rato que había aceptado y además estaba agotadísima.
Estaba esperando por mi
automóvil cuando sentí la una mano que me era absolutamente familiar y que
provoco una descarga eléctrica que recorrió todo mi cuerpo.
- No era para ella y lo sabes –
No quise voltearme, pero eso no evito que me acercara a su cuerpo.
- Gracias por la aclaración,
pero no importa realmente. Estas borracho y lo más probable es que no recuerdes
nada de esto.
- Nunca te dijeron que los
borrachos nunca mienten.
- Si y también que Santa Claus
traía mis regalos, pero ya sabes el final de la historia – Me deshice de su
agarre y estaba por subir a mi auto que acababa de llegar, cuando me dio la
vuelta y me beso sin darme oportunidad a nada. Apoyo mi espalda en la puerta y
me apreso entre sus brazos.
Me beso como si en aquello se le
fuera la vida, trate de no corresponderle, su aliento estaba cargado de
alcohol, pero aun así no pude evitar rendirme. Subí mis manos a su nuca y
profundice nuestra unión. Como siempre solo nos separamos en busca del oxigeno,
cosa que agradecí. Recordé donde estábamos y que él estaba borracho, hice uso
de todas mis fuerzas y lo aleje, como tantas veces lo había hecho. Subí al fin
a mi auto y partí rumbo a mi casa y mi soledad.
Como era de suponer apenas si
puede dormir esa noche. Odiaba esta situación, las noches en vela por culpa de
Edward Cullen y los días con un humor de perros por culpa de Edward Cullen,
pero lo que más odiaba era que mis días se llenaran pensando en él, esto tenía
que acabar.
Me levante con la firme
resolución de no pensar en nada que tuviera relación con él, pero fue
imposible. Estaba por salir cuando Maggie me trajo un pequeño paquete que
acababa de llegar, le agradecí. Lo observe por unos instantes, era una caja
pequeña, muy elegante por un instante pensé que era una joya o algo similar,
hasta que la abrí y vi que en su interior se encontraba una llave, la tome sin
entender mucho de lo que se trataba hasta que note que en el fondo había una
nota.
Recuerdo cada cosa que paso anoche. Todavía siento tus labios en los
míos. La canción era para ti y lo sabes.
Estas son las llaves de mi departamento, ya que te vas me encantaría
darte una despedida a la altura. Te espero mañana a las 9 de la noche.
Tuyo el soñador EC
Aunque quise evitarlo no pude y
sonreí como una tonta ante su nota. Tome las llaves y las guarde junto a las
mías. En ese momento sentí mi celular, por un instante pensé que podría ser
Edward, pero no lo era, aunque no estaba tan errada, pues era un Cullen, era
Alice.
- Bella
- Buen día Alice – Salude.
- Te oyes contenta ¿qué sucedió?
- Nada, solo que es un buen día.
- Me alegro por ti. Para mí no
lo es.
- Y eso ¿Por qué?
- La aparición de Jane anoche.
No puedo creer que siga tras mi hermano y no solo eso si no que el muy estúpido
la invita a cenar.
- ¿A cenar dices?
- Si, anoche producto de su
borrachera no se le ocurrió nada mejor que invitarla y lo que es peor a su
departamento.
- Esta noche – Conté hasta tres
antes de decir cualquier otra cosa, de hecho preferí cambiar por completo el
tema – Alice te gustaría acompañarme a hacer unas compras.
- En verdad deseas que te
conteste – Hablamos un rato más y quedamos en vernos en el centro comercial.
Saque la llave que Edward me había dado y la contemple unos
instantes. Se vería con Jane esta noche, por eso me citaba para mañana. Recordé
que como había arruinado mi cita con Jacob y una sonrisa se extendió por mi
rostro. Prometí que algún día me vengaría y hoy parecía ser una buena ocasión...