Bella no tenia dudas de querer a su bebe en su vida, de lo que dudaba era si quería al padre en ella.
Capitulo 4
Por unos instantes se quedo
mirándome fijamente y creo que pude oír cómo funcionaban los engranajes de su
cerebro, estaba segura que buscaba una respuesta lo suficientemente buena para
evitar la discusión que íbamos a tener.
Como aquel silencio comenzó a
desesperarme fui yo la que volvió a hablar
- No vas a decir nada Edward.
- No veo que tengo que decir o
acaso la edad representa algún requisito para acceder el puesto.
- ¿Qué?....Sabes perfectamente a
lo que me refiero…tú…tú…no me lo dijiste.
- Seamos honestos Bella, nos
conocemos muy poco, aún quedan un par de misterios entre nosotros.
- Maldita sea Edward esa es la
razón más estúpida que he oído – Aquella respuesta pareció molestarlo un poco,
pero no quiso discutir.
- Además no se presento la oportunidad
para hablar de aquello.
- Y cuando te dije mi edad, no te
pareció una buena idea decirme que eres prácticamente un crío….Por Dios…eres un
niño… y yo soy una asaltacunas….si no estuviera pasando a mí, te juro que me
reiría.
- Un segundo Bella, no soy en lo
absoluto un niño, asumo mis responsabilidades y no planeo darte la espalda en
esto.
- Ni siquiera tienes un empleo
adulto, eres un barman….un trabajo de universitario – A cada instante mi rabia
crecía más.
- Pues para tu información ser
barman solo es algo pasajero, que ya acabo y además apenas si existe una
pequeña diferencia de edad entre nosotros.
- ¿Pequeña diferencia? Son seis
años. Edward…seis años – Hice los números con mis dedos tratando de explicarle
la situación.
- Técnicamente son cinco, cumplo
años el próximo mes – Su tono era relajado como si acabara de contarle el
estado del tiempo o cualquier otra banalidad.
- Que alegría y donde lo
celebraras en Mc Donald´s, junto a tus amigos y rodeados de cajitas felices.
- No sigas por ese camino Bella.
-
Acaso me vas a acusar con tú mami.
- Bella – Su voz estaba teñida
por la furia.
- Dime Eddie.
No respondió, en cambio camino
hacia la puerta, estaba segura que huiría de ahí y además me sacaría la lengua
por no dejarlo ganar, pero me equivoque completamente, un click en la cerradura
me hizo darme cuenta que acababa de encerrarnos en mi oficina, no alcance a
pensar más pues en dos zancadas estuvo frente a mí, sus brazos a cada lado de
mi silla dejándome atrapada en ella. Su mirada estaba cargada de rabia, pero
también de algo más que no quise definir. Solo me miro un segundo hasta que su
boca apreso la mía en un beso cargado de pasión. Instintivamente lleve mis
brazos a su cuello y lo acerque más. Edward se aprovecho de eso y bajo una de
sus manos a mi cintura, me levanto de mi lugar y me dejo parada en frente de
él. Una parte de mi se odio por derretirme como miel en sus brazos.
- Edward – No sabía muy bien
porque decía su nombre, pero no pude evitarlo.
Acerco mi cuerpo al escritorio y
me sentó en el. Agradecí al hado mágico que me hizo decidirme entre una falda
lo suficientemente amplia, como para que Edward quedara frente a mí y muy
cerca. Continúo besándome y sus manos acariciaban mi cuerpo con una delicadeza que me estaba
enloqueciendo. Alcanzo mi blusa y fue sacando cada botón, a medida que lo hacía
besaba el trozo de piel que quedaba al descubierto, aquello enviaba una
descarga eléctrica por todo mi cuerpo. Cuando trate de hacer lo mismo, sujeto
con fuerza mis manos y cuando con la mirada trate de preguntarle que pretendía
solo me sonrió.
Quito de un solo golpe todas las
cosas de mi escritorio y nuevamente agradecí que solo hubieran papeles, pues de
lo contrario el ruido hubiese sobresaltado a todos. En ese momento caí en
cuenta donde estábamos, pero ni siquiera las señales de alarmas que aquello me
provoco, hizo que tratara o quisiera detenerlo, ya me recriminaría, mas en ese
momento solo me motivaba lo bien que se sentía todo.
Cuando alcanzo mi sujetador y se
me quedo mirando, pensé que se detendría, pero no fue así. Beso cada uno de mis
pechos antes de sacarlo como un experto y dejarme casi desnuda frente a él.
- Dios mío que hermosa eres y yo
soy un maldito afortunado – Tomo mi rostro entre sus manos y me beso hasta
dejarme sin respiración, su sabor era embriagante y adictivo.
La sensación de mi semi desnudez
en la tela de su ropa, era increíble, mientras profundizábamos aquel beso, me
apreté con todas mis fuerzas a su cuerpo, pero sin usar mis manos que seguían
firmemente apresadas por una de sus manos. Bajo mi cuerpo hasta dejarlo sobre
mi escritorio, solo levanto un momento mi cintura para bajar mi falda y de paso
mi ropa interior. Ahora si estaba completamente desnuda en mi oficina y Edward
besaba todo mi cuerpo. Mis manos seguían apresadas por Edward, pero esta vez
estaban sobre mi cabeza lo que me dejaban totalmente vulnerable.
Cuando sus labios tocaron mi
intimidad, no pudo evitar dar un pequeño salto por la sorpresa, pero aquello no
mino sus intentos, siguió dándome el beso más intimo y yo no trate con todas
mis fuerzas de no gritar por la sensación que me estaba provocando. En algún
minuto cambio su boca por sus dedos y eso solo provoco que viera estrellas,
antes de que el inminente grito que se estaba formando en mi garganta saliera uso
sus labios para acallarlo, su sabor y el mío combinados solo hicieron que
tocara el cielo con las manos. Finalmente soltó el agarre de mis manos.
Cuando logre acompasar mi
respiración y mi corazón dejo de latir como un loco, lo volví a besar, al
parecer aquello lo tomo por sorpresa, pero no evito que no diera todo en aquel
beso. Lo acerque más a mi cuerpo, se recostó suavemente sobre mi sin dejar de
besarme. Cuando finalmente nos separamos, la sonrisa de Edward me dejo sin
aliento.
Me ayudo a levantarme del
escritorio, con la mirada trate de localizar cada prenda que había salido
volando de mi cuerpo, al parecer lo noto, por que se acerco a cada una de
ellas, estire mi brazo para que me las pasara y así poder vestirme, pero no lo
hizo en cambio me miro y se quedo parado frente a mí.
- Mi ropa…por favor.
- Déjame ayudarte.
- ¿Qué pasa si te digo que no?
- Pues me marcho con tu ropa.
- No lo dices en serio.
- Quieres probarme – Vi como
caminaba hacia la puerta de mi oficina.
- EDWARD!!!
- Dime Bella – Ahí estaba su
sonrisa que me quitaba el aliento.
- Puedes ayudarme.
- Buena chica – Se acerco donde
estaba y me ayudo con mi ropa. Estaba pensando seriamente en contratarlo como
mi ayudante de vestuario, antes de que cada prenda tapara algo de mi cuerpo
besaba aquello trozo de piel que desaparecía tras la tela. Una vez vestida, me
acerque a mi bolso en busca de un espejo y maquillaje. Era obvio que estaba
hecha un desastre y apenas eran las 10 de la mañana.
Cuando vi mi reflejo, no pude
evitar sonreír, mis labios estaban hinchados de tanto besar y aquel sonrojo que
cubría mis mejillas era la muestra más evidente de lo que acababa de pasar.
- Eres hermosa Bella y eres mía –
No supe como sentirme frente a aquella muestra de propiedad, pero no pensaba
arruinar el maravilloso momento que acababa de pasar añadiendo otro tema para
discutir.
- Gracias Edward, pero ni creas
que voy a olvidar….eso.
- Te refieres a la insignificante
y sin importancia diferencia de edad.
- No minimices el problema.
- No Bella, tú no lo exageres.
- Edward….
- No sigas además te acabo de
demostrar lo que un hombre menor puede hacer por ti.
Iba a protestar nuevamente, pero
no pude pues nuevamente me beso, si cada vez que quisiera discutir me iba a
besar, no era muy buena idea el contratarlo.
- Edward….- Cuando note que me
besaría nuevamente, me aleje de él – Creo que tengo que entrevistarte.
- Creo que había olvidado a que
vine.
- ¿Te interesa el puesto?
- Por supuesto, es un paso muy
importante en mi aprendizaje.
- No te molesta que sea tu jefa.
- Honestamente aquello hace aún
más deseable querer conseguir el puesto.
- Bueno Edward – Tome aire y
luego lo bote – Estas contratado…