Bella no tenia dudas de querer a su bebe en su vida, de lo que dudaba era si quería al padre en ella.
Capitulo 10
Al parecer la claustrofobia de
Edward era contagiosa por qué por sentí que el aire me faltaba, aunque sabía
perfectamente a que se debía aquello….me acababa de confesar que me
amaba….amaba…y yo solo lo miraba como si una tercera cabeza le saliera del
hombro. No supe que decir después de una confesión como esa, se supone que uno
debe de decir ¿también te amo y viviremos felices por siempre? Lástima que no
podía responderle de la misma manera, al menos no aún, pues no sabía bien que
era lo que sentía por él, era claro que sentía muchas cosas por el hermoso de
ojos verdes que me miraba, pero amor….no lo sabía.
Estaba por abrir la boca y decir
cualquier estupidez como…Gracias, cuando el timbre del ascensor sonó y se
abrió, delante de nosotros estaba el conserje del edificio con una sonrisa de
disculpa tratando de explicar lo sucedido, casi salto a sus brazos en señal de
agradecimiento pues me acababa de salvar
de una charla para la cual aún no estaba preparada.
- Muchas gracias Arnold – Le di
una sonrisa al encargado, gracias a la ayuda de Edward estaba nuevamente de
pie, tuve que insistirle que me bajara al piso pues no quería hacerlo.
- Segura que está bien Srta. Swan
– Era la cuarta vez que me lo repetía.
- Si estoy bien solo fueron unos
minutos – Honestamente me comenzaba a aburrir de la misma pregunta.
- Cada cuanto hacen una revisión
de los ascensores – Edward lo miro de una manera que jamás había visto en él y
que supuse era su mirada de Señor Todopoderoso.
- Cada tres meses Señor….- Arnold lo miro de manera sospechosa, pues era
la segunda vez que lo veía.
- Pues al parecer la empresa que
les presta los servicios es bastante negligente.
- Es la mejor Señor….- Dejo la
palabra en el aire.
- Edward Cullen y dudo mucho que
sea la mejor, de otra forma cosas como estas no sucederían.
- Señor Cullen…- No deje que
continuara sabía que sería una discusión bastante larga y lo único que quería
era llegar pronto a mi apartamento.
- Edward – Tome su brazo y cuando
me miro le sonreí - ¿Qué tal si seguimos nuestro camino? – Su mirada de
inmediato cambio y me regalo una sonrisa – Gracias Arnold nos vemos – Presione
el botón de mi piso y las puertas se cerraron.
No solté en ningún momento su
brazo, tal vez las palabras aun no salían de mi boca, pero de alguna manera
quería demostrarle que sentía muchas cosas por él. Cuando finalmente llegamos
hasta mi piso, me dirige hasta mi puerta y abrí la puerta, sin dudarlo ni un
instante lo jale de su camisa hasta mi para besarlo, cerré con la ayuda de mi
pie la puerta y no separé nuestros labios en ningún momento hasta que llegamos
a mi habitación, no se con exactitud en qué momento deje de tener puesta mi
blusa y mi falda, porque solamente llegue con mi ropa interior hasta nuestro
destino final.
La camisa de Edward también voló
en trayecto, pero aún quedaba una barrera más por superar...su pantalón, el
cual muy pronto saldría de ahí, mas antes me aleje unos pasos para poder
contemplar su cuerpo, la vez anterior que estuvimos juntos no creo haber tenido
esa posibilidad, o si la tuve no la recuerdo, ahora era diferente pues teníamos
todo el tiempo para estar juntos.
Note como sonreía pagado de sí
mismo mientras mis ojos lo recorrían lentamente, me dejo observarlo y no se
movió hasta que yo no lo hice, tome la hebilla de su cinturón para acercarlo a
mi cuerpo, bese su cuello y poco a poco fui bajando hasta llenar su pecho de
pequeños toques, me encantaba que me permitiera tener el control, lo fui
guiando hasta los pies de mi cama y una vez que estuvo ahí le di un pequeño
empujón para que cayera sobre ella. Luego subí yo y me quede a horcajadas sobre
él, que no despegaba sus ojos de los míos. Capture sus labios y lo bese como
una loca, mis manos recorrieron su cabello y se perdieron en ellos.
Separe nuestros labios y reanude
mi camino de besos por su cuerpo dejando un par de marcas señalándolo como mío,
no sabía con exactitud de clase de diosa del sexo se había apoderado de mí,
pero le agradecía por la inhibición que me estaba dando. Cuando llegue a la
prenda que mas me estorbaba, quite primero el cinturón para luego inclinarme y
bajar con mis dientes el cierre de su
pantalón, al parecer aquel roce le gusto porque sus manos se dirigieron
hasta mi cabello y le dio un pequeño tirón. Una vez que logre quitarle la
dichosa prenda la lance lejos, para continuar con mis atenciones a aquella
zona, sus bóxers siguieron rápidamente el mismo camino y pude deleitarme por la
vista que tenia ante mí.
Bese la punta de su pene y sentí como arqueo su espalda,
luego me aventure a acariciarlo lentamente ayudado por mi lengua que se
encargaba de aquello zona que mis manos no cubrían, le di suaves roces con
ella, hasta que oí como su respiración era entrecortada me puse encima de él y
baje para que nuestros cuerpos estuvieran unidos en aquel punto, fui estimulándolo
dando cabida a solo la punta de su glande, entre y salí de ahí hasta que ambos estuviéramos cerca del cielo,
cuando ya no pude más entre por completo en él y juro que vi estrellas por
aquella sensación tan increíble, di gracias a la santa Cosmopolitan y sus tan
sabios consejos.
Edward me tomo de las caderas para ayudarme con los
movimientos, en cada uno de ellos lo sentía más profundamente en mí. Baje mi
cabeza para buscar sus labios que no tardaron en captar los míos y solo
hicieron que aumentaran las sensaciones, estaba a punto de llegar cuando de un
instante a otro cambio nuestras posturas haciendo que mi cuerpo quedara bajo el
suyo. Tomo mis manos y las elevo por sobre mi cabeza, siguió besándome mientras
embestía con mayor fuerza, grite su nombre que retumbo en toda la habitación,
dio un último esfuerzo más y ambos tocamos el cielo.
- Eres increíble – Sus labios estaban muy cerca de mi oreja.
- No Edward tú lo eres.
- Te amo ángel, entre tus alas hoy estuve en el paraíso – No
supe que decirle, así que solo lo bese – Pero esta noche solo yo fui el
agasajado.
-Te aseguro que no, además quería mostrarte las ventajas de
estar junto a una mujer mayor.
- Srta. Swan ha sido usted muy convincente en su
demostración.
- Sr. Cullen me alegro que esté satisfecho.
- Muy satisfecho, pero aún con energía – No alcance a
responder pues se encargo de mostrarme cuanta energía tenía durante toda la
noche.
A la mañana siguiente desperté con una sonrisa de oreja a
oreja, dormir rodeada por los brazos de Edward era una sensación única y tan
agradable, que fácilmente podría volverse adictiva. Me estire para despertar un
poco y note que su lugar estaba vacío, me acerque a oler la almohada para
asegurarme que él había estado junto a mí y que todo lo que paso no había sido
un sueño y que sus brazos en mi cintura no había sido producto de mi
imaginación.
- ¿Qué sucede? – Oí su voz desde la entrada mi habitación
mientras mi cabeza estaba enterrada en su almohada.
- Nada – Me negaba a levantar la mirada hasta que sentí como
se hundía una parte de la cama y su rostro se hundía en mi cabello.
- Yo también amo tu aroma y me perdería en el.
- ¿Como sabes lo que estoy haciendo?
- Llámalo intuición – Me volví a verlo y quise saltarle encima al ver ese
look de recién despertado. Me mordí el labio para buscar algo de control.
- Ok - Honestamente
no sabía que estaba diciendo.
- Prepare el desayuno – Inspire para oler la comida y se me
hizo agua la boca.
- Se ve delicioso.
- No más que tú – Cai en la cuenta que me había sentado en mi
cama y estaba completamente desnuda, cuando trate de subir la sabana y
cubrirme, Edward me lo impidió tirando de ellas, cuando quise insistir, me beso
hasta dejarme sin aliento y las lanzo lejos.
- Es injusto –Hice un mohín ganándome otro beso.
- Nadie dijo que jugaría limpio. Ahora hermosa a desayunar.
Hablamos durante toda la comida, le pregunte cosas de su
infancia, de sus amigos, sus gustos todo lo que pudiera saber de él, que cosas
amaba, cuando respondió que a mí, no pude evitar tensarme, al parecer lo noto,
porque tomo mi mano.
- Bella relájate no estoy esperando que me digas que tu
también me amas, prometo darte tiempo, pero ten por seguro algo.
- ¿Qué cosa?
- Que lo dirás…me dirás Edward Cullen te amo.
- Engreído – Le lance la galleta que estaba comiendo.
- Lo harás ángel – Iba a lanzarle otra galleta, cuando quito
la bandeja y comenzó a hacerme cosquillas en mi estomago, trate de no reírme
pero no pude, además que jamás me las habían hecho estando yo completamente
desnuda y mi contrincante solo en calzoncillos.
- Me rindo….me rindo – Levante las manos en señal de
rendición.
Ambos nos recostamos nuevamente, continuamos con la plática.
Edward se acomodo en mi vientre y yo acaricie sus cabellos mientras me
preguntaba cosas de mi vida, mis padres, amigos y novios. No se cuanto tiempo estuvimos en
aquella posición tan cómoda, hasta que él se levanto hasta quedar frente a mí.
- Bella quiero pedirte un favor.
- Dime.
- Me encantaría que conocieras a mi abuelo.
- ¿Tu abuelo?
- Sabes lo importante que es para mí, además acaba de llegar
de viaje y es el momento perfecto – Puso su mejor rostro de niño bueno que hizo
imposible que me negara.
- Esta bien.
- Te parece bien este fin de semana.
- ¿Este? Es decir mañana.
- Exacto. Paso por ti en un par de horas.
- ¿Por qué?
-Él no vive en esta ciudad. Así que tendremos que hacer un
pequeño viaje.
- Ok.
Tomo su ropa del suelo y corrió el baño, en unos minutos
estuvo listo y perfecto para marcharse, se acerco a mí y me dio el beso más
perfecto de despedida, luego beso mi vientre y se fue.
Me tome mi tiempo para prepararme, me consentí con un baño
de espuma y elegí con sumo cuidado la ropa que utilizaría, nunca había conocido
al abuelo de nadie, ni siquiera a los míos, así que no sabía muy bien que
lucir, elegí un traje de colores neutros de falda y blusa, nada muy llamativo y
zapatos de tacón bajo. De todas formas hice una pequeña maleta por si acaso
ocurría algún imprevisto, cuando el resultado final me hizo feliz, envié unos
mensajes a mis amigas señalándoles que estaba bien y que no podría cenar con
ellas. Para evitar que me llamaran de inmediato les prometí que les contaría
todo el lunes. Ordene un poco mi habitación y espere a Edward que llego por mí
una media hora después.
Una vez en su auto note que tomaba camino al aeropuerto,
pero poco antes de llegar se desvió por otro camino que llevaba a varios
hangares, lo mire interrogante y solo me sonrió. Cuando estaciono su auto cerca
de un pequeño avión y bajaba rápidamente del coche, comencé sospechar.
- Edward ¿Por qué un avión? – Le dije apenas abrió mi puerta
y me ofreció su mano para ayudarme.
- No te dije que mi abuelo vive en Londres….