Se prometieron que solo la muerte
los separaría y se amarían hasta la eternidad, empezaron a construir la vida
juntos, luego con la llegada de sus hermosas gemelas pensaron que la vida no
podría ser más perfecta. Han pasado siete años desde el sí quiero y al parecer
la llamada “comezón del séptimo año”, llego para quedarse en esta pareja
enamorada. Ahora la pregunta es...¿serán capaces de pasar la tormenta? O lo que
empezó con un simple cuestionamiento será el verdugo del amor eterno.
Bueno acá les dejo la secuela de "Caprichosa" espero que les guste y dejen sus comentarios.
Capitulo 1
Buen Aniversario
- Oh por Dios Edward no puedo
soportarlo más – No recibió respuesta alguna de su marido, tenía mejores cosa
que hacer con su boca.
Bella tenía aferrada con todas
sus fuerzas las sabanas de su cama y se mordía la boca para no gritar como una
loca, sabía que terminaría sangrando sí su marido continuaba haciendo tan bien
su trabajo. Arqueo la espalda cuando la lengua de Edward llegó al punto exacto
de su excitación. Cuando la noche anterior él le prometió despertarla con un
beso no pensó que se refería a uno de ese tipo.
Sus manos dejaron las sabanas y
se fueron al cabello cobrizo de su amado. De alguna manera deseaba guiarlo
aunque sabía perfectamente que no lo necesitaba, en estos siete años de feliz
vida matrimonial había aprendido a conocerse casi a la perfección, casi pues
entre ellos siempre existía espacio para las sorpresas.
No pudo contenerse más, cuando
los labios de Edward fueron reemplazados por dos de sus dedos:
- Maldición Cullen.
- Calla amor, recuerda que no
estamos solos – No necesitaba verlo para saber que estaba sonriendo muy pagado
de sí mismo.
- Me las vas a pagar, amor mío.
- Lo espero con ansías –Comenzó a
dejar un reguero de besos es sus muslos, mientras sus dedos jugueteaban con el
clítoris de su mujer, adoraba enloquecerla llevándola al límite, toco todos los
puntos que la harían explotar y cuando escucho el grito que se formaba en la
garganta de Bella, lo acallo con sus labios y jugó con su lengua haciendo con
ella lo mismo que hicieron sus dedos con sus otros labios.
Así estuvieron durante un buen
rato, haciendo el amor con sus bocas hasta que el sonido del despertador los
trajo de vuelta a su realidad.
- Feliz aniversario Sra. Cullen –
Edward beso la frente aun perlada de sudor por la intensa actividad tan física
que acababan de vivir.
- Feliz aniversario para usted
también Sr. De Swan – Lo atrajo nuevamente hacia ella y lo beso.
- Bella – beso – las niñas – beso
más profundo.
- Las niñas – Se levanto de un
salto y movió seductoramente sus caderas al dirigirse al cuarto de baño. Edward
estaba embelesado con la perfecta desnudez de su mujer – Cullen cierra la boca
– Se volteo y antes de cerrar la puerta le soplo un beso.
Edward se lanzó con fuerza contra
las almohadas y conto hasta trescientos veintisiete para calmar su excitación,
pero sobre todo para no ir tras ella, si así lo hiciera se tardarían horas en
salir. Además aquella noche tendría su revancha, había planeado todo para que
fuera perfecta, opera, cena a la luz de las velas, música romántica, vista paradisiacas
en un hotel y hasta un paseo.
Cuando las huellas de las
provocaciones de su mujer disminuyeron lo suficiente se levanto de la cama y se
fue directamente a la cómoda en busca del regalo que tenía para su mujer. Una
pulsera de los años veinte con diminutos piedras de jade. Aquella piedra
preciosa que los árabes le daban a quienes ellos han decidido hacer su mujer o
al menos eso le dijo el joyero.
Después de echarle una última
mirada escondió la cajita de regalo en un lugar estratégico de su ropa interior.
Se aseguro de ver la hora y se alegro al notar que aún tenía tiempo antes de
que sus princesas se levantaran y se fueran directo a su cuarto, llenándolo de
sus vocecitas infantiles, risas y reclamos por la atención de sus padres.
Se le vino a la mente la
celebración de su primer aniversario, cuando Isabella se desmayo en sus brazos. Su corazón dejó de latir por unos
instantes al verla inconsciente junto a
él, grito a diestra y siniestra para que ayudaran a su mujer. Sintió que
el alma le regresaba cuando sus hermosos ojos color chocolate se abrieron y su
corazón exploto de felicidad al saber el motivo del desvanecimiento de su
mujer.
A los pocos meses supieron que no
era un motivo sino que dos, dos hermosas nenas que llegaron a iluminar su vida,
en un principio les dijeron que serían mellizos, pero a la siguiente ecografía
descubrieron que realmente eran niñas. Sus maravillosas hijas Lizzie y Nessie.
Bella noto que al salir del baño
que Edward estaba perdido en sus pensamientos así que pensó darle una pequeña
probada de la venganza que planeaba llevar a cabo en la noche. Lanzó la toalla
que cubría su cuerpo y se acerco sigilosamente a él, lo abrazo por detrás y
bajo sus manos hasta el límite de su masculinidad, adentrando una de ellas en
sus bóxers.
- Veo que encontraste tu regalo.
- Al parecer es más pequeño que a
lo que estoy acostumbrada – Sacó la caja de su
“particular” envoltorio, beso su espalda y le dio una pequeña mordida al
lóbulo de su oreja, para luego separarse y abrir su obsequio - Oh Edward es hermoso – Se lanzo a sus
brazos.
- Ni una mínima parte de tú
belleza.
- Además es una parte de ti y de
las niñas – Lo miro a través de la luz.
- ¿Cómo?
- Son piedras del color de tus
ojos y de nuestras bebes mi vida – Recién en ese momento Edward cayó en la
cuenta de lo que decía su esposa.
- Ni siquiera lo note.
- Lo supuse – Le dio otro beso y
se separo de él.
- Ahora su regalo mi Sr. Esposo
–Se reclino para buscarlo en uno de los cajones.
- Ya lo estoy viendo y me parece
maravilloso – Le dio un suave apretón.
- Pues entonces aquí está el otro
– Le entrego una pequeña cajita. Apenas la abrió vio que en su interior se
encontraban unos gemelos de oro con sus iniciales grabadas, la miro ceñudo
cuando vio que había una letra “S”
- Edward Cullen de Swan, para que
no olvides a quien perteneces.
- Nunca lo haría, están preciosos
amor – Iba a besarla pero ella se lo impidió.
- Si seguimos así nunca estaremos
listos, además me la debes Edward.
Edward prefirió no responderle y
fue a tomarse una ducha fría. Bella escogió un traje sencillo para a aquella
mañana no iría a la oficina, cuando estuvo lista dejo la ropa de su marido
sobre la cama y se marcho a despertar a sus bebes. Al llegar al cuarto de
Lizzie vio que la pequeña estaba ya levantándose y buscaba su ropa, pese a
tener cinco años no soportaba que la trataran como a una niña pequeña, demostró
tener el mismo carácter independiente de su madre.
- Bueno días amor.
- Mami – Salto a sus brazos y la
beso. Bella le dio una vuelta en el aire antes de dejarla en el suelo.
- Veo que estas preparando tus cosas – La niña
asintió con una sonrisa.
- Ya soy grande mami.
- Si mi vida lo eres, pero no
crezcas tan rápido – Le dio un último beso y le indico que tomara su baño.
Luego fue hasta la puerta que conectaba al otro cuarto de Nessie, como era de
suponer dormía plácidamente. Bella se acerco hasta su cama y la despertó con un
beso en su frente.
-mmm…no quiero despertar.
- Arriba pequeña.
- Mami es muy temprano aún – Le
dijo con su voz de sueño y tallándose los ojitos.
- No bebe es tarde y tienes que
ir a la escuela.
- Nadie notara si falto.
- Yo sí….así que arriba – La tomo
en sus brazos y la dejo en el suelo para que fuera a prepararse.
Cuando termino de despertar a sus
hijas bajo hasta la cocina para ver que todo estuviera listo para desayunar.
Saludo a Anne la cocinera y le dijo que todo olía delicioso como siempre. Una
vez chequeado eso volvió a su cuarto para ver si su bebe mayor ya estaba listo.
Entro cuando terminaba de acomodarse la corbata, le dio una sonrisa torcida
mientras ella iba por sus cosas.
- Este todo preparado para
desayunar.
- Bajo en un momento – La tomo de
la cintura y la beso.
- Cullen estas castigado, no más
besos hasta la cena.
- Eres malvada mi vida, pero sé
que la espera valdrá la pena – Salió nuevamente y fue en busca de sus hijas.
Como todos los desayuno es la
casa Cullen/Swan las niñas llevaban el ritmo de la conversación, hablando de
todo lo que harían en su día, las materias en la escuela y sus actividades
después de clases. Edward aprovecho para contarle que esa noche la pasarían con
su tía Alice, ya que tenían algunos asuntos que atender. Por un momento ellos pensaron
que la idea no les gustaría, pero chillaron de alegría, además estaban felices
de que podrían ayudar a su tía con el bebe e hicieron miles de planes para ese
día.
Bella fue por las niñas a la
escuela y le dijo a su marido que ella las llevaría hasta la casa de Alice,
además que durante todo el día estaría ocupada e inubicable. Edward fue rumbo a
su oficina luego de besar a las mujeres de su vida.
Así paso el día entero, Bella
entre compras y peluquería. Edward entre reuniones y papeles. Tal como dijo
llevo las niñas donde su tía quien las esperaba feliz. Le dio una sonrisa a su
cuñada y al despedirse le guiño un ojo…”pórtense mal, ha estas niñas les falta
un hermano”. No le respondió solo sacudió su cabeza y se marcho.
Al llegar a su casa noto que su
marido aún no lo hacía, se fue directo a su habitación para esperarla
preparada, según le dijo la llevaría a la opera y luego a cenar. Dejo todo su
ropa lista y se metió a la ducha, lo sintió llegar pues grito su nombre y fue a
buscarla hasta donde estaba, salió de su baño en el momento en que él se metía
para ayudarla.
-Ey…me vas a dejar solito – Hizo
un puchero infantil.
- Tenemos toda la noche para
nosotros, así que no te apures – Le dio un beso en los labios y salió.
Se coloco su ropa interior más
sensual y la deslizo por su cuerpo. Luego tomo su vestido, había tardado más de
tres horas en elegirlo, mas cuando lo vio supo que era el ideal. Sin pensarlo o
probárselo lo compro. Con lo que no contaba era con un problema en el cierre que
le impidió que poder pudiera subirlo ella misma. Cuando noto que Edward salía
le pidió su ayuda.
- Porque me tientas así.
- Edward sube la cremallera –
Trato de hacerlo, pero al parecer ejerció mucha presión pues termino
desgarrando parte de la tela.
- ¿Eso fue mi vestido? – Su voz
sonaba algo triste.
- Bella lo siento, lo siento – La
dejo frente a él para tomar su cara entre sus manos.
- Cálmate es solo un vestido, lo
que pasa es que pensé que era perfecto para esta noche. Además combinaba a la
perfección con mi pulsera.
- Incluso con una sabana eres la
más hermosa de todas.
- Tonto, voy por otro vestido –
Tardo más de lo esperado en encontrar algo que le gustara.
Edward no quiso decir nada, ni
mucho menos presionarla, pero cada cierto tiempo miraba su reloj, hasta que
supo que llegarían retrasados a la opera. Como todo hombre él no demoro ni diez
minutos en estar listo, uso los gemelos que su esposa le regalo.
Casi cuarenta y cinco minutos
después Bella salía del baño preparada para salir y Edward dejo de pensar al
verla, por unos instantes se quedo sin palabras y solo se acerco a abrazarla.
Luego la beso y solo le dijo “Perfecta”. Tomo su mano y salieron de su
habitación, estaban ya en la puerta cuando uno de los tacos de Bella se quebró
y tambaleo, como siempre los brazos de su marido la protegieron de una caída
segura.
- No lo puedo creer, primero mi
vestido ahora mis zapatos.
- ¿Estás bien?
- Claro que no Edward, esto no
está saliendo como esperaba – Bella no sabía si reír o llorar por lo que
pasaba.
- No importa ve por otro par y
nos vamos.
- Edward tendríamos que volar
para llegar a la opera.
- Bueno entonces vamos solo a cenar
– Edward no quiso adelantarle ninguna de las otras sorpresas que le tenía
preparadas.
- No – Aquella respuesta lo tensó
- Entonces que quieres hacer – Cuando
Bella tomo su mano y lo miro a los ojos, todo lo demás se le olvido.
- Quiero quedarme aquí contigo.
No necesito nada más para ser feliz.