Entre tus alas



Bella no tenia dudas de querer a su bebe en su vida, de lo que dudaba era si quería al padre en ella.

Capitulo 13

No reconocí la voz que acababa de hacerme esa pregunta, luego la misma fue repetida por alguien que podría reconocer de inmediato…Edward. Me di la vuelta para quedar frente a él, a su lado estaba una niña de no más de 12 años bajita, de pelo negro y corto terminado en puntas, me sonreía como si me conociera, pero yo por más que trataba de hacer memoria si eso era cierto, no lograba que ningún recuerdo de ella viniera a mí.


- Bella ¿te sientes bien? – Edward se acerco a mí y tomo mi mano.
- Si estaba…- escuchando lo que hablabas con tu abuelo – Recorriendo la casa – Esa era un mejor respuesta.
- Me alegro – Mire por sobre su hombro y vi que la niña estaba parada cerca de nosotros, y jugaba nerviosamente con su vestido. De un momento levanto su rostro, pero su mirada se perdió en algún punto lejano, me la quede viendo pues temí que algo le pudiese estar pasando, Edward siguió la línea de lo que veía y se susurro:
- Ella es Alice.
- ¿Se encuentra bien?
- Si, no te preocupes – Me sonrió.
- Seguro, hace unos minutos tenía una sonrisa de comercial y ahora parece perdida en su mundo.
- Así es ella, es una personita muy especial – Note que ambos estábamos susurrando parados en mitad del pasillo, con nuestras manos entrelazadas, estaba por hacérselo notar a Edward, pero no pude.
- Bella no lo hagas – El grito de Alice nos sobresalto a ambos, pero más a mi que no entendía que era lo que pasaba y lo que no tenía que hacer.
Edward solto mi mano y se acerco a ella, toco suavemente su hombro, al parecer salió de su trance pues nuevamente volvió a sonreír.
- Pequeña ¿estas bien?
- Si – Lo miro con sus grandes ojos negros y luego a mí – Bella piénsalo muy bien, no lo hagas – Tomo mis manos entre las suyas, no sabía que responderle.
- Alice – El tono de Edward  era de advertencia – No alteres a Bella.
- Ella tiene que saberlo Edward, antes de tomar una decisión tiene que saberlo – Dejo mis manos y lo encaro.
- Alice
- Tony cálmate, no le pasara nada a la bebe.
- ¿La? – Fue lo único que pude decir.
- Oh Si Bella – Se volteo a verme – Tendrán una hermosa bebita, el nombre no es tan claro, lo decidirán en el último minuto – Acaso Alice era una adivina.
- Alice ¿verdad? – Asintió - ¿Cómo lo sabes?
- Edward no te dijo nada de su excéntrica “hermanita” – Así que esta era la hermana que Edward había adoptado. Ambas la buscamos con la mirada y él solo sonreía – Pues Bella yo puedo ver el futuro.
- ¿El futuro?
- Claro, no es algo exacto pues todos podemos cambiar de parecer, pero puedo hacerlo y por eso trato de ayudar.
- Ali tú crees hacerlo – Le dijo Edward en tono juguetón.
- Sabes que puedo hacerlo, te dije que encontrarías a Bella solo tenías que ser paciente. Además te asegure que Rosalie te abandonaría por otro que pudiera ofrecerle cosas que no querías darle.
- Solo dijiste eso porque no te simpatizaba y esperabas que lo hiciera.
- Pero lo hizo ¿no? Te dejo…así que no me equivoque. Ahora tienes a Bella y si eres lo suficientemente inteligente y honesto con ella, puedes tenerlo todo.
- ¿Qué se supone que eso significa?
- Ya lo sabrás, solo no tardes mucho en entenderlo.
- Ok…Alice creo que el abuelo quiere verte.
- No es cierto – Me sonrio y camino de todos modos hasta el estudio – Los dejare a solas, Bella piensa y habla antes de tomar cualquier decisión – Tenía una ligera sospecha de a qué se refería, pero ella no puede saberlo ¿verdad? Lo más probable es que solo sea una coincidencia.
- Ella es especial – Me acerque a Edward y lo abrace.
- No sabes cuánto ángel.

Pasamos el resto de la mañana juntos, me mostro el resto de la casa y lugares que no había recorrido. Uno de los lugares más hermosos era el jardín de invierno, lleno de magníficos colores y hermosas flores, pese a que varios aromas combinados me provocaban nauseas, en aquel lugar me sentía de maravillas, tenía algo mágico que lo hacía salido de un sueño. Nos sentamos en uno de los bancos que estaban en el centro de la habitación, Edward me abrazaba por la cintura y yo me recargaba en su pecho, aquel momento era simplemente perfecto y sabía que siempre lo guardaría en mi memoria, sin importar lo que sucediera cuando regresáramos.
Edward me dijo que había arreglado las cosas con su abuelo y que todo estaba como siempre, aprovecho de comentarme la excelente impresión que se llevo de mí. Como era de suponerse no pudo obviar el hecho que me había visto desnuda y que por eso gane más puntos, le di un pequeño golpe en el brazo e hice un puchero, con lo cual me gane un beso de mi novio.  También me  comento que en un par de horas partiríamos a Nueva York, dado que el viaje era largo y con la diferencia de hora no quería que estuviera agotada, pues le aclara que no pensaba faltar al trabajo. Cuando trato de protestar sacando a relucir mi estado me encargue de aclararle que estaba embarazada no enferma, así que si iría. Debo admitir que mi victoria fue casi completa, pues me hizo jurar que si me sentía mal o cansada pediría el día.
- Edward no quiero que me despidan – Me deshice de sus brazos y quedamos frente a frente.
- Pues abres tu propio despacho. Será más grande y más bello.
- Hablas con un niño que quiere que su juguete sea el mejor – Acaricia su rostro.
- Solo quiero que tú seas feliz y tengas lo mejor – Tomo mi mano y la beso.
- Gracias, pero me gusta donde estoy.
- Aun cuando no te valoren – El tono de su voz y la pregunta lograron que me irritara.
- Si lo hacen – Conteste como niña testaruda.
- Recuerdas porque nos conocimos. Ese día no eras muy feliz con tu trabajo.
- Pues ya paso. Además creo que no podría dejar a mi asistente, ese es un gran incentivo para ir – Luego de decir eso caí en la cuenta que pronto mi embarazo sea visible para todos y que como era obvio querrían saber quién era el padre. Cuando se enteraran que era de mi asistente y no solo eso, si no que era más joven….Seria el chisme del año.
- Ángel ¿en qué piensas?
- En cómo será todo cuando se enteren de mi embarazo y lo nuestro.
- ¿Te avergüenzo? – Una cuota de tristeza se reflejada en su mirada, tome su rostro en mis manos y lo bese.
- Nunca Edward, eres un regalo en mi vida – Le dije muy cerca de sus labios. No recibí respuesta, en cambio su boca busco la mía y nos besamos. Lentamente fue bajando mi cuerpo a lo largo de la banca, pero el espacio y el lugar no eran los más adecuados para sus intenciones.
- Este no es el lugar más cómodo del mundo, amor, será mejor que…respiremos – Hice lo que me dijo, pero al parecer para él fue un poco más complicado el tema. Luego de varias inspiraciones volvimos a estar abrazados sobre la banca, sin darme cuenta tome con más fuerza la camisa de Edward y él de inmediato supo que algo sucedía - ¿Qué pasa?
- mmmm…¿puedo hacerte una pregunta?
- La acabas de hacer – Ambos nos reímos – La que quieras.
- ¿Quién es Rosalie? – Note como se tensaba por unos segundos, luego me abrazo con más fuerza – No estás obligado a responder.
- Rosalie Hale fue mi novia – Eso era algo que ya imaginaba, lo que no quita que el demonio de los celos me deje – Nos conocimos cuando llegue a vivir con mi abuelo, es hija de uno de sus socios. Nos llevamos bien desde un principio, me ayudo mucho a superar mis dolores y nos hicimos novios. Al principio todo fue lindo, pero creo que ambos cambiamos y empezamos a esperar del otro cosas que no estábamos dispuestos a dar.
- ¿Ella termino contigo? – Le pregunto muy bajito.
- Si – No me atreví a verlo a la cara. Sonaba triste.
- ¿Qué quería Rosalie? – Dio un fuerte suspiro.
- Matrimonio…- Hizo una pausa – Hijos.
- ¿Hijos? Tú no quieres hijos Edward.
- Bella eso fue hace unos años simplemente no quería formar una familia.
- ¿Y ahora? – Me deshice de su abrazo y lo quede mirando a la cara.
- Ahora…si – No sonaba seguro en lo absoluto, pero tuve miedo de seguir indagando y oír cosas que no me gustaran. Me levante de un salto.
- Tengo hambre.
- Ángel ¿estás bien?
- Claro por no habría de estarlo – Me miro ceñudo, pero me dio la mano y nos fuimos rumbo a comer.
Luego de almorzar con su abuelo y la pequeña Alice, nos alistamos para partir, serían ocho horas de viaje que usaría para dar orden a mis ideas. William Cullen me hizo prometerle que nos veríamos pronto, Ali solo me recordó lo que me había dicho antes.
Cuando estuvimos listos partimos rumbo al hangar privado de los Cullen, donde como era de suponer nos esperaba el avión listo para despegar. Note con alegría que nuestra azafata no era la misma, un problema menos. Una vez acomodados uno al lado del otro, con nuestros cinturones y los saludos del capitán partimos rumbo a Estados Unidos.
La mayor parte del vuelo, solo dormimos abrazados. Creo que ambos estábamos bastante cansados, además la noche anterior cosas mejores nos mantuvieron despiertos. Poco antes de llegar, sentí como Edward besaba mis mejillas para despertarme y ayudarme para el aterrizaje.
Una vez en Nueva York el auto que nos esperaba nos llevo hasta mi casa. Una vez ahí trate de convencerlo que se quedara junto a mí, pero no lo logre, pues me dijo que no lograríamos descansar nada y que en mi estado era necesario que algunas noches las usara para dormir y recuperar fuerzas.
Me sentí un poco decepcionada y al parece no podía ocultarlo, porque Edward lo noto.
- Bella, no entiendes que eres una tentación. Que tenerte a mi lado es un sueño – Me estrecho fuertemente en sus brazos – Me mata tener de dejarte, tener que dejarlos, pero tengo un par de cosas que hacer ¿me entiendes?
- Esta bien – Trate de que mi voz no sonara decepcionada, me estaba peligrosamente acostumbrando a tenerlo a mi lado al dormir, así que tal vez estar separados esta noche sería útil para aclarar mis ideas.
- Prometo compensarte – Beso mi frente.
- No es necesario que lo hagas – Deje mi cabeza descansar en su hombro. Aspire su aromo y me sentí mucho mejor.
- Sabes lo difícil que se me está haciendo dejarte – Su abrazo se hizo aún más firme si fuera posible.
- Entiendo Tony – Escuche como se reía y me alejaba un poco hasta que sus manos tomaron distancia sobre mis hombros.
- ¿Qué? Así te llama tu abuelo.
- ¿Piensas llamarme así?
- Creo que sí.
- Pues cada vez que me llames así recordare que mi abuelo te vio desnuda.
- Malvado – Golpee su hombro y me aleje de su alcance.
- No te escaparas – Fue hasta donde estaba y me tomo por la cintura. Me reclino entre sus brazos y me beso – Si seguimos así nunca me iré.
- Tienes razón – Enderezo mi cuerpo y beso mi mejilla.
- Buena noches ángel – Camino hasta la puerta, lo seguí y le di un beso antes de que se marchara.
Estaba dándome vuelta para ir a mi habitación cuando sentí golpes en la puerta. La abrí y ahí estaba Edward, indicándome con un dedo que deseaba un beso más. Le di lo que necesitaba y otro par más, hasta que lo vi marcharse.
Me di un baño reparador y me fui directo a la cama. Desperté sin rastros de cansancio y me prepare para un nuevo día de trabajo, desayune y aliste unos documentos. Una vez lista partí rumbo a la oficina, ya en la calle, vi como Bree y Tanya me esperaban con un vaso de café.
- Cuéntanos todos los detalles – Me subí al auto con ellas lista para el interrogatorio.
Como no pude contarle todo lo que ellas querían me exigieron que debiéramos almorzar juntas, cuando trate de mostrarme molesta porque sabían algo de los planes de Edward solo me ignoraron.
Apenas puse un pie en mi oficina, Jane me entrego una lista de pendientes y me aviso que tendría una reunión con una nueva clienta, por lo detalles que me señalo era un caso de divorcio con varios ceros de por medio. Le pregunte por Edward, pues no lo vi al llegar y como era mi asistente tenía que ver unas cosas con él. Me respondió que hoy debía de ir a los tribunales a realizar varios trámites, por lo cual estaría fuera toda la mañana. No pude evitar sentir un poco de tristeza al no verlo, pero también me caí en la cuente que él no necesitaba este empleo y que muy pronto volvería a sus labores habituales.
Decidida a no dejarme arrastrar por la melancolía. Entre a mi oficina, en el escritorio un ramo de flores esperándome como todos los días. Me acerque a leer la nota “Mi mundo es mucho mejor porque estás tú en él…con amor Tony”. Una sonrisa se extendió por todo mi rostro. Seguía concentrada en el pedacito de papel, que no note que Jane trataba de captar mi atención.
- Srta. Swan.
- Perdón Jane. ¿Qué necesitas?
- Llego su cita.
- Hazla pasar – A los pocos segundos, una hermosa mujer rubia y de ojos azules entraba en mi oficina, por un momento estuve tentada a decirle que la agencia de modelos estaba en frente pues parecía una, me dio una sonrisa y que le devolví.
- Buenos días. Isabella Swan.
- Encantada…Rosalie Hale….
>