Entre tus alas



Bella no tenia dudas de querer a su bebe en su vida, de lo que dudaba era si quería al padre en ella.

Capitulo 14



Me tomo solo unos segundos darme cuenta que ante mi estaba la ex novia de Edward, la quede mirando hasta que reaccione y le tendí la mano en señal. Luego de esto le indique la silla que estaba en frente a mí. Nunca en mi vida había visto alguien sentarse con tanta gracia y elegancia. Yo hice lo mismo, pero en mi particular estilo. Le pregunte si deseaba algo de tomar, acepto una taza de té…era claramente la perfecto rosa inglesa.



Una vez que todo estuvo en orden, tuve que hacer la pregunta cuya respuesta ya intuía ¿por qué estaba ahí? Me miro largamente y luego dio un suspiro.

- Quiero el divorcio – Parecía realmente triste por aquella decisión – Mi matrimonio ya no tiene ningún sentido.

- ¿Cuánto tiempo llevan casados?

- Casi cinco, me case joven y muy enamorada de la idea del matrimonio casa, hijos, con el hombre ideal a mi lado. Nada resulto como creía.

- Lo siento, perdón por la pregunta que le hare, pero no existe ninguna posibilidad de reconciliación.

- Ninguna – Su voz sonó dura y categórica, sin el menor rastro de dudas.

- Entonces Señora Hale, cuénteme su historia.

Durante la siguiente media hora se conto todo lo que vivió con Royce su marido, como se conocieron, como la fue conquistando con detalles hasta hacerla su esposa, varias veces estuve tentada de preguntar por algún ex novio de ojos verdes y cabello desordenado, pero aquella pregunta estaba fuera de lugar y absolutamente poco profesional de mi parte, es más el solo hecho que me cuente como se conocieron era invadir ciertos espacios de privacidad, mas al parecer ella necesitaba desahogarse con alguien.

Cuando llegamos finalmente al punto que nos importaba, al menos a mí, tuve que consolarla varias veces, se recriminaba el haber sido tan ilusa. Él le prometió que podía cumplir todos sus sueños, terminar sus estudios de enfermería y además que ella podría elegir si la ejercería o no. Cuando llego el momento de cobrarle la palabra no solo se negó a que continuara, sino que le advirtió que si se atrevía a desobedecerlo no le daría ni un centavo. Al día siguiente de aquel incidente llego con una anillo de diamantes a modo de disculpa por haberse exaltado, aquello se volvió una constante en su relación él se alteraba y al otro día llegaba con un ostentoso regalo. Lo más doloroso fue que según su marido una de las razones de por qué no debería seguir sus estudios era que según su opinión esta era una carga demasiada pesada que solo el causaría constantes frustraciones si no lograba aprobar y el solo quería su felicidad.

- De manera muy sutil me llamo tonta – Su mirada se clavo en sus manos – Fue poco a poco minando mi seguridad hasta que llegue a creer todo lo que decía. A diario me repetía lo afortunada que era por tenerlo a mi lado, pero solo me lo repetía tal mantra para no salir huyendo.

Tuve que hacerle una pregunta más que lleno el rostro de Rosalie de tristeza y una solitaria lágrima lo recorrió

- ¿Tienen hijos?

- No, fue otro de los problemas en nuestra vida. Durante el primer año me convenció que estábamos muy jóvenes y recién casado para tener un bebe, que debíamos aprovechar de estar juntos los dos. El problema fue que casi nunca estuvimos solos, siempre en reuniones, fiestas o lo que fuera para que Royce pudiera presumiera, siempre me decía que lo hacía porque estaba orgulloso de mí. Me tarde en darme cuenta que solo me veía como un trofeo más. Rosalie Hale había caído a los pies de Royce King II, a pesar de haber estado comprometida con otro.

- ¿Comprometida? – No pude evitar interrumpir su relato. Mi voz sonó llena de sorpresa por lo que acababa de decir.

- Se que suena horrible Srta. Swan, estaba comprometida con un hombre maravilloso, pero me deje atrapar por otro que creo nunca me amo. Solo amo la imagen de pareja perfecta que proyectábamos y que era ideal para un hombre de negocios como él.

- ¿Amaba usted a su prometido? – Me miro extrañada por mi pregunta y yo me sentí totalmente avergonzada por haberla hecho sin pensar.

- Edward era el prometido perfecto atento y amable, pero estoy segura que él no me amaba ni yo a él. Solo éramos dos niños jugando a ser adultos y haciendo felices a sus familias con el compromiso – Tuve que aguantar el suspiro de alivio que pugnaba por salir. Honestamente recién en aquel momento pude relajarme logrando con esto calmar mi mente y no volver a hacer preguntas fuera de lugar.

- Siento mucho la pregunta no debí inmiscuirme en ese asunto.

- No se preocupe, fui yo la que quiso contárselo, se lo aseguro Srta. Swan cuando quiero puedo ser muy cerrada.

- Se lo agradezco. Bueno Sra. Hale o más bien Sra. King, según veo tomo el apellido de su marido – Asintió – Después de todo lo que hemos hablado es entendible su decisión, pero necesito saber algo ¿su marido desea el divorcio también?

-No lo desea, ha tratado por todos los medios de hacerme cambiar de parecer, pero no voy a dar mi brazo a torcer ya lo hice muchas veces sin lograr nada.

- Ok…¿existe acuerdo prenupcial? – Siendo un hombre millonario lo más probable es que existiera uno.

- No y creo que aquello es lo que más le preocupa a mi marido, que pueda quedarme con su fortuna. Honestamente no me interesa en lo absoluto, pero deseo hacerlo sufrir un poco – Fue la primera sonrisa genuina que vi desde que entro a mi oficina.

- Pues analizare los pasos a seguir y concertaremos una nueva reunión.

- Me parece perfecto – Ambas nos levantamos de nuestros lugares. La acompañe hasta la puerta de mi oficina y nos despedimos.

No pude evitar sentir pena por su historia, se caso llena de ilusiones y solo consiguió acabar divorciada luego de casi cinco años. Además decidió dar tan importante paso después de una relación muy corta y al parecer poco profunda, me fue inevitable pensar en mí y Edward, y en el lazo tan fuerte que nos unió en tan poco tiempo, acaso también lo nuestro estaría destinado a un inevitable fracaso, él me dijo que me amaba, mas será cierto o solo fue producto de una necesidad de hacerme sentir segura a su lado. Me amaba a mí o al igual que Rosalie King amaba la idea de una familia feliz. Aun cuando me reprendía por pensar y dudar de sus sentimientos, pero la duda era una espina clavada que no lograba quitarme.

Estaba tan concentraba en mis cavilaciones que no oí que mi puerta se abría y que alguien entraba a mi oficina, solo reaccione cuando mi silla fue movida ligeramente y mis labios eran capturados por otros que me eran tan familiares.

- Buen día ángel

- Edward, alguien puede vernos.

- Tranquila – Acaricio mi mejilla – Jane no está.

- Eres un loco – Se apoyo en mi escritorio.

- Oh sí, pero un loco lindo – Me regalo su sonrisa torcida – No sabes cómo te extrañaba, en un par de días y ya me acostumbre a despertar con tu cuerpo entre mis brazos.

- Edward – Lo jale de la corbata hasta dejarlo a mi alcance y lo bese, puse mis brazos a su alrededor y mis dedos acariciaron sus cabellos. Como siempre el beso fue subiendo de intensidad y sentí los brazos de él alrededor de mi cintura y de un suave tirón me dejo sobre el escritorio sentada. Estábamos en nuestra burbuja personal que no oímos a nadie tocar. Solo supimos que no teníamos compañía cuando escuchamos una voz de mujer disculparse.

- Perdón yo…- Rosalie estaba congelada en medio de la oficina – Edward…¿eres tú?

 - Rosalie – Fue la escueta respuesta.

Me sentía tan avergonzada que no podía mirarla a la cara y además necesitaba controlar mi respiración bastante agitada.

- Lo siento, mi celular se me quedo en el escritorio y vine por él…en verdad yo…- No quería seguir escuchando sus disculpas así que me arme de valor y hable.

- No tiene nada de que disculparse Sra. King, debo ser yo quien lo haga.

- Fui yo la entro a su oficina sin esperar respuesta. No estaba su secretaría y bueno…

- Cálmate Rose ya paso – Su voz sonaba fría.

- Edward que alegría verte – Beso mi mejilla dulcemente y se acerco a Rosalie, extendiéndole la mano en señal de saludo.

- ¿Cómo has estado Rosalie?

- Bueno…divoriciandome y dándome cuenta que los cuentos de hadas no son reales.

- Algunos lo son – Edward busco mi mirada y me dio aquella sonrisa torcida que tanto adoraba. Extendió su mano hasta mí y me acerco a donde estaba.

- Lo veo. Duele pensar que pudiste vivirlo, no es así Edward – Que rayos significaba eso y porque no dejaba de mirar a mi novio.

- Su teléfono – Se lo extendí mirándola dudosa. Tal vez nada era lo que realmente parecía.

- Oh…Gracias – Su mirada viajo hasta mí para volver de inmediato a buscar a Edward.

- Me encantaría que cenáramos un día de estos.

- Tal vez – Edward tomo mi mano.

- Bueno…Srta Swan…Edward – Ninguno dijo nada, solo asentimos y la vimos marchar.

Me encamine hasta mi silla, mas antes de llegar y sin voltear a ver a Edward le pregunte

- Es ella ¿verdad?

- Perdón – Oí su voz muy cerca de mí y sin necesidad de ser abrazada lo sentía en todo el cuerpo.

- Rosalie Hale o King…ella fue tu novia.

- Si es ella – Sus manos rodearon mi cintura – una parte de mi pasado – remarco la última palabra.

- Se va a divorciar.

- Lo sé…- El toque en mi puerta me hizo separarme de inmediato de él y correr hasta mi silla. Conté hasta tres y luego indique que entraran. Edward tomo una carpeta en sus manos y ambos dábamos la imagen de dos personas que trabajaban en un caso.

Jane asomo primero su cabeza, nos miro a ambos y termino de entrar. Note que le sonreía a Edward.

- Bella, Mike desea verte en su oficina – Me pareció oír gruñir a Edward.

- Dile que en un momento voy.

- Esta bien – Dejo de tomarme atención y se concentro en la otra persona que estaba en mi oficina – Hola Edward ¿llegaste hace mucho? – Su voz sonaba coqueta y me pareció verla batir sus pestañas.

- Hola Jane – Le dio un pequeña sonrisa – Llegue hace unos minutos.

- Por eso no te vi – Se inclino un poco hacia él y ignorándome por completo - ¿deseas algo? – No le permití contestar y en su lugar hable yo.

- Jane yo deseo que vayas a trabajar.

- Perdón yo…me voy – Salió disparada de mi oficina.

- Te he dicho lo hermosa que te vez cuando te pones celosa.

- ¿Celosa? Por favor yo…- Me dio un beso que me dejo sin habla.

- Te amo solo a ti y a nadie más que a ti.

- Creo que debemos trabajar.

- Como mande mi jefa ¿almorzamos?

- Lo siento, quede de hacerlo con Bree y Tanya.

- Entonces cenamos.

- Esta bien.



El resto de la mañana paso volando, entres escritos y análisis legales no tuve respiro, solo me percate que llevaba varias horas en eso cuando vi en la puerta a mis amigas que no me dejaron decir nada y me arrastraron hacia afuera. En el ascensor no pararon de hacerme preguntas, les prometí que todo se los contaría en el almuerzo, así que no presionaran. Solo les dije con una sonrisa de oreja a oreja que me sentía feliz.

Estábamos ya en la salida cuando una escena me quito todo rastro de alegría. En la acera de enfrente, Edward abrazaba a Tanya y al parecer estaban muy contentos. Instintivamente lleve las manos a mi vientre. Mis amigas notaron que no seguía caminando y buscaron el motivo. Supe que lo localizaron pues ambas callaron. Solo pude decir

- Edward…yo te amo…



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