La última oportunidad - Capitulo 5


Capitulo 5

Aquella noche Bella apenas y pudo dormir, de solo saber que pisaría el MET y tendría la posibilidad de verlo la emocionaba hasta dejarla eufórica. Trazo mil planes en su mente de cómo se comportaría el tenerlo en frente, trataría de ser más segura, mas mundana o al menos le diría su nombre.

Apenas empezó a amanecer se levanto. Si seguía en su cama se volvería más loca, decidió preparar el desayuno para Mill como una forma de agradecerla su hospitalidad. Dio la gracias porque en aquel internado aprendió a cocinar y además era muy buena. Busco todo lo que necesitaba y se puso manos a la obra. Media hora después llego su compañera de casa y le sonrió.


- Veo que has madrugado ¿estás bien pequeña?
- Si estoy muy bien. Feliz por el trabajo.
- Me alegro. Serás de mucha ayuda a Victoria y tal vez a Edward también – Casi derrama el café que estaba preparando.
- ¿Lo conoces? –Su voz sonó ansiosa.
- Por supuesto que sí, fui su maestra de piano ¿lo conoces tú?
- Yo…- No supo si contarle o no lo ocurrido el día anterior, decidió finalmente reservárselo – Solo he visto su fotografía.
- Nada favorecedora – Bella asintió mentalmente – Edward es mucho más guapo en vivo y en directo. Ya lo conocerás.
- Supongo – Trato de que su voz sonara normal, pero no lo logro del todo Mill la miro como estudiándola, no dijo nada y solo sonrió.
- Este café es exquisito.
- Gracias.

Hablaron de varias cosas durante su comida, al parecer su nueva amiga había sido una destacada concertista en piano que decidió dar su vida por su carrera dejando de lado tener una familia. Nunca se caso y rechazo a cualquiera que quisiera de ella más de lo que estaba dispuesta a dar, se carcajeo cuando menciono que amigos especiales nunca le faltaron, que fue feliz y que pese a todo lo que vivió y la soledad en que vivía ahora no se arrepentía de sus elecciones.
- Si algo puedes aprender de mi pequeña es que siempre la vida te da opciones, nunca aceptes algo sin sopesar las consecuencias. Nadie más que tú puede decidir qué hacer – Por un momento Bella pensó que ella sabía mucho más de lo que parecía y quiso preguntarle cuanto habría dicho Jane, pero no lo hizo pues al ver el reloj noto que se le estaba haciendo tarde.
- Debo irme – Comenzó a levantar todo de la mesa, pero no Mill se lo impidió.
- Por favor harás de mí una inútil si sigues consintiéndome.
- Lo siento yo no quise….- Le dio un suave apretón en la mano.
- Relájate y vive Isabella, solo eso vive.
La dio un fuerte abrazo y se marcho llena de sueños a su nuevo trabajo. Espero unos minutos por un taxi y cuando finalmente uno paro, se subió de inmediato con una sonrisa le indico la dirección. Reviso su bolso y rebusco un espejo para aplicarse un poco de brillo. Casi salta del auto cuando vio que ya había llegado, le pago al chofer y no espero el cambio. Corrió hasta la entrada y luego se quedo congelada en el lugar se veía tan enorme el lugar y ella tan pequeño, pero recordó a Jane y eso le dio valor, “viviré amiga lo hare”.

Llegó a recepción sin saber muy bien como presentarse, Victoria solo sabía que se llamaba Isabella y ella no sabía mucho más de su nueva jefa. Se mordió el labio pensando que haría, pero apenas puso un pie fue recibida por una amable mujer mayor que de inmediato pareció reconocerla.
- ¿Isabella?
- Si soy yo – Le dio una tímida sonrisa.
- Bienvenida, Victoria te espera, su oficina es la última del pasillo.
- Muchas gracias.

Camino en la dirección indicada y antes de entrar dio unos golpes, solo abrió la puerta al escuchar el “adelante”, ahí estaba Victoria entre una montaña de papeles en una elegante oficina tan propia de una bailarina como ella.
- Bella ¿Cómo estas? – Se acerco a besar su mejilla.
- Bien, lamento llegar tarde.
- Querida llegaste antes solo que yo casi vivo acá. Mira este será su lugar perdona que sea tan pequeño, pero es lo único que he podido conseguir, más adelante veremos.
- Es perfecto para mí – Era un escritorio sumamente sencillo con un laptop en él.
- Si no te gusta donde esta solo cámbialo, cualquier cosa que desees no dudes en pedirla.
- Gracias y que tal si empezamos.
- Eres mi salvación – Le entrego una gran cantidad de papeles y le dio una sonrisa de disculpa – Para mí son como jeroglíficos.
- No te preocupes – Los tomo y se fue a su escritorio feliz de empezar con su trabajo.

Pasaron gran parte de la mañana enfrascadas en sus propios asuntos. El silencio solo era interrumpido por la música clásica que ambientaba el lugar, Bella estaba fascinada en la traducción de los textos, realmente no eran muy complejos aunque noto que varios exigían una pronta respuesta, estaba por comentárselo a Victoria, cuando vio que la puerta se abría y entraba por ella Edward.
- Victoria necesito que revises unos papeles.
- Que crees que he hecho toda la mañana Cullen.
- No lo sé dado que hay una montaña de ellos en tu escritorio.
- Que gracioso, solo tengo una duda ¿no sabes leer? Por que debo yo siempre leer todo.
- Para que hagas algo y justifiques el lugar que ostentas.

Bella miraba la conversación de ambos sin saber muy bien que pensar, eran bromas de dos amigos o pequeñas dagas verbales. Además se sentía un poco decepcionada de que él ni siquiera notara su presencia, no es que quisiera destacar pero al menos deseaba que él la mirara un momento.
- Cullen casi lo olvidaba. Te presento a mi asistente.
- ¿Asistente? Tú sí que sabes malgastar dinero.
- Siempre tan educado ¿no? Isabella te presento al todopoderoso y virtuoso del piano, con un ego más grande que Manhattan…Edward Cullen – Recién en aquel momento reparo en su presencia.
- ¿Isabella?
- Buenos días Señor – Se levanto de su asiento y trato de estrechar su mano. Edward tardo en comprender el gesto hasta que finalmente se llevo su mano a los labios y deposito ahí un beso.
- Encantado Señorita – Soltó suavemente su mano y se dirigió a Victoria – Los papeles – Se marcho sin esperar respuesta.
- Es insufrible, pero lo adoro – Bella volvió en si cuando la oyó hablar – Nos conocemos de toda la vida.
- Que bien – Su mente no pudo formular ninguna respuesta más coherente.

No lo vio más durante aquel día y poco a poco la euforia se fue disipando. De vez en cuando tocaba su mano donde los labios de Edward Cullen la habían tocado. Cuando termino su jornada estaba realmente agotada, Victoria no dejaba de agradecer su ayuda, la fue a dejar hasta el departamento y se quedo a cenar, Bella estaba tan agotada que apenas pudo se retiro a dormir, extrañaba a su amiga y el poder contarle su día, invento una carta en su mente que al día siguiente escribiría, no se la enviaría, pero cuando todo acabara se la daría.

A la mañana siguiente se despertó a la misma hora del día anterior y repitió su rutina de preparar el desayuno, conversar con Mill y marcharse, solo que esta vez lo hizo antes, deseaba ser útil en su trabajo, además de abrigar la esperanza de verlo a él.

Cualquier esperanza o alegría que Bella tuviera con Edward se fueron esfumando durante el resto de la semana, incluso llegó a dudar siquiera si aquella vez que la protegió de la lluvia fue real o solo producto de su imaginación, tal vez no fue un caballero andante, pero al menos reparo en ella, cosa que ya no hacía. Apenas la saludaba si la veía y más bien la trataba como si no existiera, si entraba a la oficina de Victoria solo hablaba con ella y se marchaba a los pocos minutos. 

Toda la felicidad que sintió por trabajar en el MET empezó a desaparecer, Mill lo noto pero cuando se lo pregunto solo le respondió que estaba un poco nostálgica. Cuando finalmente llegó el viernes le pidió a Victoria autorización para utilizar una de las salas de ensayo, necesitaba relajarse y sacar la pena que tenía así que lo haría bailando, no era excelente pero siempre que lo hacía descargaba su rabia y frustración.
Victoria accedió de inmediato y además le digo que cada vez que necesitara una no dudara en pedírselo. Bella fue por todos sus implementos y se preparo, encendió su Ipod, se coloque sus audífonos y le dio play a su música favorita. Partió con Kiss de Prince, cerro sus ojos y se dejo llevar por la melodía, luego María María de Carlos Santana hizo que moviera sus caderas de manera sensual, estaba en la mitad de su baile cuando noto que alguien estaba tras de ella, abrió los ojos y casi se desmaya el ver a Edward Cullen tan cerca.

Edward bajo la mano hasta su cintura, la acerco a su cuerpo y comenzó a mover las caderas al ritmo que hace unos momentos lo hacía Bella. Ella simplemente se dejo guiar y levanto su mano para alcanzar su cuello. Estuvieron así durante varios minutos hasta que él de un solo movimiento la volteo para que quedaran frente a frente. Noto que miraba sus labios y mariposas estallaron en su estomago. Estaba bajando la cabeza para besarlos y le susurro:
- Perdóname Bella.



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