Entre tus alas


Capitulo 17

Nos quedamos unos instantes viendo hacia donde estaban Emmett y Rosalie, luego me gire para quedar frente a Edward, sin decir ni una palabra comprendió que no deseaba estar en aquel lugar, más bien no quería estar en ningún lugar estuviera mi ex novio. El camarero que se disponía a atendernos se mostro sumamente preocupado por nuestra marcha.

- ¿Sucede algo Señor Cullen?
- Mi novia no se siente bien – Tomo con fuerza mi mano.
- Podemos ayudarlos.
- Solo traigan mi auto al frente.
- En seguida – Partió raudo a cumplir la orden, se acerco al encargado quien le dio alguna indicación y siguió casi corriendo.
- Gracias –  Acaricie el rostro de Edward y lo bese.
- Cuando quieras, lo que quieras.
No tuvimos que esperar más que unos segundos y el auto estaba frente a nosotros. Edward le agradeció y por lo que pude ver le dio una generosa propina. Como siempre tan gentil me ayudo a subir, luego una vez dentro ambos, partimos. Le dije que fuéramos a mi departamento, quería compensarlo por pedirle que cambiáramos sus planes. Me regalo una sonrisa que me dejo claro que estaba mas que encantado por la idea.
Apenas llegamos corrió a abrirme la puerta del auto y me tomo entre sus brazos. Cuando le pedí que me bajara se negó y en cambio entramos al edificio besándonos. Me sonroje por completo, pues yo no acostumbraba a ser muy demostrativa con la gente ni menos a dar pequeños espectáculos de amor, pero al parecer con Edward a mi lado todo cambiaba.
Subimos al ascensor y note como dudaba al hacerlo, pero sacudió ligeramente la cabeza, durante todo el trayecto continuamos besándonos. Solo al llegar frente a mi puerta, me soltó ligeramente de su agarre.
- ¿Las llaves?
- Bolso – No termine de decirlo y ya las estaba buscando. Abrió la puerta con desesperación y lanzo mi cartera.
Me dejo en el suelo y simplemente hizo volar mi chaqueta, yo seguí su juego e hice lo mismo. De un solo tirón abrió mi blusa y se aplico a la labor de quitarme el sostén, una vez que me tuvo semidesnuda me acerco a su pecho que aún estaba con su camisa, la cual me encargue de hacer desaparecer, al igual que el resto de su estorboso traje. Como era obvio Edward busco compañía en su desnudez y lanzo lo que quedaba cubriendo mi cuerpo.
Nos besamos como dos locos, sin darnos tregua y nuestras manos al parecer se multiplicaban, pues lo sentía en todo el cuerpo, apoyo mi cuerpo en la pared y tomo mi pierna para levantarla. Sin previo aviso y mirándome a los ojos me penetro, sentí que mi cuerpo se perdía en el mar de sensaciones que estaban provocando sus estocadas. Eran rápidas y duras, justo lo que en aquel momento ambos necesitábamos. Mis manos acariciaban su espalda y mi lengua delineaba el contorno de su oído. Aquello pareció enloquecerlo pues su avance se hizo más fuerte hasta que sentí como mis paredes se contraían y solo pude gritar:
- Edward – A los pocos momentos llegó él también y mordió mi hombro.
- Eres maravillosa – Me abrazo fuertemente, evitando de esa forma que me cayera al suelo como un hielo derretido.
Luego de calmar nuestras respiraciones, lo guie hasta el salón de mi casa. Me miro interrogante, pero decidí solo sonreírle callar, quería darle una sorpresa.
Hice que Edward se sentara sobre la silla, nuestras ropas ya hace un buen rato que no nos acompañaban. Me senté a horcajadas sobre él y lo bese, lenta y pausadamente. Podría apostar que aquello le gustaba pues sentí como cierta parte de su anatomía cobraba vida nuevamente. Sus manos no se quedaron quietas y comenzaron a acariciar mi espalda hasta llegar a mis nalgas que fueron tiernamente apretadas por sus delicadas manos.
Esta vez seriamos pausados, ya ambos habíamos tenido nuestra cuota de sexo desenfrenado. Me levante mínimamente de él para darle la bienvenida y sentir como entraba dentro de mí. Esta vez no dejamos de besarnos y acariciarnos. La noche era nuestra y la disfrutaríamos al máximo.

A la mañana siguiente desperté rodeada con sus brazos, se sentí tan bien, tan correcto, tan perfecto que me vi tentada de llamar a la oficina y reportarme enferma, pero el deber llama y ya tendríamos tiempo. Mientras lo observaba dormir, no pude evitar pensar en cuando me diría que había sido aceptado en la Academia de música en Italia, no sabía muy bien cómo actuar, mas al verlo ahí supe que si me pedía que me fuera con él lo haría, pues estaba irrevocable e irremediablemente enamorada de Edward  Anthony Cullen.
Cuando se removió en la cama supe que estaba despertando, trate de levantarme, pero su agarre se hizo más fuerte.
- Solo un minuto más.
- Tengo que trabajar – Trate de zafarme de su abrazo de hierro.
- ¿Qué pasaría si yo te contratara?
- ¿Para hacer qué exactamente?
- No lo sé…estar todo el día a mi lado – Me regalo su maravillosa sonrisa.
- Arriba dormilón.
Luego de varios minutos tratando de convencerlo y llegar a un acuerdo, logre que me liberara para irme a mi trabajo. Me di una ducha y cuando salí de ahí, un delicioso desayuno me esperaba. Lo mire interrogante pues no sabía de dónde había salido todo, pues muchas de las cosas que allí había ni siquiera estaban en mi refrigerador o despensa.
- Un hada madrina – Fue su escueta respuesta.
Una vez preparados insistió en llevarme hasta el despacho y no me permitió siquiera replicar. Al llegar me beso de una manera que debía considerarse ilegal, me llevo hasta los ascensores y me prometió venir por mí a la salida.
Cuando llegue a mi oficina Bree me esperaba con una vaso de jugo de naranja, según había leído en una revista era muy buenos para las mujeres embarazadas, Tanya llegó al rato con unos chocolates, para calmar mis antojos. Conversamos un rato y les prometí que esta vez sí almorzaríamos.
Jane me dio la lista de mis citas durante el día, la primera era Rosalie Hale. Entre hasta mi oficina y vi el enorme arreglo que estaba ahí, sonreí al ver que eran de Edward. Le envié un mensaje de agradecimiento y me enfrasque en mis papeles. Tenía una montaña de asuntos pendientes así que empecé de inmediato. Mi secretaría me aviso que la Señora King ya estaba aquí.
No pude evitar notar que aquella mañana Rosalie llego feliz a mi oficina, había algo distinto en ella que la reunión anterior no estaba, tal vez eran suposiciones mías, pero note que en su mirada había esperanzas. Una parte de mí quiso preguntarle por Emmett, mas la otra más juiciosa decidió callar, pues con ella no éramos amigas y nuestra relación sería solo laboral.
- Buenos días Rosalie.
- Buenos días Bella – Estrecho mi mano.
-  Estaba revisando tu caso y me parece que será muy sencillo llegar a un acuerdo.
Discutimos por más de una hora sobre los cursos de acción a seguir en su divorcio, los pasos que debíamos hacer y por supuesto las posibles complicaciones que podrían surgir. Cuando terminamos pensé que se despediría, en cambio me quedo mirando hasta que le pregunte si tenía alguna duda.
- Si, pero no con mi caso. Perdón que me entrometa, pero eres mayor que Edward – No sé como la mire, que de inmediato se disculpo – No quise preguntar…no debía…mil disculpas.
- Cálmete, si soy cinco años mayor que Edward.
- ¿Estas embarazada?
- Si.
- Sé que no debo meterme en sus asuntos, pero Edward es una persona muy querida para mí, me siento un poco culpable de la manera en que lo deje y para nada, así que debo preguntarte algo – Apretaba nerviosamente su bolso.
- Adelante pregúntame – Su actitud me estaba molestando por que no sabía a donde quería llegar.
- Sabias que su sueño es ser el mejor pianista y que por eso solicito un cupo en una academia en Italia.
- Si – Fue mi escueta respuesta, no sé porque pero que ella supiera eso de Edward me dejo con una sensación amarga.
- El ha luchado mucho por esta oportunidad. Temo que pueda desecharla porque otras cosas se cruzaron en su camino – Algo en su forma de decir aquello me inquieto.
- Lo siento, pero creo que este tema no lo tratare con nadie más que con Edward – Claro estaba si algún día se atrevía a decírmelo.
- Esta bien, pero alguna vez si quiera te has planteado la posibilidad de dejarlo libre – Me levante de mi asiento y me dirigí hasta la puerta para indicarle el camino a Rosalie. Al parecer entendió el mensaje pues se paro y llegó hasta donde me encontraba, antes de que se fuera la llame:
- Rosalie…Edward no es ningún prisionero.

Aquel día las palabras de Rosalie Hale o King no dejaban de darme vuelta en la cabeza. Apenas tome atención a todo lo que mis amigas me decían, trate de distraerme contándoles mi aventura en Inglaterra y mi recién descubierto amor por Edward, mas no logre mi objetivo y volví a la oficina con mi cabeza hecha un lío.
Al terminar mi jornada Edward estaba ahí esperando por mí con su hermosa sonrisa y su cuerpo de modelo. Aquello se transformo en una rutina, todas las mañanas me dejaba en mi trabajo y todas las tardes venía por mi, sin importar si pasáramos o no la noche juntos, aunque siendo honestos fueron muy pocas las noches que estábamos separados.
Estaba por cumplir cinco meses de embarazo y me sentía radiante, mi relación con Edward avanzaba “viento en popa” como diría mi padre cuando algo va bien. Estaba pensando organizar una reunión para que mis padres y novio se conocieran, no quería que lo hicieran en la sala de parto o en el primer año de nuestro bebe…nuestro bebe que hermoso sonaba aquello. Hoy me realizaría una ecografía para saber el sexo, después de mucho discutir decidimos que era lo mejor, teníamos que prepararnos y eso de los tonos neutrales no iba del todo bien conmigo. Como siempre él prometió venir por mí, mientras lo esperaba acariciaba mi vientre que ya no estaba para nada plano, pues una pequeña pancita comenzaba a asomar. Tan metida estaba en mi contemplación que no lo sentí hasta que sus note sus manos junto a las mías en mi vientre. Me dio un beso en el cuello.
- Lista, ángel.
- Si –Tomo mi mano y la beso.
Una vez en la consulta vi como muchas mujeres se comían con la mirada a mi maravilloso novia, así que me recargue en su hombro en una clara señal de que ese hombre era mío. Tomo mi mano y jugó con mis dedos.
- Algún pondré un anillo en este dedo – Levanto mi mano y beso el dedo en cuestión. Me quede muda de la impresión y no supe que contestar. Agradecí ser salvada por un enfermera que nos llamo y nos guio hasta la sala donde me realizarían la ecografía.
Unos instantes después llego la doctora quien me indico que el gel estaría un poco helado. Cuando pudimos ver la imagen de nuestro bebe nos dijo que todo iba perfecto y sin mayores complicaciones. Luego nos pregunto si queríamos saber el sexo del bebe y ambos asentimos.
- Bueno, felicidades tendrán una niña…


Este capitulo se lo quiero dedicar a Eliana!!! Muchas Gracias por tus comentarios XD

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