Entre tus alas


Capitulo 18

Edward no dejaba de besarme mientras nos dirigíamos hasta la salida del hospital, al paso que íbamos cuando finalmente llegáramos al auto estaría en trabajo de parto para recibir a nuestra bebita, que bello sonaba y además la doctora dijo que todo iba perfecto.
Sentí que mi novio me abrazaba por atrás y sus manos bajaban hasta acomodarse en mi vientre que ya empezaba a mostrarse más abultado, le daba pequeñas caricias.

- Serás la niña más hermosa y consentida del mundo, nadie nunca será lo suficientemente bueno para ti y me encargare de alejar a cualquiera que se atreve a pretenderte – Lo mire divertida ante sus palabras.
- Edward aún ni siquiera nace y ya planeas que harás con sus novios.
- Por supuesto, ambas son lo más importante y más preciado que existe en el mundo para mí – Le di un suave beso en los labios.
- Te amo Cullen – Estaba empezando a creer que el embarazo y el amor te ponen cursi.
- No más que yo ángel. Te amo desde el primer momento en que te vi aquella bendita noche en el bar del hotel y espere día a día para volverte a ver.
- Dos meses, ese fue el tiempo que demoramos en volver a vernos – Al fin habíamos llegado al auto, como siempre me ayudo a subir en él, luego fue su turno.
- No amor, te espere desde mucho antes de nuestro mágico encuentro – Su vista estaba clavada el frente del camino.
- ¿Cómo que desde antes?....solo te vi ese día y luego cuando te conté de nuestro bebe – Mi voz sonó un poco alarmada – No lo recuerdo…no eres alguien que ignore en mi época de escuela y que ahora cambio su apariencia solo para vengarse ¿verdad? – Su sonora carcajada resonó en el auto.
Aprovechándose de una luz roja tomo mi mano y se la llevo a los labios.
- Ángel que imaginación tienes – Cuando el semáforo cambio a verde continuo la marcha, pero no soltó mi mano – Te vi hace casi un año, ibas con tus amigas y el gorila, cuando te acercaste corrí para atenderte y Cupido me flecho irrevocablemente, tome tú pedido usando todas mis armas de seducción, te lo entregue junto con mi mejor sonrisa y tú hermosa dama, me ignoraste – Esta vez la que rió fui yo al ver su rostro de sobreactuada tristeza.
- Imposible – Fue lo único que pude decirle después de su relato – Vamos Edward eres un deleite a la vista – Una sonrisa de suficiencia apareció en su rostro – Como pude haberte ignorado.
- Si que lo hiciste cariño, pese a ser un deleite a la vista.
- Solo te falta confianza.
- Solo repito lo que acabas de decir, pero aunque lo dudes fue así. Por lo que decidí ir cada noche a ver si eras un sueño o un producto de mi imaginación – En aquel momento sonaba en la radio “Faithfully” – Estaba por perder la esperanza de volver a verte, pensé hasta buscarte a través de retratos hablados o algo así. Vi un par de veces a Bree y Tanya, quise preguntarles por ti, pero nunca encontré la excusa perfecta para acercarme, por lo que me di un plazo, si dentro de ese tiempo no aparecías removería cielo, mar y tierra, para dar contigo.
- ¿Acaso ibas a contratar un detective privado? O algo así – Por un instante note que Edward se tensaba, pero luego descarte aquella loca idea, Edward no haría eso…investigar mi vida.
- Cuando estaba por cumplirse el plazo que autoimpuse – Continúo hablando sin hacer mención a mi “descabellada” idea – Apareciste y no solo eso sino que finalmente me miraste a los ojos y al hacerlo supe que jamás podría dejarte.
- Edward…que cursi eres – Apenas detuvo el auto, me quite el cinturón y me acerque para besarlo, por sus hermosas palabras, por lo que me hacía sentir y porque lo amaba.

Luego de ese pequeño ataque de pasión que nos dejo a ambos en las nubes, observe que estábamos en el mismo restaurant de la pasada noche, esperaba no encontrarnos con nadie esta vez. Al parecer Edward leyó en mi rostro mis aprensiones, porque al ayudarme a bajar del auto me dijo:
- Esta noche seremos solo nosotros.
- ¿Cómo? – No fue necesaria la respuesta pues apenas entramos note que el lugar estaba vacío y solo había una mesa preparada en el centro. Ya esperaban por nosotros el mairtre, varios camareros e incluso el chef.

No pude describir con exactitud cómo me sentía con todo esto, por un lado desbordaba felicidad, pero por el otro todo lo que nos rodeaba me hacía comprender y caer en la cuenta del poder que tenía Edward Cullen. Decidí sacudir mi cabeza por aquellas ideas y reprenderme mentalmente por no poder disfrutar algo tan lindo como esto, sin tener que llenar mi cabeza de “peros”. Le regale mi mejor y más honesta sonrisa al hombre que estaba junto a mí y disfrutar de la cena.

Ordenamos lo que nos recomendó el chef, quien aseguro que haría el mejor plato de su vida para nosotros. Cortesía del lugar nos sirvieron el mejor vino, el cual por obvias razones rechace, explicando que en mi estado no era recomendable. Luego de que entendieran lo que trataba de decir nos llenaron de felicitaciones, las cuales agradecimos, después de eso finalmente se marcharon.
- Al fin solos – Edward acaricio mi mano que estaba sobre la mesa – Te das cuenta que haces que la gente quiera estar a tus pies.
- Eres un loco – Tome un poco de agua.
- Ángel te traje hasta este lugar para estar solos – Beso mi mano – pero también por qué deseo hablarte de algo.
- ¿Qué cosa? – Sentí un poco de miedo por el tono solemne que uso.

- Bueno…mi gran sueño, antes de que iluminaras mi vida con tu presencia, fue…más bien es ser un gran pianista, fue una promesa que le hice a mi madre. Antes de morir mis padres fui becado en la Accademia Musicale Chigiana – Sonó tan sensual su acento italiano – Pero no fui, no podía si no estaban ellos a mi lado, luego logre nuevamente ser admitido por algún milagro o por Anthony Cullen, mas la enfermedad de mi abuelo hizo que volviera al poco tiempo – Acerque mi mano y acaricie la suya – No me arrepiento amor, pero dejarlos incompletos y al no retomarlos dentro de un año, la academia pensó que ya no me interesaba seguir en ella, es por eso que fue borrado simplemente de sus listas – Su rostro hermoso se entristeció.

- Lo siento mucho – No sabía que más decir.

- Gracias ángel….luego de eso puse de cabeza a los abogados de la empresa con el fin de que encontraran alguna laguna o vació para así retomar mis estudios.

- ¿La encontraron? – De alguna manera yo ya sabía la respuesta, pero de todas formas hice la pregunta.

- Si y desde ese día he luchado con todas mis fuerzas para volver a ser aceptado.

- ¿Lo lograste? – Otra pregunta de la que sabía la respuesta, Edward solo asintió – Entonces por qué no sonreís amor, es tu sueño – Quede sorprendida al llamarlo amor y al parecer a él le gusto, pero no me dijo nada.

- Si, pero ahora todo es tan distinto.

- ¿Por qué estoy yo y el bebé en tú vida?

- Bella quiero que sepas que soy el hombre más feliz de la tierra por tenerte…por tenerlas.

- Lo sé, pero no se puede tener todo en la vida ¿verdad? – No me contesto de inmediato pues en ese momento llegó nuestra comida, les agradecimos a los meseros quienes rápidamente se marcharon, no sin antes decirnos que estaban a nuestra disposición.

- Bella – Lo quede mirando esperando que hiciera la pregunta de la cual hace mucho tiempo yo tenía la respuesta - ¿te gusto la comida? – No era eso lo que esperaba en lo absoluto.

- Si Edward – Trate de alentarlo – Quieres preguntarme algo más ¿verdad?

- Así es, pero tengo pánico que mi egoísmo me haga perderte.

- Yo temo lo mismo, además nunca podría perdonarme el que tú dejes tus sueños – Hice que me mirara fijamente – Recuerda lo que te dijo Alice, si eres inteligente puedes tenerlo todo.

- Si pero estoy cumpliendo el sueño más importante tener una familia a tu lado – Se acerco a mi y me beso – Isabella Marie Swan quisiera que vinieras conmigo a Italia, mientras yo estudio tú puedes conquistar el mundo si lo deseas.

- Pensé que nunca me lo preguntarías – Me levante de mi silla, me senté en sus piernas y rodee su cuello con mis brazos, luego muy cerca de sus labios le di mi respuesta – hasta el fin del mundo iría contigo…te amo niño bonito – No espere que me respondiera…solo lo bese.

Como siempre sucedía con Edward el beso fue cambiando de cariz hasta tornarse absolutamente apasionado, fue el sonido de un cubierto cayendo el que nos recordó donde estábamos. Ambos reímos y luego de un último beso nos separamos, yo volví a mi silla y comenzamos a comer. Note que Edward comía con demasiada rapidez, tanto que temí que se atragantara.

- ¿Estás bien?

- Deseo que la cena termine pronto para tenerte solo para mí –Reí por su apuro - ¿Qué? No quieres lo mismo.

- Sí, creo que no quiero nada más para comer.

Hizo un par de señales y en menos de diez minutos ya estábamos fuera del lugar en su auto, rumbo a mi departamento. Tuve que pedirle que redujera un poco la velocidad, pues parecía piloto de fórmula uno. No sé cómo, pero me bajo de su auto y me llevo corriendo hasta los ascensores. No terminamos de cruzar el umbral de mi puerta y ya faltaba parte de mi ropa. El resto termino de desaparecer y nuestra noche como siempre fue increíble.

A la mañana siguiente nos preparamos para ir a nuestros trabajos, aquello se estaba volviendo una rutina, desayunábamos juntos y luego Edward me dejaba en mi oficina, para luego en la tarde pasar por mí. Quedamos que iríamos al centro comercial a comprar algunas cosas para nuestra bebe.
Al llegar a mi oficina, Jane me informo que Rosalie estaba esperándome, aquello me pareció extraño pues no quedamos en vernos esa semana, pero de todas formas la atendí. Cuando entre nos saludamos cortésmente y no pude evitar preguntar el motivo de su visita.
- Anoche Royce me llamo.
- Pensé que pese al divorcio seguían en contacto – Al menos eso era lo que creía.
- Si, pero me amenazo. Estaba borracho y fue muy ofensivo. Sentí miedo – No me esperaba esta información.
- Si lo deseas podemos denunciarlo y – No continúe pues en ese momento Jane entraba con dos cafés.
- Pensé que podrían querer café – Sonrió y dejo las tazas en la mesa, para luego marcharse.
- Gracias Jane….bueno ya que están acá ¿Café? – Rosalie asintió y continuamos hablando, realmente esta nueva información cambiaba el panorama, en un principio pensé que pese al divorcio Rosalie y su aún marido tenían una relación pacifica, además a ninguno de ellos les convenía el escándalo que podría suscitarse si comenzaban a salir detalles de su relación. Estaba en eso cuando un fuerte dolor en el vientre me hizo lanzar un gemido.
- ¿Bella estas bien? – Esta vez el dolor me hizo encoger, trate de levantarme, pero fui incapaz – Bella.
- No se siento bien – Me levante, pero no alcance a dar dos pasos y me desmaye.

Me pesaban los parpados y me sentía incomoda, creí oír a lo lejos la voz de Emmett, pero aquello era imposible, luche para abrir mis ojos y cuando lo hice me di cuenta que estaba en una habitación de hospital, lo primero que hice fue tratar de hablar, pero tenía la garganta reseca. Note que alguien se acercaba y al lograr enfocar mi vista, supe que era una mujer.
- Bella, soy Rosalie ¿Cómo te sientes? – Me llevo un vaso de agua a los labios, al parecer era lo que necesitaba para poder formar palabras.
- ¿Dónde estoy? ¿Edward?
- Llegara pronto, te desmayaste y te traje para acá, es la clínica donde siempre viene mi familia. Lo siento no sabía donde más llevarte.
- Gracias – Trate de ordenar mis ideas y de repente recordé los fuertes dolores que sentía, me lleve las manos al vientre y tuve miedo, iba a hablar nuevamente cuando oí la puerta abrirse.
- Ángel – De inmediato sentí sus brazos rodeándome.
- Edward…la bebe…¿Cómo esta? – Algo en su rostro me hizo temer lo peor, no pude decirle nada más pues un doctor entró.
- Srta. Swan veo que despertó ¿Cómo se siente?
- Mi bebe ¿Cómo esta?
- Srta. Swan usted es una mujer joven – Que rayos quería decir con eso.
- ¿Qué pasa?...Edward – Tomo fuertemente mi mano.
- Lo siento mucho, hicimos todo lo posible, pero lamentablemente perdió a su bebe…



>