La última oportunidad - Capitulo 8


Capitulo 8


Bella abrió desmesuradamente sus ojos y lo quedo mirando como si no hubiese entendido en lo absoluto la pregunta. Un ligero temblor recorrió su cuerpo y sintió nauseas, aquella no era la sensación que esperaba sentir después de su primer beso, pero todo era por culpa de la presencia de Rosalie, aquello no estaba bien en lo absoluto, todavía no era el momento de terminar y partir, aún no.


Edward esperaba impaciente una respuesta, pero al notar como el rostro de Isabella, poco a poco perdía el color, sintió que no sería bueno seguir presionándola, en cambio la tomo entre sus brazos y la acerco a su cuerpo. Por un instante pareció tensarse, pero se dejo abrazar. Al sentir que algo humedecía su pecho, bajo su rostro para ver el de ella.

- ¿Qué pasa Isabella? Dímelo para poder ayudarte.

- Yo…no puedo…no debo….debo irme – Edward acariciaba lentamente su espalda en señal de consuelo.

- ¿Por qué? – Al notar que nuevas lagrimas amenazaban con escaparse de los ojos de Bella decidió cambiar de táctica – Esta bien no me digas nada, pero necesito al menos saber ¿quieres irte ahora?

- Si, por favor….Tú puedes quedarte con Mill yo me voy, tomo un taxi o tal vez llamo a Jacob – Al escuchar aquel nombre se tensó y no la dejo seguir hablando.

- De eso nada tú viniste conmigo y conmigo te vas – La tomo con más fuerza de la necesaria.

- Pero yo...no quiero arruinar tu cena, yo…- No la dejo seguir hablando y en cambio la beso nuevamente.

- Nos vamos.

Salieron sigilosamente del lugar, pues Edward se había colado al baño de mujeres siempre habían ojos en las paredes, Bella se acerco mas a él para cubrirse de cualquier mirada, agradeció que estuvieran tan lejos de  ella aquella pareja de la que se estaba ocultando. Por un instante Edward quiso abrazarla con fuerza y protegerla de lo que fuera que la perturbara.

- Lo siento Mill, pero tenemos que marcharnos, Bella no se siente bien – La mirada de la mujer se dirigió hacia la jovencita que estaba parada frente a ella blanca como un papel.

- Cariño nos vamos de inmediato – Se acerco a ella y la abrazo con fuerza – Vámonos pequeña cuando lleguemos a casa te hare  un cena deliciosa.

Edward se encargo de todo y a los pocos minutos salieron del lugar, rumbo al departamento. Nadie hablo durante todo el trayecto, Bella se sentía tan cansada, Mill la mirada de reojo sin decirle nada y él solo pensaba que cosa pudo perturbar tanto a una muchachita como ella.


Al llegar los tres a su destino Isabella voló, literalmente, hasta su habitación, apenas y se despidió de Edward o le agradeció su gesto, necesitaba urgentemente refugiarse en esas cuatro paredes y respirar, ver a su hermana la lleno de inquietud y preguntas. Como deseaba contactar a Jane, pero tenía la certeza que si desaparición era un hecho conocido por Emmett, debían de estar vigilando todos sus pasos. Suspiro, en momentos como esos era en donde más extrañaba a su alocada amiga,  oír sus consejos que jamás era útiles, pero siempre sacaban una sonrisa. Un golpe en la puerta la sobresalto, se reprendió por aquella actitud, pues actuaba como si acabase de cometer un crimen o algo así, trato de calmarse antes de dejar entrar a alguien más.

- Adelante – Lo digo cuando se sintió preparada.

- ¿Cómo te sientes? – La voz maternal de Mill la hizo sentirse mucho mejor.

- Cansada – Aquello era lo único coherente que pudo decir.

- ¿Quieres comer algo? – Bella sabía que aquel nudo que tenía en el estomago no mejoraría con comida.

- No, muchas gracias solo quiero dormir.

- Esta bien, seremos entonces solo Edward y yo.

- ¿Edward? ¿Él sigue aquí? – Pregunto con una voz mezcla de asombro, emoción y miedo.

- Claro, esta preocupado por ti, Bella y por supuesto que tienen hambre – No pudo evitar reír junto a Mill, lo que la ayudo a relajarse un poco – Será que ahora si quieres cenar con nosotros – La mirada inquisidora de la mujer hizo que Isabella enrojeciera, se mordió el labio, pero se mantuvo firme en su decisión, para su paz mental necesitaba momentos a solas, para poder ordenar la locura que era su cabeza.



Una vez que se quedo sola, se fue por su pijama para tratar de dormir, pero aquello fue difícil, pues no dejaba de pensar en Rosalie y su marido, eso unido a saber que su querido pianista estaba tan cerca no hacía fácil la tarea de conciliar el sueño, entre la vuelta millonésima logro dormirse.



Edward salió del departamento de su mentora totalmente tenso, pues tuvo que contenerse de diversas maneras el no ir hasta la habitación de Bella y comprobar por sus propios ojos, según se trataba de auto convencer, que estaba bien. Por un instante tuvo el impulso de escabullirse para darle un beso de buenas noches, mas al instante se arrepintió y se reprendió mentalmente por pensar tales cursilerías. Tenía que alejarse de ella, por el bien de ambos.



El inicio de una nueva semana no parecía traer nada muy bueno para Bella, salió del departamento de Mill junto a Jacob, quien la miraba cada tanto luego de que se diera cuenta que sus intentos por entablar algún tipo de conversación eran vanos. Cada tanto ella trataba de sonreírle y demostrar un poco de atención, pero apenas veía algo que la recordara la pasada noche volvía a ensimismarse. Cuando llegaron hasta el MET le agradeció el gesto a su nuevo amigo, estaba por entrar al lugar, pero una mano en su muñeca la detuvo.

- Bells ¿estás bien? – La cara de Jacob era de verdadera preocupación.

- Si un poco cansada, no te preocupes – Beso su mejilla – Muchas Gracias.


Entro rápidamente al lugar no quería hablar más de nada, en eso estaba cuando choco con alguien, al levantar su vista vio a un muy enojado Edward Cullen, que aun miraba hacia la salida. Pensó en decirle mil cosas, pero opto por una frase hecha.

-  Buenos días Sr. Cullen – Bajo su mirada hasta ella.

- Isabella, veo que se encuentra mejor.

- Si, muchas gracias por lo de anoche.

- Veo que su novio la trajo hasta acá – Edward apretó con fuerza su mano en puño hasta que los nudillos estuvieron blancos.

- ¿Novio? Yo no tengo novio – Más bien un prometido, pensó, pero se obligo a tirar ese pensamiento al fondo de su cerebro.

- Si Jason - ¿Jason? Durante unos instantes Bella miro a Edward como si una segunda cabeza le hubiese salido, hasta que comprendió a quien se refería.

- Oh, Jacob – Edward hizo un gesto como si aquello no importara en lo absoluto – No es mi novio, solo un buen amigo.

- Acostumbras a besar a tus amigos – Hizo que la palabra “besar” sonara tan mala.

- En la mejilla, por supuesto – El rumbo que estaba tomando aquella conversación no le estaba gustando.

- ¿Cómo llamas a los que besas en los labios? ¿amantes? – Bella se le quedo mirando, luego dio la media vuelta y corrió por el pasillo.


Edward se quedo en su sitio estupefacto por su reacción, acababa de ofender a Isabella y solo por unos estúpidos celos, lo peor de todo era que él fue quien propicio aquel beso. “Imbécil” se grito una y otra vez, trato de calmarse antes de ir por ella y pedirle una disculpa.



Al llegar a la oficina Bella, noto que Victoria no estaba sola, sino que otra mujer estaba junto a ella, era rubia y muy parecida a una modelo, estaban conversando muy animadamente hasta que la vieron entrar.

- Buenos días Bella ¿Qué tal el fin de semana?

- Buenos días Victoria, muy bueno gracias, espero que el tuyo también haya sido bueno.

- Claro que lo fue…mi hermana esta aquí.

-Que bueno – Bella pensó que su hermana también, pero aquello no la alegraba en lo absoluto.

- Déjame que te la presente….Tanya ella es Bella – La rubia era la hermana de Victoria – Bella…Tanya – Le estrecho la mano y luego beso su mejilla en señal de saludo.

- Un verdadero gusto, Vic te ha llamado su salvadora.

- No lo creo, apenas y le he ayudado.

- Bella, me has salvado la vida, sin ti estaría pérdida entre montañas de papeles que ni siquiera sabrían que dicen – Sonrió frente al cumplido y por un momento olvido la actitud de Edward, pero el momento fue muy corto pues él acababa de entrar a la oficina.

- Buenos días – Fue un saludo general para todas, pero Tanya salió disparada hacia él.

- Buen día – Le respondió Victoria, quien se reía ante la actitud de su hermana al ver a Edward, le dio un par de indicaciones a Bella y luego se enfrasco en la lectura de algún informe ignorando por completo al resto de los que estaban en la oficina.



Tanya era una verdadera belleza y Bella se sintió tan insignificante en su presencia, aquella sensación no mejoro cuando la vio acercarse a Edward y besarlo demasiado cerca de sus labios. Sintió unos celos horribles de aquella mujer a la que él le sonreía con coquetería, parecían tan cercanos y ella simplemente huyó de esa escena, aprovechando el encargo de Victoria.


Edward la vio partir de reojo, mientras trataba de estar pendiente de las palabras de Tanya, cuando sintió que ya no podía seguir más simulando una atención que no estaba tomando, educadamente se despido de ambas mujeres y salió en busca de Isabella.


La encontró en una esquina con la mirada perdida en algún punto, se acerco sigilosamente hasta donde se encontraba, miro para ambos lados del pasillo y agradeció internamente que una de las puertas que estaban más cerca en una pequeña bodega de útiles de aseo. Cuando llegó hasta ella, la tomo de la cintura y la llevo con él hasta aquel oscuro lugar. Bella no tuvo tiempo de reaccionar pues fue muy rápido y cuando lo hizo toda la adrenalina que sintió debido al miedo se transformo en rabia, cuando vio quien era su “captor”.

- ¿Qué hace? – Trato que su voz sonara enojada, pero no lo logro en lo más mínimo.

-Isabella – Aspiro el olor de su cabello – Te debo una disculpa. No tenía derecho a hablarte como lo hice, yo – Suspiro como si lo estuviera por decir fuera la cosa más difícil de su vida – Lo siento.

Bella se le quedo mirando y asintió en señal de aceptar sus disculpas, trato de salir de ahí, pero Edward se lo impidió tomo su rostro en las manos y le dio un suave beso, como el que hubiese deseado dejar la noche anterior en señal de que pasara una feliz noche, al terminar junto sus frentes y la dejo partir.


La mañana paso especialmente lenta, pero Bella estaba feliz, Edward la volvía loca con sus actitudes, pero de alguna manera u otra la hacía sonreír. Perdida en sus pensamientos estaba cuando lo vio entrar como un rayo, se paro frente a Victoria y le dio una simple orden.

- Desde hoy Isabella será mi asistente personal – No hubo tiempo a replica pues dicho eso se marcho.





>