Capitulo 3
Decisiones y jugadas
Edward POV
Solo un paciente más y al fin terminaría mi turno, llevaba varios días sin
poder descansar bien, cubriendo a compañeros de trabajo, haciendo mas horas de
las debida, mi cuerpo me estaba pasando la cuenta. Vi que se acercaba Jessica,
una de las enfermeras, me indico quien sería mi próximo paciente.
- Isabella Swan, caída domestica, herida en su ceja – Note la frialdad de
su trato, un cambio que me resultaba de lo mas agradable después de meses de
insistentes miradas y coqueteos sin sentido, era un profesional jamás me
volvería a enredar en una relación en mi lugar de trabajo, cuando las cosas
acababan mal el ambiente se volvía insoportable y uno de los dos debía partir,
tal como lo hice yo.
- ¿En qué box esta? – Pregunte. No
le lo dijo solo me señalo donde se encontraba.
Espere un momento antes de entrar, cuando lo hice note que estaba sumamente
nerviosa, una de sus manos presionaba
fuertemente su falda y la otra tocaba su frente. Cuando noto mi presencia dio
un respingo.
- Perdón no quise asustarla.
- Esta bien – Me acerque lentamente a ella.
- ¿Te duele? – Note como una mueca
de dolor se formaba en su rostro cuando toque su frente - Veo que si.
- ¿Cómo se ve? – No pude evitar sonreír al notar que tenía los ojos
fuertemente cerrados.
- Serán necesarios unos puntos – Parecía que la noticia la puso aún más
nerviosa – Tranquila.
- ¿Es realmente necesario? – Cuando abrió sus ojos de un hermoso color
chocolate, no pude evitar perderme en su mirada. Espero que no notara que por
instante quede sin habla, trate de recuperar la compostura, para poder
responderle.
- Lo siento, pero es lo que necesitas.
- Esta bien que sea rápido por favor.
- Prometo hacer mi mejor esfuerzo – No pude evitar sonreírle parecía una
niña pequeña, pero claramente no lo era. Antes de dejar mi imaginación volar
decidí ir por una enfermera para que me ayudara, no encontré a Jessica, pero en
su lugar estaba Lauren así que honestamente no sabía que era peor.
Me acerque lentamente a ella y pase mis dedos por su herida, note que cerró
sus ojos y lo agradecí, por que así podría verla sin que pensara que era un
lunático o un acosador. Realmente era hermosa su rostro de forma de corazón,
tez blanca, labios gruesos y una nariz larga y fina. Su cabello del mismo color
de sus ojos, suavemente rizado y su aroma tan frutal me estaban haciendo
difícil el poder concentrarme. Suspire una vez terminado todo.
- Listo, espero que no haya sido tan malo – le dije – Por cierto puedes abrir los ojos.
- Gracias – Tuve que contenerme de no acariciar su rostro cuando note su
sonrojo.
- Y bien fue tan malo – No se por que, pero quería saberlo.
- ¿Honestamente? – Su respuesta me hizo reír.
- Por supuesto.
- Nada de mal – Ella sonrió y no pude evitar devolverle la sonrisa.
- Bueno, Srta. Swan me alegro mucho que esto no haya sido tan malo – Trate
de recalcar el señorita, por un instante mi vista se fijo en sus manos para ver
alguna señal de anillo o algo.
- Yo más que yo, Doctor…
- Que torpeza la mía, Soy Edward Cullen – Había olvidado por completo
presentarme.
- Isabella Swan – Cuando tome su mano una descarga recorrió todo mi cuerpo.
- Me parece que todo esta bien, le he recetado unos analgésicos para el
dolor y cualquier síntoma que siente no dude en venir nuevamente. Tendrá que
reposar un par de días, solo por precaución – Al parecer la idea no le agrado
en lo absoluto, pero era muy necesario el reposo – Lo siento, pero es necesario
un golpe en la cabeza es algo serio.
- Esta bien, muchas gracias – La vi tambalearse al bajar de la camilla,
rápidamente me acerque y detuve su caída.
- ¿Segura que esta bien? – La sensación de tenerla en mis brazos era
exquisita y sentir su cara hundida en mi pecho me hacia sentir cómodo. Tardo en
contestar, pero no me importaba estaba muy bien así.
- Creo que si – Levante su rostro sonriente- Será mejor que me vaya.
- Si no esta bien, puedo revisarla nuevamente – Me obligue a soltarla muy
lentamente, aunque eso era lo que menos deseaba.
- Estoy bien creo que lo que paso no tiene nada que ver con mi caída y
mucho con mi forma de ser – Aquel comentario me hizo reír.
- Siendo así, cuídese Srta. Swan.
- Adiós, Dr. Cullen, gracias – estrechamos nuestras manos y la vi salir de
la consulta.
Me fui directo a mi silla, para tratar de comprender lo que acababa de
suceder, nunca en todos los años que llevaba trabajando una paciente me había
perturbado tanto como Isabella, trate de adjudicar el hecho al cansancio, a la
falta de sueño, pero en lo más profundo sabía que esto era otra cosa que no
podía definir.
Me tome dos días para descansar del trabajo del hospital, pero al medio día
del primero ya quería volver, recordé todas las cosas que prometí haría si
tuviera unos días libres, ordene mi colección de CD´s alfabéticamente y luego
por categorías, podría asegurar que estaban más ordenados que en una tienda de
música. Practique un poco con el teclado, no era lo mismo que mi adorado piano
de cola, pero al menos era algo. Mire a mi habitación y note que era un caos y
que si no hacía algo pronto no tendría ropa que usar. Así que decidí que iría a
la lavandería y luego por un café, para terminar mi día viendo una película o
leyendo uno de los tantos libros que había pospuesto leer. Aun cuando no pare
en un par de horas y trate de llenar mi mente de cualquier idea, no pude evitar
que una y otra vez apareciera ante mí la imagen de unos ojos color chocolate
enarcados en un rostro precioso y sonrojado, moví la cabeza como tratando de
borrar esas ideas, pero era en vano no podía evitar pensar en ella y que tal
vez nunca más la volvería a ver. No puedo negar que me sentía tentado de buscar
su dirección en la base de datos en el hospital, pero desechaba la idea, si la
vida quería la volvería a ver muy pronto.
Al fin había vuelto al hospital, con la firme convicción de no volver a
pedir días libres si no tenía antes algún plan más tentador que quedarme en mi
casa haciendo nada. Amaba la adrenalina de mi trabajo, era agotador, pero la
final de día me sentía feliz de haber podido ayudar a alguien con su dolor,
aunque a veces había días horribles en los cuales por más esfuerzos que hagan
el desenlace es fatal.
Después de terminar mi guardia, me dirigí a las duchas, me cambie mi ropa
de trabajo y me vestí de manera cómoda. Fui a los estacionamientos en busca de
mi auto, cuando la vi salir del hospital por un momento quise correr a su
encuentro, pero con que fin, pensaría que estaba loco o algo peor, note que
hacia parar un taxi así que sin pensarlo mucho la seguí. Bajo en uno de mis
lugares favoritos “Starbuck´s”, busque rápidamente donde estacionarme, cosa
para nada sencilla en esta ciudad, pero por alguna extraña razón hoy era mi día
de suerte, pues de inmediato encontré un lugar y salí disparado esperando que
aun estuviera ahí.
Como era media mañana el lugar no estaba tan lleno, vi que estaba haciendo
su pedido y se puse tras de ella, su aroma era exquisito, escuche que estaba
por terminar cuando alce mi voz.
- Añada por favor un café negro grande y una galleta con chips de chocolate
– La vi voltearse lentamente y le sonreí– Mi nombre es Edward y aquí tiene – Le
entregue a la cajera mi tarjeta – Por cierto…yo invito.
- Gracias – Fue lo único que me dijo tímidamente, nos alejamos hasta el
lugar de donde saldrían nuestros pedidos.
- Veo que esta mucho mejor – No pude contenerme de acercarme a ella y
quedar separados por solo unos centímetros.
- Ajam – Contuve la risa al notar que había quedado sin habla. Acaricie
suavemente la pequeña marca que había quedado, no pude obviar el hecho que se
acerco más a mí y la sensación de placer que aquello me produjo.
- Dudo que quede alguna cicatriz, aun cuando no te restaría belleza – Se lo
dije en un murmullo muy cerca de su oído, baje mi vista hasta sus labios quería
desesperadamente besarla…y estaba a punto de hacerlo cuando note que la
llamaban
- Bella….tú café está listo!!! – Quise matar a aquel que nos interrumpió y
me reprendí mentalmente por pensarlo.
- Gracias – Vi como tomaba su pedido y luego me gire hacia mi – Muchas Gracias… Dr.
Cullen….
- Llámame Edward y no tienes nada que agradecer – Era claro que el
agradecido era yo por tenerla ahí junto a mí.
- Solo si me llamas Bella.
- Tú café ¿era para llevar o planeabas tomarlo acá? – No pude evitar
preguntárselo una vez que mi pedido también estuvo listo. Cruce los dedos
esperando que decidiera quedarse.
- Para tomarlo acá, pero solo si me acompañas.
- Nada me gustaría más, te parece que nos sentemos – No sé por que, pero
estaba feliz.
Hablamos durante mucho tiempo de nuestras vidas, quise saber todo lo que
pudiera de ella, no lograba entenderlo del todo, pero me fascinaba, había algo en Bella que despertaba en mis
sentimientos que no podía explicar ni entender del todo.
En algún momento de muestra charla note que
miraba su reloj.
- ¿Tarde a una cita? – No pude evitar preguntarle.
- No. Bueno… si – Tras su confusa explicación la quede mirando – Tengo una
reunión en el trabajo.
- No quiero que llegues tarde por mi culpa – Le sonreí pero al parecer algo
le sucedió - ¿Estas bien?
- S…si gracias, lo siento pero tengo que irme.
- Claro – Quise ofrecerme a acompañarla, pero me contuve.
- Bueno….adiós – Se acerco muy despacio a mi y beso mi mejilla.
Esa actitud me sorprendió, pero me encanto, como un tonto toque mi mejilla
donde ella había plantado sus labios. Sin pensarlo más, me decidí a salir tras
ella. No fue difícil encontrarla, estaba a unos pasos de la salida del café de
espaldas.
- ¿Te molestaría si te llevo?
-
Eso
depende – Acaso se iba a negar – Si tienes bicicleta no creo que lleguemos y en
yo sobre tú espalda tampoco – No pude evitar reír.
- Tengo auto, aunque lo de tu cuerpo en mi espalda también me gusta, lo
dejaremos para después – Una vez que analice lo que dije, creo que me sonroje
como hace siglos no lo hacia, así que me disculpe con ella – Lo siento no
quería incomodarte.
- No hay problema….y acepto.
- Mi auto esta por allá vamos.
Me indico donde era y arranque, cada vez que podía la miraba de reojo,
realmente era hermosa. Ninguno de los dos hablo y no era necesario, era
adorable con no trataba de llenar el vacío con conversaciones sin sentido, la
mayoría de las mujeres que conocía lo hacía, pero Bella no. Antes de lo que
hubiese querido estábamos en el lugar que me indico, por primera vez odie el
conducir tan rápido.
- Creo que es aquí – Baje del auto para ayudarla y por que no decirlo tener
sus manos entre las mías, aunque sea unos segundos.
- Si….Gracias.
- Es un placer – Nos quedamos mirando por unos segundos, hasta que se
acerco y me dio un suave beso en los labios, note que estaba lista para huir,
así que la aferre fuertemente por la cintura y le devolví el beso, comencé
lentamente sintiendo la textura de sus labios, hasta que poco a poco los fui
separando y me embriague de su sabor, era tan dulce, pero a la vez tan
apasionada, nuestras lenguas tenían su propia batalla, no quiera dejar de
besarla, pero necesitábamos respirar. Aunque si me dieran a elegir entre el
aire y sus besos, me quedo con lo ultimo. Sostuvimos nuestras miradas y le
sonreí.
- Creo…que…tengo que…- No quería dejarla ir, pero antes la bese una vez más
y la solté.
- Será lo mejor o te aseguro que llegaras muy tarde Bella – Sentí su mano
en mi rostro, cerré mis ojos y al abrirlos nuevamente, ya se había ido.
Me fui a mi departamento a tratar de dormir unas horas, no podía dejar de
pensar en Bella, en sus besos y la sensación indescriptible de tenerla en mis
brazos, todo esto me parecía una locura, no era del tipo romántico, no creía en
los flechazos, ni en nada por el estilo. Vine a esta ciudad a trabajar y
olvidar, nada más.
Había rechazado cualquier tipo de
cita o alguna relación, pero aquella mujer de ojos color chocolate me
estaba haciendo replantearme todo mis planes.
Logre dormir un par de horas y me
levante con una sola idea en mente, volver a verla, sabía donde podría estar y
con un poco de suerte aun estaría allí. Hice un par de llamadas, me duche y
salí.
Me estacione frente al edificio, donde esta mañana la deje, después de
esperarla por una hora la vi aparecer. Aun no me había visto, al parecer
buscaba algo en su bolso, baje rápidamente del auto, tome la rosa que le
compre, cuando levanto la vista me sonrió y se acerco a mi, no pude evitar
besarla e invitarla a subir conmigo.
Al parecer ninguno de los dos sabia que decir, así por estuvimos en
silencio hasta que decidí hacerle una pregunta.
- ¿Cómo estuvo tú día?
- La mañana fue lo mejor de mi día – Note como se sonrojaba, para mi la
mañana también había sido lo mejor del día – Luego la tarde fue un poco
agotadora, pero al parecer todo tiene su recompensa ¿y tú día?
- La mejor mañana de mi vida y una tarde demasiado larga esperándote – Una sonrisa
adorno su rostro y sus mejillas volvieron
a teñirse de rojo.
- ¿Puedo preguntar algo?
- Lo que quieras.
- ¿Dónde vamos? – Se mordió su labio. Se veía tan exquisita así.
- A cenar, conozco un lugar llamado “La Bella Italia”.
- Me encanta ese lugar – Chillo de alegría – Cada vez que puedo voy a comer
ahí.
- Me parece perfecto.
En el camino hablamos de varias cosas, me contó de sus varias visitas a
urgencias, debido a lo que ella llamaba una total falta de coordinación y equilibrio, aunque interiormente agradecí
esa falla en ella, de otra forma no creo que la hubiese conocido.
Estábamos por llegar cuando sentí mi celular, lo mire y vi que era una
llamada del hospital, conecte el manos libres y conteste. Era una emergencia,
un accidente de transito donde varios vehículos se vieron involucrados acababa
de ocurrir y no daban abasto, así que estaban llamando a todos los doctores
libres para ayudar.
No podía creer mi suerte, mire a Bella junto a mi, no quería dejarla, pero
era mi deber, así que a regañadientes le explique la situación, su actitud
comprensiva y la preocupación tan honesta en su mirada, me cautivo aun más,
quise dejarla antes en su casa, pero ella me dijo que lo mío era una
emergencia, así que nos fuimos directo al hospital donde ella tomaría un taxi.
- Lo siento tanto Bella.
- Como podrías saber que algo así sucedería.
- Prométeme algo – Tome sus manos entre las mías.
- Lo que quieras.
- Iremos otro día a cenar.
- Por supuesto – Note que sacaba algo de su bolso – En esta tarjeta están
todos mis datos. Llamane cuando quieras.
- No traigo mis tarjetas conmigo, pero te llamare.
- Doctor Cullen, el taxi esta fuera esperando.
- Gracias – Me estaba acercando más a Bella, cuando oí que alguien la
llamaba.
- Bella!!!! ¿Qué haces aquí? – Era Jacob Black y se acercaba a nosotros, no
más bien a Bella.
- Jacob….no me mires así estoy bien – Estuve a punto de arrancarle los ojos
cuando se quedo mirándola, así que para evitar hacerlo, mejor hable.
- Dr. Black, viene a ayudar.
- Dr. Cullen, lamentablemente no puedo, llevo más de 24 horas despierto
dudo que sea de mucha ayuda.
- Bueno entonces no lo entretengo más. Vaya a casa a dormir.
- Muy amable – Centre nuevamente mi atención en Bella.
- Apenas pueda te llamare, lo prometo.- Esto último se lo dije en un
susurro cerca de su oído.
- Se que lo harás – Note como se enrojecía, pase mi mano por sus calidas
mejillas.
- Bella ¿ya te vas? - Así que Black seguía aquí.
- Si – Se volteo a verlo.
- ¿Si quieres te llevo?
- Es que acaso piensa conducir, si apenas ha dormido – Estaba haciéndome
enojar, pero lo que mas me enfurecía era el hecho que ellos se conocían y
trataba de demostrármelo.
- Claro que no, llame un taxi.
- No te preocupes Jake, afuera hay uno esperando por mí.
- Te molestaría compartirlo conmigo, Bells– Note que Bella lo quedo
mirando, para luego mirarme a mi, no quise que se sintiera incomoda, así que
trate de no enfurecerme, conté hasta 10 y suspire.
- Por mi no hay problema Bella.
- Entonces nos vamos….adiós Dr. Cullen.
- Adiós. Dr. Black….Bella – Me acerque a ella, tome su rostro en mis manos
y busque sus labios, fue un beso intenso, note como subía sus manos a mi nuca
para profundizarlo, cuando termino el beso, le di otro pequeño y la deje ir.
Mire por sobre su hombro a Jacob, que al parecer no se recuperaba de la
sorpresa, extendí una sonrisa en mi rostro y mi parte mas infantil bailaba por
aquella victoria.