Capitulo 2
Reencuentros y más
reencuentros
- Jacob ¿Eres tú? – Frente a mí y sentado delante de un pequeño escritorio, “pequeño” porque él
estaba sentado ahí, estaba mi mejor amigo, quien estuvo conmigo en ese difícil
transito que se llama “adolescencia”, maravillosos recuerdos vinieron a mi
memoria, tantas tardes en su casa viéndolo arreglar autos o caminar por la
playa hablando de todo y nada, el problema fue que cuando salimos de la escuela
nuestros caminos se separaron él se fue a Washington y yo a Nueva York, solo
nos veíamos en las vacaciones y festividades, e inevitablemente nos separamos,
pero verlo ahí tan sonriente como siempre me hizo tan feliz como en aquellos
años.
- Bella!! , quisiera decir que me sorprende verte, pero esto es un hospital
así que tarde o temprano te vería.
- Muy gracioso Jake, pero como podrías saber que me verías exactamente
aquí.
- Tal vez porque tú padre le dijo al mío que decidiste quedarte en la “gran
manzana” – Recordé entonces que la última vez que hable con Charlie me comento,
insistentemente debo decir, que Jacob ahora el Doctor Black, que estaba
trabajando en un hospital aquí en Nueva York y que no sería raro que me lo
encontrara.
- Oh Jake no sabes cuanto me alegra verte!!! – Lo vi levantarse de su lugar
y acercarse a mí, me abrazo fuertemente llegando a levantarme unos centímetros
del piso.
- Espero que tú problema no sean costillas rotas – Ambos nos reímos.
- No te preocupes es otra cosa – Volvía a su escritorio y cruzaba sus manos
sobre el.
- Bueno….bueno volvamos a nuestros papeles tú paciente… yo doctor…así que
cuénteme ¿Srta. Swan?
- Correcto.
- ¿Qué la trae por aquí?
- Bueno la enfermera me indico que pasara a mi revisión final – Note que
leía mi ficha medica.
- Cielo Santo ¿Cómo lograste hacer un corte de semejante tamaño en la ceja?
¿Qué estabas haciendo, deporte aventura?
- Creo que sonaría mejor si digiera que estaba haciendo algo arriesgado,
pero la verdad es que me caí en mi departamento, específicamente en mi baño.
- Tú no cambias – Fruncí el ceño – Mejor revisamos como va todo.
- Creo que será mejor.
Reviso la pequeña marca que tenía sobre mi ceja, también comprobó mis
reflejos y me realizo un pequeño examen neurológico, asegurándose que todo
estuviera en orden.
- Veo que todo esta bien así que oficialmente estas dada de alta.
- ¡Que alegría¡ Muchas gracias Dr. Black – le extendí mi mano para
estrechar la suya.
- Srta. Swan…..un placer – Tiro de mi mano y me abrazo nuevamente.
- Ahora Bella quiere hablar con Jake.
- Jake al habla.
- Prométeme que ahora que nos reencontramos y no perderemos el contacto.
- Prometido – Intercambiamos nuestros números y nos despedimos.
El frío de principios de diciembre me golpeo al salir del hospital, así que
cerré mi abrigo hasta el último botón y ajuste mi bufanda, mire el reloj y aún
tenía un par de horas antes de mi reunión de trabajo, así que decidí ir por un
café, además aprovecharía de terminar de leer mi libro. Detuve un taxi y le
indique la dirección del lugar.
Llegue a mi adorado Starbucks y de inmediato me acerque a la barra para
hacer mi pedido, estaba indecisa entre un vainilla latte o un moka blanco, una
voz de mujer me saco de mis pensamientos.
- Buenos días ¿en qué puedo ayudarla?
- Hola….buenas…quiero….un vainilla latte con leche descremada….grande.
- ¿Desea acompañar con algo?
- mmm….un muffins de arándanos.
- ¿Algo más ?
- No.
- ¿Su nombre ?
- Bella.
- Ok…Bella su pedido es
un vainilla latte con leche descremada grande y un muffins de arandanos.
- Si – Asentí sonriendo – ¿Cuánto es?
- Son…. – no pudo continuar una voz que me fue familiar nos interrumpió.
- Añada por favor un café negro grande y una galleta con chips de chocolate
– Me voltee para encontrarme con unos ojos verde esmeralda y una sonrisa
torcida que acelero mi respiración – Mi nombre es Edward y aquí tiene – Vi que
pasaba una tarjeta de debito, quise decir algo pero al parecer había olvidado
como se habla – Por cierto…yo invito.
- Gracias – Fue la única palabra que pude recordar. Caminamos unos pasos
para despejar la barra y esperar nuestro pedido
- Veo que estas mucho mejor – Note como se acercaba peligrosamente a mí y
su rostro quedaba a escasos centímetros del mío.
- Ajam – Fue lo único que pude balbucear. Sus fríos dedos tocaron
suavemente la pequeña marca que quedaba de mi caída, por un instante olvide que
estábamos en un lugar público y acerque mi cuerpo un poco más al suyo.
- Dudo que quede alguna cicatriz, aun cuando no te restaría belleza – Lo
dijo en un murmullo muy cerca de mi oído razón por la que dude que realmente
allá dicho eso, no pude responder solo asentir, estaba envuelta en su aroma tan
particular que no necesitaba sus brazos para sentirme cerca. Por un momento
creí que me besaría y la sola idea acelero mi corazón. Pero no pude saberlo por
que oí que alguien decía mi nombre.
- Bella….tú café está listo!!! – Moví mi cabeza para tratar de despejarla.
- Gracias – Tome mi café y mi muffins, luego me gire hacia él – Muchas
Gracias… Dr. Cullen….
- Llámame Edward y no tienes nada que agradecer.
- Solo si me llamas Bella – escuche que ahora era su turno de ir por su
café.
- Tú café ¿era para llevar o planeabas tomarlo acá? – Me pareció percibir
una nota de ansiedad en su voz.
- Para tomarlo acá, pero solo si me acompañas – De donde salio eso, yo no
hacia eso.
- Nada me gustaría más, te parece que nos sentemos – Solo asentí.
Hablamos durante un largo rato de varias cosas, nuestros trabajos, al menos
yo sabia que el era doctor, le conté que yo trabajaba en una pequeña editorial
en el área de literatura infantil y juvenil, era la editora asistente, que
había estudiado filología y lingüística en la NYU y que ame tanto la ciudad que
decidí quedarme a vivir aquí. Él en cambio se fue a estudiar a Harvard, pero extrañaba mucho Nueva York así
que por eso una vez que termino sus estudios volvió. Hablamos también de
nuestros gustos musicales, nuestros libros favoritos y películas.
Me sentía tan cómoda hablando con Edward que no note como paso tan rápido
la hora, mire mi reloj y me di cuenta que estaba con el tiempo justo para
llegar a mi reunión, al parecer no fui del todo discreta.
- ¿Tarde a una cita?
- No. Bueno si – Enarco una de sus perfectas cejas y me miro – Tengo una
reunión en el trabajo.
- No quiero que llegues tarde por mi culpa – Me lo dijo regalándome una
sonrisa torcida, juro que en ese minuto olvide como respirar - ¿Estas bien?
- S…si gracias, lo siento pero tengo que irme.
- Claro – Por un momento me pareció que quería decir algo más.
- Bueno….adiós – Sin pensarlo me acerque a él y bese su mejilla. Salí sin
mirar a atrás al frió aire de la ciudad.
Tome aire varias veces antes de seguir, cuadre los hombros y ajuste mi
bufanda, estaba por detener un taxi cuando oí una voz tras de mí.
- ¿Te molestaría si te llevo? – Me gire para ver que Edward estaba detrás
de mí.
- Eso depende – Su mirada era interrogativa – Si tienes bicicleta no creo
que lleguemos y yo sobre tú espalda tampoco – Su risa melodiosa llego a mis
oídos.
- Tengo auto, aunque lo de tu cuerpo en mi espalda también me gusta, lo
dejaremos para después – Me sonroje hasta la punta de mis cabellos por su
último comentario, note como su rostro pasaba de divertido a avergonzado – Lo
siento no quería incomodarte.
- No hay problema….y acepto.
- Mi auto esta por allá vamos – Lo seguí hasta un estacionamiento, como
todo un caballero me abrió las puertas de su hermoso volvo plateado, luego
entro él, después de indicarle donde sería mi reunión partimos.
Apenas arranco fuimos envuelto por la suave melodía de “Claro de Luna”,
ninguno de los dos hablo y creo que no fue necesario, aquel era un silencio
bueno no necesitábamos llenar el lugar de frases sinsentido o comentarios fuera
de lugar, creo que ambos estábamos muy cómodos. Ni siquiera note que ya
habíamos llegado, fue la voz de Edward la que me saco de mi burbuja.
- Creo que es aquí.
- Si – Bajo rápidamente del auto para ayudarme a bajar – Gracias.
- Es un placer – Nuestras miradas se cruzaron y por primera vez en vida me
deje llevar, tal vez nunca lo volvería a ver o esto era un sueño, así que me
acerque a él y le di un suave beso en sus labios. Estaba por comenzar a correr
cuando sentí sus brazos aferrados a mi cintura y su boca muy cerca de la mía,
no alcance a pensar cuando sus labios capturaron los míos, al principio fue
lento como tratando de aprender la forma de mis labios, pero poco a poco
comenzó a cambiar la intensidad sentí su lengua abriéndose paso a mi boca, la
cual la recibió gustosa, el beso cada vez fue siendo más y más apasionado, solo
nos detuvimos por la falta de aire. Nos miramos por un instante y su sonrisa
acelero aun más mi corazón.
- Creo…que…tengo que…- Sus manos aun estaban en mi cintura, me dio otro
pequeño beso y me soltó.
- Será lo mejor o te aseguro que llegaras muy tarde Bella – Acaricie su
mejilla para asegurarme que era real y me fui.
Volver al trabajo me dejo agotada, tenía una tonelada de escritos acumulados
de los días que no estuve, además la reunión había sido más larga de lo que
creía, pero a pesar de todo nadie borraría la sonrisa que tenía, aquella mañana
había sido increíble, una y otra vez pasaba los dedos por mis labios y
recordaba sus besos. Su aliento calido y sus suaves labios, no pude evitar reír
al notar que me parecía a algunos personajes de los libros que había leído.
Después de varias horas tratando de ordenar y avanzar un poco salí de mi
oficina, rumbo a mi departamento, necesitaba comer algo y luego ir directo a mi
cama estaba exhausta. Sentí como vibraba mi celular en mi bolso, como siempre
me demore una eternidad en encontrarlo y vi el visor…era Alice, dude en
contestar cuando recordé que había prometido llamarla apenas pusiera un pie fuera
del hospital, pero sabía que si no lo hacia ahora seguiría insistiendo.
- Alo.
- Al fin te dignas a contestar…..Bella te he llamado mil veces, pensé que
te habían robado el celular o que te habían dejado internada o…- Decidí cortar
con sus pensamientos.
- Alice estoy bien, perdón pero olvide llamarte.
- No me había dado cuenta – Trate de omitir el sarcasmo.
- Lo siento mucho.
- Más te vale y ahora donde estas.
- Saliendo de mi oficina.
- No lo puedo creer, ya viste la hora.
- Tenía mucho trabajo.
- Supongo que no has comido nada……te espero en mi departamento – Estaba a
punto de decirle que no – Ni sueñes en negarte me oíste.
- Esta bien…nos vemos.
Metí el celular en mi bolso y camine buscando mis mentitas, cuando al fin
las encontré alce la vista y no daba crédito a lo que veía. Ahí frente a mi
edificio estaba Edward recargado en su volvo y con una rosa en su mano, vi como
con la otra abría la puerta de copiloto en una clara invitación a que subiera
con él, sonreí ante aquella visión y me acerque, antes de subir me dio un beso
en los labios y me ayudo. Mi cena con Alice tendría que esperar.