La última oportunidad - Capitulo 11



Capitulo 11

Una estridente risa se oyó por todo el automóvil, fue lo único que pudo hacer Edward, aquella situación le parecía honestamente sub realista, él que juro que nunca se enamoraría parecía un quinceañero viviendo su primer amor junto a Bella, pero aquello era imposible el no la amaba. Así que tomo su rostro entre sus manos y le hablo.

- Olvida lo que dije, el amor no está dentro de mis planes – Le dio un suave beso en los labios.
- ¿Por qué? – Pese a que fue ella quien se lo pidió su corazón se sintió dolido por aquella afirmación.
- No es para mí, no estoy hecho para el amor y además no creo en él – Le sonrió para luego mirar por la ventana.
- Te enamoraras Edward, ya vas a ver – y prefiero no estar aquí para verlo, pensó.
- No lo hare Bella y además deberías sentirte tranquilla porque no existe posibilidad que me enamore de ti – En aquel instante llegaban a su lugar de trabajo.
- Muy tranquila – No supo si la escucho o no, pues en aquel preciso instante bajaba del auto.

La mañana fue un caos,  tanto Edward y Victoria estuvieron de reunión en reunión. Se acercaba la cena de gala en la cual siempre conseguían nuevos patrocinadores, “seudo” amantes de las artes que les permitieran seguir realizando distintos espectáculos de primer nivel, pero de muy elevado costo.
Desde que Edward Cullen había aceptado la dirección de MET las donaciones habían ido en aumento y subieron aún más cuando Victoria se transformo en co- directora, ambos eran famosos en sus disciplinas, él un pianista, ella una bailarina. Eran amigos desde la infancia y los unía su pasión por el arte. Juntos se prometieron sacar adelanto el lugar y lo estaban logrando con mucho éxito.
Bella también había tenido una mañana agotadora. Edward era en extremo meticuloso y obsesivo del orden en casi todos los ámbitos de vida, a excepción de su oficina que era un verdadero caos, pareciera que un huracán hubiese pasado por el lugar. Antes de partir, la pobre dio un bufido de frustración, pues cuando miraba alrededor no imaginaba por donde comenzaría. Decido hacerlo por una estantería que al parecer explotaría en cualquier momento si no era ordenada.
Así paso casi toda la mañana, eran cerca de la una cuando le pareció que puerta se abría, estaba recogiendo unos papeles que acababan de caer desde la parte alta de la estantería por lo que no pudo ver de inmediato si alguien estaba o no ahí, además no oyó más ruido por lo que pensó que no era nada, estaba en eso cuando al darse vuelta se encontró con la mirada de Edward fija en ella, se veía tan cómodo recargado de en la pared mientras sonreía de una forma muy coqueta.
- Pensé que lo había imaginado.
- ¿Qué cosa? – No dejaba de mirarla.
- Que alguien entraba – Dejo los papeles en el escritorio.
- Era yo y no quise molestarte, además tenía una exquisita visión – Bella no pudo evitar enrojecer hasta la raíz de sus cabellos cuando supo exactamente cual había aquella visión, su trasero – Te falta mucho.
- No – Apenas pudo contestarle y ni siquiera lo miro.
Edward se sintió culpable de aquel comentario, había momentos en que olvidaba que Bella solo era una muchachita, según sus cálculos no debe haber llegado aún a los veinte y casi podría apostar que era virgen, aquello lo excito de una manera que no debía, pues si era menor de edad debía empezar a olvidarla de inmediato.
Trato de romper la tensión que se coló en el ambiente y se acerco a Bella, acaricio sus sonrojadas mejillas, luego bajo los dedos a sus labios y sin poder evitarlo la beso, para que se relajara y porque para él resultaba inevitable hacerlo cuando la tenía cerca.
- Vamos a comer – No espero su respuesta y la tomo del brazo rumbo a la salida.

Bella jugueteaba con su comida, mientras su mente marcaba los días que le faltaban para volver a su realidad, trataba de no sentirse triste, se prometía a si misma que guardaría todos y cada uno de las vivencias como un recuerdo incalculable. Sabía que volvería a aquellos lugares, pero nunca lo haría de nuevo junto a Edward.
Terminado su cálculos se dio cuenta que solo le quedaban diez días para seguir en Nueva York y además  que ya sería su cumpleaños, sería mayor de edad para algunas cosas como por ejemplo casarse. No la emocionaba en lo más mínimo la idea de comenzar a planear su matrimonio, bueno eso suponiendo que la dejaran opinar de algo, con toda probabilidad hasta el más pequeño detalle de su enlace ya fue fríamente calculado, lo único que faltaba era que ella cumpliera con su parte, llegar a la mayoría de edad y decir “acepto”. Nadie más esperaba otra cosa de ella.
Por primera vez la sombra de las dudas se planto con fuerza en su cabeza, se pregunto qué pasaría si no se casaba, si su estadía en la gran manzana se hacía definitiva, si cometiera la locura de desaparecer ¿realmente alguien notaria su ausencia? claro que si se respondió con fuerza…Emmett McCarthy, claramente no lo impulsaría el amor el querer buscarla, pero el orgullo herido era un poderoso enemigo, así que descarto de inmediato la idea de rebelarse, además había sido criada para ser la señora McCarthy y eso sería lo que haría.
- ¿Qué te sucede? – Pregunto Edward haciéndola volver de golpe a la realidad.
- Solo pensaba – Bebió un vaso de agua.
- ¿Qué cosa?
- Solo que en nueve días más será mi cumpleaños – Lo digo sin pensarlo mucho, pues no pensaba mencionar a Emmett, pero cuando noto lo que había dicho, supo que era demasiado tarde para inventar otra cosa, Edward fijo su mirada en ella.
- ¿Cómo?
- Nada….no importa – Sintió la mano de Edward sobre la suya.
- A mi me importa, por lo que se estas solo en la cuidad.
- No estoy sola, esta Mill, Victoria y Jacob.
- Claro cómo olvidar al buen Jacob – Tomo con más fuerza de la necesaria el vaso que estaba frente a él.
- Es mi amigo – Bella no pudo ocultar la sonrisa que se formo en sus labios al ver los celos de Edward.
- ¿Y yo que soy para ti? – Esa era una pregunta que no esperaba así que trato de contestar de la mejor manera posible.
- Bueno, eres mi jefe – Decidió partir con lo que resultaba obvio, al ver en su rostro que aquella respuesta no le gustaba demasiado agrego – Y mi amigo claro.
- ¿Tú amigo? – Le sonrió – Entonces como tú amigo que soy me encargare de celebrar tu cumpleaños.
- No me gustan las celebraciones.
- Esta te encantara, además será muy privada.
- ¿Cómo?
- Antes respóndeme algo, si mi madre lo supiera me golpearía, pero ¿Cuántos años cumples?
- Dieciocho.
- Perfecto…ahora come casi no lo has hecho.

Los siguientes días fueron llenos de trabajo, apenas si tuvieron tiempo de estar juntos Edward y Bella, aunque toda aquella semana fue por ella para llevarla al MET, una vez se toparon con Jacob que tuvo la misma idea de llevarla ella, el muchacho le dio un beso en la mejilla a su amiga, mientras que a él solo le palmeo su hombro y se fue sonriendo. Aunque no quisiera reconocerlo le comenzaba a simpatizar Black.

Faltaba unos días para el cumpleaños de Bella y se sentía nerviosa, pues sabía que tendría que marcharse, además imaginar la celebración privada que pudiese estar planeando provocaba que su estomago se llenara de mariposas, en especial porque ya había decidido que aquella noche le entregaría lo único valioso que podía darle…su virginidad, la decisión la tomo el día que él la invito a pasar la  noche, pero como eso no volvió a repetirse, ya sabía cuando lo haría.

Edward no dejaba de mirarla, su mente trataba de ir más allá y saber cuál sería el regalo perfecto para una muchacha como ella, pues aun cuando su mayoría de edad era casi un hecho, seguía siendo una niña. Cuando se dio por vencido hizo lo que le resulto más sencillo, le pregunto a Bella.
- ¿Qué te gustaría recibir por tu cumpleaños?
- Perdón – Estaba concentraba contestando un par de correos.
- ¿Dime qué quieres y lo tendrás?
- Suena muy tentador, pero podrás cumplir – Le sonrió.
- Solo pídelo y lo tendrás – Palmeo sus piernas como una invitación a Bella, quien lo miro interrogante – Aquí estarás más cómoda – Sin dudarlo más ella así lo hizo.
- Mucho más cómoda – Le dio un suave beso en los labios.
- Que te parece un collar – Bella negó – Unos zapatos de diseñador, un bolso, un libro – Ella solo negaba.
- Nada, aquí y ahora soy feliz. No podría querer nada más – Me abrazo más a su cuerpo.
- ¿Dime que deseas?
- A ti…solo a ti.
- ¿Cómo? – Tomo su rostro y hizo que lo mirara.
- Edward quiero que sea el primero en mi vida – No espero su respuesta y lo beso.

Edward llevaba días de no poder dejar de pensar en lo que Bella le había pedido, sería capaz de hacerlo, claro que lo era, mas lo que era peor es que lo estaba deseando desde el momento en que se lo pidió, no más bien antes, desde que la beso por primera vez, además su mente se llenaba de preguntas ¿la volvería a ver?  ¿Cuánto tiempo después? ¿Cuáles eran sus planes?, pero la cuestión más importante era otra ¿Qué sentía por ella?
Apenas vio que entraba a la oficina se levanto como un rayo de ahí, la acorralo en la pared y la beso como un loco. Bajo sus labios hasta su cuello, mientras una de sus manos iba a uno de sus pechos, necesitaba el menos tenerla así, luego bajo la cabeza y le hablo.
- ¿Cuánto días faltan para que cumplas tu mayoría de edad? – Edward estaba tan cerca de ella que su aroma llenaba por completo sus sentidos.
- Dos días – Respondió en un murmullo.
- Serán las cuarenta y ocho horas más largas de mi vida – Bella solo le ofreció sus labios como una pequeña compensación.
No necesito nada más, la beso como si la vida misma dependiera de ello. No podía dejarla, presiono aun más fuerte su cuerpo al de ella. Tan absorbidos por la pasión estaban que no oyeron los golpes en la puerta, solo cuando escucharon una voz casi en grito lograron reaccionar.
- ¿Qué significa esto?!!

Nos acercamos a momentos decisivos en la historia!!!
Gracias por sus comentarios....me ayudan a saber si les gusta la historia...así que sigan comentando con toda confianza!!!

Besos  y que tengan un lindo domingo.
Lulu XD
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