Entre tus alas - Epilogo


Epilogo



Que fue de mi vida junto a Edward….



Después de bajar del escenario, nos dirigimos directamente al coche que ya esperaba por nosotros, una vez dentro los besos y caricias no se hicieron esperar. Los labios de Edward besaron cada porción de mi piel que se encontraba descubierta, mientras que sus manos exploraban aquella que estaba cubierta por mi vestido, yo solo me aferraba a sus cabellos como una manera de guiarlo, lo cual era innecesario ya que él me conocía a la perfección. Cuando sentí sus dedos acariciando mis muslos no pude evitar soltar un gemido bastante audible, pero que fue acallado por sus besos.

Tanto Edward como yo, sabíamos que hoy sería el día en que volveríamos a estar, nos volveríamos a amar de aquella manera que solo los dos conocíamos,  ya no habían más impedimentos y pese a que sentía cierto temor por cómo me sentiría, en espacial por los cambios en mi cuerpo al ser madre, tenía la certeza que Edward con su amor me ayudaría a superarlo todo.



Sin darnos cuenta ya estábamos frente a nuestro edificio, para ambos fue un esfuerzo titánico el  parar lo que estaba a punto de suceder y recomponer la respiración y nuestras ropas,  pero era necesario, nuestro reencuentro no sería en el asiento trasero de un auto, teníamos toda una vida para probar cosas nuevas.



Una vez fuera del auto, nos despedimos del chofer y caminamos por el hall rumbo a los ascensores, Edward entrelazo su mano con la mía mientras esperábamos, ninguno decía palabra alguna, en ese momento salían sobrando ambos sabíamos lo que queríamos, pero ahora las cosas ya no eran como antes, ahora éramos padres de la bebe más hermosa del mundo, además en ese momento era cuidada por mis padres, por lo que no podíamos simplemente llegar a nuestro apartamento y dar rienda suelta a nuestra pasión.

Llegamos a nuestro piso y nuestros paso se encaminaron hacia la puerta, me adelante tan solo unos pasos para abrir la puerta, nuestras manos seguían unidas, pero Edward me freno y sin decir nada aprisiono mi cuerpo contra la pared del pasillo y su boca se estrello contra la mía, su lengua hizo su entraba triunfal  y jugó con la mía propia, como siempre su sabor me embriago y estuve a punto de derretirme. Luego de su pequeño ataque, al que no opuse la menor resistencia, se separo lentamente de mí y dejó un pequeño beso en mis labios.

Lo mire unos instantes sin saber muy bien, que era lo que debía hacer o decir, Edward solo me sonrió y se encogió de hombros:

- Lo necesitaba  – Abrió la puerta y como siempre me indico que pasara primero, creo que lo hice por inercia no estaba coordinando muy bien en aquellos momentos, estaba segura que mi cerebro ya se conectaba con mi cuerpo.



Apenas entramos mis padres nos saludaron, mi madre me miro fijamente unos segundos para luego sonreírme con picardía, yo solo pude enrojecerme y bajar unos instantes la mirada. Creo que estaba reaccionando. Iba a decir algo, pero mi madre hablo antes

- Creo que debemos irnos Charlie – Mi madre seguía con esa sonrisa traviesa en sus labios.

- Esta bien – Como siempre mi padre no puso ninguna objeción.

- Abajo el chofer espera por ustedes – Edward siempre pensando en todo.

- ¿Cómo se porto Hope? – Me odie por no ser esa la primera pregunta que hice apenas puse un pie en el apartamento, pero simplemente Edward provocaba que mi cerebro se volviera papilla.

- Es un ángel – Respondió mi madre – Apenas lloro y ahora esta plácidamente dormida. Ojala lo esté durante bastante rato ¿verdad? – Le prohibiría estar tanto tiempo junto al abuelo, aquella frase era más propia de William Cullen que de mi René.

Edward solo sonrió al igual que mi padre y yo como era obvio, me enrojecí hasta la raíz, era increíble que pese a ser una mujer hecha y derecha de treinta años, no dejaba de sonrojarme con ese tipo de bromas.

Me despedí de mis padres y corrí al cuarto de mi bebe, quería saber como estaba, no me gustaba para nada dejarla sola y menos en las noches, pero hoy era una excepción. Me acerque a contemplarla mientras dormía plácidamente, pase una manos por aquella manchita de cabello que tenía, realmente parecía un pequeño ángel, no pude evitar susurrarle “duerme unas horas bebe, papi y mami tienen unos asuntos pendientes que atender”.

- Si asuntos de vital importancia – Me sobresalte  al oír la voz de Edward tras de mí. Me abrazo por la cintura y poso su mentón en mi hombro para ver a nuestra hija.

- Me asustaste – Le reproche.

-  Lo siento, pero lo que menos deseo en este instante es que nuestra amada Hope se despierte – Supe y sentí a lo que refería al notar cómo me rozaba con la huella de su excitación.

Me di la vuelta entre sus brazos y tome su mano.

- Vamos – Le susurre.



Sin mediar palabras caminamos lentamente hasta nuestra habitación sintiendo que teníamos el tiempo a nuestro favor, una vez allí nos quedamos mirando en el centro de la misma por unos instantes, reconociendo en las facciones del otro toda la pasión y el amor que emanábamos.

Sentía como las manos de Edward acariciaban suavemente la piel desnuda de mis brazos y a medida que lo hacía iba bajando por mi cuerpo hasta estar completamente hincado. Por un instante no entendí muy bien su actitud hasta que note como sus dedos se perdían bajo mi vestido y lo subían poco a poco hasta quedar enrollado en mi cintura, como un acto reflejo lo ayude y lo sostuve. 

La mano de Edward entro sin pudor alguno en aquel espacio de mi piel que estaba cubierta por mis bragas y sin mayor aviso las rompió. Agradecí haberme decidido por un modelo de ropa interior de encaje tan fácil de ser arrancado por mi novio. 

Sentía los besos húmedos que iba dejando por mis piernas hasta llegar a mis muslos, luego sus labios en el lugar más intimo de mi cuerpo, su lengua jugando con aquel botón que desataba todo el placer en mí. Como siempre mis manos se fueron de manera automática a sus cabellos, no sabía si para guiarlo o simplemente para tener un lugar al cual aferrarme pues estaba segura que en cualquier momento me derretiría. 

Me sobresalte al sentir uno de sus dedos entrando en mí, tocando e incitando mi interior, luego otro de sus maravillosos dedos de pianistas siguió el mismo camino. Poco a poco el ritmo de las entradas y salidas de sus dedos, y de su boca se fue haciendo urgente hasta que sentí como mis paredes se tensaban y un potente orgasmo se formaba, tuve que contener el grito que pugnaba por salir, lo que menos deseaba en aquel momento era que mi amada hija despertara.

Edward lo noto y sin tardar más me beso, haciéndome sentir mi propio sabor. Sus manos  se fueron hasta mi espalda bajando el cierre de mi vestido, el cual cayó casi al instante. Me miro como hipnotizado al notar que no llevaba sujetador.

- No se veía bien con el vestido – Fue mi respuesta.

- Eres una malvada – Me tomo suavemente de la cintura para levantarme y dejarme en el medio de la cama.

Se alejo solo lo necesario para quitarse toda su estorbosa ropa y ahí a escasos centímetros de mí su glorioso cuerpo, tan perfecto y tan mío, extendí mis brazos en una clara invitación a que se uniera pronto a mí. 

Una sonrisa se extendió por su rostro por un momento, para luego hacer un uso mucho mejor de sus labios que se fueron directamente a uno de mis pechos, mientras acariciaba su espalda hasta llegar a sus nalgas, supe que aquello lo sorprendió pues dio un ligero respingo, sentí como su boca se acercaba a mi oído.

- Esta noche es solo para ti, amor – Su lengua luego jugo con la caracola de mi  oído – Así que déjame a mi todo, solo quiere que disfrutes.

Y como una muy obediente niña lo deje ser, no me interpuse más entre su placer y el mío.

Sentí su endurecida excitación en mi  estomago, pero quería dejar de sentirlo ahí, lo necesitaba ya en mi interior, pero al parecer Edward no tenia prisas, pues seguía dándole placer y caricias a mis pechos.

- Edward – Levanto solo un poco su rostro de mi pecho – Te necesito ya.

- Tus deseos son ordenes – Chupo por última vez mis senos, para luego soplar la humedad que dejo en ellos, aquella sensación hizo mella en mi control y simplemente tire de sus cabellos para darle una orden y demostrarle con cuanta urgencia lo necesitaba.



Abrí mis piernas y él guio su miembro hasta mi entrada, luego me miro a los ojos como esperando algo, yo solo pude asentir con la cabeza, amaba su preocupación por mí, pero yo solo podía sentir cuanto lo necesitaba.

Y cuando finalmente entró en mí finalmente me sentí completa, nuestra unión no era solo de los cuerpos, sino también de nuestras almas y corazones que en aquel momento se movían en perfecta sincronía. Como siempre todo comenzó lento, para prolongar nuestro placer, pero poco a poco todo se hizo más apremiante y Edward entraba y salía rápidamente tratando de llegar aún más profundo en mi interior.

Nuevamente las paredes de mi vagina se tensaron y sentí como se estrechaban alrededor del pene de Edward. Tomo mis manos y la elevo por sobre mi cabeza en el momento exacto en que ambos llegábamos al orgasmo. 

Edward cayo rendido en mi pecho, pero en su último esfuerzo nos cambio de posición quedando yo recostada en él

-Te amo ángel – Lo dijo mientras besaba mi frente.

- Como yo a ti Edward – Nos dormimos plácidamente por un par de horas, pues el algún momento de aquella apasionada noche, nuestra hija reclamo nuestra atención.









Habían pasado seis meses desde aquella fiesta donde todos se enteraron de la clase de seres humanos que eran “ellos”, también se enteraron de mi compromiso con Edward y a los poco días se publico en varios medios la diferencia de edad que existía entre ambos. 

Como siempre Edward trato de poner paños fríos a aquello diciendo que solo eran un par de meses, casi 60 para ser exactos,  los que nos separaban, además que eso no tenía la menor importancia porque nuestras amor era mucho más fuerte que unos años de diferencia. Cuando finalmente estaba relajándome con el tema, fue una nota la que hizo que todo mi control sobre aquello se fuera al traste, pues en ella se referían a mi como una “cougar”, una depredadora de la especia masculina más joven. Eso simplemente me hizo estallar, no solo a mí sino que también a mi prometido que de inmediato exigió las disculpas públicas por la ofensa, no solo a mí, sino que a nuestra familia.

En la edición del día siguiente en primera plana pudimos leer como esa “seudo” revista de espectáculos, se retractaba de sus dichos y explicaban además que habían sido descontextualizados. Con eso decidimos dar por cerrado aquel tema. Edward me prohibió siquiera volver a mencionar aquello, cada vez que siquiera pensar en hacerlo surgir, se abalanzaba contra mí y me besaba, varias veces fueron mucho más que besos, así que honestamente no estaba segura si quería dar por zanjado el tema.



La fecha de nuestra boda estaba próxima, habíamos decidido dejar pasar un tiempo antes de realizarla, queríamos que Hope estuviese un poco más grande para llevarla con nosotros a nuestra luna de miel, que aunque sería breve no deseábamos separarnos de ella. 

Todos  consideraron aquello una locura, pero no nos importo, Hope era un pilar en nuestras vidas y no pensábamos separarnos de ella, aun cuando fueran un par de días, ya habría tiempo para escapadas en solitario.



En la mañana en que nuestra hija cumplió siete meses, Edward nos llevó de paseo, a un destino desconocido, al menos para mí. Nos hizo madrugar, pues según él debíamos aprovechar al máximo aquel día, en especial si en menos de una semana me transformaría en la Sra. Cullen.



Íbamos los tres en el auto, Hope cómodamente en su sillita de bebe, aferrada a su peluche favorito, regalo de el abuelo, se veía simplemente adorable, claro que mi visión era un tanto parcial, ya que era mi hija. Aunque no era nada comparado con Edward, para él nuestra hija era única y perfecta, cada cosa que hacía, ya sea sonreír, tomar su dedo o incluso llorar, lo hacía mejor que cualquier otro bebe en el mundo.

Bree me aconsejo que tuvieras más hijos, de otra manera nuestra Hope sería una niña consentida y caprichosa. Yo solo sonreí ante su sugerencia.

Al preguntarle a Edward nuevamente donde íbamos, solo me respondió que era una sorpresa y que sus labios estaban sellados, yo solo lo mire, pues también le tenía una a él.

-¿Queda mucho? – Le pregunte al mirar por la ventana, por lo que pude notar ya estábamos a las afueras de la ciudad.

- Solo un poco más – Se llevo mi mano a sus labios.

- Al menos me darás una pista – Sonrió negando –No importa, yo también tengo una sorpresa para ti.

- En verdad quieres negociar conmigo.

- No, solo quería que lo supieras – Me miro de reojo tratando de adivinar lo que ocultaba, pero trate que mi expresión no demostrara nada, al parecer no lo logre del todo, pues frenó el auto y ahí supe que Edward ya lo sabía.

Había hecho solo un pequeño movimiento, mirando de reojo a nuestra hija y Edward ya lo sabía. Durante unos segundos al parecer olvido como se hablaba, yo simplemente lo deje hasta que algo similar a un sonido escapo de sus labios.

- ¿Estas…estas – Se tomo otro minuto antes de intentarlo de nuevo, pero esta vez su vista ya no estaba fija en mi rostro, sino en mi vientre sobre el cual tenía mis manos cruzadas – Embarazada?

Una sonrisa de oreja a oreja ocupo mi rostro y solo pude asentir lentamente, hace unos días pude comprobar que tenía dos meses de embarazo, quise contárselo de inmediato, pero luego había decidido hacerlo en día de nuestra boda, hasta que el destino pensó que este sería el mejor momento.

Desabrochó su cinturón y se abalanzo para capturar mis labios, cuando vio que había sido demasiado brusco en sus movimientos, se alejo y solo repetía “perdón”. Tome su rostro entre mis manos y le pedí que me mirara.

- Estoy bien, él o ella está bien – Le indique mi vientre – Así que solo disfrútalo amor.

- Voy a ser padre….otra vez….con la mujer que amo – Se acerco a mi rostro – Te amo….no sabes cuánto – No pude decirle que lo sabia pues sus labios capturaron mi boca.



Avanzamos solo un par de kilómetros más  y vi como una enorme reja aparecía ante mis ojos. Edward se acerco con el auto y toco lo que supuso era un botón o tal vez un timbre, a los pocos minutos las puertas se abrían dándonos la bienvenida a un jardín de ensueño, hasta quedar estacionados frente a la entrada de una hermosa casa, era de tonos blancos con ventanales.

- ¿Te gusta? – Sentí al voz de Edward en mi puerta, ya tenía a Hope en sus brazos.

- Es preciosa – Acepte la mano que me tendía para ayudarme a salir.

- Es nuestra.

- ¿Qué? – Lo mira como si acabara de hacer una broma de muy mal gusto.

- Vamos – Entrelazo su mano con la mía y me llevo adentro. Decir que era hermosa era quedarse corta, era amplia, llena de luz, pintada en colores suaves, con habitaciones espaciosas, era ideal.



Decidi no discutir con Edward sobre la casa y su costo, sabia que era una batalla perdida, además no quería ofenderlo al negar a algo tan hermoso, simplemente apenas la ví supe que era el lugar perfecto para nuestra familia. Creo que incluso Hope la amo, pues nunca dejo de sonreír en todo el día mientras la recorríamos y la dejábamos unos instantes en su habitación.

-Gracias – Abrace fuertemente a Edward quien me miro sorprendido – Por hacerme feliz, por esto, por nosotros, por todo…te amo.



La semana siguiente paso a velocidad de rayo y ahora me encontraba parada frente a un enorme espejo viendo, sin creerlo aun, el reflejo que este me daba. Mis amigas y mi madre parloteaban a mi alrededor y yo aún me mostraba incrédula, frente a mi estaba una mujer enfundada en un maravilloso traje color crema, ceñido en la parte superior y luego caía libremente en vaporosa tela. El  maquillaje era suave y el pelo apenas si estaba tomado en la parte superior, unido por una peineta de los años 20.

- Deja de mirarte como si estuviera viendo a una extraña – La voz de Bree me hizo reaccionar – Eres tú por si lo dudas.

- Te ves preciosa – Como siempre Tanya fue más dulce.

Mi madre apenas podía hablar de la emoción solo tomo mis manos entre las suyas y beso mi frente, yo le di un suave apretón, pero simplemente no pude evitarlo y le dí un fuerte abrazo emocionado.

- Bella solo quiero que seas feliz – Decía entrecortadamente mientras seguía sollozando, hasta que la sentí tomar aire – Ya basta de llorar, no quiero que se arruine tu maquillaje, ni nada – Se alejo unos pasos, unos pequeños golpes nos hicieron dirigir nuestra mirada a la puerta.

- Adelante – Grito mi madre, quien en ese momento tomaba a Hope entre sus brazos.

Era mi padre que al verme se quedo sin palabras, no es que fuera un parlanchín de todos modos, luego se recompuso y se me acerco.

- Todo listo – Yo solo asentí y vi  como nos quedábamos solos en aquella habitación – Te ves hermosa Bells, estoy tan orgulloso de ti pequeña.

- Te quiero papá – Bese su mejilla y llene de aire mis pulmones, luego de eso ambos salimos de aquella habitación.



Aún no podía creer que el día finalmente había llegado, todo estaba preparado para unir nuestras vidas. Mi padre me llevaba firmemente de su brazo, yo tenía mi mano sobre la suya, unidas en aquel mágico momento. Miraba a todos y cada uno de los invitados, mientras caminaba por el pasillo de la iglesia, eran rostros de amigos y familiares que compartían nuestra felicidad y al final de todo estaba mi milagro personal…Edward Cullen, aun no sabía a qué santo debía agradecerle, pero no había día en que abriera los ojos y al verlo junto a mi agradeciera por todo.

Una vez que llegamos hasta mi lugar, no solo en aquella iglesia sino en el mundo, junto a Edward mi padre puso mi mano sobre la de él y ambos sonreímos perdiéndonos en la mirada del otro. Se llevo mi mano a sus labios y nos acomodamos frente al altar.

El cura nos mira a los dos y comenzó la ceremonia, el inicio de una nueva etapa en nuestras vidas. Todo paso de manera borrosa ante mis ojos, solo recuerdo que ambos dijimos acepto y luego intercambiamos nuestros anillos. Creo que solo el beso me hizo reaccionar, Edward tomo firmemente mi mano y caminos por aquel pasillo siendo ahora marido y mujer.



La recepción fue hermosa, todos estaban contagiados de nuestra felicidad y solo nos deseaban lo mejor, ninguno de ellos sabía aún que venía en camino un nuevo bebe, más bien casi ninguno. Alice se acerco lentamente hasta quedar frente a ambos.

- Te dije Edward que si eras lo suficientemente inteligente podrías tenerlo todo – Él solo le sonrió.

- ¿Cómo estas Alice? – Tome su mano entre las mías.

- Será una niña – Nos miro a ambos – Pareces que estas destinado a ser amado por mujeres de cabellos chocolates, aunque al final puede haber un cambio.

- Alice – Edward desordeno sus cabellos en un gesto de cariño – Nunca apostaría en tu contra.

- Perderías – Su mirada se concentro en otro punto – Y ahora a comer helado.

En la fiesta conocí finalmente, al menos de manera formal a Jacob como el mejor amigo de Edward, el cual durante los últimos meses estuvo de viaje. Cuando lo vi, él supo de inmediato que lo había reconocido y ambos sonreímos por aquel recuerdo y no dijimos nada más.



Luego de cumplir con todos los rituales de recién casados, Edward, Hope y yo partimos con rumbo a Siena. No supe muy bien, pero creía que aquel era el lugar perfecto para iniciar nuestra nueva vida, dejando atrás recuerdos tristes para ser sustituidos por solo felicidad.

En un principio me encontré con la férrea oposición de Edward, pero después de varias discusiones logre finalmente convencerlo, al decirle que la última vez que estuve ahí apenas y conocí la ciudad.

Edward aprovecharía aquel viaje para dejar finalmente “La Chigiana”, cuando le dije que no debía dejar atrás su sueño, el simplemente tomo mis manos y me dijo:

- Solo lo cambie por algo mucho mejor – Me estrecho en sus brazos y me beso





Mi embarazo avanzaba a las mil maravillas, cuando se lo comunicamos a nuestra familias y amigos, solo recibimos bromas de su parte, desde que éramos unos conejos hasta que al parecer deseábamos poblar nuestro propio planeta, prometieron regalarnos algún televisión para nuestra habitación para que hiciéramos cosas distintas a solo crear niños.

Sabía que los próximos meses y tal vez años serían agotadores con dos niñas pequeñas en casa, pero confiaba que nuestra segunda hija fuera tan calmada como Hope.

Íbamos saliendo con Edward de la consulta de la doctora, cuando una extraña sensación recorría mi cuerpo, al darme vuelta quede petrificada en mi lugar, no podía creer lo que mis ojos veían…Aro Volturi, estaba a solo unos pasos de mí y al parecer no me había reconocido, pero yo sí, nunca podría olvidar a una de las personas que más daño me hizo en el pasado. 

Edward noto mi tensión y siguió la línea mi mirada, de inmediato supe el momento en que su mirada se cruzo con él, pues se adelanto con la clara intención de abalanzarse contra Aro. Con toda la fuerza que tenía lo retuve a mi lado.

- Suéltame Bella – Su voz sonaba calmada, pero sabía muy bien el infierno que se tejía frente a la aparente calma.

- No lo hagas Edward.

- Solo lo voy a matar, nada más – Lo dijo manteniendo su vista clavada en él.

- Nunca vuelvas a decir aquello – Al notar que no reaccionaba trate de hacerlo entrar en razón – Serias capaz de dejarme sola, que solo pudiera visitarte en la cárcel, ese es tu plan de en las buenas y en las malas, si es así adelante no te detengo.

- Ángel – Su mirada busco la mía – Ese infeliz nos hizo daño, no puedo quedarme de brazos cruzados.

-  No te estoy pidiendo que lo hagas, solo te pido que lo hagas de la forma correcta.

Edward asintió y metió su mano al bolsillo, marco el numero de la policía y les indico donde encontrar a Aro, quien era un prófugo de la justicia. Llegaron a los pocos minutos y se lo llevaron, apenas y opuso resistencia al arresto, de alguna manera esperaba que todo acabara ya y tener que dejar de huir.

El juicio en su contra se llevo semanas después, se reunieron pruebas suficientes para acusarlo de negligencia médica, destrucción de documentos y falsificación, pese a que varias veces señalo que él no había actuado solo y los nombres de Emmett y Rosalie salieron varias veces a colación, nunca se pudo comprobar que ellos estuvieran vinculados, en el fondo todos sabíamos que así era, pero sin pruebas era imposible que ellos pagaran con cárcel, como Aro, a quien lo condenaron a cinco años, más la suspensión de por vida de su titulo y la imposibilidad de volver a ejercer la medicina. Ni siquiera como voluntario en la cruz roja.

Edward se sintió frustrado al no poder enviar también a la cárcel a Emmett y Rosalie, mas fueron demasiado inteligentes, no había ninguna prueba concreta que los ligara directamente al caso, solo pruebas circunstanciales que no daban solidez para una acusación criminal.

Tal vez el amplio brazo de la justicia no llego hasta ello, pero su reputación simplemente no salió indemne, sus nombre ya habían sido relacionados con un escándalo sexual, mas ahora se habían visto hasta tal punto involucrados en el juicio, que simplemente desaparecieron de la faz de la tierra, el destierro para ellos fue el peor castigo.





Han pasado exactamente diez años desde que Edward y yo nos casamos, un hermoso día de primavera. Sería simplemente mentir decir que todo ha sido siempre miel sobre hojuelas, pero cada día luchamos por lo nuestro, por nuestra familia y por nuestros hijos. Cuatro hermosos y saludables niños. 

Tres niñas de cabellos chocolates y ojos tan verdes como un árbol en primavera, Hope, Faith y Vanessa y nuestro pequeño niño de solo cuatro meses, William Cullen, igual que el abuelo. Quien nos había dejado hace solo unos meses, para finalmente reunirse como él mismo nos dijo con su amado hijo Carlisle, nos prohibió que le lloráramos, diciéndonos que había vivido al máximo cada minuto de su vida, había amado y sufrido, había cometido errores y acierto, pero lo más importante es que había vivido, además que estaba seguro que cuando San Pedro hiciera el inventario final de su vida este sería con saldo positivo. Nos hizo prometerle que seriamos felices y que lucharíamos todos los días por nuestro amor, igualmente me dijo que se iba en paz pues su querido Tony finalmente tenía su familia junto a mí.

Unas lágrimas rodaron por mi mejilla al recordarlo, mira hacia arriba y no pude evitar decirle que eran de felicidad, así que no se enojara. Recosté suavemente en su cuna a mi bebé y me acerque a la ventana.

Sentí como unos brazos rodeaban mi cintura y unos labios besaban mi hombro. Un suave susurro cerca de mi oído, me hizo sentir esa sensación tan familiar de escalofríos por todo el cuerpo.

- ¿En qué piensas ángel? – Note como inhalaba mi aroma.

- En un hombre de ojos verdes que un día me aseguro que nada puede ser tan malo y pese a que en un principio decidió que no debía beber más, me embriago y me hizo el amor una noche en que deje de creer en que cosas buenas podrían pasarme a mí. Cuando estaba segura que jamás volvería a verlo, una hermosa sorpresa unió nuestras vidas para siempre y cada día lo agradezco. Él me llama ángel, sin saber que para mí el lo es verdaderamente….el ángel que me enseño a amar y me devolvió la esperanza y la fe – Ambos sonrieron por la fuerza de aquella frase.

- Marie, mi amada Marie – Me abrazo con más fuerza al llamarme por el nombre que aquella maravillosa noche le dije – Ángel solo puedo decir que desde que tú estás en mi vida soy mejor de lo que alguna vez  fui y eso es solo por ti mi amor – Me di la vuelta entre sus brazos y lo bese.

Después de separarnos solo un poco ambos dirigimos nuestras miradas al jardín, ahí jugando y riendo estaban nuestras hijas, luego miramos hacia el interior de la habitación y vimos al integrante más pequeño dormir.

Entrelazamos nuestras manos para salir en silencio de su cuarto, luego bajamos las escaleras y corrimos hasta nuestras niñas y simplemente puedo decir que  sueños se hacen realidad y todo siempre, siempre puede ir mejor cuando te dejar envolver por las alas de un ángel.


Fin


Hemos llegado al fin de la historia, como todo final uno está más emotiva, espero de corazón que les haya gustado y aunque siempre lo digo, lo repetiré….GRACIAS TOTALES.



Solo puedo decir sin cansarme GRACIAS  a todas quienes me acompañaron desde el principio de este viaje, GRACIAS  a las que se nos unieron en la mitad y a las que llegaran, GRACIAS por tomarse unos minutos de su tiempo y leerlo, GRACIAS  a todas las que siempre me dejaron un comentario, cada vez que los leía sentía que no estaba haciéndolo tan mal.

Me encantaría poder enviarles a Edward una noche, pero no pierdan las esperanzas, cualquier día de estos aparece en su ventana.




Por último las dejo cordialmente invitadas a leer mis otras historias…retomare lo más pronto posible “La comezón del séptimo año”….asi que no se libraran tan fácilmente de mi jajajjaja. Si desean contactarme les cuento que abrí mi cuente en twitter…asi que búsquenme como Lulu_Masen

Ahora si nos leemos pronto

Lulu XD


>