Capitulo 15
4 meses después
Isabella tenía la mirada perdida
estaba parada frente a uno de los enormes ventanales del salón que daban al jardín.
La luz se filtraba por todo el lugar, pero ni siquiera esos rayos de sol tan
luminosos lograban iluminar su corazón.
El jardín como siempre se veía tan
majestuoso, era el orgullo de su madre, pese a que jamás había pasado más de quince
minutos en él, ni mucho menos se ensucio las manos con tierra, ese era trabajo
de otros, el de ella era jactarse de la belleza del lugar.
Bella suspiro repetidamente, era
su mecanismo de defensa contra el llanto cada vez que pensaba que su suerte ya
estaba echada, hoy finalmente era el día por el cual la prepararon tanto
tiempo, en la noche toda la buena sociedad de la ciudad conocerían de su
compromiso con Emmett McCarty, su prometido, era tan extraño que aquellas
palabras no produjeran en ella ningún sentimiento, nada en lo absoluto. Era una
palabra tan vacía como ella en esos momentos, como estaba desde hacía 4 meses.
Después de ver el mensaje de su amiga Jane, no lo pensó mucho y fue por
su ropa hasta la habitación que hace unos minutos atrás había abandonado sintiéndose
la mujer más feliz del mundo. Al ver a Edward tuvo que cubrirse la boca para
silenciar el sollozo que se formo en su garganta. Lo amaba tanto y por ese amor
es que debía marcharse sin mirar atrás. Tomo sus cosas y también una camisa de
él, que todavía conservaba su olor. Salió sin emitir el menor sonido.
Tomo un taxi y se fue directo al departamento de Mill, quien ya la
esperaba, no le digo nada solo la abrazo con fuerza y beso su frente en señal
de apoyo incondicional.
La ayudo a recoger sus cosas en silencio, cada pequeña cosa que guardo
en su maleta era un recuerdo invaluable y que atesoraría por siempre. Miro el
anillo que estaba en su dedo anular, ese era el mejor de todas, el más amado de
todos. Dio una última mirada a la habitación y cerró la puerta tras ella.
Su amiga Jane le envió el mismo chofer que semanas atrás la dejaba en
aquel departamento para cumplir un sueño. Antes de entrar al auto Mill la miro
y solo le hizo una pregunta, que fue más demoledora que cualquier otra.
- ¿Qué le digo? – Una solitaria lágrima recorrió su mejilla.
- Que lo amo…sin importar nada – Le dio un beso y se subió al coche
rumbo a su destino.
Edward despertó con la extraña sensación de que algo no iba bien, pese
a que se consideraba el hombre más feliz de la tierra, algo le mantenía alerta.
Al mirar al otro lado de la cama comprobó que estaba vacia, miro alrededor del
cuarto y vio que Bella no estaba ahí.
Se levanto rápidamente y comenzó a buscarla por todos lados, cada
minuto que pasaba la certeza que no estaba ahí iba creciendo. Trato de calmarse
convenciéndose de que tal vez salió unos minutos en busca de algo o le estaba
preparando una sorpresa.
Cuando los minutos se transformaron en horas, supo que no volvería.
Cogió el teléfono y llamo a la única persona que podía ayudarlo. Al tercer timbre escucho que le contestaban
- ¿Dónde esta Bella?
-Se fue Edward – Lanzo el teléfono contra la pared.
Desde aquel día le prohibió a todo el mundo pronunciar su nombre, se
obligo a sí mismo a pensar que ella nunca existió, que nunca fue real.
Ya habían pasado cuatro meses
desde que ella se había marchado y Edward se obligo a vivir la vida como si
nunca la hubiese conocido. Se convenció a si mismo que aquel periodo en él que
creyó sentir algo similar al amor, fue simplemente una locura.
Concentro todas sus fuerzas a
preparar el ciclo de conciertos que tenía planeado dar aquella temporada, estarían
en cartelera por un tiempo breve y luego se marcharía, ya lo había decidido,
necesitaba descansar y cambiar de aires, y esta le parecía la oportunidad
perfecta.
Cuando se lo comunico a Victoria
ella lo miro y le regalo una sonrisa de compresión, que él tanto odiaba en esos
tiempos.
- Es por ella ¿verdad?
- No – Fue su escueta respuesta
para luego salir hecho una furia azotando la puerta con todas sus fuerzas.
Ella no existía, ello no era real, ella…ella…ella….como
odiaba amarla y recordarla, cuando estaba solo en su oficina y observaba los
lugares donde había estado, las cosas que había tocado, el aroma tan dulce que
dejaba tras su paso.
Se odiaba a si mismo por dejarse
llevar por los recuerdos, se llevo una mano al pecho donde irónicamente descansaba
cerca de su corazón estaba colgado en una delgada cadena su anillo que de
alguna manera le decía que ella había sido real.
Lanzó todo lo que estaba en su
escritorio y golpeó con fuerza la pared, nunca en todo ese tiempo había actuado
así, siempre hizo gala de su personalidad controlada y fría, pero simplemente
aquel día no tuvo las fuerzas para seguir conteniendo la furia que sentía.
Necesitaba verla, encontrar
respuestas, descargar toda su rabia, necesitaba hacer cualquier cosa con tal de
dejar de sentirse así. Cayó en la cuenta que durante el tiempo que compartieron
apenas supo datos importantes de sus vidas, solo su nombre ni siquiera su
apellido, no sabía nada de ella, pero se juro que volvería a tener a Isabella
frente a él….muy pronto.
- ¿Cómo se llama? – Entro como un
huracán a la oficina de Victoria.
- ¿Quién? – Ella sabía
perfectamente a la persona que se refería, pero quería oir aquel nombre que
desde hace varios meses estaba vedado.
- Ella – Victoria lo miro como si
entendiera en lo absoluto lo que quería decir – Maldita sea – Se agarro con
fuerza los cabellos – Bella ¿Cuál es su nombre?
- Creo que no puedo ayudarte –
Edward la fulmino con la mirada –No me mires de ese modo Cullen, se lo mismo o
menos que tú, se llama Isabella y siempre pidió que la llamaran Bella, llego a
vivir con Mill y bueno nada más.
- Carajo y Mill tenía que irse de
vacaciones a algún lugar perdido en el mundo.
- Edward cuanto lo siento si
pudiera te diría más.
- Es que acaso sabes más – Hizo uso
de todo su autocontrol para no gritarle más fuerte.
- No puedo decirte nada, no es a mí
a quien le corresponde hacerlo – Victoria conocía varios detalles de la
historia de Bella, que Mill había compartido con ella, pero le hizo prometer
que no se lo contaría a nadie.
- ¿A quién rayos entonces? –
Lanzó lejos varias carpetas del escritorio de su amiga.
- A Bella – Una risa sin humor
escapo de sus labios.
- Que me podría contar que es una
jovencita inocente que no sabía lo que hacía, que su vida ha sido dura y que
nadie la amo, que es huérfana, que es una prostituta, que Victoria ¿Cuál de
todas esas historias es la suya?
- Ni siquiera mereces que conteste
–Dado que no pensaba seguir hablando Edward se fue.
Aun rato después, ella estuvo pensando
en la pelea que había tenido con su amigo, lo quería y aun cuando no quisiera
reconocerlo estaba sufriendo, pensó que tal vez no sería tan malo contarle
ciertos detalles, tal vez así entendería mejor a Bella. Se levanto de su
asiento y salió de su oficina, sin haber tomado ninguna decisión, lo dejo al
destino si él se comportaba a la altura ella le contaría algo. Se dirigió a
donde estaba segura que estaría, el salón de música. Abrió con suma delicadeza
la puerta para no molestarlo mientras hacia magia.
Victoria no dejaba de mirarlo
mientras tocaba el piano, como todos decían su ejecución era perfecta, pero le
faltaba alma. Parecía una maquina, todo el corazón que alguna vez le había
puesto a sus interpretaciones ahora no existía.
- ¿Qué vienes a decirme? – Le
dijo Edward sin voltear a mirarlas.
- Nada.
- No vas a tratar de convencerme
que ella no es la clase de mujer que creo.
- No, pero aprovechando te diré
una cosa…Tú grandísimo idiota no sabes nada de lo que ella ha tenido que vivir.
Nada es cómo crees – No espero que él dijera algo simplemente salió de la sala.
Decidió que lo mejor era dejarlo, él necesitaba tiempo, nada más.
Isabella escucho como su hermana
Rosalie la llamaba, tenía que bajar ya o si no llegarían tarde y aquello era
impensable, pues ella la protagonista de la noche. Su madre y sus hermanas viajarían
con ella en la limusina, que la llevaría a donde toda la función comenzaría.
Varias veces estuvo tentada de
lanzarse del auto en movimiento, no soportaba ningún consejo más de aquellas
mujeres que poco o nada la conocían. Dios había estado cuatro años de su vida
en un internado para señoritas, sabía mejor que cualquiera como debía actuar,
de hecho había sido criada para esto, así que todas las palabras estaban demás.
Ella brillaría esa noche y todas las que vinieran.
Estuvo tentada de besar suelo
cuando finalmente llegaron y pudo bajarse de aquel coche, que no era lo suficientemente
grande, su padre que ya las esperaba junto a los maridos de sus hermanas, al
llegar la tomo del brazo a ella y a su madre, caminando los tres hasta la
entrada donde se encontraba Emmett.
Todo está preparado en un elegante restaurant de Seattle. Los
invitados estaban llegando uno a uno y saludaban a la feliz pareja. Los
llenaban de parabienes y muchos comentaban lo enamorados que se veían, aquello
era claramente una mentira, pero en un mundo de apariencias como aquel, las
frases hechas eran un campo seguro.
Después de todas oír las
felicitaciones más insulsas y ridículas que alguna vez había oído en su vida,
pudo dirigirse al salón principal, por supuesto del brazo de su prometido. Él
cual le comento que sus padres pronto llegarían, por un problema menor en el
clima su vuelo tuvo que retrasarse, pero que llegarían antes del gran anuncio.
Bella solo sonrió asintiendo.
Vio a Jane a lo lejos, quien le sonrió
y camino hacia ella. Cuando llegó saludo primero a Emmett.
- Señor McCarty ¿Cómo esta? –
Jane sentía alegría en enrostrarle la edad a Emmett.
- Muy bien, gracias – Su
respuesta fue seca – Me debo ausentar unos momentos, ya vuelo Isabella.
- Esta bien – Soltó su brazo y se
marcho.
- Todavía puedes huir.
- Jane – Fue la respuesta de
Bella.
- Solo quiero que sepas que
tienes opciones.
- No, no las tengo así que déjalo,
por favor.
- Esta bien, pero no olvides que
te quiero – Jane era la única que sabía todo lo que había sucedido en Nueva
York.
Sus padres apenas y comentaron
que estuvo desaparecida un par de días, nunca le preguntaron qué fue de ella en
ese tiempo. Lo único que hicieron fue prohibirle hablar al respecto y el asunto
se dio por superado. Así se superaban las cosas en la familia Swan, escondiéndolo
y callándolo todo.
Bella y Jane detuvieron a uno de
los camareros y tomaron un trago de champagne, su amiga trato por todos los
medios de sacarle al menos una sonrisa y lo estaba logrando cuando vio como el
rostro de esta cambio. Quiso preguntarle que paso, pero la voz de Emmett se lo impidió.
- Isabella deseo presentarte a
alguien – Estaba de espaldas a él, por lo que se giro lentamente y con la
sonrisa perfecta que llevaba meses practicando.
Por un instante pensó que estaba
soñando, lo que sus ojos veían no podía ser real.
- Quiero que conozcas a mi
hermano…-No alcanzo a decir su nombre pues él se le adelanto.
- Edward Cullen – Tomo la mano de
Bella que estaba inerte a su costado – Mucho gusto.