La comezón del séptimo año - Cap 7




Capitulo 7
Ojos que no ven
“…Pues ojos que no ven, eso no es verdad,
Pues ojos que no ven,  hacen recordar,
Me acerco más a ti tras cada amanecer,
A la cita de tu amor nunca faltaré…”

Después de dejar a Edward en el aeropuerto, Bella decidió que lo mejor era ir a su casa, pues no tenía ni la más mínima intención de ir a la oficina, aun estaba molesta con su padre por enviar a su marido a un viaje con Victoria. Cuando se lo hizo saber, este solo le pregunto si acaso no confiaba en su marido, ella se pensó la respuesta y la que vino a su mente era obviamente un estúpido cliché “si confió en él, pero no en los demás”, eso la hacía ver como una muchachita y lo peor insegura, cosa que ella odiaba, incluso cuando fue una muchachita y además insegura, así que sin palabras se fue de la oficina de Charlie Swan, obviamente dándole un azote a la puerta, nadie dijo que no podría hacer una salida dramática.

Otra cosa que realmente le molestaba es que llevaba semanas tratando de mostrar a su padre o a su suegro lo poco conveniente que resultaba para la empresa la inclusión de los Jones, pero no había logrado nada, en especial si había sido Victoria la que consiguió un cliente importante dispuesto a invertir una cantidad obscena de dinero, eso hecho por tierra la esperanza de sacarla, trato de ver el lado positiva, cuando estaba por lograrlo, la odiosa pelirroja se había llevado a Edward, pues según sus palabras él era un digno representante y todo seria mas fácil con él presente.

 
Sacudió su cabeza de la rabia que amenazaba nuevamente con apoderarse de ella, decidió que mejor iría por sus hijas a la escuela, sabía que aún su jornada no terminaba, pero necesitaba sentirla junto a ella, además sabia que sus pequeñas extrañaban a su padre tanto como ella misma, cuando se iba de viaje.

Trato de animarse recordando todas la veces que había reñido con Edward sobre malcriar a sus hijas y ahora ella planeaba hacerla saltarse clases y tener una tarde de diversión junto a Nessie y Lizzie.
Nessie era la más feliz con aquello iba saltando alrededor de su madre mientras caminaban hasta su auto, Lizzie no se mostraba del todo convencida con perder clases sin razón aparente, además de que significaba atrasarse en su materias. Bella sonrió abiertamente al ver a sus hijas, eran idénticas en el exterior, pero sus personalidades las distinguían y las hacían seres únicos que amaba con toda su alma.


Hablo con su mujer cada día durante toda la semana que llevaba fuera de casa, por supuesto también lo hizo con sus pequeñas deseándoles siempre dulces sueños y prometiéndoles regalos, luego volvía a hablar con Bella y así pasaban varias horas antes de que uno decidiera cortar. Es por eso que ahora estaba furioso y lanzó el vaso que sostenía entre sus manos con toda su fuerza, este se estrello sonoramente contra la pared.

Sabía que a Isabella no le haría la más mínima gracia saber que debía posponer su regreso a casa, todo por que el nuevo inversionista había tenido que salir de la ciudad unos días y aún no firmaba el maldito contrato. Edward se mostro comprensivo por su emergencia, pero le aclaro que debía volver lo más pronto, el Señor Petterson le pidió que se quedara, pues su presencia era irremplazable, sabiendo que no había salida a eso, acepto esperarlo, pero le aclaro que todo tenía un límite, incluso su paciencia.

Decidió dejar de especular acerca de la reacción de  su mujer y la llamo, al segundo repique contesto:
- Hola amor ¿tienes todo listo ya? – Edward no le respondió de inmediato y aquello despertó las alarmas de Bella - ¿Qué sucede Cullen?
- No puedo partir mañana, realmente lo siento, pero debo quedarme unos días más – Mientras lo decía apretaba con fuerza sus puños.
- Es broma ¿verdad?
- Lo siento amor, pero aún no hemos firmado el contrato.
- Pensé que ya lo había hecho, pero al parecer deseas quedarte más tiempo ¿no?
- Por Dios Isabella, sabes que las extraño como un loco no seas injusta – No deseaba pelear con ella, pero no lo estaba consiguiendo.
- Pues no sé si realmente nos extrañas. Buenas noches Cullen – Sin dejarlo siquiera replicar corto la comunicación y de paso apago su teléfono.
- Maldición – Grito a todo pulmón lanzando su teléfono lejos de sus manos.

Se sentía tan infinitamente frustrado que decidió salir de su habitación, pues de otro modo acabaría con todo el mobiliario. Se fue directo al único lugar donde podría estar solo y sin molestado, o al menos eso creía.
- ¿Te sucede algo Edward? – Lentamente se dio la vuelta hasta quedar frente a la mujer que acababa de llegar a su lado en el bar de hotel.
- Victoria – Su nombre sonó como acero en sus labios, en toda su vida nunca había sentido tanta antipatía por alguien de la manera que la sentía por ella.
- ¿Deseas compañía? – Como era de suponer no espero la respuesta y se sentó junto a él.
- Creo que no tiene sentido decirte que no – Se tomo de un golpe todo el trago y se levanto dejando el dinero suficiente para pagar por él. No logro avanzar mucho pues sintió la mano de Victoria sobre su brazo.
-¿Tanto te desagrado? – Pregunto en tono ofendido.
Antes de contestar Edward miró la mano de la mujer que aún estaba en su brazo, luego le dirigió una mirada a ella:
- Simplemente no deseo estar aquí. Extraño a mi mujer y mis hijas – Lentamente Victoria quito la mano de Edward.
- Las amas mucho ¿verdad? – Su mirada no era interrogativa, sino más bien de alguien que sabe más que lo dice.
- Son mi vida, supongo que tú sientes lo mismo por James.
- Lo amo – Aquella fue la respuesta de Victoria, el problema es que Edward no sabía a que James se refería.
- Entonces creo que me entiendes, acaso tu no lo extrañas.
- Cada día de mi vida lo extraño – algo en el tono de Victoria le causo extrañeza pareciera como si fueran años que no viera a James y no solo una semana, pero supuse que era por el amor que se tenían.
- Bueno creo que me mejor me voy, no he podido hablar con Bella en todo el día – Mintió.


Victoria lo vio alejarse del lugar y lo odio con toda su alma, lo odio por hacerla recordar cosas que la dañaban, lo odio por que por mucho que extrañara a su familia el volvería con ellas al llegar, en cambio ella solo tenía recuerdos, que eran tan dolorosos que a veces creía que no podría continuar.

Lo conoció apenas llego a la preparatoria, su familia acababa de mudarse a la cuidad y ella tuvo que cambiar de escuela, con todo lo que aquello implicaba. Iba tan distraída por el pasillo que no lo vio venir y sin querer choco de lleno con él, era una joven alto y desgarbado, con grandes anteojos y su ropa que parecía haber tenido tiempos mejores hace siglos. La ayudo con sus libros que cayeron y le susurro unas disculpas, ella no pudo quitar los ojos de él, él en cambio apenas reparo en ella, su mirada estaba puesta en otra cosa u otra persona como días después averiguaría.

Camino rumbo a su primera clases y casi baila de alegría al ver que aquel muchacho estaba en ella, sentado en un rincón lejano del salón, no sabía muy bien si podía sentarse cerca de él por lo que espero hasta que se llenara un poco más de alumnos, una vez que parecía que nadie iría hasta aquel lugar, ella decidió que la usaría. Dejo caer sus cosas y al parecer aquel sonido sobresalto al muchacho, quien levanto su mirada perdida hasta hace unos momentos en un punto lejano. Cuando los ojos de ambos se conectaron Victoria decidió sonreírle tímidamente, la cual fue contestada por él de la misma manera.

Ella no pudo evitar perderse en aquellos ojos azules cielo, no importaba que estuvieran enmarcados en unos gruesos anteojos, de alguna manera ella siempre tuvo la capacidad de ver más allá. Luego del saludo él finalmente le hablo:
- Eres nueva ¿verdad? – Victoria solo pudo asentir – Mi nombre es James.

Victoria lloraba amargamente la recordar su primer encuentro, la vida los había unido y estar juntos era su destino, el problema es que él nunca dejo su obsesión de lado, nunca dejo de pensar en ella. Se limpio las lágrimas de un manotazo y tomo su teléfono.
- Supongo que no me llamas para darme las buenas noches.
- ¿Ya está todo hecho? – En aquel momento no estaba para bromas ni nada.
- Aun no.
- Ha pasado una semana ¿Qué diablos esperas?
- Lo siento, pero no es tan sencillo.
- Lo es si haces lo que te dije…quiero que sufra…quiero destruirlos – Nuevamente las lagrimas llegaron hasta sus ojos.
- Puedo notar que estuviste pensar en James, cariño.
- No es tu problema Riley solo hazlo, solo eso – Corto la comunicación.


Al día siguiente Isabella llegó a su oficina realmente furiosa y una parte de ella arrepentida por su actitud, cosa que realmente no le gustaba, no soportaba sentirse culpable y ahora se sentía así, luego de la llamada de Edward anoche. Sabia que él no era culpable por aquel retraso, pero lo extrañaba tanto que simplemente descargo su frustración en él.

Había tratado de llamarlo durante un largo rato, pero lo único que conseguía una y otra vez era el estúpido mensaje de que el teléfono estaba apagado. Simplemente eso no ayudaba en lo absoluto a su ánimo y lo que ayudo a arruinarlo casi por completo es ver quien la esperaba en la oficina.
- James – Su voz sonaba todo menos amistosa.
- Buenos días Isabella – Le respondió sonrientemente.
- ¿Qué haces aquí? – Se sentó en su silla frente a él tratando de ignorarlo.
- Quería saber si deseas salir conmigo esta noche, ya que nuestros cónyuges aún tardaran unos días en volver.
- ¿Qué?
- Que si deseas salir…- Ella no lo dejo terminar lo había entendido perfectamente la primera vez, lo que la dejo en shock fue su desfachatez.
- Aun cuando mi marido no este, no acostumbro a salir. Mi familia en mi prioridad.

James se levanto de la silla y rio con fuerza, para luego mirarla y decirle:
- Ya lo veremos Bella.

A la hora de almuerzo nuevamente empezó el ataque de James, estaba enfrascada en unos numero y volvió a entrar a su oficina, esta vez con una nueva táctica.
- Dicen por ahí “ojos que no ven corazón que no siente”.
- ¿A qué te refieres con eso? – Bella miro a James con furia.
- Que tal vez su corazón y el de tu marido ya no estén tan unidos, si no ves lo que él hace tu corazón no sufre.
- Que clase de filosofía barata es esa – La risa de James fue ronca.
- Recuerdas la ley de Talión, mi querida Isabella, solo por si lo necesitas me ofrezco ser tu ojo o tu diente.
- Márchate ahora mismo – Fijo su mirada en el computador ignorándolo por completo. No levanto su vista hasta que se fue y tomo su celular necesitaba desesperadamente hablar con Edward.
Nuevamente el maldito mensaje aparecía en vez de su voz. Estaba por lanzar el celular por los aires, cuando una llamada entró miro el numero, pero era desconocido. Por un instante pensó que era James, mas contesto de todas formas.
- Bella – Era la voz de su marido, de inmediato sintió paz.
- Amor, lo siento no quise tratarte así anoche.
- Yo tampoco estuve muy bien, pero esta lejanía me mata. Te extraño a ti, tu cuerpo, el despertar a tu lado, el sabor de tus labios….te extraño como no imaginas.
- Claro que lo imagino, yo también te extraño…te amor Edward Cullen.
-Repítelo por favor, para que nuestra separación sea más soportable.
- Te amo Edward Cullen.
- Y tu amor mío eres una luz en la oscuridad, piensa que me acerco más a ti tras cada amanecer.
- Que cursi es usted Señor Cullen.
- Solo por usted Señora Cullen.
- Tengo una duda Cullen ¿Por qué rayos no contestabas tu celular?
Estuvieron hablando durante varios minutos más, en los cuales Edward le explico que su celular estaba hecho trizas en su cuarto.

Riley iba a entrar nuevamente a la oficina de Bella cuando oyó que hablaba con alguien, de inmediato supo que era con Edward, pues le declaraba su amor y todas las demás ridiculeces que siempre hacen los idiotas enamorados.
Tomo su celular y envió un mensaje:
“Esta noche el cisne cae”


Edward voló por la cuidad rumbo a su casa, finalmente estaba de vuelta y lo único que deseaba era ver a sus mujeres. No quiso decir nada a nadie, quería que fuera una sorpresa, en los últimos dos días había notado muy extraña a su mujer, su actitud cambio desde que una noche mientras hablaban su llamado se corto y solo al día siguiente pudieron nuevamente a comunicarse, algo en su tono cambio, pero cuando le pregunto dijo que no pasaba nada.

Entró velozmente y subió los escalones de dos en dos, todavía faltaban unas horas para que sus hijas se levantaran, así que paso por sus habitaciones y sin despertarlas dejo un beso en sus frentes.
Se dirigió a su cuarto y le extraño ver la luz que se colaba por la puerta, entró despacio y vio a Bella sentada en la cama, cuando levanto la mirada hacia él, los ojos de ella se abrieron. Edward se acerco hacia donde estaba y tomo su rostro entre sus manos.
- ¿Qué sucede amor? – El cuerpo de su mujer estaba en tensión y lo miró unos segundos hasta que le respondió.
- ¿Quiero el divorcio?...

Muchas gracias por sus comentarios!!!! Espero que les guste el capitulo está un poco disperso, pero prometo que en los próximos entenderán todo…..la historia de Victoria y James, además de las razones de Bella.
Que tengan una linda semana y espero sus comentarios!!!
Besos
Lulu XD

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