La última oportunidad - Capitulo 24



Capitulo 24

Bella inspiro fuertemente el aire de la mañana antes de salir del aeropuerto, un auto ya los esperaba afuera. El chofer los saludo con un asentimiento de cabeza y luego subió las maletas en el portaequipaje. Edward sostenía la puerta del vehicula abierta para que ella entrara primero, al verla estática en el lugar la miro interrogante,  cuando estaba por preguntarle el por qué, ella tomo su mano y la presiono con fuerza, aquel gesto lo sorprendió unos instantes, para luego aceptar gustoso entrelazar su mano con la de su mujer. 

De alguna manera con ese pequeño gesto se estaban diciendo, sin necesidad de palabras, que contaban con el otro, que eran una pareja y que lucharían por ser finalmente un matrimonio.  Una pequeña oleada de pánico se asentó en el pecho de Edward, cuando el  peso de las promesas le llegó directo al corazón, pues de alguna manera significaba volver a confiar en ella y una parte de él aun no estaba preparado para eso, pero se prometió que lo intentaría con todas sus fuerzas.

El resto del camino fue en absoluto silencio, aun cuando sus manos no se separaron en ningún momento,  Edward pasaba distraídamente su dedo por el anillo de su mujer, que simbolizaba que ella le pertenecía por siempre. Cuando finalmente llegaron al departamento, bajaron del auto y esta vez con ayuda del portero acomodaron el pequeño equipaje de ambos, en el ascensor. 

 Llegaron a su piso y se observaron durante varios minutos. Isabella acaricio las ojeras de su marido, el cual solo suspiro por la suavidad de aquel toque.

- Pareces cansado – Su mano ahora estaba en su mejilla.
- Apenas he dormido en estos días…tú mejor que nadie lo sabe – Beso la punta de la nariz de su mujer, al mismo tiempo que ella se sonrojaba pues tenía conocimiento exacto de sus “desvelos”.
- No te he visto realmente molesto por aquello. Tú sabes el no poder dormido.
- No es una queja cariño, es más estoy dispuesto a muchas noches en vela contigo.
- Pero hoy solo dormiremos, recuerda que mañana debes trabajar y yo mientras buscare nuestro hogar.
- Yo tengo un hogar, solo debes buscar una casa – Acerco el cuerpo de Isabella, que quiso saber a qué se refería con aquello, pero no pudo pues sus labios fueron capturados en un beso demandante.

Pese a que ambos querían estar nuevamente envueltos en su propia burbuja de amor, el cansancio fue más poderoso, noches en vela y cambio de horarios les jugaron en contra y apenas llegaron a su cama se desplomaron, tardando solo unos minutos en dormirse abrazados.

Bella le costó unos segundos darse cuenta donde estaba, aunque el familiar brazo rodeándole la cintura la hizo saber que no importaba el lugar, mientras estuviera junto a él. Trato de localizar su celular para ver la hora, pero el agarre se hizo más firme cuando trato de moverse, sabía que por la oscuridad del cuarto ya debía ser bastante tarde y no habían comido nada en todo el día.
- Edward – Le dijo bajito – Edward necesito moverme – Solo obtuvo como respuesta un gruñido – Vamos amor en verdad lo necesito.

Al parecer oír que lo llamaba amor fue suficiente para hacerlo despertar del todo, abrió completamente sus ojos y movió su cuerpo hasta quedar sobre ella.
- Cuando te pedí que te movieras no me refería exactamente a esto.
- No y a que entonces – Hizo que sus caderas chocaran y un gemido escapo de los labios de Isabella.
- Que…quería – Los labios de su marido comenzaron a bajar por su cuello – ver que…
- ¿Qué querías ver? – Le murmuro bajito en su oído.
- Hora….ver la hora.
- ¿Por qué? – Sus dientes jugaban con el lóbulo de su oreja.
- No lo sé – Respondió sumamente despacio.
- Excelente respuesta – Capturo sus labios y todo lo demás paso al olvido.

A la mañana siguiente Edward despertó de la mejor manera posible  con su mujer sobre su pecho y sus brazos rodeando su frágil cuerpo.  Una sonrisa boba se extendió por todo su rostro. Miro hasta la mesilla de noche y vio su reloj, al ver hora que marcaba cayó en cuenta que no habían comido nada desde el día anterior y que lo más probable es que al despertar Isabella estuviera hambrienta.
La dejo suavemente sobre la cama tratando de no despertarla, la observo unos segundos para luego besar su frente y susurrarle:
- Duerme un poco más mi bella durmiente.

Salió evitando hacer cualquier ruido, una vez en la cocina y sabiendo que era un verdadero fiasco en la cocina, busco en su agenda el número de algún lugar que pudiese enviarles un desayuno reparador, al localizarlo hizo la llamada y le prometieron que en menos de media hora estarían en su departamento.

Estaba preparando los platillos cuando presintió que ya no estaba solo en la habitación. Se dio la vuelta y la vio ahí parada en el umbral mirando todos sus movimientos, estaba con una de sus camisas.
- Desperté y no estabas – Lo acuso.
- Yo también desperté un día y no estabas – Luego de decir aquellas palabras sintió culpa al ver como el rostro  de su mujer se entristecía.
- Voy a tomar una ducha – Antes de que siquiera pudiera decirle algo más ella se marcho.

Quiso darse de golpes en las paredes por su estupidez, se había prometido dejar atrás el pasado y apenas tiene una oportunidad se lo lanza a su mujer en la cara. Iba a ir tras ella, pero el sonido del timbre hizo que sus planes cambiaran.

Apenas abrió la puerta quiso cerrarla de inmediato al ver quien estaba parado frente a él, era una de las personas que menos deseaba ver después de regresar de su luna de miel, es más si de él dependiera preferiría no verlo nunca más. Se llevó las manos al cabello, desordenándoselo aún mas.

Edward no podía creer que apenas y  llevaban cuarenta y ocho horas en la ciudad y ya tuviera que lidiar con los “enamorados” de su mujer. Al primero que tuvo que ahuyentar fue al inútil de Jacob que llegó de improviso a ver a su “amiga”, idiota si creía que podría acercarse a Isabella con tanta facilidad.

Se vio tentado a borrarle la sonrisa de suficiencia que tenía en el rostro cuando lo saludo y le pregunto por ella.
- No está – Fue la seca respuesta de Edward.
- ¿Dónde está? – Por un instante pensó que aquel muchacho era realmente un imbécil - ¿Salió? ¿Fue a ver a Mill? – Después de eso lo pudo comprobar.
- Esta ocupada.
- ¿En qué? – Vio como trato de mirar por sobre su hombre, demás está decir que aquella conversación se llevaba a cabo en el pasillo de fuera del departamento.
- Perdón.
- Perdonado, te preguntaba en que estaba ocupada Bella.
- Isabella no puede recibirte en estos momentos, pues aun está dormida.
- Vaya holgazana – Rio fuertemente Jake.
- Mi mujer está dormida por que anoche apenas y pudo hacerlo, dado que usamos la noche para cosas más provechosas para ambos. Ahora está agotada – Edward sonrió esta vez al ver como el rostro de Jacob se tornaba serio.
- Sera mejor que me marche.
- Me parece lo mejor – Sin esperar respuesta cerró la puerta.
Sabía que técnicamente había mentido pues su mujer en esos momentos estaba dándose un baño, pero todo lo demás había sido verdad, pues apenas pegaron un ojo la noche anterior. Edward sonrió esperando que finalmente él insoportable muchachito dejara a Isabella en paz.

Cuando se dispuso a ir nuevamente a hablar con Isabella nuevamente el timbre trunco sus planes, pensó por un instante que si era nuevamente Jacob no existiera fuerza humana que evitara que lo golpeara. Abrió con tal furia la puerta que el encargado de la comido lo miro con miedo.
- Disculpe…el Sr. Cullen – Dijo en apenas un murmullo.
- Si – Edward trato de controlarse y sonar lo más calmado posible.
- Su desayuno – Se lo extendió aun un poco tembloroso.
- Muchas gracias – Le pago – El resto es  tu propina – Al parecer aquello logro calmar en parte al muchacho que se fue rápidamente, pero sonriendo.

Decidió preparar todo para cuando Isabella saliera del baño, como una ofrenda de paz y de reconciliación por su estupidez. 

No tardo mucho en aparecer y antes de decir cualquier cosa la tomo entre sus brazos y la beso, murmurándole un “perdón” muy cerca de sus labios antes de separarse  y llevarla hasta donde estaba su comida.

No volvieron a tocar el tema y conversaron de sus planes para el día. Isabella iría hasta una inmobiliaria que los guiara en la búsqueda de una casa, Edward iría al MET con la esperanza que no hubiese tanto trabajo acumulado.

Al llegar la hora de partir se besaron en señal de despedida y cada quien se fue por su lado. Como siempre Edward dejo a disposición de su mujer al chofer, mientras él utilizaba su propio vehículo.

El día para ambos fue agotador, Edward la pasó entre su oficina y los ensayos de la nueva puesta en escena del Metropolitan, apenas tuvo tiempo para enviarle un mensaje a Isabella diciéndole que no llegaría tan pronto a casa.

Victoria estuvo revoloteando a su alrededor esperando que le contara los detalles de su viaje, pero al ver que se negaba, ella solo le sonrió con suficiencia diciéndole que no le importaban pues con solo verle la cara ya tenía su respuesta.

Después de un agotador día solo deseaba estar en casa junto a su mujer, durante todo el trayecto pensó en las cosas que deseaba hacerle a ese cuerpo tan deseable, su mente vago por varias posiciones que deseaba practicar con ella  y que lugares besaría primero, tenía que reconocer que parecía un adolescente cachondo, pero ese era el efecto que tenia Isabella en él.

Cuando bajo de su auto corrió hasta los ascensores y agradeció llevar un abrigo pues su erección ya era bastante notoria. Abrió las puertas de su casa y el particular aroma de su mujer lleno todo su cuerpo. Decidió ir en su búsqueda, pues la necesitaba locamente.

Edward casi grita cuando vio que sentado cómodamente en el salón de su casa estaba Emmett, el monstruo de los celos estaba haciendo su aparición, pero los mantuvo al margen al ver que su mujer no parecía del todo tranquila por aquella visita. Además una parte de él se sintió aliviado al ver que estaban sentados uno frente al otro y ella se notaba muy incomoda.
- Buenas tardes – Isabella se paro como impulsada por un resorte al oír la voz de Edward y camino a su encuentro. Una vez que estuvieron frente a frente le dio una suave caricia para luego capturar sus labios en los suyos en un suave beso.
- ¿Cómo estas hermano? – Emmett los miraba seriamente.
- Ahora mucho mejor – Tomo la mano de Isabella y se sentaron juntos en el sofá - ¿A qué debo el honor de tu visita?
- Vine a visitarlos. Hace varias semana que no la…los veía.
- ¿Me extrañabas? – Una sonrisa de burla se dibujaba en sus labios, pero se borro de inmediato cuando vio al otro extremo de la habitación – Me pueden explicar qué rayos significa eso.
En un rincón estaba un muy sonriente Jacob, que levantaba una lata de refresco en señal de saludo, Edward tuvo la esperanza que al beber de ese líquido se atorara de tal forma que nunca más tuviera que verle la cara.
- Hola Edward ¿Qué tal tú día? – Estuvo tentado de gruñirle en respuesta y sacarlo a patadas de su casa, pero simplemente se contuvo no pensaba perder la compostura por ese muchachito.
- Jacob que sorpresa – La voz de Edward podía cortar el acero.
- Edward – La suave voz de Isabella lo ayudo a dejar de pensar en todas las maneras que quería quitarle la sonrisa a Jacob – Jake vino a visitarnos.
- Que amable de tu parte – Presiono con fuerza la mano de su mujer.
- Honestamente Cullen vine a ver a Bella, que tu estés acá es solo casualidad – Se sentó felizmente en uno de los sillones más pequeños, pero más cercano a la pareja.

Emmett observo a Jacob con desconfianza y luego con abierta antipatía ante  la osadía de sentarse tan cerca de Bella, él deseaba hacer lo mismo pero ya no podía hacerlo.

Por un instante Edward estuvo realmente tentado de reírse a carcajada batiente de la escena que se desarrollaba frente a sus ojos, no solo estaba ahí su hermano sino que también Jacob, los dos enamorados de Isabella, aquello realmente rayaba en lo bizarro. Pensó en salir hasta la calle y gritar si existía otro hombre atraído por Isabella, para que por favor entrara ya que al parecer todos se habían puesto de acuerdo para estar ahí.

El silencio se apodero durante varios minutos de la habitación, realmente para un espectador ajeno aquello escena podría parecer de lo más normal o no ser por pequeños detalles pues los tres hombres que estaban ahí reunidos trataban por todos los medios de llamar la atención de una la hermosa jovencita, que para esos momentos estaba lo suficientemente incomoda y cuya mente estaba tratando de buscar una excusa para levantarse de ahí.
- Alguien desea café – Al parecer esa era la única excusa que Bella lograba pensar cuando deseaba huir de una situación incómoda.
Los tres respondieron negativamente, lo que provoco la frustración de Bella, pero como necesitaba salir de ahí rápidamente ella misma fue la excusa.
- Pues yo si deseo uno – Se levanto con tanta rapidez que sintió un ligero mareo, que no paso desapercibido para Edward.
- ¿Estás bien? – Ella solo asintió, pero apenas avanzo dos pasos y su vista se nublo hasta que todo se fue a negro. Lo último que oyó fue a Edward gritarle.
- Bella…

Perdón por la tardanza, pero he estado llena de cosillas y además con problemas en la internet…les cuento que estoy con un tratamiento ocular así que tengo que disminuir mis horas frente a la compu así que iré un poco más lento…eso no quiere decir que demorare años, solo que demorare un poquitín mas.

Como siempre GRACIAS por sus comentarios, No saben lo feliz que me hacen y leer sus teorías.
Besotes….que tengan un lindo día
Lulu XD





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