Todo en Familia - Capitulo 9


Capitulo 9

Solamente tú…

Bella estaba casi segura que el corazón se le saldría en cualquier minuto, tenía una mezcla de sentimientos que no lograba poner en orden, por un lado estaba eufórica, casi en el cielo y por otro tenia temor de lo que iba a suceder. Ello no tenia ninguna experiencia, salvo por un par de libros muy “especiales” que su tía Alice le había regalado al cumplir la mayoría de edad y que según su opinión toda muchacha debía leer antes de casarse. Pero para ella era claro que ni toda la literatura del mundo sería suficiente para sentirse segura.

Dejó de respirar durante unos segundos cuando notó que el carruaje se detenía, no alcanzó a reaccionar del todo y la puerta ya estaba siendo abierta por un muy sonriente Edward, que además tenía su mano extendida en su dirección para poder ayudarla a bajar. La aceptó tímidamente y de inmediato sintió como su piel cosquilleaba por el contacto.

Una vez fuera del vehículo sus pies apenas y tocaron el suelo, pues Edward la tomo de inmediato entre sus brazos para cargarla, un gritito de sorpresa escapo de los labios de Bella.

- ¿Es esto absolutamente necesario? – Le pregunto una vez recuperada de la sorpresa.
- Ya sabes lo tradicional que soy, pequeña – Beso la punta de su nariz.

Le hizo una sutil indicación al cochero para que se marchara, al momento este partió y Edward entró con Bella a la pequeña cabaña, ubicada en los alrededores de la finca. La chimenea estaba ya encendida e iluminaba la estancia, unos pasos más allá se podía distinguir una mesa elegantemente preparada para dos y con unas velas en el centro. Todo parecía sacado de una de las novelas que durante tanto tiempo Bella había leído, realmente no sabía que decir o que hacer, solo estaba en los brazos de él sin decir palabra alguna. Edward, al parecer noto su nerviosismo y muy suave y muy lentamente la dejó en el piso, no sin antes robarle un corto beso.

- ¿Te parece bien si cenamos? – Jugó con un rizo de su peinado.

Bella no sabía que responder, sentía un nudo en su estomago que difícilmente le permitiría comer algo, pero no quería negarse, pues era obvio lo mucho que se había esmerado por prepararlo todo.

- Está bien – Nuevamente le ofreció su mano y la llevo hasta la mesa, la ayudo con la silla y luego develo uno a uno los platos.
- Espero que te guste – Le sonrió y tomo asiento frente a ella.

Estuvieron gran parte de la cena conversando y riéndose de distintas anécdotas que Edward había vivido en el ejército. Bebieron algunas copas de un vino muy dulce que había pertenecido a los Cullen desde tiempos inmemoriales. También recordaron como ella lo ayudo con Rose, sus reuniones clandestinas para enviarle algún mensaje o entregarle alguna respuesta de su hermana. Realmente lo que él deseaba era que llegaran a la historia del día que se conocieron, ese sería el puntapié inicial para confesarle a Bella sus sentimientos, lo necesitaba, en especial si aquella noche sería suya por toda la vida.

- Recuerdo perfectamente que tú me salvaste – Bella reía y sus mejillas estaban sonrosadas.
- Tú también me salvaste ese día – Edward tomo su mano que descansaba en la mesa.
- Ese día tú te lanzaste al lago, no yo.
- Sabes que pensaba cuando te salvaba – Ella negó con la cabeza – Que los ángeles si existían y yo estaban siendo bendecido al salvar a uno. Siempre has sido lo más hermoso que mis ojos han visto Isabella y como el gran idiota que soy, nunca valore el regalo que significabas tú en mi vida.
- Edward….
- Llevó años tratando de ocultar lo que siento, por miedo o cobardía, incluso invente un amor que no sentía para poder tenerte cerca.
- ¿Qué?
- Por fin tengo el valor de decir que quise a Rosalie, pero a quien amaba era a mi cómplice, lo que hacia que mi corazón latiera más fuerte no eran las respuestas a mis carta, era la persona que me traía a mí, era su sonrisa, su mirada, sus mejillas encendidas, todo en ella hacia que mis días valieran la pena.

Bella estaba petrificada en su lugar, ni siquiera pestañaba por miedo a que todo fuera solo un sueño, necesitaba estar atenta por qué todo lo que estaba oyendo eran las palabras más importantes de su vida.
- Me aleje por qué necesitaba tener algo que ofrecerle a la mujer que amaba y me destruyó saber que tal vez nunca la volvería a tener cerca por que su hermana se casó, luego por un juego del destino la volví a ver y ella como siempre se sorprendió con una propuesta, ella siempre más valiente que yo y pese a que mi parte noble me gritaba que no era correcto aceptar aquella locura sin ser honesto, lo hice por qué cuando la vida te da una nueva oportunidad no puedes dejarla pasar, además era mi oportunidad para conquistarla…
- No necesitas hacerlo.
- ¿Qué? – La miro interrogante
- Desde el día en que la salvaste…la conquistaste….desde ese día soy toda tuya.
- Te amo- Se levanto de su lugar y la tomo entre sus brazos – Te amo con todo lo que soy, todo lo que he sido y todo lo que espero ser.
- Edward…
- Te amo por todas y cada una de las sonrisas que me provocas al saberte mi esposa, pero más aún,  te amo por todas y cada una de tus sonrisas, por tu mirada dulce y tu rostro de ángel, por tu voz que es capaz de calmarme en el peor de mis días, te amo por que tú recuerdo me ayudo a seguir adelante – La besó dulcemente en los labios—. Te amo por los hijos que tendremos y por los años que la vida nos quiera dar.
Bella se recostó en su pecho y un par de lágrimas cayeron por su rostro.
- No estoy soñando ¿verdad?
- No…Te amo desde siempre y para siempre.
- Oh Edward… Te amo tanto – No la dejo hablar más y busco sus labios, fue un beso apasionado, rudo y dulce, todo mezclado a la vez, sentía como él devoraba su boca, saboreando su interior.
- Para siempre.
- Para siempre.

Esta vez la beso con suavidad, recorriendo su mejilla con los labios hasta llegar al hueco de su oreja. Al sentir como se la acariciaba con la lengua y tomaba el lóbulo entres sus dientes, Bella soltó un suspiro de satisfacción, luego subió sus manos hasta su cuello, aferrándose a él y tratando de guiarlo hasta sus labios, para fundirse en un nuevo beso demandante.

Cuando se separaron ambos estaban jadeando y les tomo unos segundos acompasar su respiración. Se miraron fijamente y Edward tomó la mano de Bella para guiarla hasta la habitación.

Apenas pusieron un pie en ella, el aire se sintió distinto, ambos sabían que desde ese momento todo cambiaría entre ellos, estarían unidos a niveles mucho más profundos y vivirían una experiencia única en su vida, todo aquello era maravilloso y lo era aún más, por qué ambos sabían finalmente lo que sentía el otro…amor…nada más bello y más potente que amor.

Edward acarició suavemente su mejilla sonriéndole por sentir su piel, tuvo que reconocerse a si mismo que necesitaba estar en continuó contacto con ella, tocarla como si fuera lo más preciado en su vida, cosa que era, pero también para poder comprobar que no era un sueño, que ella era real, tan real como el momento que estaban viviendo y compartiendo juntos.

- Bella, amor mío, no quiero que te sientas presionada yo…- No permitió que continuara y puso un dedo sobre sus labios.
- No existe nada que quiera más en este mundo que…- Fue el turno de él no dejarla continuar.
- Te amo.
- Te amo.

Se acercaron aún más. Edward tomó su mano y dejo un suave beso en su muñeca, mientras sus dedos delineaban el rostro de su Bella, cuando llegó hasta sus labios los acarició brevemente, para luego capturarlos y  besarla apasionadamente. La llevó hasta el borde de la cama y comenzó a bajarla, sin separar sus bocas y cubriéndola por completo con su cuerpo, al tiempo que la recostaba. 

Bella lo besaba poniendo en esa unión toda su pasión, toda su alma, hasta el último recoveco. Llevaba toda una vida amándolo y soñando con ser correspondida por lo que  lo que le faltaba en técnica, lo compensaría con todo el amor que sentía. Lo cogió de su pelo, se movió debajo de él, para si fuese posible unirse aún más.

Esta era su noche, el momento en que podría demostrarle todo lo que sentía por él. Atrás quedaban las preocupaciones y las dudas, su hermana y todo lo demás. Sentía la necesidad que él supiera cuanto lo amaba, no solo con palabras, sino también con hechos.

- ¿Cómo pude siquiera pensar que podría vivir sin ti?- Le susurro Edward, apartando ligeramente la cara hasta que se tocaron las puntas de sus narices.
 
En ese momento, ella pudo verle sus ojos siempre tan verdes y que ahora estaban casi negros a la tenue luz de una única vela que se encontraba el la habitación. Su miraba estaba fija en ella. Su aliento era cálido, su mirada ardiente, y le hacía sentir calor en partes del cuerpo en las que nunca pensó sentir aquello.

Él bajó la mano por su espalda, dejando pequeños regueros de calor, la deslizo sin problema alguno por los botones de su vestido, que cedieron al contacto. De un momento a otro sintió como su corpiño se soltaba, primero alrededor de sus pechos, luego alrededor de las costillas y luego dejo de sentirlo por completo

- Dios mío, qué hermosa eres – dijo, su voz apenas más alta que un murmullo.

Bella se sonrojo, como solía hacerlo cada vez que escuchaba un cumplido de los labios de Edward, además que una parte de ella encontraba muy escandaloso y seductor, a la vez,  tener desnudas esas partes tan íntimas de su cuerpo delante de otra persona, pero luego se recordó a si misma que era él y lo único que pudo sentir fue como su cuerpo cambiaba drásticamente de temperatura. Se sentía rara y maravillosa al mismo tiempo.

Edward la miraba tanto calor, acariciándola con tanta reverencia, que no pudo más que sentirse amada. Él deslizó su mano por la sensible piel de un pecho, primero atormentándolo con las yemas de los dedos y luego la subió, acariciando suavemente su piel y dejando sus dedos muy cerca de la clavícula. 

Bella sintió como algo se apretaba en su interior. No sabía muy bien si era debido a la caricia de su marido o la forma en como este la miraba, pero sin duda algo estaba cambiando.

Él estaba ahora arrodillado en la cama, muy cerca de  ella, todavía totalmente vestido, mirándola con una expresión de orgullo, de deseo, de posesión.
- Superas con creces mis mejores y más dulces sueños – Susurró, bajando la mano hasta rozarle ligeramente el pezón con la palma.

Bella hizo una inspiración entrecortada y contuvo el aliento al sentir una estremecedora sensación por todo su cuerpo. Un segundo después logro reaccionar y se dio cuenta que  algo en las palabras de Edward llamo su atención, quien al parecer se dio lo noto.

- ¿Qué te sucede? ¿Pasa algo?
- Nada – dijo ella, e iba a continuar la negativa, pero se detuvo. Debía ser honesta con él y preguntarle su duda – ¿Soñabas conmigo? – Le preguntó en voz baja.
Él le sonrió visiblemente relajado.
- Si, durante mucho tiempo.
- Así – Lo miro confundido – Quiero decir que soñabas conmigo de esta manera.
- No, solo después de volver a verte mis sueños cambiaron y fueron…así. Pero – gruñó cuando sintió sus dedos acariciar su mejilla – nada y permíteme que lo repita por si no me oíste la primera vez, nada se acercaba a la realidad.

No espero que hablara y con un rápido movimiento, él se colocó a horcajadas sobre ella y se inclinó hasta que la tela de su chaqueta le rascó el vientre y los pechos, hasta que su nariz tocó la de ella y su aliento caliente le bañó la piel.

Él se quitó la chaqueta, quedando con sólo su fina camisa de lino y su pantalón. Se alejó solo un poco de ella y se quedo mirándola, luego le sonrió picadamente, mientras ella se movía debajo de él, cada vez más excitada y segura de que no podría soportarlo un segundo más sin su toque. 

Estaba por rogarle que la tocara en cualquier cuando, nuevamente se acercó y se inclinó cubriéndole sus pechos con las manos, apretándolos ligeramente, como si quisiera comprobar si eran reales. Un gemido ronco escapo de los labios de Edward y luego retuvo el aliento. Beso su piel y después colocó los dedos de forma que los pezones sobresalieran entre ellos.

Su boca continúo su exploración hasta que llegó hasta su pecho, atormentándola, primero con un suave soplido y luego cerrando los labios alrededor, y riendo suavemente cuando ella gritó de sorpresa y se arqueó, separando el cuerpo de la cama.

Continuó con la tortura hasta que ella pensó que podría gritar hasta quedar sin voz, y luego pasó al otro pecho, en el que lo repitió todo. Dejo que sus manos recorrieran libre el cuerpo de Bella y éstas parecían estar en todas partes, acariciándola, atormentándola, tentándola. Sentía sus manos en un lugar y luego en otro hasta que descansaron unos minutos debajo de la falda.

- Edward – gimió Bella cuando lo sintió moviéndose bajo su ropa y deslizó suavemente los dedos por la delicada piel de la corva de la rodilla.
- Dime, amor mío ¿Quieres apartarte o acercarte más? —le preguntó en un susurro, sin apartar los labios de su pecho.
- No lo sé.

No pudo evitar sonreír y besar su cuello, antes de bajar de la cama y lentamente quitarse el resto de la ropa, primero la camisa de lino y luego las botas y los pantalones. En ningún momento desvió los ojos de los de ella. Cuando terminó, fue a tironearle el vestido, que ya estaba todo arrollado alrededor de la cintura y las caderas, presionándole ligeramente el trasero al levantarla para pasar la tela por debajo.

Bella quedó tendida en la cama, sin otra cosa que sus transparentes medias. Edward se detuvo unos instantes para disfrutar la maravillosa visión  de su esposa desnuda, solo con aquella medias, para luego bajarlas por las piernas hasta dejarlas caer flotando al suelo.

Edward estaba duro y excitado, la deseaba, casi al grado de la locura, pero deseaba aún más sentirla estremecerse bajo él, gritar de deseo, mover la cabeza de lado a lado mientras la atormentaba llevándola al éxtasis y que su primera vez fuera única e inolvidable.
Ella no pudo evitar estremecerse al sentir el aire nocturno, así que rápidamente él se acostó a su lado, apretando su cuerpo al de ella, infundiéndole su calor mientras saboreaba la sedosa suavidad e su piel.

- Dime si hago algo que no te gusta.
- No podrías – Le susurró, acariciándole la mejilla.
Al oír su dulce respuesta, Edward casi sonríe y tal vez  lo habría hecho, si su prioridad no fuera otra que hacerle placentera esa primera experiencia. - Pequeña mía – Le susurro al tiempo que cubría una mano con la suya – Tengo que explicarte una cosa. Esto…podría hacerte doler. No sería mi intención, pero podría y…
- Para ti también fue doloroso – Le pregunto tan despacio, que por un instante pensó que no había hablado.
- No, pero es diferente. Yo….bueno…- Bufo de desesperación. Necesitaba que ella lo comprendiera. Cuando la oyó  susurrar no podrías se dio cuenta, que ella no tenía idea de lo que significaba hacer el amor con un hombre.
- Edward, deja que el dolor… lo juzgue yo – Su voz lo devolvió a la realidad – Y  en cuanto a lo otro – Bella cogió su mano y se la llevo a sus labios para besársela y tratar de tranquilizarlo.
- ¿Qué otro? – Le regalo una sonrisa.
- Me dijiste que te lo dijera si hacías algo que no me gustaba – Edward solo podía mirar sus labios, estaba casi hipnotizado por ellos.
- Me gustará todo – dijo ella – Por qué eres tú.

Edward estuvo tentado a saltar de la cama e hincarse a rezar, para agradecer a todos los santos  por el regalo tan maravilloso que significaba Isabella en su vida, pero no lo hizo, en cambio le cogió la cara entre las manos, mirándola como si fuera la criatura más maravillosa que hubiera pisado la Tierra y estaba seguro que lo era.

Por un instante un aterrador pensamiento cruzó su mente, si él nunca hubiese regresado o no lo hubiese hecho a tiempo, tal vez Bella podría haberse casado con otro, ella podría haber sido de otro y compartido una vida con él, solo imaginarlo lo dejo casi paralizado por el miedo.

- Te amo – Fueron las palabras justas que necesitaba Edward dejar de lado esos oscuros sentimientos y vivir su presente, con ella a su lado.
- Te amo – Le respondió al tiempo que se inclinaba a besarla.
Bella quiso decir algo más pero no pudo, pues la boca de él no la dejaba libre, continuaba sobre la de ella, ávida, exigente y muy seductora.

Resultaba más que obvio que Edward sabía exactamente qué hacer; cada movimiento y roce de su lengua, cada mordisqueo de sus dientes le provocaban estremecedoras sensaciones en lugares que ni siquiera podía nombrar sin sonrojarse. Por un instante deseo saber cuantas mujeres habían estado en la vida de su marido, pero lo desecho, por que simplemente él la amaba, tanto como ella. Así que decidió dejar de pensar y entregarse en cuerpo y alma a la dicha pura del momento, a la llama de deseo que ardía en su piel. Lo sentía en todas partes, no había lugar de su piel que hubiese sentido el toque de sus dedos y ahora su pierna estaba metiéndose entre las de ella.

Edward la estrecho con fuerza entre sus brazos y luego rodó con ella, dejándola encima de él. Le cogió las nalgas apretándola con tanta fuerza contra él, que un grito de sorpresa escapo de sus labios, al mismo instante en que sentía enterrarse en su piel la prueba de su deseo. Edward decidió darle un mejor uso a sus labios y ahogó la exclamación con sus labios, besándola con tierna fiereza.

Y con un suave movimiento, nuevamente Bella se encontró de espaldas con él encima, hundiéndola en el colchón con su peso, dejándole sin aire los pulmones. Deslizó la boca hasta su oreja y luego la bajó hasta la garganta y ella notó que el cuerpo se le arqueaba como por voluntad propia, como si pudiera doblarse para apretarse contra el de su marido.

No sabía qué debía hacer, pero de ninguna manera habría podido quedarse inmóvil, de ninguna manera podría impedir que sus caderas se apretaran contra las de él, ni que sus piernas rodearan las de él.

- Ed…Edward dime qué debo hacer.
Edward en respuesta le abrió las piernas y le deslizó las manos por los costados hasta llegar a los muslos y se los apretó.
- Déjame hacerlo todo yo – Dijo casi jadeante. Se sentía como si llevara millas montando a caballo.
Bella no se sintió satisfecha por la respuesta por lo que le cogió las nalgas, presionándolas para apretarlo más contra ella.
- No. Dímelo – insistió.
- Nunca dejas de sorprenderme – Lo respondió al tiempo que dejó de moverse un instante – Esta bien, pequeña, acaríciame – Bella le sonrió y decidió relajar ligeramente las manos sobre sus nalgas.
- Te estoy acariciando ahora.
- Oh si – gimió él – ahora muévelas.
Como una obediente alumna ella deslizó las manos hacia sus muslos, haciendo suaves círculos, sintiendo el suave vello.
- ¿Así? – Él asintió enérgicamente.
Ella le deslizó las manos hacia delante hasta tenerlas peligrosamente cerca de su miembro.
- Lo hago bien – Se mordió su labio inferior. Demasiado bien pensó responderle, pero sabía que aquel no era el momento por lo que le cubrió una de las manos con la de él.
- Por el momento, eso no. – Bella lo miró confundida – Te aseguro que después lo entenderás – Un gruñido escapo de sus labios cuando sintió sus labios en su pecho, por lo que decidió abrir más las piernas  de su esposa y deslizar una mano por entre sus cuerpos hasta tocar el lugar más íntimo.
- Edward… ¿Qué haces? – Él sonrió pícaro.
- Lo mismo que hace un instante trataste tu hacer.
Y como para explicar mejor sus palabras, uno de sus dedos comenzó a danzar por su sensible piel, haciéndola arquear las caderas con tanta fuerza que lo levantó a él también y luego volvió a hundirse en el colchón, estremecida de deseo.
Él le deslizó los labios hasta la oreja.
- Te gusta lo que hago, amor – Le susurró – Pues ahora te gustara mucho más – Le introdujo un dedo, lo que la hizo ahogar morder sus labios con fuerzas tratando de ahogar un grito. Aquello hizo que Edward sonriera encantado por lo que provocaba en ella, decidió entonces acariciarla lentamente en ese lugar.
- Oh Por Dios – gimió ella.
- Veo que ya estás casi lista para mí – Su voz estaba casi ronca – Muy mojada, pero muy estrecha.
- Edward, ¿qué…?
Antes de que pudiera terminar introdujo otro dedo, poniendo fin a toda la capacidad de Bella de hablar con inteligencia.
Tuvo la sensación de que se estiraba por dentro, pero le encantó y lo único que deseaba era abrirse más y más hasta quedar totalmente a la merced de él. Estaba decidida a que Edward  le hiciera cualquier cosa, tocarla y acariciarla como se le antojara, mientras no parara nunca.
-Te necesito ya, Bella, no creo poder esperar mucho más – Lo oyó como le decía muy cerca de su piel
- No esperes más – Ella le cogió la cara entre las dos manos, obligándolo a mirarla – Yo también te necesito.

Cuando sus dedos salieron de su interior, ella se sintió extrañamente hueca, vacía, pero eso sólo duró un segundo, porque notó otra cosa en la entrada, algo duro, caliente y muy exigente.
- Esto podría dolerte – Edward se sintió en la necesidad de repetírselo nuevamente apretando los dientes, como si esperara sentir dolor él también
- Creo que ya me lo habías advertido.
- Lo sé, pero…- Tenia la increíble necesidad de que fuera agradable para ella, debía hacerlo si esperaba repetir esa experiencia hasta el último día de sus vidas.
- Te amo y confió en ti.
- Seré suave – Le prometió, aunque su deseo ya era tan feroz que no sabía si sería capaz de cumplirlo.
- Oh Edward te deseo…y necesito algo, aunque no sé qué, pero lo necesito…ahora.

Él la penetró un poquito, pero sintió como si ella se lo tragara por completo. Bella se quedó en silencio, sus únicos sonidos los de su respiración entrecortada por sus labios que estaban entreabiertos.
Edward entró otra pulgada, otro paso más cerca del cielo.

- Bella – gimió, afirmándose en los brazos para no aplastarla con su peso— Dime que te gusta, por favor, que lo sientes agradable. Por favor...necesito saberlo.

Porque si ella decía que no, le iba a matar retirarse, pero lo haría, por qué la amaba y luego se lanzaría al lago para quedarse durante horas en él.
Ella solo pudo asentir, para después agregar.

- Necesito solo un momento.

Edward tragó saliva, obligándose a respirar por la nariz, con cortas inspiraciones y espiraciones. Se concentro en absorber todos los sonidos que le rodeaban, era casi la única manera que encontró para concentrarse en refrenarse unos instantes. Pensó que tal vez ella necesitaba ensancharse alrededor de su miembro, relajar los músculos. Nunca la había penetrado ningún hombre, y estaba exquisitamente estrecha.

Cuando la sintió relajarse ligeramente, empujó otro poco hasta llegar al a prueba de su virginidad.
- Bella, amor,  esto te va a doler – Creyó oírla bufar, pero de todas formas continuo – No puedo evitarlo, pero te prometo que sólo te dolerá esta vez, y no te dolerá mucho.
- ¿Cómo puedes saberlo? – preguntó ella y como siempre logró sorprenderlo.
- Créeme – Fue lo único que le respondió.
Entonces embistió fuerte, enterrándose en su calor hasta la base del miembro, hasta saber que estaba todo dentro de ella.
- ¡Oh! – Fue la única palabra que escapo de sus labios.
- ¿Cómo te sientes? – Necesitaba saberlo con desesperación.
- Creo que bien.
- ¿Lo sientes bien? – Le susurró dulcemente.

Bella solo asintió, pero la expresión de su cara denotaba sorpresa y algo parecido a la curiosidad. Edward no pudo evitar que sus caderas se movieran como por voluntad propia, se sentía incapaz de quedarse quieto estando tan claramente cerca de la liberación, aunque siempre tratando de entrar y salir lo más lento y suave posible. Aquel era el momento de Bella, era ella y solo ella la que importaba.

La sentía moverse, agitarse, más y más excitada, y rogaba poder contenerse hasta que ella tuviera su orgasmo. Ella respiraba rápido, jadeante, su aliento calido. Le enterraba los dedos en los hombros, moviendo rápidamente las caderas y apretándolo, estimulando su necesidad hasta el frenesí.

Ella era simplemente la perfección pura alrededor de él, y cuando notó que sus gemidos finalmente eran de deseo y placer, ya no de dolor, se soltó y cedió al avasallador deseo que corría por sus venas.

Y entonces llegó. A ella le salió de los labios el sonido más dulce que había escuchado en toda su vida; gritó su nombre al tiempo que se le tensaba y estremecía todo el cuerpo de placer. Ella ya estaba llegando al orgasmo y tenía los ojos cerrados con la fuerza del éxtasis. 

Edward grito el nombre de su mujer entrecortado mientras hacía el último y fuerte embiste, para luego relajarse encima de ella, totalmente desprovisto de fuerzas.

Durante un minuto entero sólo hubo silencio, los únicos movimientos eran los de sus pechos al tratar de recuperar el aliento, esperando que sus cuerpos tremendamente agitados se establecieran en esa estremecida dicha que se siente al estar en los brazos del ser amado.

-0-
Oh si este capitulo solo fue de Edward y Bella, creí que era mucho mejor enfocarme solo en ellos…nada de problemas….solo AMOR!!!
Bueno trate de hacer lo mejor posible su primera vez…leí muchas novelas históricas para inspirarme y que el capitulo resultara no tan malo…Así que espero que les guste!!!!

Como siempre miles de GRACIAS por sus comentarios…ya saben que es mi paga!!

Besos
Lulu XD


>