Epílogo
"El
amor no tiene cura, pero es la única medicina para todos los males"
Veinte años después
- ¿Estas seguro? – Lo
miro como si aquella noticia fuera del todo increíble.
- Te recuerdo amor que
tengo un poco de práctica en esto.
- Pero… ¿Como?
- Cariño, en realidad deseas
que te explique el como.
- Pero…tú….y
yo…no…bueno…pero…
- Bella, estas
balbuceando – Se acercó hasta su mujer y la abrazo – Tranquila.
Levantó su mirada,
aunque al parecer no podía entender del todo sus palabras. Ella sabia que sus
palabras solo fueron sonidos sin sentido, pero después de aquella noticia era
bastante difícil de hilar alguna frase completa.
Se llevó las manos a
su vientre aún plano y sonrió, luego otra mano estuvo sobre las suyas y supo
que todo iba a estar bien.
Aunque debía ser totalmente
honesta, no estaba en sus planes ser madre nuevamente, sobre todo teniendo en
cuenta que hace un par de meses su marido se había sometido a una vasectomía, pero
como siempre el destino hizo una última jugada a su favor.
- Sé que es algo
sorpresivo, pero te juro que vamos a estar bien.
Se acercó a él y lo
beso, después de una vida juntos las palabras muchas veces salían sobrando
entre ellos. A veces con tan solo una mirada podían comunicarse más que con
palabras.
- Creo que esta noche
será una cena muy larga.
- Vamos entonces –
Unió sus manos a la de su mujer y salieron del cuarto.
Llevaban ya veinte años de casado, y seis hermosos, y maravillosos hijos. Sacudió su cabeza y se corrigió mentalmente, ahora serían siete. Aquello era un regalo, como toda la vida que habían tenido juntos.
No fue sencillo para
ninguno las tareas de padres primerizos, pero con amor y mucha paciencia
lograron tener una vida caóticamente perfecta, luego con la llegada de su
segunda hija, estaban bastante más preparados para el cambio que significaba.
Bella trato de
compatibilizar entre ser madre y la asistente de su marido, pero realmente se decidió
por su familia, cuando se entero que estaba embarazada por tercera vez y que
serían mellizos. Nunca se arrepintió de su decisión, no cambiaria ningún
momento pasado con sus hijos, en especial cuando la familia fue creciendo.
Edward también disminuyo
sus horas de trabajo y solo iba a la oficina si era estrictamente necesario, además
podía componer desde su estudio, por lo que su casa era su lugar favorito en el
mundo, y sus hijos y su mujer su única prioridad.
Con el nacimiento de
su primer hijo, Edward se reconcilio por completo con su madre, dejó atrás todo
el rencor sinsentido en el que vivió durante tantos años y le rogo a Esme que
lo perdonara, ella solo lo abrazó y lo beso, había que dejar el pasado donde
estaba, en un lugar muy lejano en el tiempo.
Bella mantuvo esa
extraña relación con sus padres, tanto Charlie como Renee estaban orgullosos de
su hija y de la familia que esta había formado, pero simplemente no eran las
personas más amorosas del mundo, por lo que llenaban a sus nietos de regalos,
como una forma de demostrar su afecto. Sus hermanas seguían con sus matrimonios
y vidas, y solo se veían en fechas sumamente especiales.
Emmett se dedicaba a
viajar por el mundo y pese a que ya no era un jovencito, disfrutaba la vida
como si fuera el último día. Había decidido no casarse, pues la única mujer con
la que alguna vez pensó hacerlo, no era libre y él simplemente no se imaginaba
a nadie mas con ese papel en su vida.
En cuanto a Alice y
Jacob, fueron nombres vetados y nadie nunca más volvió a hablar de ellos. La última
noticia que tuvieron de ella es que había sido condenada a cadena perpetua por
el intento de homicidio de Bella y su hijo, además del secuestro y otros
cargos, pues la fiscalía logró comprobar que Edward no era el primer hombre con
él cual se obsesionaba, el anterior había sido alguien llamado Jasper, un
compañero de universidad, al que asesino junto a su prometida.
Jacob logro una pena
menor, pero nadie nunca más volvió a saber de él. Solo se marchó una vez
cumplida su condena.
Los más jóvenes Cullen,
eran en opinión de sus padres, Bella y Edward, los mejores niños sobre la faz
de la tierra. Sin lugar a dudas, estaban sumamente orgullosos de cada uno de
sus hijos, los cuales eran únicos y especiales a su manera, y pese a que
algunos eran un poco más traviesos que otros, los amaban con todas las fuerza
de su corazón y darían su vida por ellos. Se prometieron que tratarían de no
cometer los errores de sus padres y aunque sabían que no eran perfectos y que
era inevitable que cometieran errores, eso no significaría que no quisieran dar
lo mejor de ellos para que fueran una familia feliz.
Anthony era su hijo
mayor, una copia a carbón de su padre y no solo en lo físico, sino también en
cuanto a su personalidad, era un jovencito sumamente serio para su edad y un
gran músico, a sus diecinueve años, ya era considerado uno de los mejores
pianista de su generación. Su hermana Carlie también destacaba, pero a
diferencia de él, ella era una explosión de energía, siempre estaba corriendo
de un lugar a otro, luchando por las causas que ella consideraba justas, era una
fiel creyente que solo se necesitaba un poco de esfuerzo para hacer de este un
mundo mucho mejor. Había intentando , con bastante poca suerte, unir a sus
causas a sus hermanos Alex y Ethan, los mellizos, los cuales siempre parecían
estar en problemas, sus padres habían tenido que ir casi semanalmente a visitar
las oficinas de los directores de las diferentes escuelas en las cuales
estudiaban, siempre se defendían diciendo que eran unos incomprendidos,
mientras cumplían sus castigo que iban desde pasar algunas horas en detención
hasta cortar el césped de su casa, en el fondo eran buenos muchachos con
demasiada energía y creatividad. Después de ellos había nacido la dulce Elizabeth
una romántica por naturaleza que, si no estaba leyendo un libro, estaba llevando
al papel todas las historias que llenaban su mente, con solo doce años, ya
había leído más que muchos adultos, varias veces tuvieron que requisarle un par
de libros que no eran adecuados para su corta edad. Por último estaba la
pequeña Vanessa, que tenía solo ocho años, amante de la pintura, era todo una
artista y al igual que su padre y su hermano, el piano era parte de su ADN.
- Debería existir una
ley que prohibiera besarse después de los treinta – Ethan entró a la cocina en
el momento en que Edward besaba a su mujer de manera bastante apasionada en los
labios.
- Oh por Dios, ya casi
son unos ancianos no deberían gastar sus pocas energías en este tipo de
actividades tan perturbadoras para sus hijos – Alex siguió el juego de su
hermano.
- Así que soy una
anciana – Se alejó unos pasos de su marido y miro con una ceja enmarcada a su
hijo.
- Claro que no mamá,
sabes bien que me refinería a papá – Se acercó hasta ella y plantó un sonoro
beso en su mejilla – Él esta en una edad
que debe cuidarse de emociones tan fuertes.
- Bueno pues este
anciano aún puede vivir emociones fuertes – Los miró retadoramente – Y además no
olvides que pese a mi avanzada edad aún puedo quitarte tu dinero semanal o vender
tu consola de videojuegos.
- Ey no perdamos la
calma, papá, solo era una broma. No ponemos decisiones apresuradas frente a la
economía de tu pequeño hijo.
- ¿Pequeño?
- Solo tengo catorce
años, así que los derechos del niño me siguen amparando.
- Lo recordare la
próxima vez que desees ir a una fiesta hasta la madrugada y me asegures que ya
no eres un niño.
- ¿Qué? – Sus verdes
ojos se abrieron de manera desmesurada.
- Por todos los
cielos, Alex, será mejor que te calles de una vez y lleves tú inútil trasero
lejos de este lugar o terminaras quedando sin dinero y sin permiso para nada – Anthony
quien acaba de entrar y escucho parte de la conversación, decidió intervenir.
- Soy un
incomprendido, eso es lo que soy – Ethan lo jalo del brazo y se lo llevó hasta
el patio.
- Anthony…Anthony
¿Dónde estas?
La voz de Nessie llegaba
desde el pasillo de la casa, en busca de su hermano mayor.
- Aquí, pequeña –
Grito su hermano.
- Por que te fuiste,
quería que oyeras mis avances.
- Claro que lo hare
pequeña – Se acercó y la tomo entre sus brazos.
- Ya no soy una bebe
para que me cargues así.
- Para mí siempre lo
serás.
- Papá necesito que
hablemos – Alex volvió a la cocina y Ethan tras de él – Microbio que haces en
los brazos de Anthony, no estas un poco mayor para que te carguen.
- No la molestes –
Anthony miró a su hermano de la misma forma que lo hacia su padre. Mientras la
pequeña acomodaba su cabeza en el hombro
de su hermano mayor.
- Bueno, son tus
brazos lo que se acalambraran – Volvió su atención a su padre – Pá como te iba
diciendo creo que nuestra platica anterior pudo darte algunas ideas
equivocadas.
- ¿Ideas equivocadas?
– Edward tuvo que luchar contra la sonrisa que trataba de formarse al oír a su
hijo.
- Si, tal vez creíste
que yo te consideraba un hombre viejo y créeme jamás y repito jamás, lo he
pensado. Para mí más bien eres un hombre mayor con una infinita sabiduría que sabrá
entender a su hijo que no es tan sabio como él.
- Acaso hay una
reunión familiar a la que no fui invitada – Carlie estaba parada en el umbral
de la puerta.
- Perdón olvidamos
entregarle la invitación, su majestad – Ethan hizo una reverencia.
Carlie rodó los ojos
en respuesta a su hermano y se dirigió hasta el refrigerador en busca de una
botella con agua.
- Termine…termine –
Unos gritos provenientes de la escalera se oían por todo el lugar.
- Lissie, no es
necesario que grites cariño – Respondió Bella gritando.
- Si, Lissie, basta
con que mamá lo haga.
- Ethan – La voz de su
padre sonaba severa.
- Upps, perdón.
- ¿Qué sucede? – Una
agitada Lissie entraba a la cocina.
- Urdíamos un plan
para huir de ti.
- Dudo que sepas lo
que significa urdir.
- Tal vez, pero lo leí
en tu diario de vida, así que supongo que es algo aburrido.
- ¿Qué tu que? –
Lissie abrió sus ojos enormemente.
- Mamá digo que no
gritaras.
- Te voy a desmembrar
Ethan Cullen – Corrió tras su hermano quien acaba de huir por la puerta de la
cocina rumbo al patio.
- Niños….niños…- Bella
se fue tras ellos.
- Bella – Edward grito
tras ella quien de inmediato se detuvo – No puedes agitarte.
- ¿Por qué no puede? –
Carlie preguntaba.
- Se acabó….todos a la
mesa a la cuenta de tres – Grito Bella.
Después de contar
treinta veces, tres logro tener a todos en la mesa. Durante varios minutos
comieron en el típico caos de una cena Cullen, hasta que Edward se aclaró su
garganta para llamar la atención de sus hijos, una vez que lo logró, levantó su copa y tomo la mano de su mujer, la
cual se llevó a los labios y le sonrió.
- Su madre y yo
tenemos algo que decirles.
Todos se miraron un
instante hasta que Lissie hablo: - ¿Cuántos meses tienes? – Aún tenia su mirada
en su plato - ¿Qué? – Vio como todos la miraban – Se suponía que era algún tipo
de secreto o algo.
- Si era un secreto
realmente debo decir que son pésimos guardándolos.
- Realmente malos –
Coincidió Alex con Ethan.
- ¿Lo sabían? – Bella
miraba a sus hijos asombrada.
- Por supuesto – Fue
la respuesta de Carlie, quien le sonreía.
- ¿Tu también Anthony?
– Pregunto Edward.
- Nessie me envió un mensaje
de texto para contármelo hace unos días.
- Su madre y yo lo
supimos solo está mañana.
- ¿Esta mañana? Vamos
papá las señales eran obvias.
- ¿Obvias? – Miró a su
hija como si una tercera cabeza le hubiese salido.
- Nauseas matinales.
- Antojos extraños.
- Sensibilidad a flor
de piel.
- Un aura más
colorida.
- Besos en lugares
inadecuados.
- Y caderas más
estrechas.
Después que sus hijos
terminaran de enumerar las señales obvias de su embarazo, Bella los miró
sonriendo.
- ¿Desde cuando lo
saben?
- Hace unas semanas.
- ¿Por qué no dijeron
nada?
- Esperábamos la
confirmación oficial de parte de sus representantes o al menos en sus cuentas de
twitter oficiales.
- Además no es como si
nunca antes hubiese estado embarazada antes, mamá.
- Son realmente
increíbles….los amo.
- Nosotros también
mamá – Un ligero carraspeó – A ti también papá.
Luego de esos
comenzaron los planes para él bebe, incluso Nessie, quien perdería su titulo
estaba absolutamente feliz. Hablaron durante horas hasta que no quedo nada en
sus platos, ni más comida para cenar.
- Solo tengo una duda –
Todos miraron a Alex – No te habías operado y solo ibas a disparar balas de
salva.
- Alex – Fue la
respuesta de todos, luego se echaron a reír.
Una brisa cálida
jugaba con el cabello de Bella, quien estaba en el balcón de su habitación. Su
mirada estaba perdida en el horizonte, su mente llena de recuerdos
maravillosos, el nacimiento de sus hijos, sus primeras palabras, sus logros, no
pudo evitar sonreír ante las imágenes que llegaban a su cabeza.
Sintió unos fuertes brazos
tomarla de la cintura y acercarla a aquel calor que le era tan familiar, un
pequeño beso en su cuello y luego en su hombro.
- ¿Cómo te sientes?
- No es mi primer
embarazo, amor – Se puso frente a ella.
- Lo sé – Beso sus
parpados cerrados.
- Eres feliz.
- Completamente – Se aferró
con fuerza a su cuerpo – Y te amo…te amo…te amo.
- Yo más – La beso
apasionadamente.
- Y siempre le voy a
agradecer a la vida, haberme dado una última oportunidad de volver a ti.
Y ahí en medio de la
noche se demostraron cuan agradecidos estaban del destino, de haberlos puesto
en el camino del otro, un mágico día.
Fin
0000000000000000000000000000000000000000000000000000000
Bueno ahora si
que hemos llegado al final de la historia…GRACIAS….GRACIAS….GRACIAS.
GRACIAS por
sus comentarios, pero sobre todo por su
paciencia!!!
GRACIAS también
a las que me siguen desde mis primeras historias y que nunca me fallan…aunque
no lo crean LAS TENGO PLENAMENTE IDENTIFICADAS XD!!!
GRACIAS por
tomarse un momento de su tiempo para leer mi historia y darme ánimos y la pila
para seguir adelante.
Solo infinitas
GRACIAS!!!!
Aprovecho también
para invitarlas a leer mi nueva historia “Sin invitación”.
Que tengan una
maravillosa semana
Lulu XD