Capitulo 8
- ¿Qué pasa? Estás
aburrido – Ambos estaban sentados en una banca en una apacible plaza cerca del
departamento de Bella. Antes de contestar Edward se toma unos segundos.
- Contigo nunca me aburro.
- No sabes mentir.
- Te aseguro que sí.
- Me alegra estar advertida –
Una sonrisa ilumino su rostro.
- Sabes Bella la paciencia no es
una de mis virtudes.
- ¿A qué viene eso?
- A que estoy desesperado por
hacer algo.
- ¿Alg….- No pudo continuar,
pues sus labios fueron capturados por Edward, en un beso que hizo que su cabeza
diera vueltas y las mariposas en el estomago batieran sus alas con más fuerza
que nunca.
Llevaba semanas soñando con
volver a besarla, muchas veces pensó que el recuerdo de los besos compartidos
antes eran una exageración de su mente, que la exquisita sensación que le
provocaban era más bien un sueño, pero al volver a probar el sabor de sus
labios se dio cuenta de que en realidad, ellos palidecían frente a la realidad.
Le costó todo su autocontrol dejar su boca, pero lo hizo, pues aunque ella no
lo supiera, hoy día todas la cosas entre ambos se aclararían y podría besarla
todo las veces que quisiera.
- ¿Dónde quieres cenar? – Sus
rostros aún estaban muy cerca.
-No lo sé – La voz de Bella no
fue más que un murmullo.
- Bueno entonces que te parece
si yo decido.
- Ok – Aun se sentía en las
nubes.
Edward se levanta de su lugar y
estira su mano para ayudar a Bella: - Señorita Swan.
- Muchas gracias Señor Cullen –
Toma la mano que él le ofrece.
- Esperaba algo más que un
gracias.
- Si y ¿Qué cosa?
- No sé tal vez esto – Beso su
mejilla – O esto – Beso su nariz – O mejor esto – Beso sus labios, fue algo
breve pero el tiempo suficiente para hacer que las piernas de Bella flaquearan.
- Sera mejor que…vamos.
- Por supuesto – Pero antes de
avanzar más entrelaza su mano con la suya – Así está mucho mejor.
Una vez en el restaurante, noto como
Edward se acerca al encargado y al parecer le pedía algo, luego de eso se
acerca a ella, nuevamente tomo su mano y la dirigió al rincón más privado del
lugar.
- ¿Que hablabas con el
encargado?
- Pero que curiosa – Beso
dulcemente su nariz, luego la ayudo con su silla.
- No es curiosidad es solo que
soy observadora y quería hablar de algo – Edward se sentó frente a ella.
- Si quieres hablar que te
parece que mejor me cuentes que has decidido sobre nos….- No puede continuar,
pues noto como la expresión de Bella había cambiado visiblemente y ahora estaba
más tensa - ¿Pasa algo?
- No puedo creerlo.
- ¿Qué cosa? – Antes de obtener
una respuesta nota que alguien se acerca en dirección a ellos.
- Bella ¿eres tú?
- Hola Jacob.
- Dios… ¿tantos años?
- Si, casi cinco.
- Increíble, sigues tan hermosa
como siempre y que dulce sigues sonrojándote.
Edward no pudo evitar y tampoco
quiso hacerlo, que notaran su presencia: - Buenas noches.
- Buenas…realmente una de las
mejores en años.
- Que bien ¿en qué podemos
ayudarlo Señor…?
- Jacob Black – Le tiende su
mano, pero Edward lo ignora.
- Perfecto Sr. Black ¿y?
- ¿Y qué?
- No piensa tomar nuestra orden,
supongo que eso hacen los meseros.
- No soy mesero.
- Supongo entonces que es un
admirador de la Srta. Swan que ya se va.
- Por supuesto que admiro el
trabajo de Bells y necesito hablar con ella.
- Pues lo lamento, pero ocurre
que ella esta conmigo.
- Eso acaso le da algún derecho
sobre ella.
- No, pero ella no quiere hablar
con usted,
- Si es así que ella misma me lo
diga.
Durante toda esa absurda pelea
Bella estuvo en silencio, su cabeza iba de un lado a otro, pero se harto que
hablaran de ella como si no estuviera ahí.
- Pues resulta que ella no
quiere hablar con ninguno de los dos – Se levantó de su silla y se marchó.
Ambos se fueron tras ella, pero
Edward con un pequeño gesto, logra que uno de los camareros bloquee el paso de Jacob.
- Cuanto lo siento, Señor.
- No se preocupe – Se queda
parado viendo como Bella salía y Edward iba tras ella.
Una vez fuera Bella tomo una
fuerte bocanada de aire, no podía entender que acababa de pasar, como en un
instante todo cambió…Jacob ahí, no podía ser cierto, cinco años habían pasado y
volver a verlo era algo que no estaba en sus planes, ni mucho menos verlo con
Edward a su lado…Edward sin que digiera nada, supo que estaba tras de ella.
- Lo siento – Lo dijo dándole la
espalda.
- A menos que tú lo hayas citado
aquí no veo que puedas sentir.
Bella no digo nada, solo se abrazó
a si misma para darse un poco de calor y tratar de recuperar un poco el control
de una noche que había perdido el rumbo.
- ¿Es él verdad? – No tuvo que
preguntar a que se refería ambos lo sabían.
- Si
- ¿Qué piensas hacer?
- Nada.
- ¿Nada? Estás segura.
- Por favor…ahora no.
Edward acorto la distancia que
los separaba, la abrazo por atrás y le susurro al oído: - Tal vez ahora sea un
buen momento.
Removiéndose de su abrazo para
liberarse, Bella se situó frente a él y lo miro, luego sin decir nada se volteó
y comenzó a caminar. No había dado ni cinco pasos cuando sintió que Edward
caminaba junto a ella.
- Bella yo…
- Si vas a acompañarme será en
silencio – No dijo más solo asintió.
La acompaño hasta su
departamento, una vez en su puerta se acercó a ella, la beso dulcemente en la
frente y se fue. Ella cerró los ojos y cuando los abrió estaba sola en el
pasillo.
La mañana siguiente no parecía
haber empezado de la mejor manera para Bella, apenas pudo dormir y se levanto
cansada, y con un fuerte dolor de cabeza que ni las pastillas ayudaron a
aliviar, ni tampoco el ruido de golpes en su puerta:
- Ya voy – Al abrir la puerta lo
único que puede ver es un enorme ramo de flores – No sabía que las flores
golpeaban puertas.
- Digamos que no fueron las
flores – Su corazón dio un ligero vuelco, pero luego de reconocer la voz volvió
todo a su ritmo normal.
- Jacob ¿Qué haces aquí?
- Vine a verte.
- Como sabes donde vivo.
- Digamos que tengo mis formas.
- Perfecto.
- ¿Puedo pasar? Aunque no lo
creas esto es pesado.
- Perdón, pasa y déjalas sobre
aquella mesita.
- ¿Cómo has estado? – Dejo lentamente
las flores donde le indico Bella.
- Muy bien gracias.
- Se te ve muy bien, estas tan
hermosa como siempre.
- ¿Qué quieres Jacob?
- A ti…solo a ti como siempre.
- ¿Siempre?...incluso durante
estos años.
- Incluso, tú y solo tú fuiste
mi fuerza en estos años cada logro era por ti, es por ti.
- ¿Qué?
Se acerca a ella, toma sus manos
y la guía hasta el sofá donde ambos se sientan: - Dejarte fue la cosa más
dolorosa que he hecho, pero era necesario hacerlo. No era digno de ti, no
estaba a tú altura, pero ahora es distinto
- ¿Distinto? ¿Cómo?
- Ahora tengo éxito, como tú,
puedo darte todo lo que quieras y más, hacer que tu vida sea maravillosa.
- Que te hace creer que no lo
es.
- He seguido todos tus pasos.
- No entiendo nada, un día te
fuiste sin decir nada, ni una sola palabra, ni siquiera adiós, te espere,
espere alguna señal, algo, durante días, semanas, mantuve la fe de que podrías
regresar, pero no fue así…me dejaste – Soltó sus manos unidas y se levantó de
su lugar.
- Lo sé, pero al menos algo
bueno salió de esto.
- ¿De qué hablas?
-Tus historias se volvieron más
exitosas, siempre he creído que en algo contribuí.
- Que engreído eres…¡por Dios!
- Niégalo, pero los dos sabemos
que es cierto. Creaste finales felices hasta que tú puedas tener el
tuyo…conmigo.
-Que te hace creer que yo no
tengo mi final feliz.
- Lo dices por él idiota que te
acompañaba.
- No te permito que lo ofendas.
- Vamos, tú sabes que soy el
amor de tu vida. Sé que tal vez no debí irme así, pero ahora estoy aquí contigo
y tendremos nuestro final feliz por siempre.
- Eres un verdadero imbécil, que
crees…que durante este tiempo me quede en pause, que no avance, que puedes
venir y esperar que todo siga igual y te aclaro una cosa cada final feliz que
he escrito, escúchalo bien, ninguno lo has inspirado tú, todos los hice para
mí, si hubieses leído bien te habrías dado cuenta que solo me inspiraste
imbéciles, seres despreciables y enfermos mentales.
- Qué importa el tipo de
personaje, si eso significa que sigo en tú mente.
- Es que no entiendes nada.
- Solo entiendo esto – Y sin
aviso la tomo en sus brazos y la beso.
Cuanta diferencia con Edward
quien siempre la ha tratado con tanta dulzura, que cada beso era mejor que el
anterior, sus besos siempre llenos de pasión y ella siempre esperando que nunca
se detengan, que sean eternos, que sus brazos la estrechen por siempre, que la
ame como ella a él, porque estaba enamorada de Edward desde el primer momento
que lo vio…Lo amaba y había desperdiciado todo este tiempo en dudas estúpidas,
en querer seguir siendo solo editor y escritora, pero que era lo que él sentía
por ella, lo mismo o tal vez solo… no pudo continuar con sus cavilaciones pues
le pareció oír unas voces.
- ¡Sorpresa! – Era la voz de
Edward que ahora expresaba en su rostro lo que hace un segundo acababa de
decir, a su lado estaba su vecina con las llaves de su apartamento, Jacob había
terminado el beso pero aún la tenía abrazada.
- Al menos podría tocar no creen.
- Lo siento mucho Bells pensé
que estabas sola.
- Es obvio que se equivoco.
Bella no podía hablar estaba con
su mirada fija en Edward, quien también tenía sus ojos en ella.
- Lo mejor será que yo me vaya –
Deja a un lado la bandeja con un desayuno para dos que llevaba.
- Yo también lo creo.
Fue en ese momento que Bella
reacciono, al ver como Edward se iba, dio un fuerte pisotón a Jacob quien la
libero de sus brazos y se fue tras él: - Espera – Tomó su brazo.
- Veo que todo está claro.
- No, no lo está…por favor – Se
voltea hacia ella y al ver que una silenciosa lagrima recorre su rostro no
puede negarse.
- Esta bien, pero no llores.
- Pueden usar mi casa, esta no
es apta – La Sra. Cope le da las llaves a Edward, mientras con un fuerte
portazo cierra la puerta de Bella con Jacob dentro.
- Gracias – Murmura Bella.
- Pasa – Edward sostiene la
puerta abierta.
- Gracias otra vez.
- ¿Y bien?
- No pienses mal.
- ¿Qué debo pensar entonces?
- Jacob llego sin aviso,
hablamos, le aclare todo y me beso.
- Supongo que fuiste muy clara.
- Si lo fui, no es lo que crees,
yo…yo no siento nada por él.
- Lo que vi me dice otra cosa.
- Acaso crees en todo lo que
ves.
- Esto no es una foto, lo vi con
mis propios ojos.
- ¿No crees en mí?
- No lo sé.
- Esta bien.
- ¿Puedo irme?
- Antes necesito saber algo.
- ¿Qué?
- ¿Qué sientes por mí?
- ¿Qué?
-Ya lo oíste.
- Y te parece que este es un
buen momento.
- Tal vez lo sea.
- Pues siento que eres una mujer
atractiva y que estas últimas semanas han sido agradables – Que lejos de lo que
realmente sentía, pero después de lo que vio no podía ser honesto, no podía
decirle lo que sentía por ella, que la amaba, si la amaba, que su corazón que
una vez había considerado un musculo más, latía más fuerte cada vez que la
tenía cerca y cuando la besaba el mundo era perfecto o que el simple hecho de
abrazarla lo hacía más feliz, sabía que nunca existiría otra mujer tan perfecta
para él como lo era Bella.
- Agradable - Nunca una palabra
resulto más hiriente para Bella quien se contuvo para no llorar.
- Si ¿no es eso suficiente?
- No, no es suficiente para
nada, al menos para mí.
- ¿Que quieres entonces?
- Lo quiero todo.
- No entiendo.
-Quiero que me amen, que le
importe a alguien, que no me dejen, ser importante, quiero que me atrapen si me
enamoro.
- Lo siento.
- Yo también y no sabes cuanto –
Cuando vio su rostro y el dolor que reflejaba, estuvo a punto de decirle que la
amaba y que él estaba dispuesto a todo lo que quería, pero recordar lo que
acababa de ver lo contuvo.
- Supongo que…adiós.
- Si creo que esta historia ya
se escribió y solo queda decir adiós, adiós Edward – Tomo el pomo de la puerta,
la abrió y se fue.
Durante semanas no tuvo noticia
alguna de Bella, varias veces tomo el teléfono y marco su número, pero antes de
que repicara, colgaba o conducía sin rumbo hasta que notaba que estaba frente a
la casa de ella, esta separación lo estaba matando poco a poco, pero peor aún
era comprender que era definitiva.
Sentado en su oficina y mientras
revisaba unos papeles, le pareció oír la voz de su recepcionista, parecía
contenta, más bien excitada por algo, aunque no tenía intención de hacerlo se
levanto y abrió la puerta para pedirle que se callara, mas no pudo decir nada,
parada frente a ella estaba Bella quien sostenía un sobre.
- Cuándo mis amigas se enteren
que tuve su nueva novela en mis manos, se van a morir de envidia.
- Que alegría, creo.
- Somos sus fans, la adoramos,
es…- Pero no continuo hablando.
- Buenos días – Ambas se
quedaron clavadas en su sitio.
- Señor Cullen ¿desea algo?
- Vine a ver que provocaba tanto
alboroto.
- Lo siento tanto, pero la Srta.
Swan trajo su nueva novela.
- Así veo, pasamos a mi oficina.
- No es necesario, acá esta la
novela y mi carta.
- ¿Carta?
- Si, de renuncia.
- ¡Qué¡ - Lo dijeron al unisonó
la recepcionista y Edward.
- Mi renuncia a la editorial.
- Creo que debemos hablar de
esto en privado.
- Esta bien –Su voz sonaba
resignada.
- No estoy para nadie, vamos.
Una vez dentro Bella tomo
asiento y espero.
- ¿Qué significa esto Bella? –
Hablo detrás de ella.
- Renuncio, no veo donde está lo
difícil de entender.
- ¿Por qué renuncias? ¿Es por
mí?
- Son todos los hombres unos
engreídos.
- ¿Qué quieres decir?
- Que renuncio, por mí, porque
lo necesito, porque me voy.
- Te vas ¿Dónde?
- Paris.
- ¿Por qué?
- Es personal – Edward no pudo
evitar acercarse a ella y poner sus brazos a ambos lados de la silla donde
estaba Bella.
- ¿Qué significa eso?
- Que solo me importa a mí.
- ¿Cuándo piensas irte? – No
pudo evitar acercarse más a ella.
- Pronto.
- ¿Cuándo es pronto Bella?
- Acaso importa, mi trabajo acá
termino, además estoy dispuesta a pagar la multa por la anticipación del
término de mi contrato.
- Es lo que menos me importa en
este minuto – Se acercó aún más a ella para besarla, pero ella volteo su rostro
antes de lograrlo.
- Creo que es hora de irme –
Trata de levantarse, pero Edward aun tiene sus brazos sobre la silla –Me
permites por favor.
- Bella yo te…- No entiende
porque todavía no puede confesarle lo que siente, decide dejarla ir y ver como
caminaba hasta la puerta, antes de marcharse se da vuelta.
- Adiós Edward que sea muy feliz
– Abre la puerta y se va.
Gracias por leer y sus comentarios
Besos
Lulu XD