Capitulo 11 - La comezón del séptimo año


Capitulo 11


Contigo



“… Contigo la noche es más cálida

 Mi corazón canta una canción de amor

 Contigo siento que he renacido

He renacido como el Rey del Amor…”



Bella abrió los ojos desmesuradamente como si no logrará entender el significado de las palabras que Edward acababa de pronunciar.

- Yo no….no… ¿cómo?

- Amor, tranquilízate.

- Edward… - Se enderezo de golpe – Si fuera cierto, si lo fuera, tal vez… - No pudo seguir hablando, en cambio se llevó las manos hacia su rostro para cubrírselo con ellas.

Durante unos segundos Edward no logro entender que era lo que sucedía con su mujer, hasta que el entendimiento llegó a él con la fuerza de un rayo que todo lo ilumina y por un momento quiso tener la capacidad de golpearse a si mismo y causarse mucho daño.

- Amor mío – Rodea a Bella con sus brazos con fuerza – Escúchame – ella no dice nada, pero no mira con atención – Este bebe es nuestro.

- Pero…- Tapo sus labios con un beso.

- Sin importar nada…- Sus verdes ojos se perdieron en su mirada chocolate en un dialogo sin palabras –Nuestro, tuyo y mio. Será tan querido, esperado y amado como sus hermanas, además tendrá a la mejor madre del mundo…a ti.

- Y al mejor padre que un niño puede tener – Esconde su rostro en el cuello de Edward – Te amo tanto – Susurro contra su piel.

- Te amo como no tienes una idea Isabella y si alguna vez vuelves a tener una idea tan idiota como querer abandonarme, te juro que te encierro en una torre y nunca más te dejó ir de mi lado.



Bella asiente feliz, por fin se siente en paz, incluso más ligera, como si aquel enorme peso que sintió durante los últimos meses se fuera desvaneciendo minuto a minuto. Los brazos de su marido la rodean con más fuerza y sus labios se pierden en su cabello.

Aun cuando se siente en el cielo, hay algo que le está dando vueltas.

- Edward.

- Dime amor.

- ¿Cómo sabes que estoy embarazada?

- Sencillo – Lo mira fijamente como sonríe muy pagado de si mismo – Yo conozco tú cuerpo de memoria, cada rincón – Bajo una de sus manos y acarició sus piernas – cada lugar de el – fue subiendo hasta sus muslos – cada cambio – llegó hasta su vientre y descansó ahí su mano – y sé que una nueva vida se está formando aquí, Bella.

Dejo a su mujer recostada en la cama, mientras él se ponía sobre ella, dejando descansar todo su peso en sus brazos. Necesitaba mirarla, saber que era verdad que Bella estaba con él, que no iría a ninguna parte y que aquellos terribles meses quedaban en el olvido.

Isabella suspiró por los suaves toques de Edward, aunque aun no creía del todo que estuviera embarazada, pues suponía que ella debía de saberlo ¿no? era su cuerpo, además en su primer embarazo lo supo casi de inmediato, sin embargo en aquella época todo era distinto, recién llevaban un año de matrimonio y todo parecía un cuento de hadas. Ahora y hasta hace apenas unas horas atrás todo parecía ser la peor de sus pesadillas, pero todo estaba cambiando de la mejor manera que pudiera imaginarse.

Cuando sintió como las manos de su marido iban intensificando las caricias en su cuerpo, decidió que era el momento de parar, hizo un esfuerzo sobrehumano para no sucumbir, pero había otras cosas que debía de hablar y también debían ir al trabajo, saber de sus hijas, en fin demasiadas cosas para dejarse llevar ahora.

- ¿Qué sucede? – Edward de inmediato noto que algo había cambiado.

- Debemos marcharnos – Aunque trató de sonar segura su voz era más bien un suspiro.

- No, no debemos.

La mano de él descansaba en uno de sus pechos, lo acariciaba por momentos suaves y otros un poco más duro, hasta que sintió como ella se arqueaba.

- Debemos trabajar Cullen.

- Que otros se encarguen, nos merecemos un día de descanso. Estos últimos meses han sido un asco.

Sus labios ahora estaban muy cerca de su cuello, dejando pequeños besos, mientras su nariz inhalaba su tan amado aroma.

- Lo sé – Acaricio su cabello y trato de levantar su rostro para que la mirara – Pero debemos irnos, recuerda que ayer desparecimos y – Edward le robo un beso – nuestras hijas.

Uso el único argumento que haría que él reaccionara y retrocediera. De inmediato logro tener toda su atención, aunque las caricias no cesaron, sino que solo se hicieron más suaves.

- Nuestras hijas, que alegría saber que volveré a tenerlas junto a mí.

- Perdóname – Sin poder contenerse los ojos de Bella se llenan de lágrimas – Por culpa de mis miedos, hice infelices a mis hijas y a ti, los separé, Edward, amor, perdóname.

- Calma – Acaricia su frente con los labios – Calma, amor todo esta bien ahora – Intentó responderle, pero él se lo impidió uniendo sus labios – Ahora todo está bien.

- No todo.

Edward la miró con extrañeza.

- Todavía no sabemos quien envió aquellas fotos, no podré estar tranquila hasta que todo esté solucionado, necesito saberlo.

El rostro de su marido se llena de odio, se levanta de golpe, tratándose de contener, quiere golpear algo, de preferencia el rostro de aquel malnacido que ha hecho de su vida un infierno. Inhala y exhala con dificultad, necesita calmarse, en este momento tiene que ser un pilar para Bella y ayudarle en su búsqueda, logra tranquilizarse, al menos lo necesario para hablarle.

- Tengo un plan.

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Un nuevo y maravilloso día se abría por delante, todo era distinto, el aire, la tierra, incluso aquellos paisajes que una y otra vez había visto en los últimos meses, le parecían más bellos. Ella sabía la razón de su alegría, la caída de su enemigo, Isabella Swan había sido durante muchos años una sombra en su vida, una sombra que nunca le permitió ser feliz, tal vez nunca lo sería, pero ahora ella tampoco, le había quitado algo que amaba y eso era solo el principio.

Llego a su oficina sonriendo, saludo a todos, a muchos de ellos los había ignorada durante meses, pero hoy todo era distinto, todo. Cuando estuve dentro, rebuscó en su bolso y encontró una cadenita que tenía en el final un dije en forma de sol, se lo llevo a los labios y mientras se sentaba recordó a James.



- James – Gritó su nombre desde el pasillo de su casa.

-Aquí abajo.

Estaba en el sótano acabando una nueva pintura, como siempre sus retratos tenían a una sola protagonista y no era ella.

Cuando llegó a su lado, ni siquiera la saludo, solo limpió sus manos y dejo al descubierto su nuevo trabajo, se lo indico con sus manos, como si fuera el premio de algún importante concurso.

- ¿Qué te parece?

Victoria se quedó allí observándolo, hizo su mejor intento de tragarse su decepción, pensó que luego de tanto tiempo tendría que estar acostumbrada a aquello, nunca sería ella su fuente de inspiración.

James  no espero por una respuesta, realmente nunca lo hacía y como era ya su costumbre comenzó a desvariar.

- Cuando Isabella, sea mi novia le mostraré mi colección y así sabrá cuanto la amo. Tengo todo planeado, pienso confesarle mi amor durante el baile de primavera, cuando estemos juntos en la pista, se lo diré todo, le regale una cadenita que perteneció a mi abuela, tiene un sol, es perfecta, por que es lo que ella significa para mí, un sol que todo lo ilumina… Crees que me acepte – Ella hizo un esfuerzo casi sobrehumana para no llorar – Dime Vic ¿lo crees?

- No….no lo sé, James – Su voz apenas era más alta que un murmullo.

- ¿Qué te sucede? – Se le quedo mirando fijamente – Oh pequeña – Se acercó y la estrecho entre sus brazos – Prometo que siempre seremos amigos.

Nunca una promesa le pareció tan vacía y dolorosa, no quería ser su amiga, quería ser su sol, su mundo, su musa inspiradora, su todo. Trato de juntar valor y confesarle lo que sentía.

- James, yo…- No pudo seguir hablando, él parecía ansioso y ella era una cobarde.

- ¿Tú que?

- Siempre estaré a tú lado.



Aquella fue una de las dos promesas que le hizo, la segunda fue hecha mientras sostenía una flor en sus manos y su ataúd bajaba hasta el fondo de aquel oscuro agujero.

- Ella no será feliz, amor. La destruiré….por ti, por nosotros – Se la llevo a los labios para luego lanzarla, aquella era su manera de sellar su promesa y no descansaría hasta cumplirla.



Sintió que la puerta de su despacho era abierta, bajó la mirada tratando de ocultar su rostro, no deseaba que nadie viera aquella solitaria lágrima que corría por su mejilla. Escondió en sus manos la gargantilla, nadie sabia de su existencia, solo ella y James, pero él ya no estaba.

- Edward acaba de llegar – Entró a su oficina sin siquiera mirar -  debo agregar que con un humor de perros.

- Gracias por la información, Riley.

Toda la alegría que hasta hace unos momentos sentía fue remplazada por el dolor de aquellos recuerdos, falto tan poco para que ellos pudieran ser felices para siempre, solo un poco más y él la hubiese amado, pero como siempre Isabella había arruinado sus planes, esta vez la ignorancia no la salvaría, ella pagaría, era una promesa que le había hecho a James y Victoria nunca rompería una promesa hecha a él.

- Me llamaste Riley, supongo que estás pensando en él.

Se había olvidado por completo que no estaba sola, demasiadas veces olvidaba que aquel muchachito era su cómplice y que sabía demasiadas cosas, pero aquello no le importaba demasiado, él le era fiel y jamás la traicionaría.

- ¿Estas bien? – Trato de concentrarse en él.

- No importa – Le resto importancia a lo que le sucedía con un gesto de su mano.

- Bueno…Bella aún no aparece, por si deseas saberlo.

- Espero que este tirada en algún rincón sufriendo por amor.

- Bueno ayer firmó su divorcio, así que existen dos alternativas – Victoria lo miró – Una que este lloraba tirada en su cama o dos que este celebrando su liberación.

- Ella ama a Edward, estoy segura que esta la primera alternativa.

Sonrió, nuevamente la alegría perdida estaba volviendo a ella.

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Después de dejar a su mujer en casa, junto a sus hijas, Edward se fue a la empresa, habían acordado mantener al menos por unos días la farsa de su separación, necesitaban encontrar al responsable y él casi podía acostar que el enemigo estaba cerca, no desconfiaba de su padre o de su suegro, pero la oficina no era el mejor lugar para hablar, ya lo harían en la tarde.

Hizo su mayor esfuerzo por borrar su sonrisa, todos sabían que ayer firmaba su divorcio, por lo que tenía que tenía al menos que aparentar que sufría. Recordó que algún actor famoso alguna vez  comentó que recurría a la memoria emotiva si necesitaba actuar alguna escena triste e incluso llorar, aunque no sabía si aquello le sería útil decidió hacer el intento y imágenes de las últimas semanas llegaron a su mente, al parecer tenía razón, pues de inmediato su ánimo cambió.

Se topó con James que lo observo unos segundas, antes de sonreír e ir al despacho de Victoria, menudo idiota que se alegra del sufrimiento ajeno. No le dio más importancia y camino a su oficina, apenas y saludo a su secretaría, no sabía si podía seguir disimulando.

Estaba por encender su portátil cuando oyó su teléfono que vibraba en su bolsillo, sonrió instantáneamente al ver el nombre en la pantalla.

- Amor…

- Negativo, Edward, es negativo….



Oh si me he demorado un montón y lo siento, pero ahora están casi todos los capis listos,  quedan dos más y la historia llega a su fin!!!

Como siempre GRACIAS por sus comentarios y las invito a leer mi nuevo one, más bien mi two….se llama “Miss Swan


Besos

Lulu XD



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