Todo en Familia - Capitulo 13



Capitulo 13


Alice se negó a dar la vuelta y continúo bajando la escalera, sus planes iniciales se vieron frustrados, dado que, como era de suponer, Carmen fue tras ella, pese a que intento ignorarla por completo.

Todavía no lograba reponerse de la impresión de encontrarla justamente allí.  No podía creer que aquella detestable mujer estuviera bajo el mismo techo que Bella, debía de advertirle a ella, la clase de culebra venenosa que era Carme Sforza.

- No me escuchaste, querida, te he preguntado si has venido a terminar tú trabajo, solo queda un Conde de Barnes vivo, solamente uno – El silencio fue la única respuesta que recibió – Veo que no piensas responderme – Espero unos segundos para ver si esta vez obtenía alguna contestación, cuando estaba segura que no lo habría e iba a comenzar nuevamente a hablar, escucho la voz que estaba esperando oír desde que la sorprendió.

- Realmente crees que tú pregunta merece siquiera una respuesta – Se dio vuelta para encararla, los ojos azules llameando, esa insoportable mujer era una de las pocas personas en el mundo que lograba sacarla de sus casillas.

- Querida Alicia, sabes que tener esa actitud beligerante conmigo no te conviene en lo absoluto – Una sonrisa de triunfo surco sus resecos labios, amaba sentir que tenía poder sobre las personas, en especial si era Alice Brandon.



- Pues si desea una respuesta, se la daré – Guardo unos segundos de silencio – No Señora Sforza,  no planeo hacer desaparecer a ningún Conde de Barnes, agrego además que esa nunca ha sido mi meta, pero creo que la de otras persona si ¿Feliz ahora con mi respuesta?

- No deberías usar ese tono conmigo Alicia, ten en cuenta que soy alguien que conoce todos tus secretos.

Llegaron el piso inferior, pero no detuvieron su andar, en cambio se dirigieron a uno de los salones privados de la mansión, que a esa hora de la noche se encontraban vacíos.

- Eso es acaso una amenaza, Carmen.

- Por supuesto que no, es solo una advertencia o un recordatorio, Alicia.

- Alice, mi nombre es Alice.

Carmen se sentó en la chaise lounge cercana a la ventana, le indico golpeando ligeramente la tela, el espacio desocupado, con la clara intención que lo ocupara, pero Alice decidió quedarse de pie, cerca de la chimenea.

-Pero recuerdo que amabas que te dijera Alicia – Nuevamente aquella desesperante sonrisa –  Supongo que ninguna de esas muchachitas Swan conoce tu historia con el Conde y su hijo.

- Permíteme recordarte que ahora Isabella, es una Masen, toda una condesa y Rosalie es una King, así que no las llames muchachitas Swan. Eso me recuerda Jane ya esta casada ¿no?

- Mi Jane era la prometida de Anthony Masen, el futuro Conde de Barnes.

- Ella y la mitad de las mujeres que conoció en su vida, realmente era uno de los clientes favoritos de varios joyeros en Londres. Cada una de ellas era dueña de un exquisito anillo con un zafiro – Miro como el rostro de la mujer cambiaba de sonriente a furioso – Oh, creo que Jane también recibió uno de esos. En verdad creías que ella era especial en el corazón de Anthony.

- Dada la descripción tan exacta que has hecho del anillo, he de suponer que tú eres dueña de uno de aquellos.

- Pues supones mal, mi querida Carmen, solo que muchas veces los vi en los dedos de muchachitas incautas.

- Claro, claro, olvidaba que tú eras la amiga preferida del Conde de Barnes, no de su hijo.

- Me apreciaba en la misma medida que a ti te despreciaba.

La mirada de Carmen destilaba odio, mientras que Alice sonreía triunfante, años de experiencia le permitían domar a ese tipo de fieras, sabía lo importante que era no caer en sus juegos ridículos. Observo la sala y decidió sentarse en la silla más cercana a su actual posición. Con suaves y encantadores movimientos, se sentó y miro fijamente a Carmen.

- Lo que no logro entender es que haces aquí Carmen, no deberías estar en Londres tratando de buscar un marido a tú sobrina, ya sabes que los años no pasan en vano y muy pronto dejara de ser una muchachita.

- Jane aún es muy joven, además vine a luchar por lo que me pertenece – Su voz se había hecho más alta a medida que hablaba.

- ¿Barnes? Sabes perfectamente que si Anthony le propuso matrimonio a la pobre de Jane, fue por presiones de parte de su padre y tuyas claro. Por Dios Carmen invítate a una fiesta y encuéntrale un marido, ella es una muchachita hermosa, aunque claro todos saben que tú eres el problema.

- ¿Qué tratas de insinuar?

- ¿Insinuar? No, soy muy clara, muchos hombre estaría encantados de hacer de Jane su mujer, el problema es que tú eres como una piedra atada a su cuello, casarse con ella, es también casarse contigo y nadie en su sano juicio quiere tener algo que ver con una mujer como tú.

- Jane será una condesa, nada ni nadie lo impedirá.

- Pero no de Barnes,

- Eso esta por verse.

Se levanto de su lugar con toda la gracia que su pesado cuerpo le permitía y se marcho dejando a una estupefacta Alice, quien luego de la impresión inicial de aquellas ultimas palabras, formo dos puños con su mano y juro que protegería a Bella y Edward de aquella mujer.

- Ya arruinaste mi felicidad, no arruinaras la de ellos Carmen Sforza, lo juro.

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Entretanto Edward y Bella estaban sumidos en su burbuja de felicidad, después de haber hecho el amor durante horas, ahora estaban abrazados y aferrados el uno fuertemente al otro,  platicando de lo acontecido durante su día.

- Espero que no te moleste que mi tía Alice haya llegado sin avisar antes – Acariciaba su perfecto pecho con su dedo que iba de arriba hacia abajo, dejando una cálida sensación en su marido.

- En lo absoluto, me agrada tú tía – Tomo el dedo de Isabella entre sus manos y se lo llevo a los labios – pero sabes, siempre he tenido una duda ¿por qué es tu tía? Si no me equivoco no tiene relación alguna con tu padre o tu madre.

- Es cierto, nuestra relación no es sanguínea, ni viene por compartir antepasados comunes. Ella es la mejor amiga de mi madre. Siempre ha estado junto a nosotros, además ella quedo viuda demasiado joven, sin tener hijos, pero con una considerable fortuna. Creo que de alguna forma nos transformamos en lo más cercano a su familia y pese a que muchas veces desaparece sin dejar rastro, siempre vuelve a nosotros.

- Ella los ama – Dejo un suave beso es su frente – Sabes cada vez que me veía me decía lo importante que era ser honesto con nuestros sentimientos, que si no hacía algo rápido, te perdería, si estuve a punto de hacerlo, me dijo que tenia que confesar lo que sentía por ti. Aún recuerdo cuando en una fiesta me llevó a uno de los salones anexos y me hizo ver que mi supuesto amor por Rosalie no era más que una estúpida excusa para mantenerte alejada de mí. Incluso me abofeteo, si las palabras no te hacen sentido, tal vez un golpe lo haga muchacho, fueron sus sabias palabras.

- Siempre he creído que ella tiene un sexto sentido o algo así. De alguna manera tiene una capacidad de ver más allá, muchas veces me trato de dar fuerzas para que hablara contigo, ella me aseguro que estábamos destinados y que mientras más pronto lo viéramos, más pronto cumpliríamos nuestro destino y claro así también nos evitaríamos muchos sufrimientos.

- Yo estoy seguro que tiene un don único, por que sin necesidad de palabras, ella sabía lo que sentía. Aunque creo que era y es bastante obvio, el amor que siento por ti – Busco sus labios para atraparlos entre los suyos y besarlos apasionadamente.

- Te amo.

- Yo más.

- ¿Cuánto más? – Volvió a unir sus labios con ferocidad.

- Más, te amo más y me alegra que tú tía este aquí.

-  A mi tía Alice, le importa que la gente que este a su lado sea feliz.

- ¿Eres feliz? – Edward jugueteaba con los dedos de su mujer.

- No – dejo de hacerlo – Soy más que feliz – Beso su pecho – Ni siquiera creo que exista una palabra que pueda definir como me siento.

- Pues tal vez no sean necesarias las palabras.

De un solo movimiento se puso sobre ella y le demostró que muchas veces las palabras estaban demás.

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A la mañana siguiente todos estaban reunidos en el comedor para desayunar, todos a excepción de Carmen, a quien Edward le comentó de manera bastante contundente que no deseaba verla cerca de su mujer y le sugirió que lo mejor que podría hacer por él, era tomar sus alimentos en su habitación. Cosa distinta sucedía con Jane, la cual al no tener culpa del tipo de mujer que era ella, estaba cordialmente invitada a compartir con los demás.

Edward sonrió para sus adentros cuando miro los que estaban en aquella mesa y que no había ni rastros de ella, aunque tampoco de su sobrina. Lo cual era de suponer, la pobre muchacha era demasiado tímida para compartir con tanta gente, menos si apenas los conoce y por supuesto estaba la opción que Carmen no le permitiera estar allí.

Cuando todos estuvieron en sus asientos, hizo una ligera indicación para que comenzaran las muchachas a servir. Le sonrió a su mujer quien estaba sentada a su derecha, aunque le insistió que usara la cabecera del lado opuesto, ella se negó, no deseaba estar separada de él,  además está era un reunión familiar, donde no era necesario respetar la etiqueta al pie de la letra.

El ambiente era realmente perfecto, todos hablaban animadamente de sus planes cercanos,  de ir al pueblo o de lo que harían cuando le temporada de Londres comenzara, Jacob fue el único que no parecía tan alegre con el comienzo de las fiestas, pues era él único de aún estaba en la búsqueda de esposa.

- Juro por Dios que no podre sobrevivir a otro año de desmayos fingidos y muchachitas que se sonrojan con la sola mención de la palabra “rodilla” o “codo”.

- No puedo creer que sufras por eso. Tu como hombre estas en libertad de no querer casarte o darte un año más. Mientras más pasan los años eres más apetecido, en cambio si las mujeres se dan ese lujo se convierten en algo como yo – Se indico a si misma Alice – Una solterona.

- ¿Solterona? – Jacob hizo un ademán en su mano para descartar aquel calificativo – Eres todo menos eso, querida tía, mas bien diría que eres una viuda sumamente alegre con tú estado.

- Por supuesto, estaría loca si no.

- Pues yo no creo que exista un estado más feliz que el matrimonio – Bella sonreía mientras acariciaba la mano de Edward.

- Eso es mi querida niña por que lo has saboreado las mieles de la viudez.

Alice no pudo evitar la fuerte carcajada que escapo después de sus palabras, la cual fue seguida por la de sus sobrinas. Solo Edward y Jacob no compartieron ese momento, se dieron una mirada cómplice y esbozaron pequeñas sonrisas.

- Quiero aprovechar este momento para hacer un anuncio – Bella se quedo mirando fijamente a su marido – Amor mío, como te lo prometí hace unos días, tu y yo, nos iremos  de luna de miel.

- ¿Luna de miel? – Susurro Bella.

- Y acaso ya no estaban en eso o como llamaríamos a lo que han estado haciendo todas las noches ¿practicar? – Rose comento a la ligera, provocando que un nuevo estallido de carcajadas llenara el lugar.

- La practica hace al maestro – Fue la sabia respuesta de Edward – Isabella y yo nos iremos al continente, nuestro primer destino será Francia.

- ¿Francia?

- Oui madame – Fue la respuesta de Edward.

- Suena maravilloso, muchachos. Les hare una lista de los lugares que tienen que visitar, quedaran enamorados que esa ciudad.

- Los Masen tienen una residencia ahí, ya he enviado varias cartas anunciando nuestra llegada. Todo estará listo en una semana ¿te parece bien amor?

- Es perfecto.

Tomo las manos de su mujer y las beso. La comida continúo por unos momentos más, hasta que Edward y Jacob anunciaron que debía tratar algunos asuntos privados. Las mujeres decidieron seguir allí y tomar otra taza de té.

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En la habitación que había sido destinada para ella y Jane, Carmen, quien  había enviado a su sobrina a escuchar lo que los Masen y sus invitados estaban hablando, como era de suponer la pobre muchacha no pudo negarse y se marcho rumbo al comedor. Una vez de regreso, le contaba todo lo que allí había logrado escuchar.

- ¿Con que Francia?

- Eso fue lo que oí, tía.

- Inteligente, sumamente inteligente.

- ¿Qué sucede tía?

- Nada mi pequeña niña – acarició la mano de su sobrina – Solo te diré que finalmente tú vida y la mía cambiara.

- ¿Cómo?

. Prepárate para ser Condesa y no de cualquier lugar.

- ¿Qué? – La mirada de Carmen asustaba a Jane.

- Serás la nueva Condesa de Barnes.



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Parecía que la escena que estaba aconteciendo en la biblioteca se estaba transformando en casi una costumbre para ellos dos, Edward mirando fijamente por la ventana, mientras Jacob se servía una copa de coñac.

- Son las nueve de la mañana, Jacob – Aparto la mirada de la ventana y se sentó frente a su escritorio.

- Gracias por el anuncio.

- No te parece que es muy temprano para beber – Miro la copa que estaba entre sus manos.

- No, además lo que estamos a punto de tratar no se puede hablar sin al menos un poco de alcohol en la sangre.

- Si así lo prefieres, puede embriagarte.

- Pues gracias su Excelencia – Se bebió de golpe en contenido y se sirvió otra más, luego se sentó en el lugar que se estaba haciendo habitual en aquella habitación – Así que Francia ¿no?

- Si

- No había un lugar más lejano para enviarle, por que no vas mejor a El Cairo, Marruecos, América. Mientras más lejos mejor.

- Sabes por que lo hago,  Jacob – Apretó con fuerza los puños sobre el escritorio – No me hagas dudar ahora.

- Esta bien – Levantó los brazos en señal de rendición – Solo quiero hacerte una pregunta – Edward no dijo nada, pero eso no lo detuvo - ¿Estas seguro que esto es lo mejor?

- Si – Su voz sonaba todo, menos segura – es lo mejor que puedo hacer por ella, es lo mejor que puedo darle.

- Entiendes que existe una gran posibilidad que ella te odio por lo que planeas hacer.

- Si – Fue su solitaria respuesta.

- Y aún así piensas seguir adelanto con tú plan.

- Ella es todo lo que me importa en esta vida, si debo sacrificarme lo hare. Aunque una parte de mi espera que lo entienda, que sepa perdonarme si esto llega a mayores.

- Perdón amigo mio, pero estas sacrificando a ambos y lo peor de todo es que Isabella ni siquiera lo sabe.

- Tal vez nunca necesite saberlo. Espero que todo se resuelva muy pronto, solo necesito un poco más de tiempo.

Después de eso pasaron varios minutos antes que alguno hablara, fue Jacob quien rompió el silencio.

- ¿Sabes que la sigo amando?

Luego de aquella pregunta se tomo de un solo trago su bebida, esperando la respuesta de Edward, que tardo en llegar.

- Lo sé, pero idiota o no confió en ti. Sé que eres el único capaz de protegerla, si yo… si llegara a pasar…si…

- Lo haré, lo sabes, pero permíteme un último consejo Edward, estas jugando con fuego, mi maigo y espero que sepas aceptar las consecuencias del hecho que puedas resultar quemado.

- Es lo mismo que yo espero.

- Y de que inevitablemente termines perdiendo a Bella.

- Lo sé.

Fueron las dos palabras más dolorosas de pronunciar, pero era por ella y solo por ella que hacia esto.



Holaaaaaa….aquí un nuevo capítulo!!! Gracias por sus comentarios son lo más…perdón por lo breve, pero ya estoy haciendo el siguiente capitulo….así que espero subirlo pronto!!!
Tambien subire pronto un adelanto de "Sin invitación"


Besos
Lulu XD
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