Sin invitación - Capítulo 3




Capitulo 3



Simplemente lo quede mirando con los ojos muy abiertos, sin entender sus palabras, es decir, al oírlas sonaba como el típico sicópata de una mala película de suspenso, solo faltaba que me aprisionara contra una pared y me obligara a decirle “soy tuya”, así que como no sabía que responderle, decidí hacer algo en lo que soy una verdadera experta, ignorar lo que acaba de decirme.

Al parecer no entendió en lo absoluto mi mensaje, es más me pareció oír que algo me preguntaba, pero como era especialista en hacer oídos sordos cuando no deseaba hablar con nadie, no logre saber con seguridad si realmente me estaba hablando a mi o no.

Decidí cortar por lo sano y fui yo la que hable, esperando ser lo suficientemente clara.

- Vista al frente Masen y ya te dije que no me gusta que me hablen en clases – y fuera de ellas quise agregar.

- Esta bien.

Su voz sonaba como la de un niño regañado, casi hizo que me sintiera mal, solo casi, pero logre reponerme rápidamente y seguí tomando atención, o al menos intentarlo, y digo que trate por qué mi compañero de laboratorio no dejaba de hacer saltar su pierna izquierda.

Me repetí a mi misma como un mantra que debía ser paciente, que no debía usar el bisturí, que estaba sobre la mesa, en su contra, que aquel instrumento era para diseccionar una rana, no para usarlo contra mi nuevo compañero, sin importar cuanto se lo mereciera.

Di un suspiro sonoro y volví a tratar de concentrarme, cuando finalmente lo logre, el timbre que anunciaba la salida resonó por todo el lugar, haciendo que todos salieran disparados en dirección a la salida. Iba a seguir el ejemplo de mis compañeros, cuando sentí una mano en mi brazo, me di vuelta de inmediato para encarar al que me estaba deteniendo y vi que era Masen, aún no lograba recordar su nombre.

- Nos vamos ya.

- ¿Qué?

- Dije si nos vamos ya – Repitió cada palabra con exagerada  lentitud.

- Se puede saber por qué supones que nos iremos juntos.

Me miro con confusión por unos instantes e incluso se rascó la cabeza como si tratara de resolver un misterio.

- Acaso no eres tú mi anfitriona.

- Si, pero que tiene que ver con que salgamos juntos. El día de escuela termino o es que acaso también se supone que debo enseñarte las calles y como se debe atravesar en las esquinas.

- No, pero pensé que…

- Bueno, evita agotarte y recuerda que el verde es para seguir y el rojo para parar. No te preocupes por el amarillo, casi ningún semáforo lo tiene entre sus colores.

Sin esperar nada más tome mis cosas y me fui dejándolo en el aula vacía. Aunque estuve tentada de voltearme para ver la expresión de su rostro, me contuve y seguí con mi camino.



Llegue a los estacionamientos casi vacíos de la escuela todavía con una sonrisa de satisfacción bailando en mi rostro, pero como era de esperar mi felicidad apenas duro unos minutos  al notar que el coche de mi hermana no estaba en ningún lado. Rayos, acaso se había ido sin esperarme, mire mi reloj para comprobar mi teoría,  solo me retrase unos minutos. Bufe frustrada, al parecer nunca tenia el tiempo suficiente para poder disfrutar una victoria, ni siquiera alcance a hacer mi súper baile.

Me di ánimos para emprender el camino hasta mi casa o al menos hasta el pueblo, pero el sonido de una bocina me hizo detenerme.

- ¿Piensas seguir mucho tiempo ahí parada?

No respondí, en cambio abrí la puerta del auto y me subí rápidamente.

- ¿Dónde estabas?

- Solo me atraso unos minutos y desapareces.

- Me dijiste que te esperara fuera de la escuela. Realmente la edad te está afectando, Bells.

- No es gracioso Jane.

- Si…si – Movió su mano como quitándole importancia - ¿Cómo fue tú día?

Le di una corta respuesta, como se supondría yo debí preguntarle lo mismo, pero no fue en lo absoluto necesario, por que comenzó a hablar de inmediato, apenas yo deje de hablar, de todos los pormenores de su primer día, me hablo de quienes terminaron este verano, quienes ahora eran novios, de quienes habían vivido un romance, realmente era un noticia sin importancia tras otra y eso que hice mi mayor esfuerzo por escucharla y tratar de que aquello me importara, claramente no lo conseguí pues, casi saltó del auto cuando vi que habíamos llegado a casa.

Entre con rapidez en ella y me dirigí a mi habitación, ni siquiera hice el intento de buscar a mi madre, hace años deje de hacerlo, sabía perfectamente que no le interesaba que sucedía con mi vida, así que mejor me evitaba pasar un mal rato.



Lancé mi bolso sobre mi cama y me fui hasta mi mecedora, era uno de los más valiosos recuerdos de mi abuela, estar sentada ahí me hacia sentirla más cerca y de alguna forma me daba la calma que no podía encontrar en ningún otra cosa o persona en esta casa.

Mire fijamente el exterior preguntándome por que yo, entre todos los estudiantes de la escuela, resulte ser la anfitriona de Masen, si tenía excelentes calificaciones y mi expediente era impecable, pero era claro para todos que yo no tenía la más mínima capacidad de interactuar con alguien, ni muchos menos hacer sentir a otro ser humano cómodo. Pobre Masen.

Cuando sentí como si miles de hormigas bailaban en mis piernas, caí en la cuenta que llevaba demasiado tiempo sentada y en la misma posición, por lo que decidí que lo mejor era levantarme de allí e ir hasta la cocina, realmente necesitaba comer algo, estaba hambrienta, pues en el almuerzo apenas y probé bocado.

Esperaba que Sue hubiera hecho algo delicioso y no esos extraños platos que mi madre la obligaba a hacer, hablando de ella recordé que no la había visto en todo el día, no sabía si estaba en casa o no, solo sabía que mi padre había llegado hace unos minutos, lo vi estacionar su auto desde mi ventana.

No alcance siquiera a llegar a las escaleras cuando oí las voces de mis padres y otra que no pude reconocer, al parecer tendríamos invitados, me asome solo un poco para ver quien era y por un instante estuve casi segura que estaba soñando, por que realmente esto no podía ser posible, Masen estaba en el piso de abajo junto a una mujer.

 Acaso no era suficiente que fuera mi compañero de clases y que yo fuera algo así como su “anfitriona”, ahora resulta que era un invitado, tenía la certeza que si cerraba mis ojos aparecería a mi lado, era algo peor que una plaga.

 Me queda quede escondida en el segundo piso y pude escuchar la voz de mi madre.

- Ella es mi hermosa Jane y aquella pequeñita es la dulce Tanya, mis adoradas hijas.

Bufe mentalmente por la presentación, pero era obvio, pues literalmente mis hermanas eran las adoradas hijas de mi madre, yo en cambio era una pesada carga que el buen Dios había decidido darle, ella se encargó muchas veces de dejarlo absolutamente claro.

- Querida, falta Isabella.

Fue mi padre quien noto mi ausencia, aunque aquello era de suponer, él era el alma noble de los Cullen, él perfecto y buen padre de familia,  el encargado de ayudar a las pobres almas débiles del mundo, eso basándose en que yo fuera débil y que necesitara su ayuda.

- Oh, claro cariño – La voz de mi madre sonaba arrepentida, pero sabía que este no era el caso – Me refería que son mis hijas presentes, Isabella ya debe estar por venir.

- Si quieres voy por ella a su cuarto, mamá – Esa era la infantil voz de Tanya, era obvio que supiera donde estaba, pues me había visto llegar.

Así que antes de que mi madre comenzara a gritar o decidiera arrastrarme por las escaleras para que apareciera, decidí yo misma hacer acto de presencia.

- Buenas tardes – Mire a mi familia reunida, eran el retrato perfecto de la familia americana.

- Ahí estas – Pensé en responderle que aunque quisiera aún no desaparecía de sus vidas, incluso cuando era obvio que no encajaba en su cuadro perfecto.

- Estaba terminando mis deberes.

- Primer día y ya tienes deberes – Como siempre la mirada inquisidora de mi madre se posaba sobre mí y como siempre no creía en lo absoluto en mis palabras.

- Realmente fue un día absolutamente agotador para ser el primero – Perfecto ahora él, me estaba defendiendo. Cuando lo mira note que sus ojos verdes estaban clavados en mi, al igual que los de la mujer que estaba a su lado, eran sumamente parecidos, así que supuse que era su madre.

- Que jovencita más encantadora – La mujer se acercó a mí con la clara intención de abrazarme, ese era exactamente el contacto que menos me gustaba – La última vez que te vi, usabas pañales.

Así que me conoció de bebé, lo que me hacía suponer que conocía toda la historia de mi familiar, encantador ahora me tendría lastima y lo peor es que Masen también lo sabría.

- Tienen unas hijas preciosas Renee, Carlisle. Realmente encantadoras.

- Muchas gracias Esme, son nuestro orgullo.

Evite reírme por aquellas palabras, orgullo era una palabra que jamás usaría mi madre para referirse a mí, sin importar lo que hiciera, nunca estaba a la altura de lo que ella esperaba de mí. Lo bueno era que después de mucho intentarlo, simplemente me rendí y me transforme en una completa decepción, al menos eso si lo hacia del todo bien, ser un desastre como hija.

Mi padre, me dirigió una mirada, como si hubiese podido leer mis pensamientos, por un instante pude ver una sonrisa de ¿complicidad?, pero de inmediato supe que era mi imaginación, entre Carlisle Cullen y yo no existía nada como eso, solo un apellido en común y el ADN.

La dulce voz de Esme, creo que así la llamo mi madre me sacó de mis pensamientos.

- Que tonta he sido, no les he presentado a mi sobrino Edward.

- ¿Edward? Es el hijo de Lizzie no es así – Esme asintió brevemente.

- Eres muy parecido a ella y a tu padre, diría que eres la mezcla perfecta de ellos.

- ¿Usted los conoció?

- Claro, estudiamos con ellos y fuimos muy buenos amigos, lamentamos muchos su accidente.

Edward, finalmente logré recordar su nombre, era el hijo de aquellos amigos de mis padres que habían muerto hace unos meses en aquella tragedia aérea, una porción de mi se sintió muy mal por él, yo sabía lo que era perder a alguien amado y él parecía amar a sus padres, aquello fue obvio cuando sus ojos brillaron al preguntarle a mi padre si los había conocido.

- La cena esta lista – La voz de mi madre nos indico que ya todo podíamos pasar a comer.



Apenas probé bocado, toda el hambre que tenía se había esfumado al escuchar un poco más la historia de Edgard, no de Edward. Sus padres habían muerto y había quedado bajo la custodia de su tía materna Esme, habían decidido mudarse desde Los Ángeles a Forks, demasiados recuerdos habían en aquella ciudad, por lo que lo mejor era empezar de cero.

Aunque honestamente no entendía del todo su decisión, era ir del cielo a la tierra, pero sin necesidad de preguntar Esme me dio la respuesta, ella había crecido en Forks junto a su hermana, por lo que le parecía un lugar ideal para comenzar de nuevo, no sabía con certeza si su sobrino pensaba lo mismo y no pensaba preguntárselo ni ahora ni nunca.

- Edward me comentó, que serás su….como fue que la llamaste…

- Anfitriona.

- Si, anfitriona en la escuela, eso es sumamente dulce de tú parte Isabella – Por supuesto “dulce” es mi segundo nombre.

- Así es.

- ¿Anfitriona? Nunca había escuchado algo como eso – Jane me miro interrogante, solo moví mis hombros tratando de decirle que yo estaba casi tan sorprendida como ella.

- ¿Y que es lo que harán? Por qué permíteme decirte Edward q              ue Jane es mucho más indicada que Isabella, para ser tú anfitriona – Creo que esta fecha debería ser marcada en el calendario, por primera vez en la vida mi madre y yo estábamos de acuerdo.

- Pues Isabella, me parece perfecta – Nuevamente me estaba defendiendo….tranquilo muchacho, llevo muchos más años de practica que tú.

- El director me lo ha pedido como un favor, pero Jane puede ayudarme si lo desea – Quise agregar por favor sálvame, pero solo me miró y sonrió.

- Tengo el presentimiento que lo harás muy bien Bells, muy bien.



Una hora después nos estábamos despidiendo de nuestros invitados, Esme estaba muy agradecida de tener amigos en el pueblo y les prometió a mis padres que la próxima vez comeríamos en su casa, se despidió de todos nosotros con un beso en la mejilla, trate de escabullirme antes, pero no lo logre, le sonreía cuando me repitió que era encantadora, mientras su sobrino esperaba a unos pasos de ella, cuando finalmente me dejó, Edward tomo su lugar y beso mi mejilla.

- Nos vemos mañana, si no te molesta vendré por ti, Bella.

- ¿Bella? Mi nombre es….

- Adiós.

No pude decir nada más, se marcho dejándola con ganas de decir algo más y peor aún con una estúpida sonrisa después de que él la llamara….Bella.



Un nuevo capitulo!!! Gracias por sus comentarios!!!

Que tengan una linda semana

Lulu XD



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