Sin Invitación - Capitulo 20


 

Capitulo 20

Volando entre tus brazos

 

Edward tomo mi mano dulcemente y comenzó el mismo a guiarme a mi habitación, esta noche ya no dormiríamos como aquellos adolescentes de antaño en Forks, sino que finalmente llegaríamos a conectarnos en la más profunda de las uniones donde el cuerpo y el alma se vuelven una. Era tan cierto que lo que alguna vez leí y que en aquel entonces encontré tan cursi,  para desnudar tu cuerpo, primero que tienes que desnudar tu alma frente a la persona que amas y eso era lo que ambos acabábamos de hacer y lo que seguiríamos haciendo.

No alcanzamos a llegar a mi puerta cuando mis labios fueron atacados por los suyos, atrás quedaron sus besos dulces y tiernos, estos eran exigentes y llenos de grandes promesas. Parecíamos adictos, el uno del otro, no logrando obtener lo suficiente con la unión de nuestros labios,  mientras su lengua hacía su propia danza con la mía y sus manos recorrían mi cuerpo con avaricia.

- Eres adictiva Isabella, no creo que algún día pueda dejar de besarte.

- Si no lo haces, creo que nunca llegaremos a mi habitación - Levanto su cabeza que hasta ese momento viajaba por mi cuello dejando pequeños besos.

- Pues veré lo que puedo hacer – Me cargo estilo novia y casi corrió el pequeño trecho que nos quedaba para llegar a mi habitación y más específicamente a mi cama.

Me dejo en medio de mi cuarto y me observo durante unos segundos sin decir palabra, parecía como si quisiera memorizarme, pues sus ojos fueron de arriba abajo. Luego me tomo por la cintura para acercarme a él.

- Me encantaría que este lugar estuviera lleno de velas.

- Acaso eres pirómano o tienes una extraña fijación con el fuego – Beso la punta de mi nariz

- Y ahí está mi romántica Isabella.

- No necesito velas o un camino de pétalo de rosas para saber que esta noche es especial.



Al parecer lo deje sin palabras, pero su mirada era suficiente para saber que lo estaba sintiendo, pude ver todo el amor que sentía por mí, pero también todo el deseo que sentía en ese momento y que oscurecía sus ojos siempre tan claros.

Tome su mano y esta vez fui yo quien lo guio hasta la cama, me acosté lentamente en ella, llevándolo conmigo, Edward solo sonreía y se dejaba llevar por mí. Muy lentamente comencé a desabotonar su camisa, la que una vez lista lance a algún lugar, quede unos momentos sin habla al contemplar su fuerte pecho y sus brazos, no eran los más musculosos del mundo, pero sabía que me protegerían para siempre.

- Eres tan hermosa, todavía no puedo creer que estés aquí conmigo.

Hice lo único que se me ocurrió en ese momento para que viera cuan real era, pellizque su brazo.

- Ey ¿y eso por qué?

- Para que veas cuan real es todo esto.

- Y no podías hacer algo distinto para demostrármelo.

- ¿Alguna idea?

- Si, podía haber tocado otras partes.

Tomo una de mis manos y la guio al lugar exacto donde deseaba ser tocado.

- Ese toque lo hacer muy real, Bella, muy real.

Yo seguí su ejemplo y lleve una de sus manos a uno de mis pechos para que terminara de convencerse de lo real que era esto, sin necesidad de causarle dolor nuevamente.

- No sabes cuantos años llevo soñando con esto – Le dio un suave toque a unos de mis pezones ya erectos producto de la excitación que estaba comenzando a sentir.

Lentamente sus manos comenzaron a subir por mi cuerpo hasta que se adentraron en mi blusa. Me levante unos centímetros y lo ayude a quitármela, para que ir poco a poco apartando las barreras que nos separaban. No pude evitar notar el ligero temblor de sus manos al llegar a mi sujetador, mi respiración era cada vez más entrecortada y creo que cuando sus labios tocaron la porción de mis pechos que no estaba cubierta, deje de respirar por unos segundos,

Continuo besando mi piel desnuda hasta llegar a mi ombligo donde sentí su lengua y luego el aire escapando como un soplido de entre sus labios me hizo estremecer de la cabeza a los pies. Luego sus manos repitieron su camino de labios subiendo por mis costados de tal manera que me hacia sentir venerada con cada uno de sus toques.

- Simplemente superas todas mis expectativas – Me beso profundamente – Estar aquí  a tu lado debe ser lo mas cercano al paraíso que alguien puede estar.

No sé realmente muy bien como lo hizo, pero de un momento a otro mi brassier fue lanzado lejos de mí. Solo di un pequeño agradecimiento al genio que pensó en los broches delanteros, estaba segura que debe haber sido un hombre.

Sus manos esta vez se fueron a mis pecho completamente expuestos para el, sus labios y sus manos hicieron grandes maravillas en ellos, tanto que estaba casi perdiendo el sentido y de mi boca solo escapaban gemidos y el nombre de Edward de manera entrecortada.

- Esto es injusto – Sus ojos se fueron directamente a los míos y me miraron con tal intensidad que nuevamente olvide como respirar.

- El que amor – Por un momento me costó recordar que iba a decir, todo gracias a escucharlo llamarme amor.

- Que yo no puedo tocarte como lo haces tú – Para demostrar mi punto pase mis uñas, suavemente, por su espalda y me deleite al oírlo gemir.

- Esta bien, pero  – Otro beso apasionado en los labios –  con una condición.

- ¿Condición?

- Si, te quiero completamente desnuda – Sus labios esta vez en mi cuello, se detuvieron unos segundos en una porción de mi piel, era casi seguro que mañana tendría una pequeña marca –  ahora – Su voz sonaba exigente.

Agradecí estar usando unas simples sandalias que me quite rápidamente, para luego seguir con mi pantalón y mis braguitas. En cada movimiento hasta mi completa desnudes los ojos de Edward nunca dejaron de observarme.

- Ahora es tu turno.

No  necesito mayores explicaciones. Se levantó y con una rapidez que debe ser digna de un record mundial se quitó el resto de sus ropas y finalmente ambos quedamos en igualdad.

Esta vez subió a la cama desde los pies, tomando una de mis piernas entre sus manos y comenzó a acariciarla lentamente, dejando suaves tocos a medida que subía hasta llegar a mis muslos donde dejo varios besos repartidos, cuando pensé que finalmente llegaría al lugar donde más necesitaba en ese momento ser mimado. Tomo mi otra pierna y repitió sus acciones, hasta que finalmente sentí su boca donde más lo anhelaba.

Su lengua comenzó a tocar todos los lugares que dispararon mi placer. Mis manos automáticamente se fueron a su cabello, como si tratara de guiarlo, lo cual no tenía sentido alguno, pues Edward sabía exactamente lo que hacía.

- Ed…Edward…Oh Dios mío, te necesito…ahora – Levanto su cabeza.

- Y me tienes.

- Necesito mirarte cuando esté llegando, lo necesito, para saber si es real – Sentí como sus dientes mordían suavemente mis muslos.

- Para que sientas que es real – Se levantó hasta quedar sobre mí.

- Te amo.

- Te amo.

Lo sentí posicionarse en mi entrada y de un solo toque me lleno por completa, éramos piezas perfectas de un rompecabezas y sabía ahora sin lugar a dudas que estábamos hechos el uno para el otro.

Nuestros ojos nunca abandonaron los del otro y finalmente entendí por qué eran las ventanas del alma, parecía que podía ver a través de los verde esmeraldas de Edward, tanto como estaba segura el veía en los míos.

Continuamos nuestros movimientos que parecían tan sincronizados, cada vez lo sentía ir más profundo en mí, hasta que mis paredes comenzaron a estrecharse más a su alrededor, sus labios capturaron los míos en un beso de fuego y cuando finalmente nos separamos, el grito que se estaba formando en lo más profundo de mi garganta escapo.

- Edward.

Estaba seguro que todos los vecinos a mi alrededor pudieron escucharme, pero no podía importarme menos. A los pocos segundos de mi grito, otro le siguió, esta vez con mi nombre en él.

- Bella.

Se derrumbó sobre mí, solo unos segundos, hasta que sentí como me tomaba de la cintura y nos volteaba a ambos dejando recostado en su pecho.

- Te amo y prometo que nunca volver a separarme de ti.

Sello su promesa con un beso y cerré mis ojos confiada en que cumpliría su promesa.

.

.

.

El ruido del timbre me despertó, pero apenas podía moverme y no solo tenía que ver con la acción de la noche pasada y la madrugada, sino que dos  brazos se aferraban con fuerza a mi cintura y apenas me permitían moverme.

- Buenos días – Sentí sus labios muy cerca de mi oído.

- Buenos días.

Me di vuelta entre sus brazos y quede frente a él, lo bese en los labios y comencé a levantarme.

- ¿Qué haces?

- Acaso no es obvio – En cierta forma lo era,  se estaba poniendo de pie al igual que yo, el problema era que no entendía el por qué, razón por la que decidí preguntarle.

- Si lo fuese no hubiese hecho la pregunta, pero mejor la cambio ¿Por qué te estas levantando?

- Por que acaban de tocar la puerta de mi novia y apenas son las siete de la mañana.

- ¿Novia? – Mi mente sabía que había dicho algo más, pero no pude procesarlo una vez dicha aquella palabra.

- Si, novia – Se acercó a mí y me tomo por los hombros – Tu, eres mi novia.

- Creo que me perdí en alguna parte.

- ¿Te perdiste?

- Si, en la parte en que tú me preguntabas y yo aceptaba.

- Esos son solo tecnicismos – Aunque trato de sonar gracioso, pude notar una deje de nerviosismo en sus palabras – Además la última vez que pensé pedírtelo te marchaste.

- Edward – Mi voz sonó como un lamento, por lo que me acerque a él y acaricie su mejilla – No voy a ir a ninguna parte.

- Lo sé, pero todavía me parece un milagro que estés junto a mí – Me aferre con fuerza a él y luego levante mi rostro para unir nuestros labios - ¿Así que?

- Soy tu novia Masen.

-Soy tu novio Cullen, Swan y como buen novio iré a ver quién toca.

Lo deje ir, no sin antes darme un pequeño beso en los labios y entregarle su bóxer, no estaba entre mis planes que fuera desnudo a abrir la puerta, hay ciertas cosas que me negaba a compartir. Mientras salía de la habitación fui en busca de mi bata con la intención de seguirlo. Una vez lista, me quede unos segundos en el pasillo para saber quién era la persona que había tocado.

- ¿Dónde está Marie? – Sin necesidad de que terminara la frase supe quién era.

- Y tú quién demonios eres – Podía apostar que el rostro de Edward no estaba muy feliz en ese momento.

- No es de tu incumbencia saber quién soy. Solo necesito saber de Marie.

- Acabas de tocar la puerta de mi novia a una hora bastante inadecuada, creo que merezco saber quién rayos eres.

- Así que eres el novio de Marie, pues yo soy su ex novio.

- ¿Ex novio?

Algo me dijo que ese era un buen momento para intervenir.

- Buenos días.

Ambos se dieron vuelta y me quedaron mirando como si acabase de entrar un alienígena  a la sala.

- Pequeña ¿Cómo estás? – Se acercó a mí y me dio un fuerte abrazo, mis ojos se encontraron con los de Edward que ardían de celos y su boca era una línea.

- Muy bien John, no sabía que estabas en la ciudad – Trate de separarme de su abrazo y en ese momento desee que mi bata fuera hasta los tobillos y con broches hasta el cuello. Y no el modelo corto y bastante provocador que había decidido usar esa mañana.

- Llegue ayer y fui por ti al museo, pero me dijeron que no estabas. Pensé que estabas enferma, tu sueles madrugar cuando una exposición está por inaugurarse, en especial esta que es tan especial para ti – Me dio una rápida mirada – pero veo que me equivoque te ves bastante bien.

- Ella está perfectamente bien – En algún momento Edward llego a mi lado y  aferro con fuerza mi cintura.

- John permíteme que te presente a Edward Masen – extendió su mano.

- John Green – Mi novio respondió el saludo, pero no por eso calmo la tensión que podía sentirse – Así que tú eres el famoso Edward, por un momento pensé que eras una invención que Marie creo para suspender nuestros planes de boda.

- ¿Boda?

- Si estuvimos dos años comprometidos, pero – Me miró fijamente un segundo – Yo no era Edward Masen.

- Al menos ahora sabes que soy real – Sentí como el agarre de Edward se aflojaba un poco.

- Si, puedo verlo.

- ¿Quieres algo para tomar?

- No pequeña, de hecho traía algo para desayunar.

Recién en ese momento repare en la bolsa que tenía en su mano enguantada.

- Podemos compartirlo.

- Ya tienes alguien con quien hacerlo – Me entrego la bolsa y beso mi frente, todas esas acciones las hizo con Edward a mi lado – Son tus favoritos.

- Gracias.

- Nos vemos – Salió del apartamento, no sin antes darme una última sonrisa.

Edward llamo mi atención poniéndose delante de mí y abrazando con fuerza.

- Así que fuiste una mujer comprometida.

- Si, John fui mi novio durante cuatro años, pero no era mi Edward.

- No, solo era una mala copia del original.

Sentimos nuevamente el timbre, al parecer hoy día todos habían decidido hacerme una visita matinal.

- Acaso olvido entregarte el azúcar, pequeño – Lo último lo dijo en tono de burla.

- No seas malvado y déjame ver quien toca – Iba a hacerlo, pero me detuvo.

- Llevas muy poca ropa.

- Tú solo estas con ropa interior – Le di una mirada que me recordó bastante vívidamente lo que compartimos hace unas horas.

- Si, pero nadie me va a comer con los ojos como a ti.

- Realmente no te ves claramente a ti mismo.

Iba a decirme algo más, pero el timbre volvió a sonar, por lo que no siguió hablando y en cambio se acercó a la puerta y la abrió. Vi por sobre su hombro y quede sorprendida de ver quien era.

- ¿Jane? – Note que miraba a Edward para luego clavar sus ojos en mí.

-Bells – Casi paso sobre él y corrió a abrazarme – Bells.

- Jane cariño que sucede.

- Oh Bells, necesito tu ayuda…..necesito la ayuda de ambos.

No le pregunte más, la abrace con fuerza demostrándole que no importara lo que necesitaba, esta vez estaría ahí para ella.

 
Como notaran (o tal vez no) esta historia está llegando a su fin, no se todavía cuántos capítulos le quedan, pero no son muchos!! Solo necesito encontrar la mejor manera de hacer pagas a Renee….alguna sugerencia?? jajajjajajajaj


Besitos y que tengan una maravillosa semana

Lulu XD
 

 

 

 

 
>