Todo en Familia - Capitulo 8



Capitulo 8

La única en mi vida


Edward agradeció estar sentar sentado, pues de otra manera luego de la que acababa de oír de los labios de Bella hubiese terminado en el suelo, trato de decir algo, pero simplemente no pudo, comenzó a parpadear como si acabara de ver la luz después de años de oscuridad, tal vez era un mecanismo para lograr que su cerebro reaccionara. Se obligo a si mismo a recordar respirar, realmente ahogarse en un momento como ese no era una opción, luego trato de recuperar el habla que al parecer había decidido abandonarlo justo en aquel momento, se recordó a si mismo que él sabia hablar y solo eso, sino que llevaba años haciéndolo. La parte de su cabeza que aun parecía funcionar considerada que debía decir algo, pero simplemente no podía.

 
- Edward – Agradeció que al menos seguía escuchando, ya que varias otras funciones se encontraban perdidas – Perdón no…yo…lo siento…no – Sin saber muy bien como lo hizo logro ponerse de pie y se acercó a ella, la rodeo con sus brazos y una calidez le recorrió el cuerpo, pese a la tela que los separaba podía sentirla completamente.
- Nunca vuelvas a decir “lo siento” cuando pidas algo y yo sea un completo idiota que no puede darte una respuesta rápida. Quiero que entiendas que prometí hacerte feliz,  bajaría las estrellas con mis manos si con eso puede verte sonreír.
- Pero…parecías...yo…- Estuvo tentado a reír cuando notó lo difícil que le resultaba expresarse, pero no lo hizo por que hace unos segundos él no estaba mucho mejor.
- Debo reconocer que tú petición me tomo un poco desprevenido – Le dio un corto, pero apasionado beso en los labios – Aunque debería estar acostumbrado ¿no?
- ¿Qué?
- La última petición que hiciste nos trajo aquí – El entendimiento se plasmo en los rasgos de Bella.
- Yo…- Bajo la mirada.
- Pequeña – La tomo de la barbilla para que levantara su rostro – Que me sorprendas no significa que me moleste, es más debería agradecértelo a diario – Isabella se abrazó con más fuerza a su cuerpo, descansando su cabeza en su pecho y sintiendo a través de la camisa los latidos de su corazón.
- Estas agitado – Bella estaba preocupado -¿Te sientes bien?
- Mejor que nunca – Sus labios jugueteaban con sus cabellos, llenando sus sentidos con su aroma tan particular – Mejor que siempre – Dio un ligerísimos respingo cuando sintió la tímida mano de su esposa recorriendo su pecho. Inclino un poco su cabeza para verla, de inmediato resaltaron sus mejillas sonrosadas y con el silencio que había en la habitación casi podía oír el sonido de su corazón latiendo con fuerza. Deseaba a Bella, aquello era un hecho obvio y si sus caricias seguían aquel camino, pronto lo sería también para ella.

Su cuerpo y una parte bastante mayoritaria de su mente le decía, mas bien le gritaba que la tomara, que la hiciera suya. Sin embargo todavía existía una parte pequeñísima que lo hacia cuestionarse, quiso golpearse por el debate interior y su maldito sentido de caballerosidad, pero con el tiempo había descubierto lo importante que era para una mujer su primera vez, no quería que Bella, su Bella se sintiera presionada o solo lo estuviera haciendo por deber, aquella idea lo molesto mas de lo que estaba dispuesto a confesar.

No supo realmente cuanto tiempo estuvo en sus cavilaciones, solo reacciono cuando notó que las caricias se habían detenido y el calor que inundaba su cuerpo había desaparecido. Alzo la mirada y vio a Bella a unos pasos de distancia abrazándose a si misma, su cabeza gacha y sus hombros caídos. Tardo solo unos segundos en darse  cuenta de lo ocurrido y si no quisiera abrazarla de manera inmediata, se golpearía a si mismo por estúpido que estaba siendo.

- Pequeña – Puso sus brazos en su cintura y la atrajo hacía si – pequeña mía – No la dejo hablar, en cambio lleno su rostro de besos hasta alcanzar sus labios capturándolos con los suyos para unirlos lentamente, explorando su boca, llenándose de su sabor y aroma. Hizo más fuerte su agarre y continúo besándola hasta que la oyó gemir.

Cuando se separaron las respiraciones de ambos eran erráticas y las mejillas de Bella estaban coloreadas de un rojo intenso, las acarició suavemente con sus nudillos, su piel al tacto era tan suave y tersa. Tomo su mano y camino con ella hasta su cama, sus ojos color chocolate se abrieron por la sorpresa, pero eso no le impidió el dejarse guiar. Al llegar Edward se sentó y se llevo a Bella con él para dejara sentada en su regazo, antes de hablar le dio un suave beso en los labios.

- ¿Estas segura que lo deseas? – Tomo un mechón de su cabello y empezó a juguetear con él. Noto como el pecho de Bella subía y bajaba, mientras aguardaba su respuesta con expectación, aunque no quería reconocerlo una parte de él temía que ella respondiera de forma negativa.
- Si – Su voz fue apenas un débil murmullo.
- Bella – Dejo de jugar con su cabello y tomo su mano que estaba en su regazo, se la llevó hasta sus labios y la beso – Lo único que deseo en esta vida es darte todo lo que quieras – con sus labios toco el punto donde le latía el pulso – o desees, pero jamás me perdonaría que te sintieras presionada. 
- ¿Presionada? – Busco la mirada de Edward que parecía perdida en algún punto lejano.
- Si, o tal vez obligada, sé que la sociedad le señala a las mujeres casadas que deben total obediencia a su marido y que deben cumplir tanto en la casa como en la c...- Isabella puso un dedo en sus labios parando un discurso que conocía de memoria,  ya su madre se lo había repetido hasta el cansancio, en especial los días antes de su boda.
- Edward lo único que se es que no existe otro hombre con él que yo desee estar, pero si tú – Lo miro fijamente y luego sacudió la cabeza – que tonta he sido tú amas a…- Esta vez fue su turno de no dejarla hablar.
- Te deseo, no tienes una idea de cuanto tiempo lo he hecho, pero quiero que todo sea perfecto, pequeña.
- No existe nada más perfecto que estar junto a ti, Edward – Se aferro con mas fuerza a su pecho.
- Permíteme entonces hacerlo más perfecto aún – Beso la punta de su nariz.
- ¿Cómo? – Antes de darle una respuesta la beso.
- Mañana
-¿Mañana? – Bella lo miró sin entender a que se refería.
- Si pequeña mía…mañana tú y yo….mañana.
-¿Mañana? – Al parecer era la única palabra que podía decir.
- Creeme cuando te digo que estas serán las horas más largas de toda mi vida – Acarició suavemente su mejilla con los nudillos.


Se levanto de la cama con ella en sus brazos, Bella rodeó su cuello para afianzar su unión. Sin soltarla Edward quito la ropa de cama de uno de los lados para dejarla cuidadosamente ahí, una vez cumplido su cometido se alejo unos pasos y suspiro tratando de dejar sin aire sus pulmones, casi de inmediato su esposa se irguió y se le quedo mirando hasta que finalmente hablo.
- ¿Te vas? – Edward la miro con una sonrisa en los labios.
- Ni aunque mi vida dependiera de ello – Se acerco hasta ella y beso su frente – Necesito…- calló unos instantes – unos momentos, no tardo pequeña.

Ni Isabella, ni Edward podían disimular su ansiedad al día siguiente, luego de pasar la noche en los brazos del otro, las promesas silenciosas que traía este nuevo amanecer los tenia a ambos en su propio cielo.

Despertaron temprano y cada uno comenzó con sus rutinas matinales. Edward se excuso con su esposa diciéndole que no podría desayunar con ella y que tal vez tampoco comería juntos, como siempre Bella con una sonrisa le pidió que no se preocupara pues estaban Rosalie y Jacob para hacerle compañía. Fue en ese momento donde él cayó en cuenta que no estaban solos, que tenían invitados, algunos más bienvenidos que otros, hizo una nota mental para hacer ciertos arreglos estratégicos para la noche.

Antes de partir le dio un apasionado beso, cuando estaba ya listo para marcharse sintió la pequeña mano de ella en su brazo, por lo cual se detuvo en espera de entender por lo hacia.
- Edward – Sus ojos color chocolate lo observaban expectantes - ¿Hoy es…mañana?
- Si mi pequeña…hoy es mañana – Volvió a besarla y esta vez si se marcho.


Isabella entro al comedor con una sonrisa tatuada en los labios, no podía creer que finalmente su sueño estuviera por cumplirse…finalmente sería la mujer de Edward. Dio una vuelta en redondo y suspiro audiblemente.
- Parece que alguien despertó feliz – La voz de su hermana la hizo volver de golpe a la realidad y no solo a la de aquel momentos, sino a la que se refería a los motivos de su boda y la razón de por qué Rose estaba ahí en ese momento, toda la felicidad que había sentido hace unos momentos se borro de inmediato - ¿Qué te sucede Bella? Hace unos segundos sonreías y ahora estas triste.
- Estoy bien…yo solo…me permití soñar unos momentos, pero los sueños son solo eso...sueños – Miro con melancolía su dedo anular donde descansaba su anillo.
- Bella los sueños se hacen realidad, creía que ya lo sabias – Rosalie se acercó hasta su hermana y la abrazo – No dejes nunca de soñar…nunca.
- ¿Incluso si alguien puede resultar herido?
- Te aseguro que nadie saldrá herido – Acarició maternalmente sus cabellos.
- Yo creo que si Rose y nunca podría herir a esa persona.
- Isabella Marie Swan – La dejo frente a ella – escúchame bien por que no volveré a repetir esto…cumple tus sueños, si ya llegaste hasta aquí para cumplir uno no te frenes por nadie…por nadie. Te quiero ¿entiendes? Y no voy a sufrir.
- Pero….tú como…pero…
- Hay veces en la vida que uno hace elecciones hermana, buenas o malas, pero tu las hiciste y tienes que aprender a vivir con los resultados…hace años hice la mía y ahora es tu turno – Se alejo rumbo a la puerta, pero antes de irse volteó a verla – Dile que lo amas y usa el regalo que te deje en tu habitación.


Isabella se quedo en el medio del comedor mirando el espacio vació que había dejado su hermana y tratando de entender sus palabras, acaso Rose ya no amaba a Edward, necesitaba saberlo y la única que podría decírselo era ella, decidió ir en su búsqueda, pero antes de poder dar un paso fuera apareció un sonriente Jacob dispuesto a desayunar, como buena anfitriona decidió acompañarlo y de paso comer algo, tal vez podría ordenar así su mente.

Tal como Edward se lo digo en la mañana no pudo acompañarla a la hora de la comida, pero aun cuando no le gustaba dejarla sola tanto tiempo su tardanza tenía una razón de ser, preparar todo para aquella noche, tal como se lo había prometido quería que fuera perfecta. 

Apenas entro a la casa quiso ir en busca de Bella, le traía un obsequio y quería ver  su rostro cuando lo abriera, pero luego de recorrer los lugares donde suponía estaría no pudo encontrarla, estaba por preguntarle a alguna de las muchachas de la casa por ella cuando vio a Rose en la escalera.
- Buenas tardes – La saludo.
- Buenas tardes Edward ¿buscar a Bella?
- Así es – Le ofreció su mano para que bajara el último peldaño.
- Ha ido a dar un pequeño paseo con Jacob.
- ¿Black?
- Si, Jacob Black – Una disimulada sonrisa apareció en el rostro de Rose al ver como Edward transformaba su manos en puños.
- Se fueron hace mucho – Estaba decidido a ir tras ello y de paso cortarles las manos  y otras partes del cuerpo a Black.
- No mucho – Edward estaba por salir corriendo cuando Rose lo detuvo – Edward podemos hablar unos minutos – Por un instante se vio tentado a decirle que no, pero la había ignorado bastante y tal vez era el momento de que hablaran.
- Por supuesto vamos al despacho.

Una vez ahí los dos callaron unos minutos hasta que Rosalie tomo la palabra.
- ¿Cuándo piensas decirle a Bella que la amas? – Edward debía reconocer que las hermanas Swan tenia una capacidad única de dejarlo sorprendido y sin palabras.
- ¿Qué?
- Edward creo que es hora que ambos hablemos con honestidad.
- Esta bien – Todavía no lograba ordenar muy bien sus ideas.
- Cuando te conocí me pareciste el hombre más guapo de alguna vez hubiese visto, con ese uniforme eras casi un príncipe azul, me sentí la muchacha más afortunada del mundo cuando me hablaste en aquella fiesta e incluso me invitaste a bailar ¿lo recuerdas?
- Claro, parecías un ángel con ese vestido blanco y te aseguro que fui yo el hombre más envidiado de aquella fiesta.
- Muchos comentaron lo perfecto que nos veíamos juntos y yo también lo creía, pero luego vi que había alguien más perfecto para ti. Todavía recuerdo la primera vez que viste a Bella, como siempre mi hermana pequeña tenia la cabeza enterrada en un libro y cuando eso sucede se olvida del mundo entero – Edward asintió sonriendo – Ese día tú la salvaste…esos odiosos muchachitos robaron su libro y lo lanzaron al lago, la pobre estaba tan desesperada y sin pensarlo se lanzó al agua, pero tú la ayudaste, bajaste corriendo de tu caballo y sin detenerte a pensarlo la sacaste a ella y su libro del agua – Rosalie sonreía con nostalgia.
- Lo único que deseaba era ir tras esos demonios y darles la paliza de su vida, pero mi necesidad de saber como estaba ella fue más fuerte.
- Desde ese día te transformaste en su protector, parecía que siempre estabas cerca de ella cuando algo iba mal. Que angustia más grande sentí aquella tarde cuando aquel carruaje fuera de control apareció de la nada, iba directo a Bella como si ella fuese un imán, pero tú te lanzaste y la protegiste con tu cuerpo, te heriste, mas lo único que te importo fue que ella estuviera a salvo y no solo de accidentes, sino también de otras atenciones, no dejabas que nadie se acercara a ella si hubieses podido pelear con el viento que tocaba su piel, lo hubieses retado a duelo. Visitabas nuestra casa casi a diario, todos creían que era por mí, pero yo sabia que era por mi hermana…por Bella.
- Dios Santo Rosalie, Bella apenas tenia trece años, solo deseaba cuidarla.
- Tú solo tenías diecinueva años Edward, no había nada malo, además sabes que en nuestra sociedad muchas muchachas que apenas son unas niñas son forzada a casarse con hombres que podrían ser sus abuelos.
- ¿Tú fuiste una de ellas? ¿Tú fuiste forzada a casarte Rose? – Los ojos verdes de Edward se encontraron con los azules de ella.
- No – Fue la sencilla respuesta – No lo fui
- Pero Isabella esta convencida que lo fuiste.
- Bella creo una historia en su cabeza y deje que la siguiera creyendo una vez que supe sus planes. Su alma romántica necesitaba creer en historias de amor y no quería que dejara de soñar en su príncipe azul.
- No entiendo – Edward la miraba como si acabara de hablar en un idioma totalmente desconocido para él.
- Cuando mi familia me prohibió seguir viéndote – Rosalie decidió que aún no era el momento de aclarar todo, esperaba que él encontrara solo las respuestas – No sufrí por mí, sino por Isabella, no podía permitir que no se vieran más, así que por eso acepte nuestros encuentros clandestinos, sabia que adorabas tenerla como tu cómplice y verla aunque fuera unos minutos, deberían haber visto las sonrisas que tenían después de sus brevísimos encuentros. Sabes nunca me sonreías así – No pudo evitar el suspiro que escapo de sus labios.
- Rosalie nunca quise utilizarte, yo creía…que te amaba.
- Edward no te estoy culpando de nada, hago todo esto para que de una vez por todas abras los ojos. Dios cuando te marchaste pensé que nunca se repondría, tenía apenas quince años y parecía una pajarillo herido, apenas si sonreía o hablaba, mis padres suponían que era algo propio de su edad y que pronto volvería a ser ella, poco a poco fue mejorando, pero algo nunca cambio a sus ojos tú eras el hombre de sus sueños, la vara con la cual media a cualquier otro, rechazo muchas ofertas de matrimonio, aunque nunca lo dijo lo sabia, si no podía casarse contigo, no lo haría con nadie, prefería quedarse sola, pero con tú recuerdo.
- Me marche por que deseaba ofrecerte un mejor futuro el día que pidiera tu mano – Se levanto de su lugar y fue hasta la ventana.
- Sabias que el día que decidieras pedirme matrimonio yo te rechazaría.
- Si, lo sé.
- Sabes por que lo iba a hacer ¿verdad?
- Si, lo sé – Su mirada estaba perdida en algún lugar del horizonte.
- Dime ¿por qué?
- Por que amo a Bella, la amo desde la primera vez que la vi lanzándose a aquel lago y la ame más cuando la tuve toda empapada entres mis brazos, pero era una niña y me aterre de mis sentimientos.
- Eres un hombre bueno Edward, tú sentido del honor te hizo alejarte ¿verdad? – Asintió – pero no hizo que la amaras menos.
- No, Rose necesito que me creas cuando te digo que nunca quise usarte, pero me convencí a mi mismo que tú eras la mujer ideal para mí y me acostumbre a ver a Bella como tu hermana, como mi pequeña cómplice, me obligue a dejar de sentir lo que sentía, no me sentía digno de ninguna de las dos, era un pobre soldado sin nada que ofrecer.
- Ahora eres un Conde – Ambos rieron.
- Cuando supe que te habías casado, una parte de mi sintió alivio, pero también sentí pánico, tú eras mi unión con ella y ahora ya no existía. Me volví loco pensando que otro podía llegar y arrebatármela, luego mi vida dio un giro y termine siendo un Conde, por fin me sentí digno de Bella.
- Sabes bien que a ella jamás le hubiese importado que fueras solo un soldado, ella te ama a ti, no a un titulo o a tu lugar en la sociedad…solo a ti.
- No la merezco.
- Por Dios no seas dramático, realmente que están hechos el uno para el otro.
- Al volver a Londres de inmediato quise buscarla, pero primero necesitaba saber si era libre, creo que estuve a punto de besar a una mujer cuando me dijo que Isabella Swan estaba soltera y había rechazado varias propuestas de matrimonio, luego la vi saliendo de una tienda y supe que haría lo que fuera para tenerla junto a mí, pero como siempre ella logro sorprenderme.
- Cuando me contó plan quise golpearla por se tan cabeza dura, por no querer reconocer que casarse contigo era su sueño, que te amaba, pero decidí que la dejaría seguir adelante, si tu la rechazabas yo misma iría y te haría entrar en razón, aunque realmente no me preocupaba mucho, sabía que no importaba la forma tu y ella estaban destinados.
- ¿Sabias que Bella quería casarse conmigo para ayudarte?
- Por supuesto, pero digamos que yo era una buena excusa y además el amor a veces necesita un poco de ayuda, pues siendo francos sabia que tu nunca le pedirías matrimonio, no al menos en los próximos siglos, así que acepte y ahora estoy aquí moviendo los últimos hilos.
- Gracias – Nunca aquellas palabras fueron dichas con tanta sinceridad – pero pensaba pedir su mano, apenas encontrara el momento oportuno.
- Bueno dicen que no existe mejor momento que el ahora. Una última cosa Edward, dile que la amas…Por Dios déjense de tanto mensaje en clave y hablen claramente, no pueden seguir desperdiciando el tiempo.
- Lo prometo – Edward se acerco a Rose y le ofreció su mano para que se levantara, sellando aquella promesa con un fuerte abrazo – Ahora necesito tu ayuda.
Ros
Le contó sus planes para la noche, sin entrar en demasiados detalles, le pidió su ayuda con Bella y luego se marcho, aún quedaban ciertos detalles que preparar.



Isabella llegó momentos después que Edward partiera, cuando llegó lo busco disimuladamente, pero no lo vio por ninguna parte, se sintió un poco decepcionada, pues tenia todas las esperanzas de verlo. Subió a su habitación a ver el regalo que su hermana había traído para ella, casi cae de espaldas a ver el modelo de aquel camisón, era tan delgado que estaba segura pasaría por su alianza de matrimonio, eso sin contar que era color negro, pero casi transparente, sus ojos continuaban abiertos de sorpresa cuando oyó la voz de de Rose a sus espaldas.
- Espero que te guste.
- No se cual es la diferencia entre usar esto o no usar nada.
- Que es mejor lo que insinúas, no lo que muestras.
- Espero que no te moleste, pero te hice una maleta y…- Le sonrió – Edward dejo esto para ti – Le entrego un sobre.
- ¿Lo viste?
- Así es – Le dio un beso en su mejilla – Te quiero Bella y deseo que seas feliz.
- Rose necesito saber algo ¿Lo amas?
- No
- Pero…
- Se te hace tarde – Le sonrió y se marcho.
Bella abrió el sobre y vio la nota que había en él, reconoció la letra de Edward:

Pequeña mía:
Hoy es MAÑANA…nunca los minutos me parecerán horas, como los que ahora nos separan. Te espero tal como lo he hecho toda mi vida con los brazos abiertos y el corazón en la mano.
Un carruaje vendrá a tu encuentro y al final de tu viaje estaré yo.
Siempre tuyo
Edward


Bella se llevo la carta a su pecho y suspiro esperaba que su mañana fuera para siempre…

-O-
Oh si lo sé puede que me odien un poquito, pero siempre creí que antes de que nuestros amados Bella y Edward dieran un paso más en su relación debían confesarse su amor….mi corazón romántico lo necesitaba.
Bueno quiero como siempre agradecer su paciencia y sus comentarios!!!! Y claro si no nos leemos antes quiero desearle de todo corazón UNA MUY FELIZ NAVIDAD, que la magia de estas fechas inunden sus hogares y sus corazones, que sea un día bello junto a los que aman y que la paz de estos día reinen siempre en sus vidas!!!!

Besos
Lulu XD



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