Sin invitación - Edward POV



 
Edward POV
Yo nací para amarte

Recuerdo exactamente el día que mi padre me contó como conoció a mi madre. Tenía diez años y estábamos pescando y mientras esperábamos que milagrosamente algo picara el anzuelo, comenzó  a hablarme, con aquel tono de voz tan sereno y profundo.

- Era mi  primer día de clases, acababa de ser transferido a una nueva escuela y estaba sumamente nervioso por todos los cambios que tenia que afrontar – Su mirada no estaba en el caña de pescar o en el pequeño bote en el que ambos estábamos. Sus ojos, tan parecidos a los míos, estaban perdidos en la inmensidad del paisaje.
- Papá ¿A que viene esto? – Realmente no entendía el porqué de aquella conversación. Hace apenas unos segundos le había preguntado que le compraría a mamá por su cumpleaños, suponía que en aquella historia estaría la respuesta.
- Es solo algo que necesitas aprender Eddie y que yo deseo compartir contigo.
- Está bien, pero Papá – Me miro fijamente – no sé si lo sabes, pero las niñas son seres extraños.
- Y te aseguro que las mujeres también lo son – Ambos reímos – pero vale la pena todo el esfuerzo que hagas por ellas.
- Supongo – Me encogí de hombros.  Honestamente no lo sabía, pero si mi padre me decía aquello era cierto.
- Llegue retrasado a lo que sería mi primera clase y tuve que presentarme ante todo el salón, por un momento tuve ganas de huir, realmente no era o más bien no soy bueno para hablar en público.
Fije mi vista en un punto lejano, había oído que eso servía para controlar los nervios y fue así que la vi – Dio un fuerte suspiro – sentada en el último puesto, cerca de la ventana. Los rayos del sol se colaban y le daban un aura mágica, por un instante pensé que era una visión o algo así. Aún después de tantos años lo sigo pensando.
- ¿Pensaste que era una princesa?
- Más bien la mujer de mis sueños y cuando finalmente nuestras miradas se cruzaron lo supe – Calló uno segundos, como recordando o dándole mayor intensidad a sus palabras – El amor a primera vista existía.


Y sin siquiera yo saberlo con certeza desde ese día comenzó mi búsqueda inalcanzable del amor, aunque honestamente después de un tiempo empecé a dudar de la historia que mi padre me había contado, después de todo era solo un niño cuando la oí y se supone que estaba en mi edad de la inocencia, donde todo lo que alguien mayor me contara tenia que ser cierto.

Además debo agregar a toda mi incredulidad, el hecho de que luego de la muerte de mis padres, perdí cualquier esperanza de que lo él me contó fuera verdad, por qué como yo lo veía ellos no habían tenido su final feliz. Tarde un tiempo en darme cuenta que ellos si la tuvieron, por qué estarían juntos toda la eternidad y pesar de la falta que me hacían, estaba tranquilo con su partida, ellos me cuidaban desde el lugar, o la nube donde estuvieran y yo, yo encontraría lo que ellos tanto querían para mi.

Cuando mi tía Esme me propuso mudarnos de Los Ángeles  a Forks no lo dude, algo me decía que aquel viaje podría cambiarme la vida…y así fue.
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Mi primer día en una nueva escuela me hizo recordar a mi padre, más bien a los dos, y no solo por qué me gustaría que estuvieran conmigo en este último año de preparatoria, sino porque iba tan retrasado como una vez él me lo conto hace tantos años atrás.

Sacudí  mi cabeza tratando de concentrarme en llegar a mi salón, lo que menos quería era llamar la atención. Cuando logre ubicar mi salón, quise hacer un pequeño baile de la victoria, pero el tiempo no era en absoluto mi aliado, por lo que tome la decisión de correr hasta alcanzarlo, una vez frente y abrir la puerta, tuve que contener una maldición al notar que ya habían comenzado.

Como era de suponer al entrar casi jadeando, el maestro se mostró un poco molesto y luego de mis disculpas, al parecer más calmado. Me pidió que me presentara frente a la clase y así lo hice, recordé la técnica del punto fijo y la puse en práctica. Dije un par de palabras hasta que estas quedaron atoradas en mí cuando mi mirada viajo hasta otro punto.

Fue en ese preciso y glorioso instante que la vi, en el lugar más lejano del salón tan indiferente a todo, que estaba seguro que ni siquiera había reparado en mi, ni mucho menos en lo que estaba diciendo, pero en el instante en que nuestras miradas se cruzaron, aun cuando fue solo un momento, supe que mi padre no había mentido, el amor a primera vista existe.

Continúe hablando hasta que las cosas se pusieron demasiado extrañas pues sin proponérmelo comenzó una ronda de preguntas, agradecí cuando el Señor Martin paro finalmente todo y me indico mi lugar en aquella sala, casi lo abrazo como un niño cuando repara que el lugar que me había asignado, era junto a ella.
- Hola – la salude un poco nervioso  – Soy Edward, ni Ed ni Eddie, solo Edward – Trate de sonar gracioso, pero dado que apenas y me miraba era obvio que no lo había conseguido   ¿y tú eres?
- Isabella y por favor podrías callarte.
No puedo negar que el tono de su respuesta hizo que mi animo decayera un momento, luego de le experiencia casi sobrenatural que acababa de vivir, pero nadie dijo que las cosas serían sencillas, además las niñas son extrañas. Pero no todo era tan malo, ahora ya sabía su nombre, que era absolutamente hermoso.
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Después de notar que éramos compañeros de la mayoría de nuestras clases y que su actitud en todas ellas no cambiaba un ápice, una idea surgió en mi mente y dado que el Director había sido amigo de infancia de Esme y por lo que pude notar en nuestros encuentros mientras tramitaba mi traslado, sería capaz de lanzarse de un puente por complacerla, por lo que me tome la libertad de hacer uso de sus amables palabras “si necesitas de mi ayuda, no dudes ni un instante en pedírmela” , por lo que técnicamente no estaba haciendo nada malo.
- Buenas Tardes ¿Esta el Director Smith? – Le pregunte a la amable secretaria, quien sonriendo asintió – Existe alguna posibilidad que pueda verlo unos instantes.
- Dame un momento – Vi que a través del intercomunicador me anunciaba y le indicaba que de inmediato me recibiría.
Apenas entre a su oficina, se levanto y me tendió la mano, me indico que me sentara frente
- Edward, muchacho ¿Cómo ha sido tu primer día?
- Muy bueno gracias,  aunque – Deje la palabra flotando en el aire.
- ¿Aunque?
- En mi antigua escuela teníamos un sistema para darle la bienvenida a nuestros nuevos compañeros – Eso es una pequeña mentira, pero él no tenía porque saberlo.
- Y de que se trataba ese sistema muchacho, espero que no te refieras a fiestas descontroladas o algo similar.
- No, en lo absoluto, era algo más bien para ayudar a una mejor “adaptación”. Vera, usted ha sido sumamente amable al mostrarme las instalaciones del instituto antes de iniciar las clases, ha sido de gran ayuda.
- Cualquier por Esme, digo por el sobrino de Esme.
- Por supuesto – Bingo grito mi mente – Como le decía en mi anterior escuela teníamos algo llamado “anfitriones”, ellos eran compañeros que ayudaban y mostraban el lugar, además de presentarlos a los demás y en definitiva integrarlos al grupo de la mejor manera.
- Una buena idea debo decir, realmente en Los Ángeles son pioneros – Solo asentí – Creo que tengo a la persona perfecta para que te ayude, Jessica Stanley sería una excelente anfitriona.
Recién me di cuenta que mi plan tenía un fallo, no había caído en la cuenta que sería él quien eligiera a la persona y no yo.
- No dudo de su sabiduría, pero no he podido dejar de notar que comparto la mayoría de las clases con otra compañera y tal vez ella resulte una mejor opción – Esperaba que me creyera y no revisara mis horarios, por qué con Jessica también compartía las mismas clases.
- Pues cuéntame quien es.
- Isabella – Acabo de olvidar su apellido, espero que no existan muchas Isabella en el instituto.
- ¿Isabella? – Me miró como sin en aquel preciso instante un tercer ojo acabara de aparecerme.
- Si, Isabela – Alargue la letra “a” para darle mayor fuerza a mis palabras.
- Te refieres a Isabella Cullen – Cullen si, era la misma.
- Exacto.
- Hablaste ya con ella – Una extraña sonrisa curvo sus labios.
- Hemos intercambiado un par de palabras – Y eso era más exacto de lo que él podría llegar a creer.
- Con Isabella – Calló unos segundos.
- ¿Hay algún problema? – Al parecer él sabía algo que yo desconocía.
- ¿Con Isabella? Ninguno solo qué, no sé si ella es la indicada.
- Ella es perfecta para mí – Acababa de dar demasiada información, lo supe cuando noté la sonrisa que el Director me daba – Digo para ser mi “anfitriona” – y la mujer de mi vida, agregue para mi.
- Isabella Cullen no es exactamente la muchacha más sociable de nuestra escuela, por lo que tal vez no sea del todo una buena idea. Es nuestra mejor alumna, la mejor de su generación.
- Me parece que será una gran influencia para mí ser guiado por alguien tan especial como ella.
- ¿Especial? Mi querido muchacho no tienes ni una idea, pero dado que ella te parece perfecta – Me guiño un ojo cómplice – quien soy yo para interponerme.
Quise decir algo, pero sabía que si volvía a abrir mi boca, solo sería para agregar algún dato más que quería mantener en privado.
- Si me disculpas un momento –
- Por supuesto. Desea que me marche.
- No, aun queda unos minutos antes de que debas volver a clases.
- Esta bien –  Lo vi levantarse de su asiento y salir de la oficina.
No se cuanto tiempo estuvo fuera, pero lo oí volver y no venia solo. Ella, Isabella venía a su lado.
- Tome asiento.
Fue recién en ese momento en que ella noto que yo estaba ahí, quise sonreírle o hacer algo, pero me miraba como si intentara en vano recordar algo.
- Supongo que debe extrañarse por el hecho que la haya hecho venir a mi oficina – La voz del director me sobresalto, casi había olvidado que él estaba ahí  – La razón es que deseo pedirle un favor, ya que usted es una de nuestra más destacadas alumnas y que el Señor Masen es nuevo – Le dedique mi mejor sonrisa, para que supiera que el Señor Masen era yo, solo en el caso que lo haya olvidado  – bueno….me encantaría que fuera su anfitriona le mostrara las instalaciones y lo ayudara para que el periodo de adaptación sea lo menos tenso para él.
Note que algo no iba bien, pues se quedo estática en su puesto, sin tener ningún tipo de reacción a la petición que acababan de hacerle. Debo decir que estuve tentado de tomar su mano para ver si tenía pulso o solo para comprobar si eran tan suaves como las imaginaba, ambas opciones era igual de validas para mí.
- ¿Esta bien Señorita Cullen?
- Por supuesto – Por segunda vez en el día tuve que contenerme de hacer el baile de la victoria, ella había aceptado.
- Perfecto. Por lo que sé la próxima clase la comparten así que pueden ir ya  y ponen estos permisos, pues van con retraso.
Sin que Isabella lo notara, me guiño nuevamente el ojo y me regalo una sonrisa cómplice. Yo asentí en señal de agradecimiento y tome mi  permiso.
Salió con tanta rapidez que tuve que dar algunos pasos más largos para alcanzarla, además no iba a desaprovechar aunque fuesen unos momentos, el estar junto a ella.
- Así que… ¿Cuando comenzamos? – Mi voz desbordaba demasiado optimismo por lo que me obligue a contenerme.
- ¿Comenzamos?
- Recuerda que eres mi anfitriona – Hice el mayor esfuerzo para que mi voz no sonara como el de algún personaje infantil sobre estimulado.
- Lo que sea – Acaso no iba a cumplir su misión, tan poco iba a durar mi suerte y yo que pensé que mi plan era brillante.
- Isabella, me gusta ser bien atendido.
 Recuerdo que leí en alguna parte que sonar como un chico malo era algo que a las chicas les encantaba, ojala mi voz se haya oído como algo parecido.
- ¿Perdón?
-  Eso me parece un excelente comienzo – Y por un pequeño instante cuando le miro fijamente temí por mi vida y mi descendencia,  así que me adelante unos pasos al salón, pero antes de abrir la puerta, la  mire fijamente y le pregunte.
- Ey no entras conmigo – Por favor no te pegues, quise agregar, pero mi imagen de chico malo sería bastante convincente.
Como era de suponer me ignoro y fue ella la que finalmente abrió la puerta. Entró veloz y se ubico en su lugar, yo hice todo más lento por qué note que Isabella era la única que no tenía compañero, así que al menos durante esta clase nuestra unión era inevitable.
El Señor Molina me indico lo que yo ya había descubierto y me senté a su lado sonriente. Trate de decir algo ocurrente:
- Ves Isabella, no puedes huir de mí – Y espere de todo corazón que las revistas femeninas que leía Esme y que yo había visto varias veces tuvieran razón.


Oh si…esté es el Edward POV que llevaba varias semanas rondando mi mente!!! Pero no será el último, pues ya tengo algo avanzado el siguiente….les dejó un pequeño adelanto:

- Tú eres Edward ¿verdad?
- Y tú consumes esteroides ¿verdad?
- Veo que Campanitas te ha enseñado bien – Su fuerte risa resonó hasta el rincón más alejado del pequeño supermercado del pueblo.
- ¿Campanitas? – Por qué rayos llamaba a si a Bella.
- Perdón creo que tú la llama Bella – Me miro fijamente unos instantes – y solo para aclarar y evitar que sigas mirándome como si desearas destriparme. No la quiero de ese modo.
- ¿De ese modo?
- Del modo en que tú la quieres

También quiero dedicar este capitulo a dos personas muy especiales para mi…Jeco, gracias por creer en está historia, incluso cuando yo misma tenía mis dudas y Pauly, espero que este capi te haya gustado y gracias por escuchar todas las ideas locas.
Y por supuesto que GRACIAS a todas las que se toman unos minutillos para comentar, son mi mejor pago (;
Besos Lulu XD


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